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Gabriel de la Puerta Ródenas y Magaña

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Biografía

Puerta Ródenas y Magaña, Gabriel de la. Mondéjar (Guadalajara), 16.III.1839 – Madrid, 1.VI.1908. Químico, farmacéutico, botánico, profesor.

Hijo del notario de su pueblo natal, cursó los estudios secundarios en Madrid, primero en el Instituto de Noviciado, graduándose como bachiller en Filosofía en 1857 en el Instituto de San Isidro. Cursó algunas asignaturas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central concluyendo en 1862 la licenciatura en Farmacia y el doctorado al año siguiente. En todos los estudios realizados se caracterizó por sus sobresalientes calificaciones. Inició su actividad docente como ayudante de clases prácticas en la Facultad de Farmacia de la capital bajo la dirección del catedrático José Camps y Camps, destacado maestro que supo combinar las clases teóricas con las enseñanzas experimentales; con él aprendió De la Puerta a manejarse en el laboratorio sirviéndole de sólida preparación para el ejercicio de la profesión docente a que se dedicó siempre. Por entonces ingresó en el Real Colegio de Farmacéuticos de Madrid (luego, en 1930, Real Academia de Farmacia), del que fue presidente y donde colaboró en la edición del Diccionario de Farmacia.

En 1866 opositó a una plaza de catedrático supernumerario, es decir sin cubrir plaza de plantilla, en la Facultad de Farmacia madrileña encargándose de las enseñanzas de Química Orgánica. Escribió un Tratado de Química Orgánica general y aplicada a la Farmacia, Medicina y Agricultura, con tratado de Química biológica, el primero editado en España con estas características de aplicación a los campos enumerados en el título, que pronto quedó obsoleto en cuanto a los fundamentos químicos, pero muy valorado y utilizado durante muchos años por sus aportaciones al trabajo práctico en el laboratorio. Fue nombrado secretario de la Facultad, cargo que desempeñó hasta 1900 —tras treinta y cuatro años en el cargo—, en que le nombraron decano y permaneció hasta su muerte. En 1872 consiguió, en propiedad, la Cátedra de Ejercicios Prácticos en la que introdujo como ampliación los estudios de Botánica Aplicada. Esta asignatura tenía como objetivo la determinación de plantas de uso medicinal, alimenticio e industrial, siendo de tanta utilidad sus aportaciones farmacéuticas y médicas que pronto acabó siendo una asignatura específica. Siendo encargado en 1872 de la lectura del discurso inaugural del curso puso de manifiesto no sólo su interés por la experimentación, también se ocupó de adquirir conocimientos históricos, filosóficos y literarios, en definitiva una amplia y rica cultura que tanto enriquece la labor docente. En 1874, el presidente del poder ejecutivo de la ya agónica Primera República, el general Serrano, le nombró miembro del Real Consejo de Sanidad en el que se mantuvo hasta su muerte. Aquel Real Consejo tenía una misión muy comprometida con la higiene y salud públicas, dictaminando cuanto fuera preciso para preservarlas, elevando a la Dirección de Sanidad propuestas que acabaron siendo dictámenes oficiales para los profesionales de la sanidad, la farmacia y los responsables políticos y sociales de la salud pública. De la Puerta, durante la epidemia de cólera de 1885, tomó parte muy activa en el análisis químico y micrográfico desde el punto de vista higiénico de las aguas potables de Madrid, dados a conocer en la prensa y publicaciones profesionales. También prestó servicios al Estado en el análisis de sustancias que garantizaran la salubridad pública desde el Laboratorio de Análisis del Ministerio de Hacienda, que dirigió desde 1893 hasta su muerte.

Hizo una intensa campaña periodística para dar a conocer un producto que él consideraba muy eficaz como desinfectante, el protocloruro de azufre, del que aseguraba no existir microbio que se le resistiera.

En 1878 fue elegido miembro de la Real Academia de Medicina, ingresando con un discurso sobre la Influencia de las plantas en la salud pública, que mostraba la íntima relación entre la vida vegetal y la animal y la consecuente necesidad de preservar la naturaleza de acciones que la deteriorasen. En la Academia desempeñó una destacada labor en las comisiones del Diccionario y de la Farmacopea oficial. Preocupado no sólo por la conservación de la naturaleza y por producción de medicamentos eficaces, se ocupó de los nombres de los medicamentos que en la terminología de su composición química no trasmiten información al consumidor, acostumbrado a términos vulgares, y además puede inducir a error a médicos y farmacéuticos por la similitud nominal que a veces tienen algunos productos.

La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales lo eligió como numerario en 1881, en cuyo discurso de ingreso hizo un recorrido sobre las teorías antiguas y recientes de la constitución atómica de la materia y cómo se forman y mantienen los compuestos químicos. Analiza el concepto de afinidad, tenido desde antiguo como una fuerza especial y sustantiva de los átomos que servía para explicar los fenómenos y acciones químicas, pero insostenible a la luz de las nuevas teorías de la física, en las que la termodinámica adquirió un papel determinante para explicar los fenómenos físicos. La termodinámica, basada en los cambios recíprocos de movimiento en calor y de calor en movimiento de los componentes de la materia, acabó con la teoría de los fluidos imponderables que explicaba los fenómenos eléctricos, luminosos y caloríficos mediante la exótica intervención de fluidos etéreos: eléctrico, lumínico y calórico para los respectivos fenómenos. De la misma manera, la versión química de la termodinámica, la termoquímica, acabó con la teoría de aquella fuerza particular, casi entendida como la “voluntad” de las sustancias a unirse o rechazarse, denominada afinidad. Ahora la afinidad, concluye de la Puerta, “la resultante de las acciones que intervienen en la formación de un compuesto químico”, puede medirse como un fenómeno de mecánica química. El principio genérico de estas explicaciones físicas y químicas —“materia en movimiento”— preside a su vez lo que por entonces era una aspiración en las ciencias físicas y naturales: “la constitución de una ciencia única y universal que comprenda —en sus principio más elevados— todos los conocimientos humanos, bajo el mismo orden y plan general”, escribe de la Puerta en sus artículos sobre “Unidad de las ciencias” (El Magisterio Español, 1874, n.os 371, 372 y 373).

Al fallecimiento del profesor Rafael Sáez Palacios en 1883, consiguió de la Puerta, por concurso, la Cátedra de Química Inorgánica, de la que se ocupó el resto de su vida. Escribió el Tratado de Química Inorgánica no sólo para orientación de sus alumnos y profesores de la materia, sino también como “un libro práctico para el estudio y obtención de los cuerpos en los laboratorios y en la industria, para la preparación de los medicamentos químico-inorgánicos, reconocimientos comerciales, ensayos de minerales, análisis de aguas potables y minero-medicinales y demás aplicaciones de la Química inorgánica”. Fallecido el doctor de la Puerta, su hijo Ricardo dirigió una segunda edición incorporando los últimos avances químicos, en particular los debidos a Ostwald y Moissan, bajo la supervisión de Rodríguez Carracido, buen conocedor de los más recientes adelantos de la química.

Interesado por la enseñanza en general y por las de la Facultad de Farmacia en particular, su pertenencia al Real Consejo de Instrucción Pública desde 1886 le permitió participar en la reforma de los estudios de Farmacia en colaboración con Fausto Garagarza, profesor de la misma Facultad y miembro también del Real Consejo. En aquella reforma se dieron pasos decisivos para orientar la formación de los farmacéuticos en un sentido más práctico y experimental; pasaron a la licenciatura la asignatura del doctorado Análisis Químico e introdujeron otras como Técnica Física Aplicada, Botánica Descriptiva y Farmacia Práctica y Legislación Farmacéutica reclamadas hacía tiempo por los profesionales de la farmacia.

Para compensar la pérdida de una asignatura en el doctorado, consiguieron incluir en el mismo la asignatura de Química Biológica, que Carracido desempeñó desde 1899 hasta jubilarse, consolidándose la introducción de la Bioquímica en España. Carracido consiguió, en 1903, ampliar la reforma de 1886 incluyendo las asignaturas Higiene Pública, Historia de la Farmacia, completándola con el Estudio Comparativo de las Farmacopeas, y la considerada entonces como “importante y novísima” Microbiología, Técnica Histológica y Preparación de Sueros Medicinales.

Esta última, junto con Química Biológica, fue incorporada a los planes de estudio “por primera vez en España y antes que en ninguna otra nación”, comentario hecho por Gómez Pamo, discípulo, compañero y biógrafo de De la Puerta, resaltando el adelantamiento que estaban adquiriendo en España estos estudios.

Siendo consejero de Aduanas publicó Lecciones de Química para el ingreso en el Cuerpo de Aduanas y carreras especiales, tratando de contribuir a la mejora de estas profesionales con un programa adecuado al trabajo a desempeñar.

Durante dos décadas desarrolló una intensa actividad política como militante del Partido Liberal que, decepcionado por el escaso reconocimiento que mereció entre algunos de sus correligionarios acabó abandonando a principios del siglo xx. Diputado a Cortes por sus paisanos del distrito de Pastrana (Guadalajara) entre 1881 y 1890 y senador del Reino en representación de la Academia de Medicina, donde en su discurso sobre las adulteraciones defendió una proposición de ley que prohibiera y castigara la venta de alimentos y bebidas adulteradas o en malas condiciones.

Intervino en la defensa de los presupuestos de Instrucción Pública apoyando que fuera el Estado el encargado de pagar a los maestros de escuela, competencia que hasta entonces —1900, año en que se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes— los sueldos corrían a cargo de los ayuntamientos, no siempre cumplidores de tal menester.

Se cuenta que siendo diputado recibió, por equívoco, un extraño paquete que al parecer iba dirigido a Sagasta, presidente del Consejo de Ministros. Mandado analizar al Laboratorio Municipal y al de la Escuela de Ingenieros de Minas, y no accediendo a ello hubieron de ser De la Puerta, su hijo Ricardo y el ayudante de la Facultad Juan Prieto, quienes realizaron el análisis.

Efectivamente era un paquete explosivo, “una verdadera máquina infernal” en cuya meticulosa e ingeniosa preparación participó, al parecer, un sacerdote.

Alineado con el movimiento regeneracionista que pretendía para España una mayor presencia en la producción científica internacional, actitud compartida con científicos como Cajal, Carracido, Piñerúa, Fages Virgili y otros, participó en la creación de la Sociedad Española de Física y Química, distinguida como Real en 1928 por Alfonso XIII, siendo vicepresidente de la misma en el año de su fundación, 1903, y presidente al año siguiente. Fue aquella sociedad, origen de las actuales Reales Sociedades de Física y de Química, la institución que aglutinó los esfuerzos investigadores de la época, difundidos dentro y fuera de España a través de sus Anales, que llegaron a situarse entre las revistas científicas prestigiosas del primer tercio del siglo xx.

Director de las revistas Monitor de la Química y de la Farmacia, Anales de Química y Farmacia, Revista Popular de Conocimientos Útiles, también frecuentó periódicos y revistas de diversa índole e importancia: Restaurador Farmacéutico, Semanario Farmacéutico, Magisterio Español, Crónica de la Industria, El Globo, El Laboratorio, La Farmacia Española, Gente Nueva, Revue International des Falsifications, Chemiker Zeitung, El Imparcial, Anales de la Sociedad Española de Física y Química, en las que publicó numerosos artículos que no pueden incluirse en la relación de sus obras aquí reseñadas.

 

Obras de ~: Síntesis Química, tesis doctoral, Madrid, Universidad Central, Est. Tipográfico de T. Fortanet, 1863; Descripción y crítica de los procedimientos de obtención del tártaro emético, Madrid, Est. Tipográfico de T. Fortanet, 1867; Extracto de la Química Orgánica, Madrid, T. Fortanet, 1871; Sobre las Ciencias Físicas y Naturales en su historia, en sus relaciones con la Filosofía, en sus métodos de estudio y en su tendencia moderna, discurso inaugural del curso académico de 1872 a 1873 en la Universidad Central, Madrid, José M. Ducazcal, 1872; Instrucción teórico- práctica sobre la elaboración de los vinos, Madrid. Imprenta E. Cuesta, 1875; Tratado práctico de determinación de plantas indígenas y cultivadas en España de uso medicinal, alimenticio e industrial, Madrid, T. Fortanet, 1876; Las transformaciones de la materia, Madrid, Imprenta Oficina Tipográfica del Hospicio, 1877; Tratado de Química Orgánica general y aplicada a la farmacia, industria y agricultura, Madrid, Moya y Plaza, 1879, 2 vols.; Influencia de las plantas en la salud pública, discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina, Madrid, Imprenta de José de Rojas, 1880; La constitución de la materia y de los cuerpos, y las acciones químicas de los mismos, discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, Imprenta de la Viuda e Hijo de D. E. Aguado, 1881; Discurso Académicos y Parlamentarios, Madrid, Escuela Tipográfica del Hospicio, 1891; Botánica descriptiva y determinación de las plantas indígenas y cultivadas en España, Madrid, Imprenta de Nicolás Moya, 1891; Nombres de los nuevos medicamentos de la Química Orgánica en relación con las modernas teorías de la ciencia, discurso inaugural del curso académico de 1893 a 1894 leído en la Real Academia de Medicina, Madrid, Est. Tipográfico de Enrique Teodoro, 1893; Tratado de Química Inorgánica con las aplicaciones a la farmacia e industria y principios generales de análisis conforme con las teorías modernas, Madrid, Viuda de Hernando y Cía., 1896-1897, 2 vols.; Lecciones de química, Madrid, Librería de Perlado, Páez y Cía., 1903; Análisis del pimiento molido de Murcia, Madrid, Gaceta, 1904; “Estudio químico y bacteriológico de las aguas potables”, en Gaceta (Madrid) (1905); Discursos principales, artículos científico-literarios y trabajos de laboratorio originales, recopilados y editados por Ricardo de la Puerta Escolar, Madrid, Imprenta de Valentín Tordesillas, 1909.

 

Bibl.: J. R. Gómez Pamo, Biografía del Excmo. e Ilmo. Señor Dr. D. Gabriel de la Puerta y Ródenas, Madrid, Viuda e Hijos de M. Tello, 1910; R. Roldán Gutiérrez, “Puerta Ródenas y Magaña (Gabriel de la)”, en Diccionario biográfico y bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, vol. IV, Madrid, Gráficas Valera, 1958-1963, págs. 181-193; J. M. López Piñero et al., Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. II, Barcelona, Ediciones Península, 1983, págs. 205-206.

 

Antonio Moreno González

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