Beatriz de Portugal. Coimbra (Portugal), 2.III.1373 – Toro (Zamora), c. 1420. Reina de Castilla y León y de Portugal.
Fue la única hija de Fernando I de Portugal y Leonor Téllez de Meneses. Las dudas legales del enlace de sus padres —para muchos portugueses éste era nulo por la existencia de un matrimonio previo de Leonor— ensombrecerán la vida de la reina, porque muchos entendieron que Beatriz sólo era hija de la reina. Nació en Coimbra durante el cerco castellano de la ciudad por las tropas de Enrique II. La paz lusocastellana de Santarém de ese mismo año estableció, entre otros acuerdos, el futuro matrimonio de Beatriz con Fadrique, un bastardo de Enrique II, al que su padre concedió el ducado de Benavente. En las Cortes de Leiria de 1376, Beatriz fue jurada y reconocida por las ciudades y villas portuguesas, al tiempo que se ratificaba su futuro matrimonio con el duque de Benavente.
La falta de herederos varones del rey portugués, y la excesiva vinculación a la familia real castellana, provocaron un creciente descontento de la nobleza, que se tradujo en las conspiraciones de los hijos ilegítimos de Pedro I de Portugal e Inés de Castro, los célebres infantes de Portugal (Juan, Dinís y Beatriz), que buscaron refugio en Castilla. Estos infantes atacaban la legitimidad de Beatriz, apoyándose en la existencia de un primer matrimonio de Leonor Téllez con Juan Lorenzo de Acuña. Por este motivo, Fernando I declara en su testamento de 1378 que esos supuestos infantes carecen de todo derecho a la sucesión portuguesa.
La reina Leonor Téllez promueve, en 1380, un nuevo acuerdo matrimonial para su hija, en este caso con el infante Enrique (futuro Enrique III), pensando que así se aseguraba el sólido apoyo de los Trastámara contra los inquietos infantes de Portugal. Según se establecía en este proyecto de futuro, Beatriz y Enrique acabarían siendo reyes de Portugal y Castilla, aunque sin juntar sus respectivas coronas. En el texto de los acuerdos se estableció que, si Beatriz moría sin hijos, los herederos de Enrique III heredarían la corona de Portugal: de este modo se sentaba un precedente legal muy importante, ya que los Trastámara se presentaban como los herederos naturales de la Casa de Borgoña.
En 1381, Fernando I decide dar un giro completo a esta política excesivamente “castellana”, y rompe los compromisos con Castilla contraídos por su mujer; en su lugar establece una alianza con el duque de Lancaster, Juan de Gante, que estaba casado con la hija mayor de Pedro I el Cruel, Constanza, a la que correspondían los derechos sucesorios castellanos. De este modo, Fernando I reconoce a Juan y a Constanza como los verdaderos reyes de Castilla y califica a Juan I de usurpador. Además, aprovecha el cisma de Occidente para declararse urbanista, frente al clementismo de la corte castellana. Inglaterra se suma al proyecto y aporta fuerzas al mando de un hermano de Juan de Gante, el conde de Cambridge, Edmundo, casado con otra hija de Pedro I. El cuerpo expedicionario inglés desembarcó en Portugal, pero no logró demasiados resultados frente a los castellanos. Eduardo, hijo de Edmundo, quedó prometido con Beatriz y se formalizaron los esponsales, aunque no se celebró el matrimonio por la corta edad de los contrayentes.
El fracaso militar anglo-portugués de 1381-1382 impulsa la recuperación política de Leonor Téllez y propicia un cambio de la política exterior. En 1382, la reina encomienda a Juan Fernández de Andeiro la negociación de un nuevo enlace para Beatriz, en este caso con el infante Fernando (futuro Fernando de Antequera, que será rey de Aragón), hijo de Juan I de Castilla. Pero, en el curso de las negociaciones, fallece Leonor de Aragón, primera mujer de Juan I, y se propone que Beatriz se case con el propio rey que acababa de enviudar.
En 1383, las dos familias reales cumplen sus proyectos: en mayo se celebra la boda real en Badajoz y se firman los acuerdos de sucesión luso-castellanos, en virtud de los cuales Beatriz es nuevamente reconocida como futura reina de Portugal y Juan I, como consorte, aunque sometidos a la regencia de Leonor Téllez, responsable de los asuntos públicos de Portugal hasta que el heredero que había de nacer cumpliera los catorce años. Ahora bien, se establece que el rey castellano y sus descendientes (es decir, Enrique III) serán los herederos de Portugal si Beatriz muere sin sucesión. Este acuerdo provoca una enorme escisión en todos los estratos de la sociedad portuguesa: la nobleza se divide entre los partidarios de Beatriz y los de los infantes de Portugal, la iglesia se escinde entre urbanistas y clementistas, y las ciudades más importantes, como Lisboa y Oporto, se declaran anticastellanas.
La muerte de Fernando I en 1384, y la constitución de la regencia de Leonor, precipitan los sucesos revolucionarios de 1384-1385. Un bastardo de Pedro I de Portugal, Juan de Avís (maestre de dicha Orden), que hasta ese momento no había contado en la crisis sucesoria, se subleva a fines de 1384 y promueve una guerra para defender la supervivencia nacional de Portugal, adoptando el título de “defensor del reino”. En las Cortes de Coimbra de 1385 se proclama rey con el apoyo de sus partidarios, al tiempo que declara ilegítima a Beatriz (por nulidad del matrimonio de Fernando I con Leonor) y a los hijos de Inés de Castro (por ilegítimos y traidores). Beatriz acompaña a su marido en la campaña militar de 1384: será la última vez que pise su reino, porque la victoria del maestre en Aljubarrota sentencia el curso de la guerra.
La vida de Beatriz en el exilio está marcada por tres grandes cuestiones: la defensa de su legitimidad frente a los Avís, la ayuda prestada a los exiliados portugueses en Castilla (nobles y clérigos) y la adhesión al proyecto nacional de Benedicto XIII, el continuador del bando clementista. Pero la muerte accidental de Juan I en 1390 limita sus posibilidades. Durante el reinado de Enrique III (1390-1406) Beatriz mantiene las aspiraciones sucesorias a la corona de Portugal, pero el Rey doliente intenta desestabilizar el régimen de Avís promoviendo en 1397 la proclamación del infante don Dinís (hijo de Inés de Castro) como rey de Portugal.
Durante la larga regencia —desde 1406 hasta 1419— de Juan II, la corte castellana se divide entre Fernando de Antequera, más proclive a los intereses de Beatriz, y Catalina de Lancaster, partidaria de la amistad anglo-portuguesa. Beatriz queda sumida en un progresivo ostracismo político y se refugia en sus últimas villas (Ciudad Real, Toro), cada vez más lejos de la corte. La muerte de Fernando de Antequera en 1416, y la destitución de Benedicto en 1417, durante el concilio de Constanza sellan su fracaso definitivo.
Aún vive en 1419, pero el silencio es total desde ese año; es presumible que la fecha de su fallecimiento se sitúe en torno a 1420. Su sepulcro se conserva en el convento dominico de Sancti Spiritus de Toro. Juan II de Castilla mantuvo durante unos años sus aspiraciones sucesorias a la corona de Portugal en virtud de la herencia de Beatriz, pero renunció formalmente a ejercerlas en el tratado de paz de Medina del Campo de 1431.
Bibl.: S. Dias Arnaut, A crise nacional dos fins do século xiv, I. A Sucessão de D. Fernando, Coimbra, Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra, 1960; L. Suárez Fernández, Historia del reinado de Juan I de Castilla, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1977-1982, 2 vols.; M. Marques Duarte, Leonor Teles: ensaio biográfico, Porto, Campo das Letras, 2002; C. Olivera Serrano, Beatriz de Portugal. La pugna dinástica Avís-Trastámara, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006.
Isabel Pastor Bodmer