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Juan Narduch

Biografía

Narduch, Juan. Juan de la Miseria. Casarciprán, Nápoles (Italia), 1526 – Madrid, 15.IX.1616. Carmelita descalzo (OCD), pintor, retratista de Santa Teresa.

Personaje original, inquieto, “de condición errátil”, inocente, era hijo de un cardador. “Tomó el hábito en un monasterio de frailes franciscos descalzos, llamado Fontecolombo; y porque allí le maltrataban los demonios haciendo estruendo y ruido en el convento, los frailes le echaron dejándole con sólo un saco de sayal pardo a raíz de las carnes” (J. Gracián, 2001). Así en veste de pordiosero y de romero peregrinó a Santiago de Compostela. Desde allí, dejando Galicia fue a parar a Barcelona, con idea de volverse a Italia; pero le vinieron deseos de visitar el Santo Cristo de Burgos y allá se fue. Luego, en Villanueva de los Ajos, hoy de Araño, estuvo de santero en una ermita dedicada a Nuestra Señora. Cansado de aquel oficio se fue a Sahagún (León), donde paró un tiempo. Recaló en Palencia y entró en el taller de un escultor, para imponerse en el oficio. Al poco tiempo se le ocurrió ir a Jaén a ver el Santo Rostro. Vivió algún tiempo en una cueva cerca de Jaén, entregado a la oración y a la penitencia. Pensó después en retirase a las ermitas de Córdoba, pero siguió su camino hasta el desierto del Tardón (Córdoba), donde se había enterado de que vivía un ermitaño que él había conocido en Italia: Mariano Azaro. Se puso bajo su obediencia y allí estuvieron ambos bastante tiempo haciendo penitencias y vacando a la oración.

Se trasladaron los dos a las afueras de Sevilla, a la ermita de San Onofre. Comenzó a acudir gente a la ermita, cosa que a Juan Narduch no le gustaba, y un buen día desapareció, sin decir nada a Mariano Azaro, de modo que se volvió a su retiro cerca de Jaén. Teniendo Mariano Azaro que acudir a la llamada de Felipe II para que le sirviese con sus conocimientos de ingeniería e hiciese posible que el Tajo llegase a regar los jardines de Aranjuez, se pasó por Jaén y llevó consigo a Juan Narduch. Como la obra de Aranjuez se prolongaba, la princesa Juana, hermana de Felipe II, viendo las aficiones artísticas de Juan Narduch “le acomodó en el estudio de Alonso Sánchez Coello, celebrado pintor de la Casa Real. En poco más de un año que perseveró con tan insigne maestro, salió bastante aprovechado en la pintura, que luego había de ejercitar en la descalcez” (S. de Santa Teresa). Fue discípulo nada menos que de Sánchez Coello. También entendía bastante de escultura, habiendo esculpido algunas imágenes de la Virgen. Leonor Mascareñas se llevó a fray Juan a su casa y allí pintó su retrato. Terminadas las obras de Aranjuez, se hospedaban los dos ermitaños en el palacio de Leonor cuando llegó Teresa de Jesús, camino de Pastrana. Leonor le habló de ellos. La futura santa quiso verlos y en la entrevista con Mariano se enteró de que quería ir a Roma a pedir que los dejasen seguir con la vida de ermitaños que tenían antes de las nuevas normas del Concilio de Trento. Teresa de Jesús le enseñó las constituciones de su orden y le animó a incorporarse a la reforma.

Al día siguiente, ya cambiado, comunicó a la madre su decisión de seguirla en lo que le pedía. El príncipe Ruy Gómez había dado a Mariano, en Pastrana, una ermita y terrenos para que se establecieran allí. Obtenidas las licencias que necesitaba para hacer fundación de frailes en Pastrana, y habiendo los donantes aceptado que la que iba a ser ermita para ermitaños fuese iglesia para frailes descalzos, la madre Teresa les preparó los hábitos y capas y las se interesó para que los dos, Ambrosio y Juan, tomasen el hábito cuanto antes. Y así se hizo el 9 de julio de 1569 en presencia de la fundadora.

Juan Narduch tomó el nombre de Juan de la Miseria, con “la convicción profunda de que era una vil y miserable criatura, indigna de que los demás le tuviesen consideración alguna”. Profesó en Pastrana el 10 de julio de 1570. En el Libro de profesiones se dice: “Hizo profesión Juan de Narduch, hijo de Ángelus de Narducho y de Domenica, vecinos del Casar Ciprano”. Siguió su vida religiosa en los diversos conventos: en 1571-1572 se encontraba en La Roda; en 1576, en Sevilla, donde pintó cuadros devotos para los conventos de la Orden. Aquí se volvió a encontrar con Teresa de Jesús. Aprovechando la estancia de fray Juan de la Miseria en Sevilla, el padre Gracián, como superior suyo, mandó al pintor que la retratase y a la madre que “estuviese queda y se dejase retratar”. Llegado el momento de hacerlo, cuenta el mismo Gracián: “Fray Juan le hacía estar sin menear la cabeza ni alzar los ojos mucho tiempo [...] y al cabo la retrató mal, porque, aunque era pintor, no era muy primo; y así decía la madre Teresa con mucha gracia: ‘Dios te lo perdone, fray Juan, que ya que me pintaste, me has pintado fea y legañosa’”. El retrato se conserva en las Carmelitas descalzas de Sevilla.

En los años cruciales para la descalcez por las muchas contradicciones que se levantaron contra ella, el buen Juan de la Miseria se vio aturdido y se fue a Roma a prestar su obediencia al prior general de los carmelitas calzados. En carta del 29 de septiembre de 1578 escribía Teresa de Jesús acerca de su retratista: “Miedo he si tienen preso ‘los del paño’ [carmelitas calzados] a fray Juan de la Miseria, que después que ellos dicen que le vieron no ha parecido más”. Con su viaje a Roma abandonaba la descalcez; pero tampoco aquel cambio le satisfacía y solicitó otro más grande: con licencia pontificia entró en los franciscanos. No hallaba la paz tampoco allí. De visita a unas hermanas suyas en Nápoles se encontró con el padre Nicolás Doria, que le readmitió y le envió al Convento de Génova, donde siguió su actividad de pintor. Allí se muestra otro cuadro de la madre Teresa que parece suyo.

En 1583-1584 volvió a España y vivió más de treinta años en Madrid, en el Convento de San Hermenegildo, casa generalicia de la Congregación. Entregado a sus labores pictóricas, se prodigó asimismo en obras de caridad a pobres y necesitados; se le consideraba un oráculo en las vías del espíritu y la gente acudía a consultarle. En sus últimos años, “para evitar los daños de la ociosidad por no sentirse ya con fuerzas para el trabajo de manos” escribió algunos tratadillos espirituales. Modelo de virtudes, se significaba especialmente por su devoción a la Virgen María, a la que llamaba “la Paloma” y de la que decía “que es música muy agradable, suavísima a Dios”. Estuvo ciego los últimos años y murió en Madrid el 15 de septiembre de 1616, con más de noventa años. Está enterrado en la entrada al coro del Convento de la plaza de España, adonde fueron trasladados sus restos en los años cuarenta del siglo XX.

 

Obras de ~: Vergel de diversas flores que por obediencia escribió el hermano fray Juan de la Miseria, Carmelita Descalzo. Trata del Ssmo. Sacramento y de nuestra Señora y de diferentes materias según que nuestro Señor se las iba ofreciendo en la oración o en otros lugares, s. l., s. f. (Biblioteca Nacional de España [BNE], ms. 13751); Del modo de su oración, s. l., s. f. (BNE, ms. 7238); Consideraciones para ser angélico, s. l., s. f. (Archivo de los Carmelitas Descalzos de Segovia).

 

Bibl.: Santa Teresa de Jesús, Libro de las Fundaciones de las Hermanas Descalzas Carmelitas, s. l., 1577, caps. 17, 6; y 22, 21; J. de Santa Teresa, Reforma de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen de la primitiva Observancia, hecha por Santa Teresa, t. IV, lib. XIX, caps. 22-29, Madrid, Imprenta Julián de Paredes, 1684; S. de Santa Teresa, Historia del Carmen descalzo en España, Portugal y América, t. I, Burgos, El Monte Carmelo, 1935, págs. 128-136; t. III, 1936, págs. 307-326; t. VIII, 1937, págs. 793-811; M. del Niño Jesús, “El Venerable hermano fray Juan de la Miseria. Sus restos y sus escritos”, en Monte Carmelo (MC), vol. 46 (1945), págs. 36-43; A. de la V. del Carmen, “Juan de la Miseria (Narduch)”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1250; S. T. de Jesús, [“Cartas del 16 de febrero de 1577 y 29 de septiembre de 1578”], en T. Álvarez y S. de la S. Familia, Santa Teresa de Jesús. Cartas, Burgos, El Monte Carmelo, 1981 (2.ª ed.); E. de la Madre de Dios y O. Steggink, Tiempo y vida de Santa Teresa, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1996 (BAC maior, 52), nn. 233-245 y 435 y págs. 659-662; J. Gracián de la Madre de Dios, Peregrinación de Anastasio, ed. de J. L. Astigarraga, diálogo XIII, Roma, Teresianum, 2001, págs. 214-216, 245- 246 y 436; M. del Niño Jesús, “Juan de la Miseria”, en T. Álvarez (dir.), Diccionario de Santa Teresa, Burgos, El Monte Carmelo, 2002, págs. 994-995.

 

José Vicente Rodríguez, OCD