Ayuda

Amador del Villar y Pérez de Castropol

Biografía

Villar y Pérez de Castropol, Amador. Río de Seares (Asturias), 17.IV.1843 –Madrid, 17.IX.1916. Brigadier de ingenieros carlista, ingeniero civil e inventor.

Hijo de Leandro Villar y Avello y de Francisca Pérez de Castropol Avella-Fuertes, miembros de la nobleza local. Nació en la casona de Río de Seares, perteneciente a su familia materna, siendo bautizado al día siguiente, 18 de abril, en la parroquia de Santa Cecilia de Seares, del concejo de Castropol. Fue trasladado a los pocos días a Luarca, donde se crio y creció en la casa que allí tenía su padre. Con dieciséis años, como voluntario, tomó parte en la guerra con Marruecos de 1859 y 1860, siendo condecorado, y a los dieciocho años ingresó en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara (9 de agosto de 1861). Fue alférez en 1863 y teniente del Cuerpo, el 8 de septiembre de 1866, siendo destinado a la Dirección de Ingenieros de Castilla la Nueva, de donde pasó al Regimiento de Zapadores-Minadores de guarnición en la capital del reino. Ascendido al grado de capitán de ejército (los oficiales de Ingenieros, Artillería y Estado Mayor podían ascender en tres escalas: la de su Cuerpo, por antigüedad, y por méritos en las de grado del Ejército, y efectivo en el mismo), intervino en 1868 en la sublevación del cuartel de Artillería de San Gil, impidiendo con eficacia y extraordinario valor la salida de los sublevados. Se le concedió la Cruz de San Fernando de 1ª clase por su heroísmo en esta acción.

En 1869, siendo sus ideas políticas más acordes con el carlismo que con el rumbo tomado por la política liberal del momento, a pesar de sus raíces familiares (su padre fue gobernador civil liberal y su tío, Pedro del Villar, fue diputado progresista en las Constituyentes de 1854), se negó, al igual que su hermano Mario, capitán de Caballería, a aceptar la Constitución aprobada el 1 de junio y solicitó al general Prim su licencia absoluta. Obtuvo la baja en febrero del siguiente año y pasó a Francia al servicio de Carlos VII.

Amador Villar entró en España al mando de ochenta hombres en 1870. Fue nombrado secretario general de la Junta Carlista de la Frontera y, al siguiente año, Elío le comisionó para el estudio de las guarniciones enemigas. En ese mismo año fue enviado a Bilbao, para colaborar en un frustrado pronunciamiento de su guarnición a favor del pretendiente carlista. En la campaña de 1872, acompañó a don Carlos en Oroquieta y ascendió a teniente coronel por su valerosa e inteligente participación. En marzo de 1873, se le encomendó la Jefatura del Estado Mayor de la División de Álava y la Comandancia General de esa provincia. Combatió en Villarreal, Vergara, Murguía, Miranda, Cirauqui, Puente la Reina y Montejurra. Nombrado comandante general de La Mancha, tomó el mando de las tropas carlistas de Extremadura y La Mancha a finales de enero de 1874, entrando el primer día de febrero en Fontanarejo y el 2 en Porzuna; el 17, en Arroba, y el 18, en Agudo. Combatió en Talarrubias el 24 con las fuerzas del coronel Melguizo y tomó Villarrubia de los Ojos. En Piedrabuena, entró el día 28 en unión de las tropas del brigadier Crisanto Gómez, las del conde de la Cortina y las de Ramón Muñoz. El 1 de marzo conquistó Malagón, pasando luego a Aldea del Rey, tomando Calzada de Calatrava el día 4 y, en los dos siguientes, Moral de Calatrava.

Villar hizo sus conquistas con relativa facilidad, aunque no pudo retener lo conquistado por no disponer de tropa suficiente para ello. Volvió a combatir con Melguizo el 8 de marzo en Luciana; regresó a Piedrabuena, entró en Anchuras, retornó a Piedrabuena y, el día 13, a Malagón, donde combatió con las fuerzas de un comandante también apellidado Villar. Los días 28, 29 y 30 estuvo, una vez más, en Piedrabuena y Malagón, yendo desde allí a Siruela (Badajoz), a Belvís de la Jara y La Nava de Ricomalillo. En su campaña recaudó dinero y acopió suministros, ocasionando diversos daños materiales al enemigo, pero sin cometer asesinatos ni excesos.

Volvió por Anchuras a Piedrabuena, trabando combate allí, una vez más, con las fuerzas del coronel Melguizo. En esta batalla, fue derrotado, víctima de la alevosía de algunos de sus correligionarios y de la desobediencia y huida de parte de su tropa, no sirviendo de nada su buen hacer y experiencia militar, ni su valor e inteligencia. Señaló el historiador liberal Antonio Pirala “el activo celo e indomable constancia” de Amador Villar y “que fue merecedor de mejor suerte” (A. Pirala, 1895). En compañía de los dos hijos del conde de la Cortina y del barón de Wedell, fue a Benavente y, desde allí, pasó a Portugal, “no pudiendo comprender apenas tanta indignidad como había visto”.

La obligada marcha de Villar señaló el fín de la campaña carlista en el centro de España. Incorporado al Ejército Carlista del Norte, participó en la fortificación y combates de los montes de Estella. En esta batalla (27 de junio de 1874), se distinguió muy especialmente. Fue nombrado oficial primero del Ministerio de la Guerra; luego, jefe del Estado Mayor y mayor general del Cuerpo de Artilleros e Ingenieros.

Villar, gran especialista en construcción de fortificaciones, fue el autor del diseño y establecimiento de la doble línea artillada de Carrascal, por lo que ascendió a general de brigada. También hizo el proyecto de defensa de Puente la Reina y fortificaciones de los altos de Santa Bárbara de Mañeru y Guirguillano, Montejurra, Oteiza y Monjardín y de gran parte de las defensas de Estella, por lo que se le concedió la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco. Sus proyectos defensivos fueron estudiados en la Escuela Politécnica de París y en la Academia de Ingenieros de Madrid durante muchos años.

Finalizada la Tercera Guerra Carlista en febrero de 1876, se estableció en Francia y trabajó como ingeniero civil, especializándose en útiles y máquinas para la construcción de caminos, carreteras y puertos. Entre 1876 y 1880, diseñó una máquina perforadora excavadora automática. Vuelto a España, se estableció en Madrid y construyó esta máquina en los talleres de Canterac, de la Capital, donde se probó con éxito. Se hicieron varias unidades en Francia, que se utilizaron en obras públicas de este país y de Argelia. Tuvo también buena acogida en Inglaterra y Alemania, fabricándose asimismo algunas en Rusia. En 1890, adquirió la patente un fabricante neoyorquino.

Amador Villar también trabajó en Madrid como ingeniero civil. Su proyecto del puerto de Luanco salió triunfante sobre los presentados por eminentes ingenieros de caminos, canales y puertos, motivando que Alfonso XII le concediese la Gran Cruz de Isabel la Católica. Publicó numerosos artículos técnicos en revistas españolas y extranjeras y pronunció varias conferencias en el Círculo de la Unión Mercantil y en el Círculo Carlista, ambos de Madrid, sobre el catastro parcelario y arte y técnica de la guerra. Fue gran amigo de Vázquez de Mella y del marqués de Cerralbo y fundador de “La Peña”.

Además de lo anterior, planificó el ferrocarril minero de Bacares a Almería, una vía férrea destinada a facilitar la exportación del mineral de hierro extraído en esa comarca de la Sierra de Filabres. El 25 de enero de 1886 el gobierno aprobó el proyecto y tres días después contó con el visto bueno del Ayuntamiento de Uleila del Campo, un antiguo señorío del duque del Infantado. El 28 de mayo de ese mismo año llegaba Amador del Villar a Almería como director del proyectado ferrocarril, pero, a causa de las dificultades encontradas, el 14 de julio de 1887 solicitaba y obtenía permiso para transferir la citada concesión a la “Compañía de las Minas y Caminos de Hierro de Bacares a Almería y prolongaciones”, una empresa de capital belga y con domicilio social en Bruselas. Finalmente, la línea férrea proyectada nunca entró en servicio.

A principios del siglo XX se dedicó a estudiar el método más adecuado para elaborar un catastro que permitiese cuantificar la riqueza del país y que sirviese de base a un nuevo impuesto. Su propuesta fue comentada en la prensa alcarreña en estos términos: “es una obra colosal que, mediante muchos millones habrá de llevarse a cabo en poco tiempo, y [ha sido] resuelta después de muchos años de estudio y después de un incesante trabajo por un ingeniero español, D. Amador Villar”.

En 1908 solicitó al Ministerio de Fomento que se le concediese la confección del catastro de España, petición que fue dictaminada por el Consejo del Servicio Geográfico, adscrito al Instituto Geográfico y Estadístico de España, en un amplio informe. En mayo de 1909 este proyecto llegó al Congreso de la mano del diputado Francisco Bergamín, pero no prosperó por la oposición del ministro y empresario asturiano Faustino Rodríguez San Pedro.

Al acabar la Tercera Guerra Carlista con la derrota de Carlos VII, el carlismo entró en un periodo de crisis, aunque nunca renunció a mantener una estructura militar embrionaria ni a proyectar nuevos alzamientos, participando destacadamente Amador del Villar en estas actividades conspirativas. En 1883 aparece entre los primeros firmantes de una suscripción pública para erigir un monumento a Tomás de Zumalacárregui, el más conocido jefe militar carlista, y tanto en 1886 como en 1889 seguía figurando en el Estado Mayor del Ejército Carlista como jefe del arma de Ingenieros.

En septiembre de 1916, sufrió un fuerte ataque de bronquitis que, unido a una lesión cardiaca, le produjo la muerte el día 17. Vivía entonces en la calle del General Castaños, número 15, en compañía de su hijo José. Fue enterrado en el cementerio de La Almudena, de Madrid.

 

Bibl.: Estados (Escalillas) del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, 1867 y 1868; A. Pirala, Historia contemporánea. Segunda parte de la guerra civil. Anales desde 1843 hasta el fallecimiento de Don Alfonso XII, Madrid, Felipe González Rojas, 1895, págs. 450- 453, 467-468 y 490; A. Brea, Campaña del Norte de 1873 a 1876, Barcelona, Imp. de la Hormiga de Oro, 1897, págs. 834-835; M. Ferrer, D. Tejera y F. Acedo, Historia del Tradicionalismo Español. Tomo XXVI. Carlos VII. Tercera Guerra Civil. 1874, Sevilla, Trajano, 1959, págs. 236-239, 241-242 y 273-274; J. L. Pérez de Castro, “El brigadier e ingeniero Don Amador del Villar y Pérez de Castropol (1843- 1916)”, en Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, (Oviedo), 1975, págs. 489-518; G. Anes y Álvarez de Castrillón, “Los Fuerte de Sierra: solar y familia en la casa de Andés”, en Economía española, cultura y sociedad, Madrid, Eudema, 1992, págs. 239-240; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; F. Ruiz Cortés y F. Sánchez Cobos, Diccionario biográfico de personajes históricos del siglo XIX español, Madrid, Rubiños-1860, 1998, págs. 353-354; L. M. Rodríguez de Anciola, Un militar liberal en la España del siglo XIX: D. Pedro Villar y Avello, Oviedo, Real Instituto de Estudios Asturianos, 2010; J. P. Calero, “Amador del Villar y Pérez de Castropol (1843-1916)”, en La Carlistada, Historia del Carlismo Asturiano, 16 de septiembre de 2016 [en línea], disponible en https://lacarlistada.wordpress.com/2016/09/16/amador-del-villar-y-perez-de-castropol-1843-1916/.

 

Luis María Rodríguez de Anciola y Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

Personajes similares