Blancafort i de Rosselló, Manuel. La Garriga (Barcelona), 12.VIII.1897 – Barcelona, 8.I.1987. Compositor.
Músico autodidacta, inició sus estudios musicales con su padre Joan Baptista Blancafort, aficionado a la música y propietario del Balnerario Blancafort de La Garriga, y con Joan Alsius, maestro de música local. Su padre era una persona de la alta burguesía local, muy bien relacionado con la gente de la cultura, las artes y la política, y especialmente preocupado por las novedades tecnológicas, lo que le llevó a compartir el negocio del balneario con la creación de la fábrica de rollos de pianola, La Solfa, una de las primeras empresas de materiales para los pianos mecánicos, que dieron la vuelta al mundo bajo la marca Victoria. Gracias al trabajo musical que Blancafort realizó en dicha fábrica, consistente en transcribir para dichos instrumentos las partituras de moda, estableció conocimiento con los repertorios musicales antiguos y modernos, de cuyo análisis surgió un dominio de los modos de composición más vanguardistas. Fue, sin duda, una de las maneras más originales de conocer los repertorios y de aprender de ellos.
Animado por las sesiones pianísticas que Joaquín Malats dio en Barcelona interpretando la Suite Iberia de Albéniz y estimulado por la gran amistad que a partir de 1914 mantuvo con el compositor Frederic Mompou —que estaba estrechamente vinculado a París por formación y parentesco— empezó a producir música para piano siguiendo las tendencias antitrascendentalistas del entorno francés, que ponían en tela de juicio los grandes productos del romanticismo alemán, singularmente Beethoven y Wagner, para generar obras breves y de temáticas banales que, por el contrario, mostrasen el perfume de las pequeñas cosas, llenas de encanto. Con ello, se sumaba a la tendencia que consideraba periclitada la influencia germánica en la música, que había pesado de manera contundente en la creación y difusión de la música durante largos años, para inscribirse en una nueva manera de entender la creación como algo cercano y directo. También se manifestaba claramente en contra del experimentalismo desarrollado por la Segunda Escuela de Viena capitaneada por Arnold Schönberg, que estrenó en 1912 Pierrot lunaire una obra expresionista que desagradaba profundamente a Blancafort por lo que suponía de defensa de lo feo y marginal.
Mantuvo con Mompou una rica y sistemática correspondencia que es una documentación muy interesante que pone en evidencia las circunstancias de la historia de la música catalana e internacional del siglo XX. En ella se puede advertir no sólo la opinión de ambos creadores sobre los aconteceres de la música francesa moderna o las menudencias de la vida musical catalana, sino también aspectos de una amistad personal muy intensa, algo inusual en el mundo de la música y en especial en la vida de Blancafort, completamente dedicado a su trabajo y a su creación artística.
Para compensar las carencias formativas que reconocía en su preparación musical se hizo con métodos de composición y orquestación como los de Gevaert o Rimski-Korsakov y, junto a Mompou, en su refugio particular denominado poéticamente “L’Ermita” estudiaba detenidamente las composiciones de Stravinsky y Satie y pronto empezó su carrera compositiva con obras pianísticas como Record (1915), Tema i divagacions (1916) y Jocs i danses al camp (1915- 1918). En 1926, el pianista leridano Ricard Viñes le estrenó en París El parc d’atraccions, obra en cinco partes directamente deudora de la estética mencionada, que le valió una proyección internacional destacada.
Una de las partes de esta obra es la célebre “Polka de l’equilibrista”, que dio lugar a un ballet coreografiado por Joan Magriñà y con figurines de Grau Sala estrenado en la sala Urquinaona en 1932; otra es “American souvenir”, que responde a un viaje que el compositor hizo a Estados Unidos por razones comerciales relacionadas con la empresa de rollos de pianola y que le descubrió un mundo insólito y fascinante. Este viaje, además del que había realizado años atrás a París para conocer de cerca los ambientes musicales de la capital francesa, determinaron su carácter de músico abierto y cosmopolita que le singulariza en una época en que el prestigio venía del internacionalismo.
En 1929, Joan Lamote de Grignon al frente de la orquesta del Liceo le estrenó Matí de festa a Puiggraciós, obra de temática catalana y aspecto moderno inspirada en la lectura de la novela Solitud de Víctor Català, en el contexto de un concierto de música catalana que presentaba también obras de Albéniz, Pedrell, Ricard Lamote y Manuel Palau. En 1931, escribe El rapte de les sabines, obertura sinfónica para un ballet estrenada por la Orquesta Pau Casals que definía su personalidad compositiva y mostraba su voluntad de superar el estrecho marco de la escritura pianística.
Aceptó a regañadientes el encargo de una zarzuela, La falç al puny, que no tuvo éxito ni lo pretendía, tal era su opinión sobre un género que consideraba frívolo y periclitado. Mucho más atractivo tuvo su intervención en el XIV Festival de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea que se desarrolló en Barcelona en abril de 1936 con Sonatina antiga para piano, siendo uno de los pocos autores escogidos por el comité, situándose por esta razón en el denominado “Grup dels Vuit” junto a Mompou, Eduardo Toldrà, Ricardo Lamote, J. Gibert Camins, A. Grau, Roberto Gerhard y Baltasar Samper, grupo al que se le ha dado más importancia de la que realmente tuvo porque los avatares políticos no favorecieron su continuidad y desarrollo.
Las dificultades derivadas de la Guerra Civil le llevaron a intentar una empresa de productos de perfumería y, al finalizar la contienda, decidió el traslado de su numerosa familia a Barcelona, en donde residió el resto de su vida. Realizó diversos trabajos relacionados con los seguros y con el mundo editorial mientras continuaba su labor creativa singular, entre las viejas generaciones de compositores de signo nacionalista y los jóvenes autores impresionados por los nuevos lenguajes musicales. Así, su producción se ciñó voluntariamente a los esquemas formales académicos rehusando entrar por los caminos de la experimentación mientras seguía un estilo propio en el que destaca la escritura tonal con abundantes incursiones en el cromatismo y una gran riqueza rítmica y tímbrica que los críticos quisieron ver próximo a la manera de componer de Rachmaninoff. Sin embargo, en sus escritos se manifestaba más cercano al ideario estético de Stravinsky, y en particular a ciertos elementos de carácter popular contenidos en Petruchka, que a los de Rachmaninoff.
En 1944, la Orquesta Municipal de Barcelona, dirigida por Eduardo Toldrà, y la pianista María Canals le estrenaron el Concerto omaggio para piano y orquesta y dos años más tarde el Concert ibèric, dos ejemplos de producciones académicas complejas y abiertas a las corrientes modernas, cercanas al compositor ruso recién mencionado. Aquel mismo 1946, María Canals dio un recital de obras de Blancafort en el Ateneo madrileño que le supuso su presentación en la sociedad musical madrileña.
En 1949 se estrenó su Segon quartet en los jardines del domicilio privado del mecenas Josep Bartomeu, el denominado Jardí dels Tarongers, en donde se realizaron entre 1948 y 1958 numerosas actividades musicales; esta obra le valió el accésit al Premio Nacional de Música y al año siguiente recibió el primer premio de composición del Ayuntamiento de Barcelona por su Simfonia en mi. En 1965 ganó el premio convocado por el Orfeó Català con la Solemne cantata Verge Maria para coro y orquesta, y en 1966, el primer premio Ciudad de Barcelona por su Rapsòdia catalana, que databa de 1952 y gira sobre los mismos esquemas de las obras sinfónicas y concertísticas de aquellos años, inspirada como su título indica, en temas populares catalanes elaborados.
Mientras que en la primera parte de su vida manifestó un espíritu abierto y cosmopolita, en la segunda, iniciada a partir de la finalización de la Guerra Civil, Blancafort fue un hombre regido por un rigor y una laboriosidad que no le permitían la participación habitual en las actividades musicales. Centrado en su trabajo profesional y en la creación musical, sólo se interesaba por su música, quedando bastante aislado de los movimientos renovadores que fueron surgiendo en su entorno. Así se explica su ausencia del grupo del Cercle Manuel de Falla que a partir de 1947 reunió un grupo de compositores jóvenes interesados en las nuevas corrientes musicales francesas, en el que militaba su hijo Albert, pero también su amigo Mompou, o la no participación en las actividades del Club 49 que durante muchos años organizó todo tipo de actividades artísticas y musicales.
Sin embargo, la buena factura de su producción académica le valió grandes éxitos en vida y numerosos reconocimientos de los estamentos oficiales, como la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Barcelona, recibida de manos del alcalde en el hospital, un año antes de su muerte.
Junto a Mompou, Blancafort representa una de las grandes cimas de la composición académica del siglo XX en su empeño por trascender en su obra los esquemas ruralistas y la dependencia pianística que había dominado la primera parte del siglo sin ceder a la tentación experimetalista que afectó a la mayoría de compositores en su segunda mitad. Su producción, menos interpretada de lo que merece, mantiene la frescura de los planteamientos innovadores de procedencia francesa y convierte a su autor en paradigma del autor completo que se atrevió con todos los géneros, excepción hecha del atractivo campo de la ópera.
De su numerosa prole cabe destacar dos músicos de gran relieve en la historia musical reciente: Albert Blancafort i París (La Garriga, 1928) fue discípulo de composición de Messiaen, Leibowitz y Nadia Boulanger y de dirección de Celibidache y Markevich y formó parte del Cercle Manuel de Falla (1947), perteneció al Grupo Nueva Música de Madrid y dirigió los coros de Radio Nacional (1957-1980). Gabriel Blancafort i París (La Garriga, 1929-Collbató, 2001) realizó estudios eclesiásticos hasta que se decidió por la organería. Estudió en el taller de Víctor González de París y en el célebre taller Walcker de Ludwigsburg (Alemania) y a partir de 1963 se estableció como constructor y restaurador de órganos, siendo el principal introductor de la nueva estética neoclásica en la construcción de dichos instrumentos, de los que realizó más de un centenar de nuevos ejemplares. Su taller de organería, situado en la población de Collbató, a los pies de la montaña de Montserrat, sigue activo gracias a la iniciativa de uno de sus hijos, Albert Blancafort Engelfried.
Obras de ~: Piano: Jocs i danses al camp, 1915-1918; Cançons de muntanya, 1915-1918; Notes d’antany, 1915-1920; Cants íntims I y II, 1918-1923; El parc d’atraccions, 1920-1924; Pastoral en sol, 1926; Chemins, 1927; American souvenir, 1926- 1929; Sonatina antiga, 1929; Cinc nocturns, 1930-1940; Homenaje a Turina, 1976.
Música de cámara: Pastorel·la para violín y piano, 1928; Primer quartet en Do, 1948; Quartet de Pedralbes, 1949. Música de orquesta: Matí de festa a Puiggraciós, 1929; El rapte de les sabines, obertura para un ballet (libreto de F. Trabal), 1931; Ermita i panorama, para orquesta y tenora, 1933; Concert I en do menor, para piano y orquesta (M.ª Canals y Orquesta Municipal de Barcelona, 1944; Preludi, ària i giga, 1944; Concert ibèric, para piano y orquesta (M.ª Canals y Orquesta Municipal de Barcelona, 1946; Simfonia en mi (Orquesta Municipal de Barcelona, 1951; Rapsòdia catalana, para orquesta y cello solo, 1953; Evocaciones, 1969.
Voz acompañada: Tres cançons de nadal, para violín y piano (letra de M. Manent y J. Maragall), 1920-1922; Quatre cançons, para violín y piano (letra de Guasch, J. M. López- Picó, A. Mestres y J. Carner), 1920-1922; Lírica catalana, para violín y orquesta (J. M. López-Picó, R. Llates y T. Garcés), 1920-1922; Serenata a l’infant, para s. c. y p. (J. M. López- Picó), 1930; Preguntes melangioses, para v., p. y cc., 1937; Sonet penitencial, para c. clar. vl. cello, cb. y p., 1954.
Música coral y polifonía religiosa: Camí de Siena para coro mixto (letra de T. Garcés), 1915-1920; A dónde te escondiste para coro mixto y org. (letra de S. Juan de la Cruz), 1951; Cantat Verge Maria para coro mixto y orquesta (Orfeó Català), 1968; Cançó dels nous accents para coro mixto, 1971; Salve estrella de la mar para pequeño coro y org. (letra de T. Garcés), 1972; Tripticum sascrum para coro mixto, 1976.
Música lírica: La falç al puny, zarzuela (libreto de Ll. Capdevila H. Homedes) (Teatre Nou), 1931.
Bibl.: J. Subirà, “Músicos nuevos: Manuel Blancafort”, en Ritmo (VII-1930); J. Comellas, “Manuel Blancafort, l’obra que sura damunt del silenci escollit”, en RMC (mayo de 1985), págs. 34-37; Ll. Millet, “Gabriel Blancafort: L’orgueneria com a vocació”, en Revista Musical Catalana (RMC) (1986), págs. 870-876; E. Casares, Manuel Blancafort, o la afirmación de la nueva música catalana, Madrid, 1986; X. Aviñoa, Manuel Blancafort, Barcelona, 1997; “El paper i la significació de Manuel Blancafort en el context generacional”, en RMC (septiembre de 1997), págs. 426-428; “Manuel Blancafort (1897- 1987)”, en Cuadernos de Música Iberoamericana, 4 (1997), págs. 89-102.
Xosé Aviñoa