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Pedro Alonso

Biografía

Alonso, Pedro. Martín de Torrecilla, Fermín Rattariazi. Torrecilla de la Orden (Valladolid), c. 1635 – Madrid, 27.XII.1709. Capuchino (OFMCap), filósofo, teólogo y escritor.

Pedro Alonso nació en el pueblo de Torrecilla de la Orden hacia 1635. Ingresó en el noviciado de Salamanca el 11 de noviembre de 1650. Un año más tarde emite su profesión religiosa en la Orden de los Capuchinos y es precisamente en ese momento cuando cambia su nombre de bautismo por aquel con el que pasará a la historia, Martín de Torrecilla. En 1657, es ordenado sacerdote. Sólo cuatro años más tarde, en 1661, es nombrado lector en Filosofía, y hasta 1669 se dedica fundamentalmente a enseñar Teología. En 1668 es elegido guardián del convento de El Pardo. Su pronto reconocimiento para puestos de relevancia da cuenta de un hombre de carácter especial, pero dotado de una gran capacidad intelectual que, precisamente por su forma de ser, vivirá una vida muy azarosa. Ya varios años antes, en 1665, había sido elegido definidor provincial, permaneciendo y volviendo a dicho cargo en diversas etapas de su trayectoria personal. Hacia 1671 recibe el título de calificador de la Suprema Inquisición. Es en el Capítulo Provincial de 1675 cuando es elegido ministro provincial de los capuchinos de Castilla, siendo renovado en el cargo dos años más tarde. A lo largo de sus años de gobierno da gran preeminencia a la pastoral del confesionario, mostrando por lo mismo especial atención a la formación en teología moral de los nuevos candidatos. A sus gestiones se debe también la fundación del convento de Jadraque.

Cumpliendo con las obligaciones de su oficio, en 1678 se traslada a Roma para el Capítulo General, en el que es elegido definidor general, en contra del padre Francisco de Jerez, que era el candidato y protegido del embajador de Carlos II en Roma. A su regreso, comienza la visita a los conventos de su provincia, pero se ve impelido a abandonarla, por haber recibido la orden de destierro, por lo que se traslada a Portugal, donde ya se encuentra el 5 de octubre de 1678. Para nada sirven las influencias que los capuchinos castellanos tenían en la Corte, ni tan siquiera los escritos del padre Torrecilla en los que demostraba ser inocente de todo lo que se le imputaba. El 7 de febrero de 1681 la Junta encargada del asunto de los capuchinos proponía que, “puesto que el padre Torrecilla, lo mismo que su compañero el padre Milán, habían purgado suficientemente su culpa, podían volver a España, pero se les había de destinar a un convento 30 leguas de la Corte”. El padre Torrecilla regresa a España en agosto de 1681, siendo destinado al convento de Valladolid.

Aunque no debió de resultar muy agradable para él la experiencia del destierro, tampoco se puede decir que pasara, como otros, por una mala experiencia, sino que durante este tiempo estuvo hospedado por el obispo de Miranda y Leiría, José de Lancaster, y, a petición del mismo, escribió su libro sobre la jurisdicción de los obispos y un extenso memorial en defensa de la Inquisición portuguesa, logrando con el mismo que se devolviese la jurisdicción a dicho Tribunal. Dicho memorial lo publicaría más tarde en la segunda edición de su Consultas, alegatos, apologías [...], ocupando toda la primera parte de la obra.

Una vez en la provincia y después de cesar en su cargo de definidor general, el Capítulo Provincial de abril de 1687 lo reelige nuevamente como definidor, volviendo a integrarse plenamente en la vida de su congregación religiosa. Unos meses más tarde lo condena el Tribunal de la Inquisición, y en enero de 1688 tiene que cumplir la sentencia que le obliga a trasladarse al convento de Segovia, donde llega para la cuaresma de ese mismo año. Dicha situación creará bastante crispación entre los capuchinos castellanos, ya que unos se pondrán del lado del condenado y atacarán directamente a aquellos que consideran sus adversarios. Este conflicto era una prueba más del carácter particular del capuchino. A partir de ese momento, quedará totalmente liberado de cualquier cargo de responsabilidad. Pero curiosamente, desde 1695 hasta su muerte es designado examinador de aquellos que debían recibir órdenes o licencias para confesar, residiendo a tal efecto en el convento de San Antonio del Prado, donde fallece el 27 de diciembre de 1709.

Martín de Torrecilla fue un fecundo escritor y hombre de singular erudición, acompañado de una amplia cultura, en el que sobresalen sus conocimientos por encima del común de la época, tanto en el ámbito eclesiástico como civil. Así se desprende de las numerosas citas que a cada paso se encuentran en sus obras.

Su doctrina viene expuesta con agudeza de ingenio y sutileza de razonamiento. Sus opiniones aparecen corroboradas por gran número de teólogos de la época.

Dejó publicadas muchas obras filosóficas, morales, apologéticas e históricas. Su lenguaje, pulido y elegante, se mantiene siempre distante de los cánones todavía frecuentes del conceptismo y culteranismo. Precisamente por esto, su nombre fue introducido por la Real Academia Española en el Catálogo de Autoridades de la Lengua.

Su basta obra literaria abarca un amplio conjunto de libros impresos, así como alguna otra que quedó inédita. De manera concreta, su Curso de filosofía es un comentario a los libros de Aristóteles. El curso debió de empezar a redactarlo muy pronto, puesto que el primer volumen se imprimió en Madrid en 1669 y él había comenzado su etapa de lector tan sólo ocho años antes. Llama la atención que, tratándose de un comentario, se mantenga ecléctico respecto a los autores y escuelas utilizados. Pronto gozó de privilegios, respecto a los horarios comunitarios, para poder dedicarse con mayor libertad a la tarea intelectual. La importancia de su obra viene corroborada por él mismo en 1701, cuando afirma que en su provincia religiosa “se leen y han leído las Artes por mi curso”.

Su particular carácter y personalidad hicieron de él, durante treinta años, el más importante apologista y defensor de la Orden capuchina. Así, en 1673, y bajo el seudónimo de Fermín Rattariazi, publicó en Turín la primera edición de su Apologema, espejo y excelencias de la Seráfica Religión de Menores Capuchinos, que en 1701 tendría en Madrid su segunda edición, apareciendo ya firmada con su propio nombre. Su especial convencimiento por el ideal de vida franciscano le llevó también a mostrar singular atención hacia la Tercera Orden franciscana y los derechos que los capuchinos tenían a dar hábito de la misma, ya que venían siendo negados repetidamente por la Observancia franciscana. Por lo mismo, en 1672 publica la Regla de la Tercera Orden elucidada y resolución de todas las dificultades que se pueden ofrecer [...]. En su constante afán de defensa de derechos, y sobre los mismos temas, en 1685 publica su Ventilabro formal, legal, apologético, y seráfico [...]. Ventílase el derecho de los Capuchinos a la Seráfica Tercera Orden Secular, donde volvía a insistir que los capuchinos eran verdaderos hijos de san Francisco y que tenían derecho a imponer hábitos de terciarios a toda clase de personas seglares. Para el historiador, estas obras pueden tener el interés de la evolución de una disputa que se prolongó por amplios espacios de tiempo y en la que se pueden observar cuáles eran las razones que esgrimían unos y otros.

Entre sus obras inéditas resalta Curso de teología dividido en tres tomos, que se encontraba en la biblioteca de los capuchinos de san Antonio del Prado antes de la desamortización. Además de este curso general, compuso alguna otra obra de teología dogmática. Entre las mismas sobresale su Propugnaculum ortodoxae fidei adversus que, en un corto plazo de tiempo, conoció tres ediciones. La obra es un estudio apologético sobre las proposiciones condenadas por Alejandro VIII y las declaraciones del clero galicano, rematado todo ello con un breve tratado sobre la distinción entre las tres Personas de la Santísima Trinidad.

Pero, sin lugar a dudas, si por algo ha de ser tenido en cuenta Martín de Torrecilla es por sus obras morales, especialmente su Consultas morales y exposición de las proposiciones condenadas por nuestros muy Santos Padres Inocencio XI y Alejandro VII, publicada por primera vez en Madrid en 1684 y que a la hora de su muerte contaba con seis ediciones. Sin embargo, posiblemente su obra más significativa en el campo moral sea su Suma de todas las materias morales que, en tan sólo cinco años, conocía dos ediciones. Sus contemporáneos consideraron en diversas ocasiones que sus opiniones eran excesivamente laxistas. Ambas obras están marcadas por un talante sumamente ecléctico, sin ceñirse a ninguna de las escuelas de pensamiento.

Su magisterio moral se ve completado también con dos obras jurídicas y canónicas. La primera de ellas, Examen de la potestad y jurisdicción de los señores obispos [...], se convierte en una especia de vademécum para el gobierno de los obispos en sus diócesis, tanto en cuestiones de jurisdicción como de potestad y en relación con el gobierno de los fieles. También dicha obra tuvo dos ediciones en un plazo de once años.

Como obra singular por su carácter y erudición se encuentra la Enciclopedia canónica, civil, moral, regular y ortodoxa, dispuesta por el orden alfabético. Como indica su mismo título, se trata ya de una obra de madurez que verá la luz doce años después de su muerte. En esta obra analiza diversos temas organizados por orden alfabético y con una clara intención de obra de consulta y referencia frecuente.

Para conocer su pensamiento y la evolución del mismo a lo largo de los años, nos dejó seis gruesos volúmenes que llevan por título Consultas, alegatos, apologías y otros tratados así regulares como de otras materias morales [...], donde recoge innumerables consultas, memoriales, apologías, alegatos sobre materias de toda índole, tanto dogmáticas como morales, jurídicas como canónicas, seculares como regulares. Si para algo sirven estos seis volúmenes es para darse cuenta de su vasta formación, que llega a niveles enciclopédicos. Da cuenta, asimismo, del reconocimiento de que gozaba en distintos ámbitos, ya que obispos, nuncios, superiores escribían al padre Torrecilla para recibir consejo y opinión sobre temas que les ocupaban.

Como es de suponer, escritor tan fecundo hubo de contar con algunos detractores. Así, en relación con sus cuestiones morales, y de manera particular contra sus Consultas morales, escribió Andrés Pitillas y Ruesga, canónigo de la Magistral de Alcalá y togado por la Universidad de Boloña, su obra Tratado de medias annatas de los beneficios, préstamos, y capellanías, publicada en Alcalá de Henares en 1698. En relación con temas de índole franciscana, especialmente acerca de la Tercera Orden y de la legitimidad de los capuchinos como hijos de san Francisco, se encuentran diversos autores. El franciscano observante Juan del Olmo escribió un par de obras contra las posturas defendidas por Torrecilla, a las que él mismo respondería nuevamente en el sexto volumen de sus apologías. Otro de sus adversarios fue el padre Francisco Cavanzo, que escribe en contra de su libro sobre la Orden Tercera.

Sin contar con fecha exacta, se sabe que se entresacaron trescientas treinta y tres proposiciones de sus obras, y que fueron presentadas en Roma al cardenal Belluga, para que a su vez las presentase al Papa a fin de que fuesen condenadas. Gran número de ellas venían formuladas por el dominico Daniel Cóncina, que acusaba al padre Torrecilla de laxista. Por suerte para Martín de Torrecilla, la discreción y el buen hacer del padre Pablo Colindres, ministro general de los capuchinos, logró demostrar que muchas de las proposiciones que se le atribuían no eran realmente suyas y que aquellas que venían expuestas en sus obras no eran defendidas por él, sino simplemente expuestas.

El 21 de noviembre de 1704 son delatadas a la Inquisición cuatro de sus obras: Regla de la Tercera Orden, Ventilabro formal, Apologema [...] y el quinto tomo de las Consultas. El Consejo de la Inquisición, con fecha de 20 de junio de 1705, dio orden de recoger dichos libros “por contener proposiciones sediciosas y turbativas de la paz entre las dos religiones sagradas de Observantes y Capuchinos”. Dichas acusaciones serán respondidas un año más tarde por el gobierno provincial de los capuchinos de Castilla. De dicho memorial se conserva una copia en el Archivo Provincial de los Capuchinos de Castilla. No parece que la Inquisición se retractase de aquello que había ya ejecutado por decreto. Después de innumerables gestiones, a partir de 1736 dichas obras volvieron a circular libremente y con las debidas correcciones, después de la ejecución de un nuevo decreto.

 

Obras de ~: Quaestiones in vtramque Aristotelicam Logicam, Madrid, 1667; Quaestiones in Octo Libros Arist. Phisic. & in Libr de Mudo, Coelo & in Meteoris, & in opera sex dierum, Madrid, Doña Maria Rey, 1669; Quaestiones in quinque libros Aristotelicos: duos de ortu, et interitu, tresque de anima, Madrid, 1671; Regla de la Tercera Orden elucidada y resolución de todas las dificultades que se pueden ofrecer así acerca de los Terceros como acerca de la Cofradía de la Cuerda, Madrid, 1672; Examen de la potestad y jurisdicción de los señores obispos, así en común, como de los obispos regulares y titulares, con algunas consultas concernientes a la materia, Madrid, Antonio González de Reyes, 1693 (2.ª ed.); Hecho. El año de mil seiscientos y noventa y cuatro [...] el [...] cabildo de la Santa Iglesia de Cartagena [...] deliberó [...] que la imagen de Nuestra Señora de la Fuen-Santa se trajese en publica procesión [...] el señor Obispo de dicha Santa Iglesia de Cartagena [...] quiso oponerse [...], Madrid, 1694; Suma de todas las materias morales arregladas a las condenaciones pontificias de nuestros muy Santos Padres Alejandro VII y Inocencio XI, vols. I-II, Madrid, Antonio Román, 1696 (2.ª ed.); Alegatos apologías y consultas varias sobre casi todas las materias morales, privilegios de los Señores Obispos [...] y modo de proceder en imponerlas, tomo tercero, Madrid, Antonio Román, 1697 (3.ª ed.); Fundamentos que precisan la Real conciencia de su Majestad [...] à que se sirva mandar se revea el pleito de el Estado de Hazia- Alcázar: habiendo visto la resolución à la consulta [...] subscrita por [...]. Maestros de las Universidades de Salamanca, Alcalá, Valladolid, Granada, nos conformamos en todo, y por todo con lo resuelto en ella: y decimos con dichos Sapientísimos Maestros, que su Majestad debe en conciencia, mandar que se vuelva a ver este pleito, Madrid, 1697; Compendio de la suma añadida del R. padre Fr. Martín de Torrecilla con adiciones del tomo de Proposiciones condenadas y del de Obispos y otras, Madrid, Antonio Román, 1698; Ventilabro formal, legal, apologético, y seráfico, con que se separa de lo incierto, lo cierto, y se saca en limpio el grano de la verdad. Ventílase el derecho de los Capuchinos a la Seráfica Tercera Orden Secular, Madrid, Roque Rico de Miranda, 1699 (2.ª ed.); Tomo cuarto apologético, contiene dos apologías: una sobre la bula de la Cruzada, y sus Privilegios, Gracias, e Indulgencias, con otras muchas cosas, tocantes a Regulares, y a otras materias y la otra, acerca de la Tercera Orden Seráfica y asimismo contiene diversas consultas Morales, Misceláneas a que se junta el Ventilabro, Madrid, Viuda de Mateo de Llanos, 1699; Consultas morales y exposición de las proposiciones condenadas por nuestros muy Santos Padres Inocencio XI y Alejandro VII, Madrid, Juan García Infanzón, 1701 (6.ª ed.); Consultas, alegatos apologías y otros tratados así regulares como de otras materias morales, con la refutación de las proposiciones del impío hereje Molinos, vols. I-II, Madrid, Antonio Román, 1702 (2.ª ed.); Tomo sexto Apologético en que se responde a una Apología de [...] Padre Fray Juan del Olmo religioso de la Regular Observancia sobre el punto de casos reservados y se explica [...] la Bula de [...] Inocencio XII en que condena la opinión que decía podía ser elegido el confesor [...] y se trata de las Doctrinas que condena y prohíbe el Santo Tribunal de la Inquisición [...]: divídese en dos partes, parte primera, Madrid, 1705; Propugnaculum ortodoxae fidei adversus quosdam veritatum catholicarum hostes, eas labefactare conantes, Madrid, Manuel Román, 1707 (3.ª ed.); Enciclopedia canónica, civil, moral, regular y ortodoxa, ilustrada con la explicación de todas las reglas de el derecho canónico y de las más célebres de el derecho civil, vols. I-II, Madrid, Blas de Villa-Nueva, 1721; Tomo sexto apologético en que se responde a una apología del muy reverendo padre fray Juan del Olmo [...]: divídese en dos partes Parte Primera, Madrid, 1750; Apologema, espejo, y excelencias de la seráfica religión de Menores Capuchinos, purificadas en el crisol de la verdad de las escorias de la contradicción: libro de la Tercera Orden [...] tomo quinto, Madrid, 1752 (2.ª ed.).

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Estado, legs. 3128-3129; Archivo Provincial de los Capuchinos de Castilla, diversos docs. A. de Lisboa, Epítome historial de las grandezas de la Seráfica Religión de los Menores Capuchinos, Madrid, Gabriel Ramírez, 1754; B. de Carrocera, La Provincia de Frailes Menores Capuchinos de Castilla, vol. I (1575-1701), Madrid, El Mensajero Seráfico, 1949, págs. 408-414; “Martinus a Torrecilla”, en Lexicon Capuccinum. Promptuarium Historico-Bibliographicum OFMCap (1525-1950), Roma, Biblioteca Collegii Internationalis S. Laurentii Brundusini, 1951, págs. 1065-1066; E. Llamas, “Martín de Torrecilla († 1709), apologista del culto y de la devoción mariana, contra ‘Monita Salutaria’”, en VV. AA., Diakonía pisteos. Homenaje al padre José Antonio de Aldama, Granada, Facultad de Teología, 1969, págs. 217-239; L. de Aspurz, “Torrecilla, Martín de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2578; T. de Azcona, “Las cosas de los capuchinos en el siglo xvii: el manifiesto del padre Cesena y la restauración española (1675)”, en Laurentianum 29 (1988), págs. 112-160; “Catálogo de documentos sobre las cosas de los capuchinos en el siglo xvii (1671-1682)”, en Estudios Franciscanos, 89 (1988), págs. 301-405.

 

Miguel Anxo Pena González, OFMCap

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