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Eusebio Castelo Serra

Biografía

Castelo Serra, Eusebio. Segovia, 5.V.1825 – Madrid, 30.I.1892. Médico.

Tras cursar estudios de enseñanza primaria y bachillerato en centros oficiales de su ciudad natal, comenzó la carrera de Medicina en el curso 1840-1841 en el Real Colegio de San Carlos de Madrid, donde a partir del tercer curso fue colegial interno (bachiller en Medicina) y donde alcanzó la licenciatura en Medicina y Cirugía con la máxima calificación en julio de 1847.

Eusebio Castelo era un buen conocedor del latín y tenía una buena disposición para la docencia, por lo que en 1849 obtuvo en la Universidad de Madrid el título de Regente de Segunda Clase de Retórica y Poética. Le gustaba mucho escribir y lo hacía con gran facilidad y buen estilo. Por eso, el 9 de diciembre de ese mismo año fue nombrado socio corresponsal de la Academia de Esculapio.

En 1852 leyó en la Universidad Central su tesis doctoral Influencia de las pasiones en la producción de las enfermedades. Apenas dos años después, el 23 de abril de 1854, en sesión de la Real Academia Nacional de Medicina presidida por el doctor Corral y Oña, marqués de San Gregorio, leyó la memoria Sobre la necesidad de que los médicos sean literatos, para optar a unaplaza de número de dicha entidad, lo que consiguió por unanimidad.

A los veintiocho años ingresó en la redacción de la revista El Siglo Médico, donde tuvo oportunidad de colaborar con médicos como Escolar, Méndez Álvaro y Nieto Serrano.

Castelo escribió un artículo titulado “Sobre el dolor de las enfermedades y principalmente en las operaciones quirúrgicas” en el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Este artículo se publicó en tres partes (22 y 29 de diciembre de 1850 y 12 de enero de 1851) y fue uno de los primeros artículos sobre el dolor publicado en España después de la aceptación de la anestesia sobre las intervenciones quirúrgicas. El artículo original fue la reseña de una intervención quirúrgica (mastectomía) realizada el 16 de mayo de 1849 por Melchor Sánchez-Toca, uno de los cirujanos más destacados del siglo xix, en la que se usó el cloroformo.

Castelo refirió puntualmente la intervención, describiendo todos los detalles así como las sensaciones que posteriormente refirió la paciente. Este artículo fue fuertemente contestado por Manuel Santos Guerra, acérrimo detractor de la anestesia y en el que atacaba directamente a Castelo. La polémica se extendió durante más de un año, con ataques y contraataques. En esta serie de artículos, Castelo analizó el tema del dolor, distinguiendo entre dolor físico y dolor moral.

Otros artículos de Castelo en El Siglo Médico dignos de mención fueron “Examen de la lactancia” y, sobre todo, sus “Escenas médicas”, en las que analizaba diversos aspectos de los progresos de la medicina en España y en el mundo.

Por esta época trabó una buena amistad con Mariano Benavente y desde entonces fueron amigos casi inseparables. Benavente y Castelo opositaron juntos al Cuerpo de Médicos de la Beneficencia. Benavente obtuvo la plaza de Médico de la Inclusa y Castelo la del Hospital de San Juan de Dios de Madrid (julio de 1857).

Empezó entonces una carrera de éxitos profesionales de todo tipo. En 1860 fue nombrado socio fundador del Montepío Facultativo; en 1864, socio fundador de la Antropológica Española; en 1865, socio de mérito de la Academia Médico-Quirúrgica Matritense; en 1876, socio honorario del Ateneo de los Hospitales provinciales y, en 1888, decano del Cuerpo de la Beneficencia provincial.

Castelo fue un ilustre sifilógrafo de fama internacional.

La sífilis constituía por aquel tiempo una enfermedad muy extendida y su estudio constituyó uno de los pilares fundamentales de lo que iba a ser la Dermatología como especialidad médica. En el Hospital de San Juan de Dios colaboró con José Eugenio de Olavide, a quien puede considerarse el primer dermatólogo de España y que fue el autor de un gran tratado, profusamente ilustrado, de enfermedades de la piel.

Castelo y Olavide tuvieron un papel esencial en la creación del museo anatomopatológico del Hospital de San Juan de Dios, que recogía moldeados de cera representando especialmente enfermedades de transmisión y otras enfermedades de la piel, que tradicionalmente eran atendidas en dicho hospital y que llegó a ser uno de los museos dermatológicos más importante del mundo.

Castelo gozó de gran popularidad como médico.

Presidió numerosos congresos internacionales y corporaciones científicas, y era tanta su fama que fue uno de los médicos llamados para asistir al emperador de Alemania, Federico II.

A pesar de ser un médico muy ilustrado, de gran cultura literaria y gran conocedor de los autores clásicos de medicina y literatura, su contribución literaria no fue demasiado amplia.

Desde su juventud colaboró asiduamente en algunos periódicos y revistas, y especialmente en el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia y en El Siglo Médico.

En esta última revista formó parte de la redacción, teniendo a su cargo la sección “Prensa médica extranjera”, donde publicó numerosos discursos, estudios y observaciones.

La labor de Eusebio Castelo Serra fue reconocida institucionalmente: fue nombrado caballero de la Gran Cruz de Isabel la Católica y de la Orden de Carlos III. También fue nombrado miembro del Consejo Provincial de Sanidad. Tras ejercer de secretario interino de gobierno y vicepresidente de la Real Academia Nacional de Medicina, alcanzó la presidencia el 30 de diciembre de 1890. Apenas un año después, el 30 de enero de 1892, falleció de forma repentina, cuando contaba con setenta y un años.

Su hijo, Fernando Castelo, fue uno de los fundadores de la Sociedad Española de Dermatología, llamada después Academia Española de Dermatología (Madrid, 1909).

 

Obras de ~: “Sobre el dolor en las enfermedades y principalmente en las intervenciones quirúrgicas”, en Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia (BMCF) (1850), págs. 403-404 y 412-414 y (1851), págs. 9-11; “Escirro de la mama izquierda, no circunscrito. Extirpación total de la glándula del mismo lado. Uso del cloroformo. Curación completa a los 43 días. Operación practicada por el distinguido catedrático D. Melchor Sánchez Toca”, “Impugnación de las reflexiones del doctor D. Manuel Santos Guerra insertas en el último número del Boletín” y “Tres palabras y media al Sr. Guerra”, en BMCF, 5 (1850), págs. 20-21, 61-63 y 79-80, respect.; “De la forma gangrenosa en las ulceraciones sifilíticas”, en Congreso Médico Español, Madrid, septiembre de 1864; “Tratamiento de la sífilis”, I Congreso Internacional de Dermatología y Sifiliografía, Paris, agosto de 1889.

 

Bibl.: A. Pulido Fernández, De la Medicina y los Médicos, Valencia, Librería de P. Aguilar, 1883, págs. 265-266; VV. AA., “Crónica”, en Siglo Médico (SM), 1 (1854) pág. 144; VV. AA., Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes, Barcelona, Montaner y Simón, 1889, págs. 909- 910; D. Carlán, “Boletín de la Semana”, en SM, 38 (1891), pág. 2; D. Carlán, “Boletín de la semana”, en SM, 39 (1892), pág. 65; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada, t. XII, Barcelona, Espasa Calpe, 1927, pág. 243; V. Matilla, Galería de Presidentes de la Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 1982, págs. 115-124; J. M. Sánchez Ron, F. González de Posada, S. Casado, M.ª J. Santesmases y P. García Barreno, Un siglo de ciencia en España, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 1999; R. Castejón Bolea, “La aparición de la Dermatología y Venereología como disciplina médica en España”, en Actualidad Dermatológica, 3, 7 (octubre 2000); B. Fernández-Torres et al., “Controversias en torno al dolor y la anestesia inhalatoria en la España del siglo xix”, en Revista Española de Anestesiología y Reanimación, vol. XLVIII, n.º 5 (2001).

 

Xavier Sierra Valentí

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