Felipillo. América del Sur, p. s. XVI – Chile, 1536. Intérprete o indio “lengua” que acompañó a Francisco Pizarro y Diego de Almagro durante la conquista de Perú y Chile.
Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento y existen dudas sobre sus orígenes. No obstante, la mayoría de los autores localizan su ciudad natal al norte del imperio incaico. Los cronistas Guaman Poma de Ayala y Buenaventura de Salinas y Córdoba coinciden en señalar que era un indio Huancavilca, mientras que Garcilaso de la Vega afirma que era natural de la isla de Puna y Agustín de Zárate mantiene que había nacido en Poechos.
Se incorporó a la expedición de Francisco Pizarro durante la segunda incursión exploratoria del conquistador en territorio incaico hacia 1526, según Garcilaso de la Vega cuando apenas contaba veintidós años. Entonces, algunos jóvenes indígenas se unieron a los españoles en Tumbes con objeto de aprender castellano y servir de intérpretes. Felipillo fue bautizado con el nombre del príncipe español.
Después acompañó a los castellanos en su regreso a Panamá y, según los cronistas Pedro Pizarro y Antonio de Herrera Tordesillas, viajó a la Península Ibérica al servicio de Francisco Pizarro entre 1528 y 1530, cuando el extremeño pactó con la Monarquía Católica las mercedes correspondientes a las tierras por conquistar.
En 1531 formó parte de la expedición que partió al Perú. Acompañó a Hernando de Soto y Hernando Pizarro en la primera entrevista de los españoles con Atahualpa, estuvo presente en la matanza del 15 de noviembre de 1532 en Cajamarca, y fue el traductor principal del proceso por fratricidio, idolatría y rebelión que sirvió para justificar el ajusticiamiento del Inca en 1533.
En la década de 1550 nació una corriente historiográfica que acusó a Felipillo de la muerte del emperador inca. Según los cronistas Francisco López de Gomara, en “Hispania Victrix” Historia General de las Indias (1552), y Agustín de Zárate, en Historia del descubrimiento y conquista de las provincias del Perú (1555), el indígena se enamoró de una de las mujeres que acompañaban a Atahualpa y provocó la muerte de éste para poder disfrutar de su amor. Entonces, extendió el rumor de que el inca estaba reuniendo secretamente un ejército para atacar a los españoles y malinterpretó declaraciones de testigos para lograr su objetivo. Esta versión ha sido aceptada por cronistas como Pedro Cieza de León, Pedro Gutiérrez de Santa Clara, Antonio de Herrera Tordesillas, Felipe Guaman Poma de Ayala y Buenaventura de Salinas y Córdoba. El inca Garcilaso de la Vega también hace referencia al supuesto engaño de Felipillo, en el manuscrito titulado Segunda parte de los comentarios reales de los incas: Historia general del Perú (1617), pero advierte de que el joven indio hablaba tan mal la lengua de los incas como comprendía el castellano. Por tanto, su traducción de testimonios no podía ser correcta.
No obstante, la supuesta culpabilidad del intérprete sirvió para exculpar a los conquistadores en una sociedad especialmente interesada en dar validez legal al proceso judicial que culminó con la ejecución del Inca. Cuando en realidad las razones que influyeron en dicha decisión fueron muy variadas y pudieron estar relacionadas con la enemistad existente entre las elites indígenas, la posibilidad real de una rebelión o el deseo castellano de continuar con la dominación del territorio. En este sentido, Francisco de Jerez, secretario de Francisco Pizarro durante la empresa de la conquista del Perú, no recoge los supuestos amores de Felipillo con una concubina real en el manuscrito titulado Verdadera relación de la conquista del Perú (1534). El escribano señala que un cacique advirtió al gobernador a través de “lenguas” de la posibilidad de un levantamiento indígena ordenado por el Inca y que dos indios al servicio de los españoles confirmaron la presencia de un ejército dispuesto a atacar a los “cristianos”. Así pues, únicamente Pedro Pizarro confirma la culpabilidad del intérprete entre los cronistas presentes en el momento de la muerte de Atahualpa.
Sin embargo, culminó su obra titulada Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú (1571) cuando dicha versión ya había sido asimilada por sus contemporáneos.
En 1534 acompañó a Diego de Almagro y sus tropas hacia el norte para impedir la penetración de Pedro de Alvarado en el Imperio. Agustín de Zárate y Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés señalan que Felipillo traicionó la confianza de su señor y ofreció al enemigo “traerle de paz toda aquella tierra, y le dijo como don Diego se quería ir al Cuzco, y que si le quería prender, yendo sobre él lo podrían hacer facilmente, porque no tenía más de doscientos y cincuenta hombres, los noventa de a caballo”. Añadiendo que, tras el acuerdo entre ambos conquistadores, Pedro de Alvarado impidió que el “lengua” fuera castigado.
En 1535 el intérprete salió del Cuzco junto a Diego de Almagro y sus tropas en la empresa que debía llevarles a territorio chileno. Los españoles iban acompañados por Paullu, hijo de Huayna Capac, y Villac Umu, sumo sacerdote inca, con el fin de facilitar el contacto entre los expedicionarios y los caciques dominantes de dicha área. Sin embargo, quizás tras recibir noticias de la insurrección planeada por Manco Capac, este último desapareció junto a otros nativos.
Entonces, Felipillo también decidió huir pero fue capturado, acusado de traición y ajusticiado en 1536.
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María Estela Maeso Fernández