Delgado Jugo, Francisco de Asís José. Maracaibo (Venezuela), 4.X.1830 – Vichy (Francia), 19.VIII.1875. Oftalmólogo.
Está considerado como el primero de los grandes oftalmólogos españoles y el más importante entre los creadores de la Oftalmología española. Aunque nacido en Maracaibo, sus padres eran españoles. Sus estudios de Medicina los inicia en Caracas y los continúa en Lima, donde hace su doctorado.
Su formación oftalmológica la realizó en varias de las más importantes clínicas europeas, aunque fue en París, con el doctor Desmarres, donde realmente completó la especialidad, siendo condiscípulo de Albert von Graefe. Durante su estancia allí llegó a ser el jefe de la clínica oftalmológica del doctor Desmarres, lo que nos da idea de la gran capacidad de aprendizaje y las especiales cualidades que demostró desde el mismo comienzo de su especialización, que le llevaron a lo largo de su vida a ser la figura más brillante de la Oftalmología española del siglo xix, reconocida por todos como el verdadero introductor de esta especialidad en España.
Decide trasladarse a España y se establece en Madrid en junio de 1858; sin embargo, su clara vocación por la docencia; le lleva a organizar cursos de formación oftalmológica en su propia clínica de la calle Ancha de San Bernardo. Estos cursos privados de Oftalmología, a los que acudieron por su carácter libre numerosos médicos deseosos de especializarse en Oftalmología, dan una clara idea del gran prestigio que adquirió en muy poco tiempo. De entre sus discípulos, alcanzaron una especial relevancia, por lo que supusieron para el posterior desarrollo de la especialidad en España, los doctores Santiago de los Albitos y Fernández, López Díez y Ferradas y Juan Santos Fernández, considerado éste último como el iniciador y la figura más importante de la Oftalmología cubana e hispano-americana de la época.
En 1869 inició una nueva etapa con su incorporación a la Clínica oftalmológica de la Casa de Socorro de Fuencarral que le fue concedida a propuesta del.
por entonces, inspector de la Beneficencia Municipal, Santiago Ortega Cañamero. Su labor de formación de especialistas se vio incrementada con este nombramiento, que se mantuvo cuando la Casa de Socorro se trasladó a la calle de Capellanes.
Amparado por su gran prestigio profesional, trabajó incansablemente hasta lograr por fin que se crease el Instituto Oftálmico Nacional, inaugurado en 1872, del que fue director hasta su fallecimiento. Es muy probable, según opinión de sus contemporáneos y discípulos, que las numerosas preocupaciones derivadas de la conservación del Instituto por él creado, fuera la causa de su prematura muerte.
Sin ninguna duda, el logro más importante de su fructífera vida y lo que ha hecho que su nombre quede inscrito con letras de oro en la historia de la Oftalmología española, ha sido la creación de este Instituto que todavía sigue ocupando un espacio fundamental en la docencia de la Oftalmología.
Es de importancia resaltar que, para llegar a ser un personaje de tal trascendencia en la Oftalmología, poseía una serie de cualidades que le permitían desenvolverse perfectamente frente a sus pacientes: en primer lugar tenía una muy sólida formación, tanto desde el punto de vista teórico como práctico, estaba considerado como un clínico de primer orden y su habilidad como cirujano era alabada y conocida tanto por sus pacientes como por sus colegas, y a todo esto se añadía una extraordinaria capacidad de síntesis cuando exponía sus conocimientos y una claridad y precisión en el lenguaje que le daban unas características idóneas para la docencia.
En el capítulo de publicaciones, colaboró con cierta regularidad en revistas médicas y oftalmológicas.
Con carácter prioritario, aparecieron artículos suyos en El Pabellón Médico, La Crónica Oftalmológica y Annales d’Oculistique. Su conocimiento de idiomas le permitió traducir las obras de Liebriech y Wecker y también fue autor de alguno de los discursos y memorias presentadas en diversos eventos, que fueron publicados.
Su prematura muerte le impidió finalizar dos obras sobre las que estaba trabajando y para cuya realización tenía abundante material bibliográfico recogido; estas obras eran Tratado de Enfermedades Oculares e Higiene Ocular.
También fue diseñador de diversos instrumentos para facilitar las maniobras de exploración o cirugía de la especialidad, entre otros, un espéculo porta cáusticos para la intervención de dacriocistectomía, una aguja espátula que se utilizaba para luxar el cristalino, previamente a la incisión de la córnea en la operación de la catarata, y un aparato instilador para colirios.
Su fama como diseñador hizo que el Colegio de Cirujanos de San Carlos de la Facultad de Medicina, por sugerencia del doctor Calleja, le encargase el diseño y la dirección de la cámara oftalmoscópica, para la clínica oftalmológica de su hospital.
Obras de ~: “El ojo considerado como instrumento para el desarrollo de la inteligencia (discurso leído en la sesión inaugural de la Academia Médico-Quirúrgica de 1866)” (Madrid), en Academia Médico-Quirúrgica, Madrid, 1865; “Sobre las tareas de esta Sociedad (discurso leído en la sesión inaugural)” (Madrid), en Sociedad Antropológica Española, Madrid, 1865; “Memoria del Congreso Internacional de París” (Madrid, 1867), en Instituto Oftálmico, Madrid, 1875.
Bibl.: J. Barbón-García, M. Álvarez-Suárez,” La paracentesis y el masaje ocular como tratamiento de la oclusión de la arteria central de la retina”, en Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología, v.82 n.10 (2007); http://findesiglo.net/archivos/ capitulo5/3.html.
Julián García Sánchez