Bowles, Guillermo. Cercanías de Cork (Irlanda), c. 1714 – Madrid, 25.VIII.1780. Naturalista y experto en minería irlandés, al servicio de la Corona española.
Es poco lo que se conoce de los primeros años y de la formación de Bowles. La más próxima y principal fuente de información sobre su vida es la que proporciona su corrector y editor José Nicolás de Azara, en el prólogo a la segunda edición de la obra de Bowles Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España (Madrid, Imprenta Real, 1782). Existen dudas sobre el año exacto de su nacimiento, por lo que algunos autores dan fechas del mismo tan distantes como 1705 y 1720. En lo que sí hay coincidencia es en que, como expone Azara, Bowles, tras estudiar inicialmente, y por poco tiempo, Leyes en Londres, pasó en torno a 1740 a París, con la intención de instruirse en disciplinas como la Historia Natural, la Química, la Anatomía y la Metalurgia. En la capital francesa debió de acudir a los cursos públicos de estas materias, asistiendo a los que se impartían en instituciones científicas, como el de Química que explicaba Guillaume-François Rouelle en el Jardin du Roi de París. Posteriormente, para ampliar su formación científica, recorrió diversas regiones de Francia, realizando observaciones sobre cuestiones relacionadas con la historia natural y recogiendo información de explotaciones y recursos mineros.
La llegada de Bowles a España tuvo lugar en el marco de la política científica desarrollada en el siglo XVIII por la Monarquía borbónica, semejante en su planteamiento a la establecida por el modelo ilustrado francés. Los sucesivos gobiernos de los monarcas borbones, conscientes de la necesidad de adquirir de los modernos conocimientos científicos y tecnológicos para poder desarrollar su política ilustrada, diseñaron un programa basado en apartados como la dotación de pensiones para viajes de ampliación de estudios, el establecimiento de instituciones científicas para organizar la ciencia e impartir la enseñanza de las disciplinas científicas, y la contratación de técnicos y especialistas extranjeros, a fin de que fueran introduciendo las novedades en ciencia y tecnología europeas. Así, hallándose Bowles en París a comienzos de la década de los años cincuenta, entró en contacto con Antonio de Ulloa, que había sido comisionado (1749-1751) por el Gobierno español para que viajara y recogiera información industrial, comercial y tecnológica por diversos países europeos. Mientras preparaba su vuelta a España, Ulloa recibió en París, a finales de 1751, la orden del ministro, marqués de la Ensenada, para que visitase las minas de azogue de Hungría. Debía informarse sobre los métodos de beneficio de dicho mineral que se empleaban en las minas centroeuropeas y de los medios que se utilizaban para prevenir los derrumbes de las galerías. La finalidad era intentar aplicar los procedimientos empleados en los centros mineros de Europa en las minas de Almadén. Ulloa propuso entonces a Bowles que pasara a España y trabajara al servicio de la Corona como experto en trabajos de minería y también para que se encargara de establecer y dirigir en la Corte un gabinete de Historia Natural y un laboratorio de Química. Bowles aceptó el encargo y, a mediados de 1752, llegó a España. En Madrid le fueron asignados como compañeros y discípulos para sus viajes y comisiones dos oficiales de Marina, José Solano y Salvador de Medina, y un abogado, Pedro Saura. Los dos primeros partieron posteriormente en sendas expediciones a América; Solano en la expedición de Límites enviada al Orinoco en 1754, mientras que Medina, que había acompañado a Ulloa en su comisión por Europa, participó en la que en 1767 se dirigió a California con el objetivo de medir el tránsito de Venus y calcular la distancia que existía de la Tierra al Sol. Los tres, Solano, Medina y Saura, junto con su mujer, la alemana Ana Rustein, acompañaron a Bowles en sus viajes por España.
La primera comisión de Bowles le llevó a las minas de Almadén, cuyo estado de explotación, aprovechamiento y rentabilidad se pretendía mejorar. Este primer viaje de Bowles por España tuvo como punto de partida Madrid; pasó posteriormente por Getafe y diversos pueblos de Toledo y Ciudad Real, hasta llegar al centro minero. Bowles realizó en la que fue primera visita a Almadén un minucioso reconocimiento y llevó a cabo una serie de ensayos y experiencias de fundición. Su informe sobre las prácticas que se efectuaban en las minas fue muy favorable y sólo cuestionó el poco orden que se seguía a la hora de realizar las fundiciones. Bowles volvió a reconocer las minas de Almadén en los años 1755, tras declararse un incendio, 1757, 1759 y 1765.
A finales de 1752, cuando se encontraban Bowles y sus compañeros de viaje por Alicante, fueron a inspeccionar y evaluar la conveniencia de realizar una explotación rentable de cinabrio, por cuenta de la Real Hacienda, en el yacimiento minero de La Alcoraya.
Tras desplazarse, en enero de 1753, junto con Saura y Solano a la localidad de Mula (Murcia) para inspeccionar un terreno del que supuestamente se extraía azogue líquido, Bowles realizó a su regreso una detallada prospección en La Alcoraya y envió a Ensenada un informe en el que recomendaba la conveniencia de continuar con la explotación de la mina. Antes de dirigirse, acompañado de Solano y Saura, a Valencia para inspeccionar terrenos en los que se encontraban emanaciones de mercurio, el naturalista irlandés dejó redactado un plan de actuación junto con unas instrucciones que debía seguir Medina, quien quedó encargado de la dirección de los trabajos en la mina de La Alcoraya. Con posterioridad, y cumpliendo con su comisión de estudiar la rentabilidad de las minas españolas, Bowles recorrió las minas de plomo, cobre y cobalto del valle de Gistau en los Pirineos aragoneses.
En ese mismo año de 1753, el 23 de abril, Bowles fue nombrado profesor real de Historia Natural, y comenzó a realizar sus primeras experiencias con la platina, en el laboratorio de Química que estaba ubicado en la calle de la Magdalena, en Madrid. Para sus ensayos contó con la colaboración del químico francés Augustin de la Planche, contratado al igual que él por la Corona española para trabajar en las instituciones científicas que se pretendían establecer en la Corte.
Tras recibir la orden del Ministerio de visitar algunas fábricas de salitre y pólvora, a Bowles se le comisionó durante los años 1754 a 1756 con el objeto de que contratara ingenieros, maestros de minas y operarios alemanes destinados a las minas de Almadén.
Así, en septiembre de 1754, contrató a un grupo de capataces y mineros, y para la dirección técnica de la mina a Henning Karl Koehler, que en ese momento se encontraba en Estrasburgo. Koehler, después de examinar la mina de Almadén, acompañó a Bowles y Saura en el viaje que realizaron a Valencia y La Mancha para inspeccionar otras minas del reino. En el verano de 1756 Bowles fue enviado a Clausthal (Hanóver), en las montañas del Harz, donde realizó una nueva contratación de técnicos mineros alemanes con destino a Almadén.
En esos años Bowles, junto con José Agustín de Llano, diplomático destinado en París, fue comisionado para estudiar el proceso de obtención del azul de cobalto en los establecimientos industriales de la Selva Negra, con vistas a su posible aplicación en España.
Igualmente visitó explotaciones mineras en la Alsacia y el importante centro de enseñanza minera de Freiberg (Sajonia). En la Academia Minera de Freiberg se formaron los principales geólogos e ingenieros de Minas españoles de finales del XVIII y principios del XIX. Pero no sólo se recurrió a Bowles para cuestiones relacionadas con la minería o el análisis químico. Como experto y profesor de Historia Natural, se pensó en él, en 1761, para que inventariara y describiese las colecciones botánicas que había formado el naturalista sueco Pehr Löfling, discípulo de Carl von Linné, durante su expedición al Orinoco (1754-1756). A la llegada a la Corte de Madrid de los materiales científicos de Löfling, tras su muerte durante la expedición, se encargó a José Hortega, boticario de la Casa Real y subdirector del Jardín Botánico de Migas Calientes (Madrid), la ordenación de las descripciones y dibujos botánicos recopilados por el botánico sueco. Al mismo tiempo se permitió que se copiaran las descripciones botánicas con destino a Linné, labor que llevó a cabo Daniel Scheidenburg, capellán de la legación sueca en Madrid, con el que Bowles tuvo una estrecha relación.
A la muerte de Hortega se recurrió a Bowles para que efectuara el trabajo. Sin embargo, los continuos viajes por España de Bowles y, sobre todo, su escaso nivel de conocimiento botánico, fueron decisivos para que finalmente no se encargara de esta comisión. La Secretaría de Indias terminó encargando la ejecución de esta tarea a Casimiro Gómez Ortega. Poco tiempo después, a comienzos de la década de los setenta, se pensó en Bowles, a pesar de no ser un especialista, para que ejerciera de perito en las pruebas presididas por el tribunal del Protomedicato en la oposición de la cátedra primera del Real Jardín Botánico (Madrid), que ganó precisamente Gómez Ortega.
Algunas de sus disertaciones sobre los recursos naturales y mineros de España tuvieron eco fuera de las fronteras peninsulares. Así, sus trabajos sobre el ganado merino y las lanas de España y un discurso sobre cuestiones geológicas y mineras fueron difundidos y publicados en Inglaterra en la década de los años sesenta, a través de Peter Collinson, miembro de la Royal Society de Londres. Pero, sin duda, la principal aportación científica de Bowles fue la ya citada Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España, cuya primera edición se publicó en 1775, y que tuvo otras dos ediciones (1782 y 1789); además, fue traducida al francés (1776) y al italiano (1783). Es una obra de síntesis y miscelánea, en la que falta un orden cronológico y una coherencia geográfica, donde el naturalista irlandés recoge los resultados de sus comisiones y consiguientes viajes por España, así como los informes sobre los recursos naturales y mineros. Dedicada al rey Carlos III, el libro comienza con un discurso preliminar, de cuarenta y siete páginas, sobre la Historia Natural y la Minería. Bowles recoge en su libro los múltiples itinerarios que recorrió por la geografía española (no menciona en esta publicación ningún viaje específico por el noroeste peninsular). Pero la obra no sólo reúne las descripciones de sus viajes, sino que entremezclados con ellas introduce disertaciones y análisis de cuestiones mineras (descripción de la mina de cinabrio de Almadén, etc.), problemas químicos (disertación sobre la platina), geológicos (antiguos volcanes de España), botánicos y zoológicos (avifauna migratoria, sobre la langosta y sus plagas, etc.).
Un apartado de la obra de Bowles muy comentado ha sido el de su interpretación de los fósiles, al abordar en su libro el depósito de huesos humanos y de animales hallados en Concud (Teruel). Con anterioridad, este yacimiento paleontológico había sido objeto de interés por autores como Benito Jerónimo Feijóo y José Torrubia.
Durante las casi tres décadas que vivió en España, Bowles mantuvo contactos con la aristocracia ilustrada y los círculos eruditos más activos e influyentes de su época, entre los que no faltaron los naturalistas españoles más destacados, que dirigían el Jardín Botánico y el Gabinete de Historia Natural de Madrid.
Bowles residió habitualmente en Madrid y Bilbao y murió en la capital del reino. Fue enterrado en la iglesia de su parroquia de San Martín.
Obras de ~: Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España, Madrid, Imprenta de D. Francisco Manuel de Mena, 1775 (trad. al fr., Introduction à l’histoire naturelle et à la géographie physique de l’Espagne; Traduite de l’Original Espagnol de Guillaume Bowles, par le Vicomte de Flavigny, Paris, Chez L. Cellot et Jombert fils, 1776; 2.ª ed. corr., 1782; trad. al it., Introduzione alla Storia Naturale e alla Geografia fisica di Spagna di Giugliemo Bowles; pubblicata e comentata dal Cavaliere D. Giuseppe Niccola de Azara, e dopo la seconda edizione spagnola piu arricchita di note. Tradotta dal castigliano in toscano da Francesco Milizia, Parma, Stamperia Reale, 1783; Madrid, Imprenta Real, 1789); “A Curious paper from Spain, relating principally to the Sheep and Sheep-walk of that country”, en The Gentleman’s Magazine, XXXIV (1764), págs. 203-205 y 266-270; “Some Observations on the Country and Mines of Spain and Germany, with an Account of the formation of the Emery Stone; from William Bowles Esq.; Director General of the Mines of the Spain; communicated by P. Collinson, F.R.S., red June 19, 1766”, en Philosophical Transactions, vol. LVI, for the Year 1766, London, 1767, págs. 229-236; Historia Natural de la langosta en España y modo de destruirla, Madrid, Imprenta de D. M. de Burgos, 1825.
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Francisco Pelayo López