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Tajón de Zaragoza

Biografía

Tajón de Zaragoza. ?, c. 600 – Zaragoza, c. 683. Abad, obispo de Zaragoza, escritor, teólogo.

Su nacimiento se ha fijado de forma convencional hacia el año 600 dado que, en el momento en que Braulio de Zaragoza le dirigió la epístola 11 de su Epistularium, fechada hacia 632, Tajón era presbítero, por lo que había de tener, en consecuencia, treinta años cumplidos. De su familia no se tiene ninguna noticia cierta, aunque se cree que era de origen judío.

Inició su vida eclesiástica en un monasterio sin identificar, pero que debía de hallarse en las proximidades de Zaragoza, donde era posible que se formase junto a su mentor Braulio. Por la epístola 42 de Braulio, de hacia 650-651, la segunda que dirigió a Tajón, se sabe que por entonces este último era abad de su monasterio.

Por esta misma misiva se sabe que no hacía mucho que Tajón había regresado de Roma. Aunque se ha querido poner este viaje en relación con los asuntos tratados en el concilio VII de Toledo (18 de octubre de 646) y ver en él algún tipo de encargo real de Chindasvinto (642-653), ello es poco probable, dado que, por la carta de Braulio, la estancia de Tajón en Roma difícilmente puede situarse con anterioridad a 649-650.

La Epistula citada de Braulio y otra de Tajón a Eugenio II de Toledo (646-657) indican, por el contrario, que el único propósito del viaje de Tajón fue copiar todas aquellas obras del papa Gregorio Magno (fallecido en 604) desconocidas en Zaragoza. Tras el fin del Reino de Toledo, la estancia de Tajón en Roma entró a formar parte de las leyendas que circulaban en la Hispania mozárabe sobre las grandes figuras de época visigoda y, así, fue recogida, adornada de elementos maravillosos, en la Chronica Muzarabica anno 754.

A continuación, a la muerte de Braulio de Zaragoza en 651, Tajón fue elevado a la cátedra episcopal de esta ciudad. En su calidad de obispo de Zaragoza suscribió los concilios VIII (16 de diciembre de 653) y IX (2 de noviembre de 655) de Toledo. De su muerte sólo se sabe que se produjo antes de noviembre de 683, pues las actas del concilio XIII de Toledo (4 de noviembre de 683) aparecen firmadas por el abad Fredebado en nombre del obispo de Zaragoza Valderedo.

Se han conservado de Tajón unas Sententiae, en cinco libros, elaboradas hacia 652-653 y dedicadas a Quírico de Barcelona (c. 653-654-c. 666). En ellas, quiso exponer de manera sistemática los puntos más importantes del cristianismo desde una doble perspectiva: dogmática y ascética. Si por su estilo y estructura este escrito es deudor de la obra homónima de Isidoro de Sevilla (c. 600-636), desde un punto de vista doctrinal reproduce, en especial, las enseñanzas de Gregorio Magno.

Su finalidad, sin embargo, no es tanto presentar un tratado teológico destinado a los especialistas en la materia, cuanto ofrecer al común de las gentes una suerte de manual en el que se puedan encontrar los principales pecados que amenazan al cristiano y la vía más saludable para conseguir la perfección cristiana. Este tratado aparece precedido en su tradición manuscrita por la carta-prefacio dedicatoria a Quírico de Barcelona, la respuesta de éste, y un pequeño epigrama de doce hexámetros, asimismo de Tajón, en el que se exhorta al lector a leer la obra que sigue en razón de las provechosas enseñanzas que pueden extraerse de ella.

La única otra obra de Tajón que se ha conservado que no plantee problemas de autoría es la citada carta a Eugenio II de Toledo, conservada en algunos códices de los Moralia in Iob de Gregorio Magno. Por ella se sabe que su propósito era servir como introducción a otra obra de Tajón, hoy perdida, al menos en su mayor parte: una especie de índice de todos aquellos pasajes bíblicos objeto de comentario por parte de Gregorio Magno en sus escritos, que el de Zaragoza habría organizado siguiendo el orden de los libros de la Biblia, a imitación del Liber testimoniorum Veteris Testamenti de Paterio, uno de los secretarios del citado Papa. Sólo habrían quedado fuera de este índice aquellos pasajes que Gregorio Magno había estudiado en los tratados exegéticos que dedicó con carácter monográfico a algunos de los libros bíblicos, como Job, Ezequiel o los Evangelios. El resultado fue una voluminosa compilación compuesta por cuatro códices dedicados al Antiguo Testamento y dos más al Nuevo. De acuerdo con lo dicho, esta obra debe fecharse entre el viaje de Tajón a Roma, de hacia 650-651, y la muerte de Eugenio II, acaecida en 657.

Vega propuso identificar esta obra con unos fragmentos de unos Comentarios bíblicos (Cantar de los Cantares, Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría y Eclesiástico) basados fundamentalmente en citas directas tomadas de los escritos de Gregorio Magno y conservados en algunos códices hispanos, obra que denominó bajo el título general de Excerpta S. Gregorii. Aunque, en general, la crítica ha rechazado la atribución de estos Comentarios a Tajón, el estudio más completo de los mismos, debido a Palacios Martín, considera con buenos argumentos al de Zaragoza como el autor más probable de los mismos: los distintos Comentarios aparecen precedidos de breves prefacios, como se sabe que hizo Tajón; existen en ellos claros paralelismos con las Sententiae de Tajón; su método de composición recuerda al de éste; y, en fin, en el Comentario al Cantar de los Cantares no se recoge ninguna cita de las Homiliae in Canticum canticorum atribuidas a Gregorio Magno, justamente el procedimiento seguido por Tajón en su citada compilación. El problema sigue, no obstante, abierto.

Otro grave problema de atribución es el planteado por un opúsculo titulado De aenigmatibus Salomonis, que en algunos manuscritos sigue a los Comentarios citados anteriormente y que no es más que un comentario de los Proverbios dependiente, sobre todo, de los Moralia in Iob de Gregorio Magno. Su autor, que algunos códices identifican con Justo de Toledo (633-636), presentándose la obra como anónima en otros, señala que su propósito es completar con su nuevo comentario otro más amplio elaborado por él mismo. Así, dado que este opúsculo continúa siempre a los Excerpta atribuidos a Tajón, que contienen, a su vez, un comentario de los Proverbios, del que depende el De aenigmatibus Salomonis, la crítica considera que los dos escritos son verosímilmente obra del mismo autor. Y dado que tanto Vega como Étaix han rechazado de forma convincente la atribución de estas composiciones a Justo de Toledo, podríamos estar ante una obra más de Tajón de Zaragoza.

Acaso se deba, asimismo, a Tajón la recopilación y difusión del Epistularium de Braulio de Zaragoza, el más importante que ha legado la Hispania visigoda.

 

Obras de ~: [escritos], en M. Risco (ed.), España Sagrada, vol. XXXI, Madrid, Joaquín Rodríguez, 1859, págs. 171546; A. C. Vega (ed.), España Sagrada, vol. LVI, Madrid, Real Academia de la Historia, 1957, págs. 263399 y 411-419; L. Riesco Terrero (ed.), Epistolario de San Braulio. Introducción, edición crítica y traducción, Sevilla, Universidad, 1975, pág. 154; M. C. Díaz y Díaz (ed.), Libros y librerías en la Rioja altomedieval, Logroño, Gobierno de La Rioja-Instituto de Estudios Riojanos, 1991, págs. 342346.

 

Bibl.: A. E. Anspach, Taionis et Isidori nova fragmenta et opera, Madrid, Imprenta de C. Bermejo, 1930; J. Madoz, “Tajón de Zaragoza y su viaje a Roma”, en Mélanges Joseph de Ghellinck, S. J., vol. I, Gembloux, J. Duculot, 1951, págs. 345-360; R. Étaix, “Note sur le De aenigmatibus Salomonis”, en Mélanges de Science Religieuse, 15 (1958), págs. 137-142; L. Robles, “Tajón de Zaragoza, continuador de Isidoro”, en Saitabi, 21 (1971), págs. 19-25; U. D. del Val, “Tajón de Zaragoza”, en Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2516-2517; A. Palacios Martín, “Tajón de Zaragoza y la Explicatio in Cantica Canticorum”, en Anuario de Estudios Filológicos, 3 (1980), págs. 115-127; M. Gorman, “The Visigothic Commentary on Genesis in Autun 27 (S. 29)”, en Recherches Augustiniennes, 30 (1997), págs. 167- 277 (reimpr., Biblical Commentaries from the Early Middle Ages, Firenze, Edizioni del Galluzzo, 2002, n.º 11, págs. 323433); U. Domínguez del Val, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, vol. IV, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998, págs. 97-112; S. Iranzo Abellán, “Composiciones poéticas menores de época visigoda”, en J. Hamesse (ed.), Roma, magistra mundi. Itineraria culturae medieualis. Parui flores. Mélanges offerts au Père L. E. Boyle à l’occasion de son 75e anniversaire, Louvain-la-Neuve, Fédération Internationale des Instituts d’Études Médiévales, 1998, págs. 190-199; M. C. Díaz y Díaz, “Escritores de la Península Ibérica”, en A. di Berardino (ed.), Patrología IV. Del Concilio de Calcedonia (451) a Beda. Los Padres Latinos, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2000, págs. 71-145 (espec., págs. 131-134).

 

José Carlos Martín Iglesias

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