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Fernando de Toledo

Biografía

Toledo, Fernando de. Oropesa (Toledo), 1520 – 1590. Predicador, cardenal electo, presidente de la Audiencia de Lima (rehusó los cargos).

No es seguro que este personaje, hijo de Luis de Toledo y Pacheco y de Inés Duque Estrada, condes de Oropesa, naciera en esta villa toledana, aunque parece lo más probable. Destinado a la carrera eclesiástica, cursó sus estudios en la Universidad de Salamanca, donde entabló amistad con el futuro arzobispo de Valencia, Juan de Ribera. Su director espiritual fue el conocido dominico fray Pedro de Soto. Se ignora cuándo fue ordenado sacerdote y en qué momento alcanzó el grado de doctor en Decretos, que al parecer poseía. Pero don Fernando se dedicó al ministerio de la predicación, rechazando varios cargos y prebendas que le fueron ofrecidos. Sí aceptó, en cambio, el de presidente de la Audiencia de Lima, oficio para el que fue nombrado en 1568. El 20 de noviembre de ese mismo año, en carta del nuncio en Madrid, se hace alusión a su inminente pase a las Indias con instrucciones de la Santa Sede sobre la conversión de infieles.

Pero, finalmente, don Fernando decidió no aceptar el cargo y quedarse en España, ejerciendo de predicador itinerante, dedicándose plenamente a la pastoral sin ninguna responsabilidad administrativa.

Felipe II pidió al papa Gregorio XIII que nombrara cardenal a Fernando de Toledo, lo que se llevó a efecto en el consistorio del 21 de febrero de 1578; el 13 de marzo la noticia ya había llegado a Madrid, pues el nuncio en la capital, Felipe Sega, transmitía a la secretaría de estado papal el contento del Rey de España por el nombramiento de sus dos protegidos, los cardenales Deza y Toledo. Cuando la noticia fue comunicada al interesado, pidió tres días de reflexión antes de pronunciarse. La respuesta fue sorprendente: el 5 de mayo el nuncio hubo de comunicar a Roma que Toledo renunciaba a la púrpura, cuando ya el portador del birrete cardenalicio estaba de camino.

Don Fernando escribió cartas a varios cardenales, argumentando las razones de su renuncia y, entre otros, al cardenal Hosio, en epístola firmada en Talavera (Toledo), el 12 de mayo de 1578. En definitiva, la única razón que ofrecía era la de su propia indignidad, que le impedía aceptar un cargo tan honroso.

El Papa no tuvo más remedio que anular su nombramiento el 4 de julio de 1578 a un candidato que no iba a aceptar.

Retornó a sus acostumbradas actividades hasta su repentina muerte en 1590, que le sorprendió en su villa natal mientras predicaba un sermón. Algún autor insinúa que para entonces vivía con los jesuitas, pero no se conocen más detalles de este asunto. Por deseo expreso suyo fue enterrado en el Monasterio de la Inmaculada Concepción de Oropesa, a cuyas monjas nombró herederas de todos sus bienes.

 

Bibl.: A. Chacón, Vitæ et res gestæ Pontificvm Romanorum et S. R. E. Cardinalivm ab initio nascentis Ecclesiæ vsque ad Clementem IX. Pont. Max., vol. IV, Roma, Ph. y A. de Rubeis, 1677, cols. 65-66; G. Moroni, Dizionario di erudizione storico- ecclesiastica, vol. LXXVI, Venecia, Tip. Emiliana, 1855, pág. 243; Ch. Berton, Dictionnaire des cardinaux, Paris, J. P. Migne, 1857, cols. 1553-1554; J. Goñi, “Toledo, Fernando de”, en Q. Aldea Vázquez, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1987, págs. 691- 692; A. Fernández Collado, Gregorio XIII y Felipe II en la nunciatura de Felipe Sega (1577-1581). Aspectos político, jurisdiccional y de reforma, Toledo, Estudio Teológico de San Ildefonso, 1991, pág. 234.

 

Miguel C. V ivancos Gómez, OSB

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