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Dionisio Martínez de la Vega y Moreno

Biografía

Martínez de la Vega y Moreno, Dionisio. Toledo, ú. t. s. XVII – Chagres (Panamá), 1743. Militar, teniente general, gentilhombre de cámara de Su Majestad, gobernador y capitán general de la isla de Cuba, presidente de Panamá.

Se halló en la Guerra de Sucesión, en la batalla de Zaragoza, que ganaron los austracistas, donde recibió diez heridas y se le consideró muerto en el campo de batalla, aunque, al ir a enterrarlo, fue reconocido como herido muy grave que, al fin, logró salvarse, hasta el punto de que, después de la Paz de Utrecht, estuvo al mando de dos Regimientos. Ascendió a brigadier y, poco después, fue designado gobernador y capitán general de la isla de Cuba, cargo del que tomó posesión el 29 de septiembre de 1724, relevando a Gregorio Guazo Calderón (1718-1724). “Contrastaba la blandura de su carácter con el ceño que daban a su rostro honrosas cicatrices” (Pezuela, 1863). Fue inclinado a la tolerancia y a moderar desde el principio la tirantez del mando de su antecesor. Tuvo en su cargo más aciertos que desaciertos y estuvo en el mando supremo de la isla diez años seguidos. Se le considera uno de los cinco mejores gobernadores de Cuba del siglo xviii.

Observó la necesidad de disponer, y de reponer, barcos. Y en 1725 se aplicó a rehabilitar ante Madrid un expediente planteado en 1713 por Andrés de Arriola para la creación de un arsenal en La Habana.

Impulsado por el general de Marina Antonio Castañeta, cedió el ministro José Patiño (1666-1736) a las instancias del gobernador, apoyado en España por el comisario José del Campillo, que había regresado a España desde La Habana, y permitió el Rey la construcción continua de buques en el arsenal, ordenando a las Cajas de Hacienda de México que pagaran el presupuesto de operarios de la maestranza. Se construyeron talleres en gran escala, se nombró jefe siempre a un mando de la Armada, auxiliado por oficiales y en lo administrativo por un comisario de marina.

El primer capitán de la maestranza fue un práctico marino, Juan de Acosta. En menos de tres años se construyeron tres navíos de guerra de cincuenta cañones (el San Juan, el San Lorenzo y el Retiro). Desde Madrid, el ministro José Patiño se entusiasmó con el arsenal de La Habana, y a los seis años habían salido otros seis nuevos buques de guerra (Fuerte, Constante, África, Europa, de setenta cañones cada uno; Virgen del Carmen, de sesenta y cuatro; San Dionisio, de cincuenta y cuatro), además de la fragata Santa Bárbara, y los paquebotes ligeros Triunfo, Marte y Júpiter, que sirvieron para correos marítimos y comunicación entre los puertos de Ultramar. En los diez años de la gobernación de Martínez de la Vega se construyeron dieciocho buques de guerra.

Rotas las hostilidades con Inglaterra en 1726 llegó a proteger a La Habana el 23 de agosto de dicho año la escuadra naval de Antonio Gastañeda, con un refuerzo de tres mil hombres, mandados por el mariscal de campo Gregorio Guazo (quien murió pocos días después de llegar a La Habana). Con esos refuerzos se evitó que el almirante inglés Hossier atacara La Habana, la que desde la entrada de Martínez de la Vega había sido muy bien fortificada. Se presentó el inglés el 27 de abril de 1727, merodeó unos días y observando lo bien defendida que estaba La Habana, se alejó.

El 29 de marzo de 1729 murió el obispo Jerónimo de Valdés, contando ochenta y nueve años de edad y veintinueve de episcopado. Fue primero obispo de Puerto Rico y pasó a regir el Obispado de Cuba en 1705. Por las útiles fundaciones que hizo, desde nuevas parroquias al Colegio Seminario de San Basilio Magno, edificio nuevo pagado de su bolsillo, con distintas cátedras dotadas, perpetuó su nombre en toda la isla.

Otra fundación en La Habana durante la gobernación de Martínez de la Vega, que persiste y persistirá, es la Universidad de La Habana. El 5 de enero de 1728 se convocó un acto solemne en el convento de San Juan de Letrán. Sus promotores fueron los religiosos dominicos, que contaban con el apoyo del gobernador y todas las fuerzas civiles, entusiasmadas con la idea. Se realizó la constitución de la Real y Pontificia Universidad del Máximo Doctor San Jerónimo, con el contento de todos. Llegados a Madrid los documentos fundacionales, el rey Felipe V los aprobó por Real Cédula de 23 de septiembre de 1728, sancionando sus Constituciones y Estatutos. La sede física radicó por mucho tiempo (hasta 1902) en el citado convento. Desde su inicio se establecieron los estudios de Teología, Cánones o Derecho Canónico, Leyes o Derecho Civil, Medicina, y Artes o Filosofía.

También se abrieron cátedras aisladas de Matemáticas, Gramática y Retórica. Ha de destacarse que el doctor francés Luis Fontayne, graduado en Montpellier, fue nombrado adjunto al Protomedicato de La Habana y dio las primeras clases universitarias de Anatomía en Cuba, con el mérito de darlas por completo gratuitamente.

Ello le valió, con su fama de buen médico, el nombramiento de decano del Protomedicato.

Cumplido el quinquenio de actuación del gobernador, las gestiones de los procuradores de La Habana en la Corte de Madrid consiguieron que se le prorrogara su gobernación por otro quinquenio más (en pocos casos se había dado esa circunstancia) y eso explica los diez años de mando de Martínez de la Vega en Cuba.

El huracán del 19 de octubre de 1730 arrasó la población de Matanzas y sus plantíos. Aprovecharon los negros cimarrones para saquear los restos de las propiedades.

Uno de los problemas más graves de su segundo mandato fue el planteado por los obreros de minas de cobre, cerca de Santiago. Doscientos setenta y cinco individuos de toda edad y sexo, sucesores del contratista Eguíbar, estaban declarados esclavos del Rey en cobro de fianzas y deudas. Francisco Delgado, vecino de Santiago, hizo un nuevo contrato, para reactivar las minas. El canónigo de Santiago Pedro Morell escribió al Rey, directamente, una larga carta expositiva, el 26 de agosto de 1731 (que transcribe íntegra Pezuela, en su Historia [...], II: 351-355), y logró la solución de este problema.

Cesó definitivamente en 1734 y fue sucedido el 18 de marzo de dicho año por el nuevo gobernador Francisco Güemes Horcasitas. Martínez de la Vega, ya mariscal de campo, poco después, el 29 de noviembre de ese año, contrajo matrimonio en la catedral de La Habana con la dama habanera Rosalía Magdalena del Rey y Castillo, hija de Carlos del Rey y Tabinin, nacido en Lorena (Francia), y de la habanera Gerónima del Castillo y Ponte.

En 1735 Martínez de la Vega fue nombrado presidente de Panamá, dependiente del virreinato de Nueva Granada, cargo que sirvió hasta 1743. En esa época se le concedió el ascenso a teniente general. Su presidencia fue tranquila respecto a las zonas controladas, pero en Panamá estaba descontrolada por completo la región de Darién, donde los indios cunas eran prácticamente una nación independiente, con los que firmó un tratado de paz y amistad. Por otra parte, Portobelo fue ocupada por el almirante inglés Vernon, en 1739. Se guarda en el Archivo Nacional de Bogotá una curiosa correspondencia entre el presidente de Panamá y dicho almirante, al objeto de que desalojara pacíficamente Portobelo. Cuando cesó en la presidencia, y disponía su viaje de regreso a España, Martínez de la Vega falleció en el puerto de Chagras en 1743.

 

Obras de ~: Plano de la Ciudad de la Habana formado para comprender la situación de todas las iglesias, firmado por Dionisio Martínez de la Vega y Bruno Caballero [ms. en Archivo General de Indias, Audiencia de Santo Domingo, 412 (2)]; Carta al Rey de Dionisio Martínez de la Vega, Presidente de Panamá, 11 de noviembre de 1738, Carta al Rey de Dionisio Martínez de la Vega, Presidente de Panamá, 27 de Mayo de 1741 y Carta al Rey de Dionisio Martínez de la Vega, Presidente de Panamá, 23 de Diciembre de 1741 (mss. en Archivo General de Indias, Audiencia de Panamá, leg. 305); Correspondencia entre Vernon y Dionisio Martínez de la Vega (ms. en Archivo Histórico Nacional de Bogotá, vol. I de Manuscritos, fols. 795-821v.).

 

Bibl.: J. de la Pezuela, Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico, de la Isla de Cuba, vol. I, Madrid, Imprenta de Estanislao de Mellado, 1863, págs. 190-191 de la introd.; vol. IV, Madrid, Imprenta del Banco Industrial y Mercantil, 1866, págs. 641-642; Historia de la Isla de Cuba, vol. II, Madrid, C. Bailly-Baillière, 1868, págs. 334-361; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, vol. XVI, Madrid, Espasa Calpe, 1914, págs. 831-832; vol. XXXIII, Madrid, Espasa Calpe, 1917, pág. 542; J. Ferguson King, “Admiral Vernon at Portobelo”, en The American Historical Review, XXIII, n.º 2 (mayo de 1943), págs. 258-282; Historia de la Nación Cubana, vol. II (1697-1790), La Habana, Editorial Historia de la Nación Cubana, 1952, págs. 24-25; La Enciclopedia de Cuba, vol. IV, San Juan y Madrid, Enciclopedia y Clásicos Cubanos, Inc., 1975, pág. 172.

 

Fernando Rod ríguez de la Torre