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Andrés Alcón y Calduch

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Biografía

Alcón y Calduch, Andrés. Valencia, 30.XI.1782 – Madrid, 11.I.1850. Profesor de Química y político.

Hijo del boticario valenciano Agustín Alcón, demostrador químico en la cátedra de Tomás Vilanova Muñoz, cursó sus estudios de bachiller y maestro en artes en las escuelas adscritas a la Universidad valenciana con resultados extraordinarios. En la Facultad de Medicina de su ciudad natal comenzó los estudios de las asignaturas científicas. En Madrid, se matriculó en el Colegio de Medicina de San Carlos y en el Real Estudio de Medicina Práctica; también estudió en la Real Escuela de Mineralogía con Cristino Herrgen y en el Real Jardín Botánico de Madrid con José Cavanilles.

La Junta Superior Gubernativa de Farmacia le becó, el 16 de enero de 1802, a fin de que estudiase en la Real Escuela de Química con Louis Proust, con el fin de ocupar luego una cátedra de Química en los Colegios de Farmacia de próxima creación.

Los miembros de la Junta Superior Gubernativa de Farmacia, pese a su dispersa formación, le otorgaron el título de licenciado en Farmacia, el 25 de julio de 1804, y, al año siguiente, el de doctor en Química. Al mes de obtener el título entra como ayudante en la Real Botica; en ella, opositó en 1808 para ocupar su plaza y, pese a haber conseguido el primer puesto en la terna, el Rey eligió a un boticario no propuesto.

El 14 de diciembre de ese año, sale de Madrid, en sus palabras “con las armas en la mano, abandonando casa, destino y cuanto poseía para no prestar vasallaje al rey intruso”. En 1809 alcanza el puesto máximo de boticario en el ejército reunido en Andalucía. En 1810 se le destina como jefe farmacéutico al Hospital Militar de Valencia. Cuando la ciudad cae en manos francesas, continúa en ella sin inmiscuirse en los asuntos políticos.

En 1812, a propuesta del claustro de la Facultad de Medicina, es nombrado catedrático de Química por la Universidad de Valencia; en 1813 recibe el nombramiento de miembro de la Junta de Sanidad Provincial y en 1814, el de visitador de las boticas del reino.

Acabada la Guerra de la Independencia, vuelve a Madrid para presentarse a la cátedra de Química del Colegio de Farmacia, vacante tras la jubilación de Pedro Gutiérrez Bueno. La ganó el 18 de agosto de 1815. De resultas de su éxito, fue nombrado miembro de la Real Academia de Medicina, vicepresidente de la Subdelegación de Farmacia en Valencia y, a la muerte de Antonio de la Cruz, en 1817, jefe local del Colegio de Farmacia de Madrid, cargo que llevaba aparejado el de boticario de Cámara honorario. En 1818 salió a oposición la plaza de viceprofesor de química del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

La ganó y obtuvo también el nombramiento de examinador del Real Gabinete de Palacio y de miembro de los órganos rectores del Museo.

En 1819 se le concedió permiso para viajar a París para completar su formación y adquirir instrumentos científicos. Estuvo matriculado en la Escuela de Medicina, el Colegio de Francia, la Facultad de Ciencias y la Escuela Politécnica; pese a que permaneció durante un único curso, conoció a los químicos Vauquelin, Thenard, Gay-Lussac y Dulong, entre otros; visitó fábricas y adquirió instrumental de laboratorio.

Durante el Trienio Constitucional se estableció la Universidad Central y la cátedra de Química se le concedió a Alcón, quien empezó a impartirla, el 1 de diciembre de 1821, en el laboratorio del Colegio de Farmacia, pese a la oposición de sus profesores. En 1823 trasladó su laboratorio, de la sede colegial, en la calle del Barco, al convento de San Juan de Dios, aunque después fue recuperado por el colegio.

Tras el Trienio Constitucional se vio obligado a exiliarse.

Vivió en Londres, Edimburgo y París. En Inglaterra estudió Anatomía, Cirugía y Química y en Francia enseñó Física y Química en un colegio fundado por Manuel Silvela y colaboró en el periódico Ocios de españoles emigrados. A su regreso encontró su puesto vacante a consecuencia de las dificultades económicas y de la desidia de los gobernantes. En 1831 se produjo su reinserción y en 1835 le nombraron catedrático de Química Aplicada a las Artes en el Real Conservatorio de Artes de la Corte; un año antes, por Real Orden de 7 de febrero de 1834, se estableció la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid, de la que Alcón fue nombrado miembro fundador.

Entre 1836 y 1843 fue diputado a Cortes por Valencia.

Formó parte de numerosas comisiones, presidente de alguna de ellas, y el 27 de diciembre de 1841 obtuvo el nombramiento de vicepresidente de la Cámara.

Como diputado, entre otros muchos asuntos, defendió el sostenimiento económico de los Colegios de Farmacia por el Estado y que se permitiera simultanear el ejercicio privado de la medicina y la cirugía a los facultativos militares. Participó en la redacción de la Constitución progresista de 1837 y se ocupó de cuestiones relativas a la educación y de la Milicia Nacional.

Un decreto del 8 de junio de 1843 ordenaba la Facultad de Filosofía e introducía las enseñanzas de química orgánica e inorgánica, de la primera se le encargaba a Alcón. El interesado protestó aduciendo su desconocimiento de la materia por haberse dedicado a la inorgánica y le establecieron una de ampliación de química. Se le ordenó la permanencia en el Museo de Ciencias Naturales hasta el arreglo de la Facultad de Filosofía. A consecuencia de una serie de incidentes, por Real Orden de 20 de marzo de 1844, se le separó de su cátedra y del puesto del Consejo de Instrucción Pública, aunque fue repuesto en sus cargos un mes más tarde.

En 1845, el plan Pidal integró definitivamente en la Facultad de Filosofía las cátedras de Química General, Ampliación de Química y Química Orgánica.

La segunda la seguía ocupando Andrés Alcón, si bien en el informe de la Dirección General de Instrucción Pública sobre ella puede leerse: “por lo indeterminado de su objeto o la extensión de las materias que habría de abrazar, arredra al profesor, que anciano ya y poco al corriente de los nuevos descubrimientos, no puede en realidad tomar a su cargo tan vasta y difícil enseñanza, dejándola abandonada”. De manera tal que su jubilación se produjo por la vía de los hechos, tras una vida de esfuerzos, aunque sin haber dejado ningún testimonio impreso de su actividad científica.

 

Bibl.: E. Maffei y R. Rúa Figueroa, Apuntes para una biblioteca española de libros [...] relativos al conocimiento y explotación de las riquezas minerales [...], Madrid, Imprenta de J. M. Lapuente, 1871-1872; R. Roldán Guerrero, Los farmacéuticos españoles en la Guerra de la Independencia, Madrid, 1947; Diccionario biográfico y bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, t. I, Madrid, Real Academia de Farmacia, 1958-1963, págs. 110-116; G. Folch Jou, El Real Colegio de Farmacia de San Fernando, Madrid, Instituto de España-Real Academia de Farmacia, 1977; A. Ten Ros, “Un intento de renovación científica en la Universidad del siglo xviii. La cátedra de química de la Universidad de Valencia”, en Llull, 5 (8-9) (1982), págs. 133-149; J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, t. I, Barcelona, Ediciones Península, 1983; págs. 38-39; J. Puerto, “Andrés Alcón (1782-1850), farmacéutico, político y profesor de Química”, en Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, año XXXV, n.º 139 (1984), págs. 143-164; “La huella de Proust: el laboratorio de química del Museo de Historia Natural”, en Asclepio, vol. XLVI, fasc. 1 (1994), págs. 197-220.

 

Francisco Javier Puerto Sarmiento

 

 

 

 

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