Cerdá y de Lloscos, Antonio. Santa Margalida (Mallorca), c. 1390 – Roma (Italia), 12.IX.1459. Trinitario calzado (OSST), teólogo, canonista, prior, arzobispo, cardenal, humanista, político.
Nació en el seno de una de las familias más nobles e ilustres del reino de Mallorca; fue su padre Esteban Cerdá, conseller de Mallorca durante muchos años, y su madre Eleonor de Lloscos, casada en segundas nupcias con Ramón Zaforteza y Burgues. Como segundón de su casa, fue dedicado al estudio y a la carrera eclesiástica; después de haber cursado Artes menores en Palma. Hacia 1405 fue enviado a la Universidad de Lérida, donde alcanzó el grado de doctor en Teología. Recibió el hábito trinitario en el convento de Sancti Spiritus, de Palma. Vuelto a Lérida, fue nombrado examinador sinodal de la diócesis, y ganó por oposición una cátedra de Teología Moral en la Universidad ilerdense, sucediéndose en las cátedras de Escolástica, Escritura y Cánones, que regentó hasta 1429.
Ese año fue elegido delegado de la Provincia de Aragón para asistir al Capítulo General de la Orden, celebrado en Cerfroid en el mes de abril. Según el sentir unánime de las fuentes, fue uno de los padres de las Constituciones emanadas por dicho Capítulo, y tuvo la oportunidad de impulsar su observancia al haber sido elegido visitador de las Provincias de Inglaterra y Escocia. Cumplió la visita en el espacio de dos años; habiendo vuelto a París, Jean de Trecis Halboud, ministro general de la Orden (1421-1439), lo nombró visitador de las Provincias de Aragón, Castilla e Italia, y procurador general de la Orden.
En Roma se encargó de obtener de la Sede Apostólica varios documentos en favor de la Orden. Llamó la atención en la curia por su erudición y dotes extraordinarias como teólogo y jurista. Eugenio IV lo nombró camarero pontificio y le sirvió como consejero, al igual que a Nicolás V y Calixto III. Nicolás V, que lo estimó sobremanera, lo promovió a la sede arzobispal de Messina, el 8 de enero de 1448, y le concedió en encomienda el monasterio valenciano de Valldigna; el mismo Papa lo creó cardenal del título de San Crisógono, el 16 de febrero de 1448. Eneas Silvio Piccolomini tuvo ocasión de admirar la sabiduría y profundidad teológicas de Cerdá, al que llamó princeps theologorum y comparó con el gran Juan de Torquemada, una admiración que le llevó a dedicarle su obra De statu Europae sub Frederico III. Los elogios sobre Cerdá se suceden entre sus contemporáneos, destacando los que le dedicaron en sus obras los humanistas Vespasiano da Bisticci y Giannozzo Manetti.
Cerdá fue apasionado bibliófilo: para él trabajó el célebre copista alemán Iohann Kessler (al igual que para el cardenal Bessarione y Juan de Carvajal). A su costa se reparó la capilla de invierno de los canónigos, en la basílica de San Pedro del Vaticano.
Nicolás V lo envió como legado suyo a Ancona, y lo nombró embajador ante Alfonso V de Aragón; parece ser que, a instancias de este Monarca, que lo nombró consultor suyo y preceptor de los príncipes, Cerdá compuso la obra De educatione principum, que publicó Plácido Semperi, en edición desconocida. Hizo un gran servicio a Alfonso V, apaciguando los ánimos de Florencia contra el Monarca.
El 28 de marzo de 1449, Nicolás V lo trasladó a la sede episcopal de Lérida, de la que tomó posesión por procurador el 30 de mayo sucesivo. Calixto III le dio la encomienda del priorato de Santa María de Obarra, en la diócesis de Lérida, en 1455, a la que se siguió la del monasterio de San Pedro de Roda (Gerona), los obispados de Giovinazzo y Rávena, el oficio de camerario de la abadía benedictina de Santa María de Lagrasse (Carcasonne) y el priorato de San Pedro de Barcelona, en 1458. Con razón se ha dicho de él que fue, ante todo, un experto cazador de beneficios eclesiásticos, de los que consiguió pingües rentas, merced a la liberalidad con que lo trataron Nicolás V y Calixto III.
En el cónclave de 1458, Antonio Cerdá fue diputado por el Colegio Cardenalicio para hacerse cargo del tesoro de la Iglesia; dejó ver claramente sus ambiciones, al pretender hacer valer su candidatura para suceder a Calixto III. Se llegó a correr por Roma la voz de que había sido elegido Papa el cardenal de Lérida, con notable disgusto por parte del pueblo romano.
Finalmente, dio su voto al cardenal Piccolomini, de Siena, que resultó elegido Papa el 27 de agosto de 1458, con el nombre de Pío II. El 12 de septiembre de 1459 murió Antonio Cerdá en Roma, siendo sepultado en la basílica de San Pedro del Vaticano, con un epitafio que llevaba la siguiente inscripción: MCDLIX. XII Mensis Septembris Antonius Cardinalis Cerdanus Majoricensis, quievit in Domino.
Dejó un importante legado de 20.000 libras a la Cofradía de Beneficiados de la catedral de Mallorca, entregado por su sobrino, Gabriel Cerdá.
Obras de ~: De educatione principum, s. l., Plácido Semperi, s. f. (atrib.).
Bibl.: E. S. Piccolomini, “In dictis et factis Alfonsi regis commentariorum liber IV”, en Opera Omnia, Basel, 1571, pág. 492; A. Chacón, Vitae et res gestae Summorum Pontificum et S. R. E. Cardinalium, Romae, 1630 (Romae, ex typographia Cracas excudebat Vincentibus Pilucchius, 1787), pág. 1176; L. Cardella, Memorie storiche de’cardinali della Santa Romana Chiesa, vol. III, Roma, Stamperia Pagliarini, 1793, pág. 108; J. Bover de Rosselló, Memoria biográfica de los Mallorquines que se han distinguido en la antigua y moderna literatura, Palma, Imprenta Nacional regentada por Juan Guasp, 1838, págs. 70-72; L. Pastor, Historia de los Papas desde fines de la Edad Media, vol. II, Barcelona, Gustavo Gili, 1910, págs. 57- 58, 326, 462, 464; W. Schürmeyer, Das Kardinalskollegium unter Pius II, Berlin, Ebering, 1914, pág. 15; J. Rius Serra, “Catalanes y aragoneses en la corte de Calixto III”, en Analecta Sacra Tarraconensia, 3 (1927), págs. 240-241; Regesto ibérico de Calixto III, vol. I, Barcelona, Escuela de Estudios Medievales, 1948, págs. 541, 728, 863, 1379; vol. II, págs. 1298, 1654, 1656; V. da Bisticci, Vite di uomini illustri del sècolo xv, ed. de P. d’Ancona y E. Aeschlimann, Milano, Ulrico Hoepli, 1951, pág. 37; P. A. Matheu Mulet, Guías de la Seo de Mallorca. Capillas y retablos, Palma, Politécnica, 1955; J. Goñi, “Cerda, Antonio”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1987, págs. 122-124.
Pedro Aliaga Asensio, OSST