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Antonio Piga y Pascual

Biografía

Piga y Pascual, Antonio. Madrid, 6.I.1879 – 23.VIII.1952. Médico, catedrático, forense.

Cursó la carrera de Medicina en el Colegio de San Carlos de Madrid, siendo alumno aventajado y alumno interno por oposición. Licenciado a los veinte años con sobresaliente, en 1904 obtuvo el grado de doctor con la tesis titulada Estudio de los medicamentos hipnóticos. Inicialmente, como era muy frecuente en su época, se dedicó a la medicina rural y tras permanecer entre 1900 y 1905 en Cenicientos (Madrid) como médico titular, este último año ganó por oposición una plaza de médico en el Hospital Provincial de Toledo, trabajando por esa época en la Jefatura Provincial de Sanidad. En 1915 se trasladó a Madrid, ingresó en el cuerpo de médicos forenses y comenzó a trabajar en la Cátedra e Instituto de Medicina Legal que regentaba el que sería su maestro, Tomás Maestre Pérez, siendo nombrado en 1916 profesor auxiliar de dicha Cátedra. Igualmente, en esa fecha fue nombrado médico auxiliar de la Casa Real, con la misión de atender a los guardias y familia de Palacio.

En 1927 ganó por oposición la Cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Cádiz. Tras pedir la excedencia se incorporó de nuevo a la Cátedra de su maestro como profesor auxiliar. No deja de ser curioso que, una vez catedrático, prefiriese seguir de auxiliar en Madrid, y la explicación hay que buscarla en la absoluta falta de dotación de la Cátedra gaditana que hacía imposible cualquier tipo de trabajo. Una vez en Madrid, se especializó también en electrología, radioterapia y radiología, llegando a ser jefe de Servicio de Radiología y Oncología del Hospital Central de la Cruz Roja. En 1942, obtuvo la Cátedra de Medicina Legal en la Facultad de Medicina de Madrid, a la vez que fue nombrado director de la Escuela de Medicina Legal.

Entre sus aportaciones en el ámbito de la medicina forense son de destacar sus trabajos sobre fluorescencia de la materia orgánica demostrando la importancia de ello en la identificación de restos humanos.

Muy originales fueron sus planteamientos sobre la significación médico legal de los cánceres ocasionados por accidentes de trabajo (cáncer-accidente) o por cancerígenos en el ambiente de trabajo (cáncer-enfermedad profesional). Sus trabajos en este sentido le permitieron demostrar que todos los agentes considerados cancerígenos son fluorescentes a la luz de Wood a diferencia de aquellos en los que descartó tal posibilidad.

Propuso profundizar en el término oncotecnopatías y la creación de cátedras de cancerología que abordaran estos problemas. Otras de sus contribuciones fue su labor dirigida a la mejor consideración de los peritos médicos ante los tribunales de justicia y ello basándose en sus profundos conocimientos de la materia, su metodología y su gran oratoria médicoforense.

En este sentido, puede decirse que gracias a su personalidad, profesionalidad, dedicación y capacidad de trabajo hay un antes y un después de la importancia de la medicina forense en la justicia. Creó una escuela de la especialidad médico-forense de gran realce siendo referencia en toda España. En ella se formaron gran cantidad de forenses y especialistas en la materia y de ellas salieron destacados discípulos que alcanzaron las más altas metas universitarias, como es el caso, entre otros, de sus discípulos Blas Aznar González, Luis Lecha-Marzo y Bonifacio Piga Sánchez-Morate. Además de su dedicación a la medicina legal, destacó también como electrorradiólogo y psiquiatra, campos en los que también hizo algunas aportaciones relevantes.

Entre 1932 y 1934 fue presidente del Colegio de Médicos de Madrid, incorporando a su junta a destacados profesionales madrileños. Una de sus primeras inquietudes al frente del Colegio fue despolitizarlo con independencia de que en el fondo pudiera conseguirlo dados los delicados momentos que se vivían en la política española. Durante su presidencia, se aprobó el reglamento para las consultas públicas gratuitas que se puso en marcha ya bajo el mandato de José Sanchís Banús. De la misma forma, en ese período se aprobó el Código de Deontología Médica, que había sido redactado por las Hermandades de San Cosme y San Damián. Sin embargo, las presiones de todo tipo, así como las críticas de muchos compañeros, algunas no exentas de carácter político, y el fracaso parcial de las consultas públicas gratuitas hicieron que la junta en pleno presentase la dimisión irrevocable en 1934. En estos años, participó como vocal en el Consejo General de Colegios de Médicos en el estudio de un futuro Seguro Obligatorio de Enfermedad. En su ánimo de servicio aceptó la Presidencia de la Liga Española de Higiene Mental, desarrollando un amplio plan para la prevención de las enfermedades mentales que contó con la colaboración de la Asociación de Neuropsiquiatría, aunque los medios económicos de los que dispuso fueron muy escasos.

Destacó sobremanera por sus publicaciones; entre ellas sobresalen las referidas a Medicina legal de urgencia, Toxicomanía y Algunos datos sobre técnicas y procedimientos de conservación temporal de cadáveres con fines sanitarios. Marcaron un hito en la historia de la medicina legal y forense, siendo libros de estudios no sólo para estudiantes sino para médicos forenses que lo utilizaban como ayuda diaria en su práctica habitual. Además, publicó gran número de artículos científicos abarcando prácticamente todas las materias de su especialidad, sobresaliendo, entre otros, sus estudios sobre la microquímica del esperma, la determinación de la edad de un cráneo determinado, así como algunos de índole más legal, como la moral profesional y deformidad, o sus trabajos sobre las circunstancias que se dan en el delincuente habitual o esporádico. Como electrorradiólogo publicó algunos artículos sobre cáncer, destacando los referentes a cáncer y tecnopatías y sus estudios sobre los cánceres y precánceres que podrían relacionarse con la actividad laboral que desempeñaba una determinada persona.

En 1931 fue presidente de la Sociedad Española de Electrología y Radiología Médica de la que había sido uno de sus miembros fundadores, y del Cuerpo de Médicos Forenses de España. Fue, asimismo, vocal del Consejo General de Colegio de Médicos y miembro de honor de la Asociación de Neuropsiquiatría.

Fundó la Revista Sanitaria de Toledo. En 1941 ingresó como académico de número en la Real Academia Nacional de Medicina con el discurso La Ley de la apetencia tóxica. Tomó posesión del Sillón número 19 para ocupar la vacante de su maestro Tomás Maestre Pérez, aunque éste en su día había ocupado el Sillón número 43.

 

Obras de ~: con A. Marinoni, Las bebidas alcohólicas: el alcoholismo, Barcelona, Sucesores de Manuel Soler, 1910; Infecciones de tipo gripal, Madrid, Talleres Tipográficos de Los progresos de la clínica y de Plus-Ultra, 1919; Medicina Legal de urgencia: la autopsia judicial, Madrid, Mercurio, 1928; Terapéutica actual del cáncer, Barcelona, Labor, 1929; con J. A. Collantes y B. Aznar, Manual teórico práctico de medicina forense, Madrid, Instituto Reus, 1935; Terapéutica de los gaseados de guerra, Madrid, Ribadeneyra, 1936; “La fluorescencia a al luz de Word del tejido conectivo y sus aplicaciones tanatológicas”, en Anales de la Real Academia de Medicina (ARANM), 60 (1943), págs. 173-183; Algunos datos sobre técnicas y procedimientos de conservación temporal de cadáveres con fines sanitarios, Madrid, Alonso Espejo, 1944; Bases del diagnóstico y pronóstico del delincuente, Alcalá de Henares, Imprenta de la Escuela de Estudios Penitenciarios, 1944; con S. Carro, Informes sobre la causa de la muerte de la Reina María Luisa de Orleáns, Madrid, Instituto de España, Real Academia de Medicina, Imprenta Casano, 1944; Análisis estructural del libro español, Madrid, Instituto de España, 1945; “Cáncer y tecnopatías: Cánceres y precánceres ocasionados por el trabajo”, en ARANM, 64 (1947), págs. 356-377.

 

Bibl.: A. Vallejo Nájera, “Notas para la Historia de la Medicina. Don Antonio Piga Pascual”, en Gaceta Médica Española, XXVI (1952), págs. 452-455; M. Pérez de Petinto y M. Bertomeu, “Don Antonio Piga y Pascual médico forense”, en Revista de Medicina Legal (septiembre-octubre de 1952); V. Matilla, “Piga Pascual”, en 202 biografías académicas, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 1987, págs. 233- 235; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo XX, Madrid, You & Us, 2000.

 

Manuel Díaz-Rubio García

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