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Manuel Martínez Hugué

Biografía

Martínez Hugué, Manuel. Manolo Hugué. Barcelona, 30.IV.1872 – Caldes de Montbui (Barcelona), 1.XI.1945. Escultor, pintor, diseñador de joyas y poeta.

Hijo del militar segoviano Benigno Martínez, que llegó a ser general, y de la barcelonesa Ana Hugué y Gaspar. Durante su juventud, padeció diversas dolencias, como el tifus, que le obligó instalarse varias temporadas en Caldes de Montbui (en el interior de la provincia de Barcelona) para recuperarse. Desde los doce años, fue alumno de la escuela de Bellas Artes de la Lonja, aunque no llegó a terminar sus estudios.

En su etapa de juventud acudió con frecuencia a las tertulias de la taberna Els Quatre Gats (local abierto en Barcelona entre los años 1897 y 1903), donde entabló amistad con personalidades de la talla de Picasso, Santiago Rusiñol, Joaquín Mir e Isidro Nonell.

Sus primeras composiciones fueron en la fundición artística Masriera y Campins, en el taller del imaginero barcelonés José Flores y, posteriormente, en el de Torcuato Tasso, con el que colaboró en 1892 en los trabajos de decoración relacionados con las fiestas conmemorativas del Descubrimiento de América de Barcelona. Por estos años, estuvo trabajando en fundiciones de bronce artístico, lo que le permitió entablar amistad con los más prestigiosos escultores de la Ciudad Condal.

Se trasladó en 1901 a París, donde retomó su relación con Picasso, y entabló nueva amistad con otros teóricos de la vanguardia, como Apollinaire, Modigliani, Braque y Derain, a los que conoció en las diferentes tertulias de los vanguardistas como en la del Bateau Lavoir.

No lo tuvo fácil en un primer momento, ya que estaba perfilando su estilo, encuadrándose dentro del Noucentisme catalán de principios del siglo xx. Trabajó en el diseño de joyas junto a Paco Durrio, donde se aprecia la influencia del Art Nouveau, e inició sus primeros escritos con el poema “Je suis le peuple tumultueux”.

Esta faceta de poeta es poco conocida, aunque algunos resaltan la calidad de dichos escritos, que fueron recopilados por Corredor Matheos en 1972.

En 1910, se trasladó a Céret (pequeño pueblo francés de los Pirineos Orientales), donde se instaló gracias a la amistad con Frank Burty Haviland. En esta localidad, se formó un nutrido grupo de artistas entre los que se encontraban Juan Gris, Joaquín Sunyer y el propio Picasso gracias al patronazgo del marchante D. H. Kahnweiler, con el que subscribió un contrato para exponer sus obras en diferentes museos del mundo, como su participación en la Internacional Exhibition of Modern Art de 1913, evento que supuso su visualización en el arte europeo de vanguardia que se consagró al año siguiente con su exposición en la Little Gallery de Alfred Stieglitz. Fruto de esta relación fue su independencia económica, que le permitió realizar durante estos años sus primeras esculturas.

Permaneció en este pueblo hasta el estallido de la Gran Guerra de 1914, momento en el que decidió volver a España, y se instaló en Barcelona y Arenys de Munt. Durante estos años, su relación con Kahnweiler se interrumpió, por lo que reorientó su vida profesional hacia la pintura y el dibujo, participando en varias exposiciones colectivas de la Agrupació Coubert.

Tras la finalización de la contienda, regresó a Céret para seguir desarrollando su creatividad, mientras que Kahnweiler le consiguió prestigiosas exposiciones, como la de 1923 en la Galerie Simon; sin embargo, en 1927 retornó a España para instalarse definitivamente en Caldas de Montbui, aunque con una salud cada vez más mermada debido a un cuadro de poliartritis que se volvió crónica, aunque se pudo mitigar parte de las dolencias por los tratamientos recibidos en su retiro. Este encierro en el interior de Barcelona no le impidió seguir desarrollando su actividad escultórica, ya que participó en gran número de exposiciones, como la Bienal de Valencia de 1928, la Exposición Universal de Barcelona de 1929, la Exposición SAI de Copenhague en 1932, la de Berlín de 1933, la Exposición Nacional de Bellas Artes de París de 1941, o en el Salón de los Once de Madrid de 1943.

Todo este trabajo fue reconocido por sus colegas de gremio, ya que ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge en el año 1932. En esta década, su actividad artística se centró en sus trabajos de orfebrería como la confección de joyas, argollas y broches debido a las consecuencias de su enfermedad que le impidió trabajar en la escultura, y explorando nuevas actividades como la poesía, y la pintura. Durante la Guerra Civil, trató a Wilfredo Lam. Murió de un colapso cardíaco el 1 de noviembre de 1945 en una habitación del balneario Broquetas de Caldes de Montbui.

A lo largo de su vida artística, sufrió numerosos cambios en la forma de comprender y plasmar su arte en las diferentes actividades plásticas. Por eso, es bastante difícil clasificar su obra tanto por su entidad como por su polifacetismo, en el que estuvo a medio camino entre unas raíces clásicas de la representación figurativa del clasicismo griego y los hallazgos vanguardistas a los que tuvo un acceso privilegiado. También es destacable el uso de la cultura popular española de la que tomó muchos de sus temas; pero, sobre todo, escenas de tauromaquia y tipos populares como campesinos, bailarinas, toreros que fueron tratados siempre con respeto y majestuosidad. En el caso concreto de la pintura, se sintió atraído por un vibrante y personalísimo colorido propio de Gauguin, además de Goya o Picasso. En cuanto a la escultura, tuvo las pautas introducidas por Aristide Maillol, así como por el arte ibérico o algunas de las civilizaciones antiguas como la egipcia o la mesopotámica. Los ámbitos de interés plástico fueron la tierra, el cuerpo, la figura femenina y las escenas de temática taurina. Al inicio de su trayectoria fue su vinculación al Noucentisme y el Modernismo. Luego se relacionó con el Simbolismo gracias a las obras de Maillol (que a su vez se vio influenciado por el sentido popular del simbolismo de Gauguin), para acabar con un carácter realista.

Su estancia en Céret le hizo explorar temas que no pudo resolver en los años que estuvo viviendo en París, donde aprendió muchos de los conceptos del Cubismo.

Se centró en la naturaleza (característica procedente del clasicismo novecentista) y en una nueva forma de esculpir a la mujer bastante alejada de los prototipos que había visto en los años anteriores. En sus obras muestra las crecientes posibilidades del artista con figuras de un canon robusto y de ritmos graves, serenos y enérgicos, que concentran un intenso sentido escultórico. Por eso, hay en su obra un compendio de cualidades que no tenían nada que ver con las tendencias estéticas que predominaban en estos años, relacionadas con Rodin o derivadas del expresionismo o del cubismo. Algunas de estas esculturas son La Llobera (1911), donde representó el prototipo de campesina catalana, Desnudo de mujer sentada, muy sensual y con una pronunciada estructura corporal, Joven catalana (1911), Dos catalanas, Totote, o Torero (1914) que la encajó en un bloque de piedra geométrico, lo que a los ojos del espectador es percibido como un capitel.

Durante su segunda etapa en Céret, pudo disfrutar de una estabilidad que le llevó a la madurez con una gran curiosidad intelectual. Esto lo expresó en una temática diversa que responde a los problemas que se había planteado con respecto a la composición y a los ritmos que humanizaban sus figuras. Asimiló la estructura anatómica y la configuró de un modo más acertado, utilizando la personalidad de los personajes representados para darle una mayor expresividad. De esta época es Madame Justrafré (1919), Camil Fábregas, Paisaje de Céret (1926), o Vendimiadora (1927).

En la década de 1930, y aunque no renunció a la representación de la figura humana y clásica, Hugué se aproximó al lenguaje innovador de la escultura moderna que se materializó en La Bacante (1934), quizás su obra más importante. Fue un encargo para una editorial que debía ser colocada en la parte superior de una vitrina. El artista adaptó la figura al espacio arquitectónico concreto, volviéndola contra el espectador.

Asimismo, potenció el volumen de la escultura para dar la impresión de que se trataba de una escultura exenta. Por su parte, Dos amigas (1930) puso de manifiesto la estructura de los cuerpos y eliminaba el sentido plano del relieve.

Fue nombrado académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona.

Su legado artístico se conserva en el Museo Thermalia de Caldes de Montbuiy en la Fundación Joa Abelló de Mollet del Vallés; la documentación se custodia en la Biblioteca de Cataluña.

 

Obras de ~: Escultura: La Llobera, 1911; Joven catalana, 1911; Joven sentada, 1913; Dos catalanas, 1914; Torero, 1914; Madame Justrafré, 1919; Totote, 1919; Camil Fábregas, 1926; Dos amigas, 1930; La Bacante, 1934; Cantaora, 1938, El violinista Francesc Costa, 1939.

Pintura: Paisaje de Céret, 1926; Vendimiadora, 1927.

 

Bibl.: J. Moreno Villa, “Plástica actual: Manolo Hugué”, en Arquitectura, n.º 102 (1927), págs. 368-369; J. Plá, Vida de Manolo contada por él mismo, Madrid, Mundo Latino, 1930; P. Pia, Manolo, Paris, Gallimard, 1930; R. Benet, El escultor Manolo Hugué, Barcelona, Argos, 1942; M. Blanch y J. Corredor Matheos, Manolo Hugué, Barcelona, Saturno, 1972; M. Blanch, Manolo. Escultura. Pintura. Dibujo, Barcelona, Poligrafía, 1972; “Manolo Hugué a través de sus autorretratos”, en Goya, n.º 116 (1973), págs. 84-91; VV. AA., Manolo Hugué, catálogo de exposición, Barcelona, Ajuntament, Fundació Caixa de Catalunya, 1990; M. Blanch, Manolo Hugué, Barcelona, Labor, 1992; J. M. Bonet, Diccionario de las vanguardias en España: 1907-1936, Madrid, Alianza Editorial, 1999, págs. 395-396; M. del C. Riu de Martín, “Manolo Hugué, escultor de terracotas”, en Revistart, n.º 90 (2004), págs. 28-29; A. Ramón y J. Vallcorba i Plana, Àlbum Manolo Hugué, Barcelona, Quaderns Crema, 2005; F. Fontbona y Ll. S ala, Manolo Hugué, Segovia, Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, 2006; M. Costa Fernández, “La singular relació entre Manolo Hugué i Camil Fábregas”, en Quadern de les idees, les arts i les lletres, n.º 157 (2006), pág. 28; V. Crastre, Manolo, Céret, Alter Ego, 2006; S. Portell e I. Muntané, “Manuel Martínez Hugué, Manolo: la vida a través d’una Leica”, en L' Avenç, n.º 321 (2007), págs. 44-47; Redacción, “Manolo Hugué. Fecunda modernidad”, en Antiqvaria, n.º 270 (2008), pág. 80; M.ª A. Pou, C. Díaz Tomé y V. F. Azevedo, “Manolo Hugué: de la escultura a la pintura a causa de la artritis”, en Reumatología Clínica, vol. 7, n.º 2 (2011), págs. 135-136.

 

Diccionario Biográfico Español

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