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Fernando García Mercadal

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Biografía

García Mercadal, Fernando. Zaragoza, 5.IV.1896 – Madrid, 3.II.1985. Arquitecto.

Fue uno de los arquitectos más significativos de la España de las décadas de 1920 y 1930. Alumno de Anasagasti y Torres Balbás, condiscípulo y amigo de Lacasa, Sánchez Arcas, Arnal, Blanco Soler, etc., tras finalizar, en 1921, sus estudios (con el número uno de su promoción) en la Escuela de Arquitectura de Madrid, en 1923, Mercadal obtuvo la pensión de Roma. Durante tres largos años viajó a París, Berlín y Viena, estudiando las primeras propuestas arquitectónicas de la joven vanguardia europea: porque advirtió que dentro de la vanguardia existían distintas opciones y, marcado por la riqueza cultural de aquella Europa, a su regreso a Madrid asumió el papel de animador cultural en una ciudad donde, como señalara a Blanco Soler, “[...] aquí no se mueven las hojas de un rábano”.

Cierto que fueron muchos los arquitectos madrileños que, aprovechando el favorable cambio de moneda, viajaron a Europa a comienzos de la década de 1920. Esteban de la Mora estuvo un tiempo en la Bauhaus de Weimar, Lacasa colaboró con Wolf en Dresde, Sánchez Arcas marchó a Holanda y Blanco Soler trabajó un tiempo en el parisino estudio de Sauvage, marchando luego a Londres, donde colaboraría con Luthyens. Cada uno de ellos volvió con una referencia: pero sólo Mercadal retornó a Madrid en 1927 consciente de la complejidad de la vanguardia.

Pocos, como Mercadal, supieron aprovechar las ventajas que ofrecía la Pensión de Roma: conocedor (que no próximo) tanto de la cultura que en esos años difundía la Bauhaus como de los debates abiertos por Le Corbusier, interesado en la política de vivienda que el socialdemocrático Ayuntamiento vienés llevaba a término y preocupado, entre otros temas, por la simplificación y estilización de la arquitectura (esto es, por la arquitectura popular), como reflejan sus estudios sobre Capri o Taormina, su regreso supuso un revulsivo cultural tanto por los proyectos que presentó como por el papel que, entre 1927 y 1932, jugó en el panorama arquitectónico madrileño.

Durante los años de Roma, Mercadal había remitido, a la Real Academia de San Fernando, diversos proyectos mostrando cuál era su hacer y cuáles sus intereses. En 1925 trazó la denominada Casa Bielza, donde grandes ventanales acristalados sustituían a las paredes de fábrica y donde (reivindicando un cubismo un tanto elemental) el volumen de la vivienda se componía maclando diversos paralelepípedos; un año más tarde enviaba su estudio de Casa Mediterránea en Sicilia, donde, frente al proyecto anterior, ahora integraba elementos formales pertenecientes al lenguaje de la vanguardia europea.

En esta misma línea, en 1927 —nada más volver a España— redactó dos de sus más significativos proyectos: la llamada Villa Amparo, en Mallorca y su propuesta para el Rincón de Goya al concurso convocado por el Ayuntamiento de Zaragoza para un pabellón-homenaje al pintor. Estos cuatro proyectos, por encima de otros, reflejan de qué manera Mercadal sintetizó la reflexión sobre la arquitectura popular mediterránea con el debate racionalista que en esos momentos se difundía en Europa.

Aquellos proyectos abrieron una línea de reflexión inédita hasta el momento y coincidían, además, con los años felices de un Mercadal que poco a poco escoraba hacia el urbanismo, pasando de su propuesta para la Estación de Autobuses para Burgos (1929) a trazar un Ensanche para Bilbao (1926), ordenar el de Burgos (1929), Sevilla (Los Remedios, en 1929) Ceuta (1930) o Badajoz (1932). Pero ésos fueron los momentos en que, sobre todo y por encima de todo, Mercadal jugó el papel de introductor-difusor en España de la vanguardia arquitectónica europea.

Entre 1927 y 1932 García Mercadal desarrolló una más que febril actividad tanto como conferenciante y coordinador de actos culturales y actividades como autor de artículos. Utilizando la plataforma que le ofrecía la madrileña Residencia de Estudiantes, invitó a Madrid a Le Corbusier, Gropius, Poelzig, Van Esteren, Luthyens... La presencia de los grandes maestros sensibilizó y aproximó a muchos, como nunca hasta el momento, con la arquitectura moderna y Mercadal se multiplicó, viajando por España y dictando conferencias sobre la experiencia europea. Nombrado secretario de la revista Arquitectura, como tal fue invitado por Le Corbusier —en 1928— al Congreso que organizó en el castillo de la Sarraz (próximo a Lausana) al que acudieron muchas de las más destacadas figuras de la arquitectura europea del momento.

No se sabe cuánto Mercadal supo valorar el enfrentamiento entre Le Corbusier (quien, por vez primera, presentaba sus “cinco puntos”) y la opinión de algunos arquitectos centroeuropeos, contrarios a lo que entendían que era sólo la definición del nuevo estilo moderno. Mudo en los debates, tan sólo a su vuelta a Madrid tomó conciencia de haber participado directamente en el acto constitucional del grupo que, durante los siguientes treinta años, marcó las pautas sobre cómo valorar las ciudades, cómo fomentar el crecimiento, cómo regular el ocio de las masas, cómo dar respuesta al tema de la vivienda, cómo proponer, en síntesis, una forma de vida alternativa a la que en esos momentos planteaba la sociedad de los años veinte.

Para todos, en España, Mercadal aparecía como portavoz del debate que en esos momentos se desarrollaba en Europa. Quizá por ello un pequeño grupo de jóvenes arquitectos barceloneses, apenas titulados, se dirigieron a él proponiéndole la creación de un grupo de vanguardia cuyo objetivo fundamental fuera tanto dar a conocer al gran público qué era la nueva arquitectura como involucrar a industriales en la necesidad de normalizar la construcción, al tiempo que buscaran sensibilizar a los políticos sobre las posibilidades que abría la nueva reflexión arquitectónica y urbanística. Y de esa manera, en noviembre de 1930 se constituyó en Zaragoza el denominado Grupo Español de Arquitectos y Técnicos para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC), verdadero motor del cambio en la cultura arquitectónica en los años siguientes.

José Luis Sert —alma del grupo catalán— se aproximó a Mercadal buscando en él los contactos internacionales que permitieran al grupo participar en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM): lo que no percibió Sert fue que Mercadal iba poco a poco perdiendo fuerza y abandonando su interés por cuanto sucedía en los CIAM. Responsable del Grupo Centro del GATEPAC, Mercadal cometió su gran error al no integrar en el grupo a los más notables arquitectos madrileños, optando, por el contrario, por rodearse de funcionarios municipales de orden menor.

Pese a todo, en 1932 consiguió redactar su propuesta para las playas del Jarama, proyecto consistente en ordenar las márgenes del río y organizar, en aquel lugar, espacios de ocio para disfrute de los madrileños.

Apareció otra vanguardia que no es la que difundiera Mercadal. Él mismo cambió de planteamiento, se integró como arquitecto de parques y jardines en el Ayuntamiento de Madrid, colaboró profesionalmente con Secundino Zuazo y, poco a poco, se desligó de GATEPAC. En los años de la República apenas tuvo actividad u opinión y, por afinidades políticas con Julián Besteiro, contadas veces opinó sobre cuál debía ser la política de vivienda, tomando como pretexto la experiencia vienesa. Por ello en 1936, al estallar la Guerra Civil, Mercadal permaneció en Madrid, colaborando con el Comité de Reforma, Reconstrucción y Saneamiento que presidía Besteiro y fue entonces cuando redactó (publicado en los primeros días de 1939) el más importante documento que recibió el nombre de “plan regional de Madrid” y que debe valorarse como testamento de lo que fue el debate urbanístico de los años de la República.

Tras la guerra, Mercadal fue represaliado y depurado políticamente, al ser inhabilitado temporalmente para ejercer cargos directivos o de confianza.

Superado el tiempo de sanción, a mitad de los años cuarenta se integró en el Instituto Nacional de Previsión, colaborando en la construcción de algunos importantes hospitales, pero abandonando para siempre y por completo su participación en el debate arquitectónico, reflejo sin duda de lo que fue el dramático aislamiento de quienes sufrieron el “exilio interior”.

Entre estas obras de funcionalidad sanitaria destacan el Gran Hospital de Zaragoza (1947) o el ambulatorio de la esquina de las calles Modesto Lafuente con Espronceda de Madrid (1950).

El 22 de enero de 1979 fue elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por la arquitectura en la vacante de César Cort, ingresando el 20 de abril de 1980.

El Colegio de Arquitectos de Aragón instituyó, en 1986, el prestigioso Premio de Arquitectura que lleva su nombre.

 

Obras de ~: Casa de Álvaro Bielza, Ceuta, 1925; con O. Bünz, Proyecto de desarrollo urbano de Bilbao, 1926; Rincón de Goya, Zaragoza, 1926-1928; Villa Amparo, Mallorca, 1927; Edificios de viviendas de la calle Zurita n.º 18 y plaza de los Sitios n.º 16, Zaragoza, 1928; Casa del doctor Ricardo Horno Alcorta, paseo María Agustín n.º 7, Zaragoza, 1929; con J. Bueno (escultor), Monumento a Joaquín Costa, Graus (Huesca), 1929; Casa de Díaz Caneja de la calle Zurbano, Madrid, 1931; Edificios de viviendas de la colonia Residencia, Madrid, 1931-1933; Panteón del doctor Ricardo Horno Alcorta, cementerio de Torrero, Zaragoza, 1933; Proyecto para nueva sede del Museo de Arte Moderno, Madrid, 1933; Jardines de Sabatini, Madrid, 1933; con P. Cantó, Casas de Cantó, Málaga, 1941; con C. Fernández Casado (ingeniero), Residencia Sanitaria de Zaragoza, Zaragoza, 1947; Residencia de la Seguridad Social, Teruel, 1948-1952; Instituto Nacional de Previsión, Calatayud, 1950; Ambulatorio de la calle Modesto Lafuente con Espronceda, Madrid, 1950; Ambulatorio de Ramón y Cajal, paseo de María Agustín, Zaragoza, 1962; Delegación del Instituto Nacional de Previsión y de Trabajo de la calle doctor Fleming n.º 4, Zaragoza, 1962; Edificio Lima, paseo de la Castellana, Madrid, 1962; Residencia Sanitaria de Huesca, 1965; Servicio de Anatomía Patológica, Zaragoza, 1970; Agencias del Instituto Nacional de Previsión de Aragón, en Caspe, La Almunia de Doña Godina, Tarazona, Ejea de los Caballeros, Barbastro, Monzón y Mora de Rubielos.

 

Bibl.: R. Borobio Ojeda, Arquitectura Aragonesa, Zaragoza, La Cadiera, 1965; C. Sambricio, “Fernando García Mercadal”, en Urbanismo: revista oficial del Colegio de Arquitectos de Madrid, n.º 18 (1993), pág. 86; R. Fantoni y Benedí, “Algunos datos genealógicos sobre el arquitecto y académico zaragozano Fernando García Mercadal (1896-1985)”, en Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, n.º 70 (1997), págs. 199-204; A. Hernández Martínez, Magdalena, Navarro, Mercadal, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1999; J. Martínez Verón, Arquitectos en Aragón, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000; F. Racionerio de la Calle, “‘Ultraísmo’ / de Torre / Puertollano / Huidobro / Le Corbusier / García Mercadal. ¿Hubo una arquitectura ultraísta?”, en Formas de Arquitectura y Arte, n.º 2 (2003), págs. 26-29; “García Mercadal y la arquitectura Ultraica”, en Formas de Arquitectura y Arte, n.º 3 (2003), págs. 50-52; “Una más sobre arquitectura ultraísta. El caso García Mercadal”, en Formas de Arquitectura y Arte, n.º 5 (2003), págs. 42-45; C. Buil Guallar, “Fernando García Mercadal y el Rincón de Goya”, en Trébede: Mensual aragonés de análisis, opinión y cultura, n.º 23 (2004), págs. 13- 18; F. J. Muñoz Fernández, “Arquitectura racionalista en San Sebastián. Las conferencias de Fernando García Mercadal y Walter Gropius”, en Ondare: Cuadernos de Artes Plásticas y Monumentales, n.º 23 (2004), págs. 195-213; J. Domínguez Lasierra, “José García Mercadal (1883-1975): Escritor, periodista, editor, traductor: grafómano” y “Bibliografía de José García Mercadal”, en Turia: Revista Cultural, n.º 79 (2006), págs. 167-189 y 198-216, respect.

 

Carlos Sambricio

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