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Juan Bautista Vázquez

Biografía

Vázquez, Juan Bautista. El Viejo. ¿Pelayos? (Salamanca), c. 1525 – Sevilla, 12.VII.1588 ant. Escultor, arquitecto de retablos, pintor, dibujante y grabador.

Nacido hacia el año de 1525, según López Martínez (1939) posiblemente en Pelayos (Salamanca), era hijo del matrimonio domiciliado en Ávila formado por Isabel Vázquez y Juan Alonso. Los primeros datos conocidos sobre su vida lo sitúan en esta ciudad con taller abierto antes de 1553 y en el que recibe como aprendiz a Gerónimo Hernández, el futuro gran escultor de Sevilla, del que fue su tutor desde 1557 y hasta 1578, año en que su pupilo le reclama las cuentas de su tutoría. Estuvo casado con Andrea Hernández, hermana del escultor Juan de Oviedo Hernández el Viejo, de cuyo matrimonio nacieron su primogénito y sucesor artístico Juan Bautista Vázquez el Joven y Agustina de la Cruz. Llamado a Sevilla para concluir las obras dejadas sin terminar por Isidro Villoldo por el poder de su viuda suscrito en Ávila en 1558, contrae segundas nupcias en 1570 con María Bonilla, hija del pintor Juan de Zamora que muere pronto, pues en 1572 casa por tercera vez con Isabel Valdés, con la que tuvo otros cuatro hijos. Tuvo como discípulos al granadino Melchor Turín y al portugués Amador López y a otros muchos algunos de la categoría de Jerónimo Hernández. Se citan como oficiales a su cuñado Oviedo el Viejo, a Miguel Adán y, recientemente, se ha conocido que también lo fue Gaspar Núñez Delgado.

No se tienen noticias sobre su formación, pero se sugiere que debió de haber trabajado en Italia pues la noticia dada por Zani en su obra sobre los artistas de Parma sobre un “B. Vazquez spagnuolo, incisore a bulino” apunta con mucha probabilidad a que los datos se refieran al escultor en estudio del que efectivamente se conoce su labor como grabador y que además, según los aportados por Rodríguez Quintana, firma en Toledo el 14 de octubre de 1559 un contrato de compañía con el platero Alejo de Montoya “para ynprimir papeles de stanpa ansi tallados de buril como de aguafuerte”, técnica poco difundida en España. Los claros italianismos de su obra, más acusados que los que pudo conocer en España, apoyan esta hipotética formación en Italia.

De la etapa abulense destaca la famosa Piedad de su catedral, atribuida al escultor por Gómez Moreno (1931), copia literal en mármol de Carrara de la realizada por Miguel Ángel, salvo en pequeños detalles, como la posición de la cabeza del Cristo, casi reclinada en el hombro de la Madre y la posición de la mano izquierda de ésta que sujeta hacia sí el cuerpo del Hijo, en actitud más maternal que su modelo. Se ha detectado la huella de su arte en otras obras de esta provincia y Parrado destaca su influencia en la obra de Pedro de Salamanca.

Los años de 1552 y 1553, aún vecino de Ávila, recibe los primeros encargos en Toledo para cuya catedral realiza la Virgen de la Anunciación, grupo completado por Nicolás de Vergara el Viejo, en la Puerta del Reloj, y un Ángel sobre el arco toral. Desde el año de 1554 fija su residencia en la Ciudad Imperial, asociado en muchas de sus obras con Nicolás de Vergara el Viejo. No se conoce la fecha del posible contrato de Compañía, independiente y anterior al que efectivamente se alude en otro documento dado a conocer por Marías sobre “cierto asiento e concierto e companya” que en fecha desconocida habían firmado Nicolás de Vergara el Viejo y Esteban Jordán con Bautista Vázquez el Viejo, para “todas las obras q fuesen [...] del arzobispado de Toledo”, cancelado en 1573 y del que no se tienen otros datos. Su ingente labor toledana abarca las tierras alcarreñas y otras dependientes del poderoso Arzobispado de Toledo para cuya catedral aún se encarga de 1559 a 1561 de los dos retablos del Crucifijo y de San Bartolomé, con la colaboración de Vergara en el primero y la del pintor Comontes en ambos.

Su primer retablo en tierras de Guadalajara es el contratado en 1554 para la parroquia de Almonacid de Zorita, dependiente de la Orden de Calatrava, con trazas del pintor toledano Juan Correa de Vivar. Se conserva en la Colegiata de Torrelaguna el altorrelieve, que lo presidía, de la Virgen de la Paz, con recuerdos de su Piedad de Ávila y las figuras de su Calvario, la Virgen y San Juan, al que se le repuso la cabeza y el resto de su conjunto en el Convento de Oblatas de Oropesa (Toledo). El magnífico retablo de la Parroquia de Mondéjar (Guadalajara), desaparecido en 1936, fue contratado antes del año de 1555 que Vergara y Vázquez reclaman su pago, según documentó Juan Catalina García y posteriormente Layna Serrano. Gracias a Weise pudo estudiarse a través de sus magníficas fotografías. Sobre un banco de gran desarrollo con figuras de los Apóstoles agrupadas de tres en tres se yerguen los tres pisos y alto remate del retablo organizado en tres calles con entrecalles; solución un tanto arcaica con recuerdos del retablo de la capilla del Obispo obra de Francisco Giralte, precisamente uno de sus tasadores. Posiblemente la parte derecha, con excepción de la figura de San Juan, junto a la custodia, se encomendó a Vergara, por sus figuras más robustas y frontales que las siluetas más nerviosas, helicoidales, de Vázquez en la parte izquierda. Parte del retablo se hizo en Huéscar (Granada) donde posiblemente se encontraba Vázquez encargado con Vergara y el pintor toledano Luis de Velasco, el mismo año de 1555, del desaparecido retablo de la iglesia de esta villa granadina, dependiente del Arzobispado de Toledo. En esta misma fecha, Vázquez se compromete a terminar el sepulcro para Fernando de Córdoba, clavero de la Orden de Calatrava, a colocar en su fundación de Santo Domingo de Almagro (Ciudad Real). Su base de jaspe se encuentra en su lugar de origen y nosotros propusimos la identificación del bulto sepulcral vendido en 1835 con un interesante yacente en mármol con la cruz de Calatrava en el pecho, en el Museo Arqueológico Nacional desde 1899, similar en muchos detalles al sepulcro del inquisidor Corro que Vázquez realiza en su etapa sevillana. Otra de sus obras documentadas en Guadalajara es el retablo de Fuentelaencina. Dos distintos contratos encomendaban su pintura el año de 1556, uno a Luis de Velasco, fiado por Nicolás de Vergara que a su vez aparecía avalado por Juan Bautista Vázquez —“ conoce a los dichos [...] de más de quatro años [...] que son abonados para ser fiadores [...] porque [...] el dicho Nicolás de Vergara [tiene] una casa y que él [Vázquez] es de hedad de treinta e dos años poco más o menos” —; la segunda escritura encarga la pintura a Diego de Madrid, fiado por el escultor seguntino Martín de Vandoma. El estudio estilístico completa la documentación y permite atribuir las pinturas del retablo a Diego de Madrid, las historias escultóricas de su calle central a Vandoma que encabeza el grupo seguntino enfrentado con el toledano del pintor Velasco y los escultores Vázquez y Vergara, impuestos por el Cardenal Martínez Silíceo y que se ocuparían, Vázquez de la estructura y con Vergara del resto de las esculturas y Velasco de su policromía. Asentado sobre un alto sotabanco con los escudos en relieve del cardenal Silíceo, el de la villa de Fuentelaencina y el del Emperador Carlos V se elevan sobre el banco con historias en relieve sus tres cuerpos con remate y tres calles con entrecalles en los que las cajas se destinan a pintura y sólo aparecen las bellas esculturas de los Apóstoles bajo nichos avenerados en las entrecalles y el Calvario en el remate con otras figuras.

Entre otras obras de esta etapa toledana destaca el bello retablo de Santa María la Blanca en Toledo encargo del cardenal Martínez Silíceo a Vázquez y Vergara del año 1556. Se debe a Vázquez la estructura más progresista del retablo, sin entrecalles, de dos cuerpos con alto pedestal y airoso remate típico del escultor, las figuras hercúleas, recostadas, de la predela, la Magdalena y una sibila, anteriores a las que Becerra esculpió en Astorga y los magníficos relieves de la Huida a Egipto y la fina Epifanía, pudiéndose atribuir a Vergara la Adoración de los Pastores. Se le añadió posteriormente el relieve de la Anunciación.

La portada del Colegio de las Doncellas de Toledo presenta un relieve en mármol de Carrara con la imagen de Nuestra Señora de los Remedios ante la que aparecen arrodillados el citado Cardenal, su sobrino y tres bellas figuras femeninas. La obra fue contratada con Vázquez el año de 1558, para la que presenta un bello dibujo, localizado por Palomero, único conocido del artista. Hay otras noticias más o menos directas sobre su intervención en otras obras en la zona como las referidas a los retablos de Villar del Pedroso (Cáceres) contratado por Vázquez, Vergara y Velasco, que se traspasa a otros artistas o la que concierne al de la iglesia del El Casar (Toledo). También se le han atribuido otras obras, entre las cuales quizás la más significativa sea la del retablo del trascoro de la Catedral de Burgo de Osma, de estructura muy original de un solo cuerpo con siete calles y un complicado remate, especie de templete circular, en la actualidad separado del conjunto. Sus bellísimas esculturas, como la del San Miguel y los Santos Cosme y Damián o el San Pedro del templete, aparecen muy próximas al arte de Vázquez Su estancia en Sevilla se inicia el año de 1561, aún vecino de Toledo, encargado de terminar el retablo de la Cartuja de las Cuevas que dejó sin concluir Isidro Villoldo y allí residió hasta su muerte en 1588.

Su labor en estas tierras se extiende a toda Andalucía y abarca prácticamente todos los campos de la escultura en sus distintos materiales (madera, mármol, bronce), sea la retablística, la devocional de imágenes exentas incluida la procesional, la funeraria, la construcción de monumentos efímeros, la mitológica o la tan inusual decoración de la Nao de don Juan de Austria. De su época sevillana, son los escasos restos de su arte del grabado, sus perdidas obras de pintura, su trabajo en la lauda funeraria en bronce de Perafán de Ribera, sus modelos para ser fundidos en bronce y la difusión de su obra en América.

El año 1562 se ocupa de los relieves en las alas del Retablo mayor de la Catedral, en el que repite el de la Huida a Egipto toledano de Santa María la Blanca y otros con temas del Génesis como el finísimo de la Creación de Eva. Con la colaboración de Juan Giralte se le paga el mismo año las esculturillas para el remate del tenebrario diseñado por Hernán Ruiz II, posiblemente ejecutadas por “los patrones con que se obieren de fundir” por Morel, equipo, con la excepción de Giralte, que quizás unido por trato de compañía aparece en otras obras como el perdido candelabro para la Cartuja de las Cuevas (1561) documentado por Morales. Algo más tarde, en 1565, se le encarga, para el templete que corona el gran facistol de la Catedral, una bellísima Virgen con el Niño en pie, uno de sus prototipos marianos que repite su atribuida Virgen de las Fiebres procedente de la Iglesia de la Magdalena donde efectivamente trabajó el escultor en 1564 o su documentada Virgen de la Piña (1577), en la iglesia de Santa María de la Oliva en Lebrija (Sevilla) que dentro del modelo denuncia la influencia romanista que introducirá en Sevilla su discípulo Hernández.

Completa el templete con un Crucifijo y los cuatro Evangelistas en mal estado de conservación, siendo también responsable de los dibujos “para el embutido de lo alto”, frase de significado no aclarado. Ya por estas fechas, su nombre aparece en obras de gran importancia de la provincia de Sevilla donde se ocupa del gran retablo de la Iglesia de Santa María, en Carmona (Sevilla) por “dexamiento” de Nufro Ortega en 1563. De estructura más clasicista, se compone de cuatro cuerpos y cinco calles con banco y alto remate.

La Virgen con el Niño, sedente, elegante y de suave expresión preside su calle central y aunque típica de su arte refleja no obstante la influencia del modelo de Torrigiano. Por estas fechas de 1563, labra, para el hastial de la Iglesia de las Cinco Llagas, las figuras de relieve en mármol genovés de las tres Virtudes Teologales con las que inicia su serie de trabajos sevillanos en este material y por semejanzas estilísticas se le atribuye el precioso tondo de la Virgen con el Niño que hoy decora la portada de la Iglesia de la Universidad (1565-1575). En 1564, por condiciones de Hernán Ruiz II se ocupa del monumento sepulcral de Antonio Corro que se conserva en la Colegiata de San Vicente de la Barquera (Santander), es una de sus mejores obras en mármol de Carrara, destaca la serenidad del yacente y la finura de la decoración de la cama sepulcral. La obra decidió al cliente a encargarle en 1565 la Portada y Tabernáculo del Sagrario de la Catedral en mármol, obra no terminada según consta en su testamento, dado a conocer por Carrasco, donde, posteriormente, se ocupa de la fastuosa decoración de su Sala Capitular para la que se le encarga en 1583 “un dibujo y un modelo grande” para el banco y en la que se le atribuye el relieve de la Asunción de la Virgen inspirado directamente en un grabado de un dibujo de Zúccaro, lo que confirma las palabras de Pacheco sobre la práctica en su taller y en el de Pesquera de utilizar este tipo de materiales. Entre 1565 y 1568, se lleva a cabo la monumental figura de la Fe, el famoso “Giraldillo”, para coronar el remate final que Hernán Ruiz había añadido a la Giralda. Encargado de su arquitectura el mismo Hernán Ruiz y de su diseño Luis de Vargas, se atribuye a Vázquez el modelo escultórico tanto por el estilo de la figura, fundida por Morel, como por el equipo que interviene en su ejecución. Los años de 1565 a 1570 ocupan a Vázquez en innumerables obras en la provincia sevillana como el conservado retablo de San Lorenzo, con el pintor Pedro de Villegas, para la iglesia de la Asunción de Écija (1570), y otras varias, perdidas, en la de Huelva. Más interés presenta el encargo que se le hizo en 1569 para decorar la popa de la famosa Nao de don Juan de Austria, la Galera Real cuya descripción por Juan de Malara permitió la reconstrucción moderna de su maqueta en los Museos de las Atarazanas de Barcelona. El citado texto determina que para “poner en perfección [...] y dar forma a la popa y galera [...] se reparte la labor de dicha popa en quadros, términos y frisos. Los quadros serán de pintura los términos de medio relieve entallados en madera, y los frisos de baxo relieve y esto sin las obras llenas de madera, que han de tener conforme a lo ordinario [...]”. Juan Bautista Vázquez se ocupará del trabajo de escultura y Benvenuto Tortello de lo tocante a la arquitectura de acuerdo a la traza final dada por Cristóbal de las Casas. Vázquez realizó nueve historias en madera de nogal “embutido lo que es historia con la taracea cortadas en piezas de naranjo” otra faceta del arte del escultor que recuerda trabajos similares genoveses.

Los muy recientes estudios sobre esta interesantísima obra, verdadero Palacio flotante, perdida en la batalla de Lepanto (1571) destacan el extenso y complicado programa iconográfico desarrollado en sus pinturas de carácter profano y un número importante de representaciones escultóricas del mismo género. Por estos años, se ocupa con Diego de Pesquera de la realización de tres fuentes (1570-1572) diseñadas por Asensio de Maeda que, por orden del primer conde de Barajas, decoraron los jardines de la Alameda, de las que posiblemente son algunos restos aprovechados en fuentes posteriores. La actividad del artista en esta década de 1570 continúa con otras numerosas obras. Contrata este año el controvertido sepulcro en mármol alabastrino de Francisco Martínez Silíceo para cuyo tío tanto trabajó en Toledo, conservado en mal estado en su capilla de Villagarcía en Badajoz.

Por estas fechas, en 1573 se ocupa de la lauda sepulcral en bronce, fundida por Morel, de Perafán de Ribera, primer duque de Alcalá, muerto en 1571 que en su testamento aclara que la “dexo hecha para este efecto” en la que destaca el bellísimo dibujo de la efigie del difunto. Contrata con su suegro, el pintor Juan de Zamora, obras para la iglesia de San Pedro de Sevilla y aún en 1571, probablemente, contrata el retablo de la Sagrada Lanzada en el Convento de la Madre de Dios, en la Capilla del Correo, Rodrigo Jerez, personaje relacionado con Lima que pudo proporcionar a Vázquez los encargos que recibe de aquellas tierras. El año de 1572 su pupilo Jerónimo Hernández contrata el suntuoso retablo de la parroquia de San Mateo de Lucena (Córdoba), cuya imaginería se encomienda a Vázquez y su taller con la excepción de los relieves del banco y del remate, obra de Hernández.

La monumental fábrica concebida bajo presupuestos serlio-palladianos consta de tres cuerpos y cinco calles en los que destaca la belleza de los relieves enmarcados por arcos de medio punto en el primer cuerpo. Se policromó en 1607 por Antonio de Mohedano y recién restaurado se ha podido apreciar la calidad del conjunto y sus partes. Esta prodigiosa labor retablística se extiende por otras regiones andaluzas y así se ocupa con su discípulo granadino Melchor Turín, desde el año de 1575, de la imaginería del magnífico retablo de la iglesia de Santa María en Medina Sidonia (Cádiz). En los nichos de su arcaica estructura, debida en gran parte a Roque de Balduque, se desarrollan sus historias en alto relieve, de calidad diversa que denuncian en muchos casos la mano de Turín pero siempre bajo la directriz de Vázquez. El año 1574 contrata, por orden del Cabildo, la imagen de San Pablo, recientemente localizada por Porres en la iglesia de su advocación en Écija pero no se conoce su exacta intervención hacia 1579 en la Capilla de la Encarnación de la Catedral de Málaga, ciudad con la que había tenido contactos anteriores y es muy larga la lista de obras emprendidas en estos últimos años de su vida perdidas o no localizadas.

En su importante obra americana, destaca el retablo del Rosario para la iglesia de Santo Domingo de Lima que alberga una imagen de la Virgen, de Roque de Balduque, otro de los artistas al que sustituyó en muchos casos, el finísimo Calvario de la Catedral de Tunja (Colombia) (1583) y el Resucitado del Monasterio de Montserrat de Bogotá (Colombia) (1584), siendo numerosas las noticias sobre el envío de sus obras a estas tierras incluidas las de México, Ecuador, Puerto Rico y otras y muy claras de las atribuciones a su quehacer de obras localizadas en estos países de Hispanoamérica, avaladas por su estilo y las noticias mencionadas. Los restos de su última obra para Llerena (Badajoz) (1586), en la Capilla del Prior Gonzalo de la Fuente, desmerecen del total de su producción, quizás por el cansancio de la edad, aunque también puede influir en su apreciación el mal estado de conservación de su San Jerónimo que, en madera, sigue el modelo del Torrigiano.

La documentación y algunos escasos restos nos muestran la interesante faceta de Vázquez como pintor, dibujante y grabador, diversificación artística que, como ya se ha dicho, apoya muy directamente su estancia en Italia. Ceán Bermúdez, siguiendo a Pacheco, mencionó su perdida pintura de la Virgen de la Granada en la Catedral de Sevilla y también desaparecieron lógicamente las pinturas que realiza para unos monumentos efímeros en Toledo y Carmona. Tampoco se han localizado los dibujos de las trazas que hubo de presentar en la ejecución de sus obras como el que menciona la documentación para el banco de las Salas Capitulares de la Catedral de Sevilla, pues sólo se conoce el citado del Colegio de las Doncellas, bello dibujo que contornea las siluetas de la Virgen sedente con el Niño en el halda y las de las tres jóvenes a su lado izquierdo y a la derecha las de las figuras del cardenal con su sobrino.

La maestría de sus líneas levemente sombreadas presenta claros recuerdos no sólo de Berruguete sino de las fuentes de las que éste bebió y otras algo posteriores del círculo del primer manierismo internacional. El dibujo de Juan de Mal Lara realizado por Pacheco en su Libro de Verdaderos Retratos se inspira en el grabado localizado por Palomero que aparece en el libro del célebre humanista, In apthonii progrym.Scholia, conservado en la Biblioteca Nacional de España (Madrid) y que incluye una inscripción alusiva al grabador “Baptista expressit Vasques...” y presenta un segundo grabado enmarcando la dedicatoria al Conde de Gelves en 1567 con las iniciales del artista: B y V. Un tercer grabado se reproduce en una de las obras más conocidas de Mal Lara, su Philosophia Vulgar, también en la Biblioteca Nacional de Madrid, en el que aparecen las iniciales del escultor “IBV” enmarcadas en una cartela. Vázquez delinea con soltura sombreando con finas líneas en paralelo produciendo la sensación buscada de claroscuro y volumen.

El conjunto de toda su obra define su estilo sereno, elegante, preciosista, lejos de las obras de Berruguete que, no obstante, influyó en su obra, sin apenas brotes del miguelangelismo, aunque también bebiera en esta cantera, más en la línea sansovinesca florentina aunque su suave manierismo apunta efectivamente a Parma, y no sólo por la cita de Zani, y también denuncia otras influencias quizás del círculo romano de Perino del Vaga de hacia 1545-1546.

El 10 de junio de 1588 otorgó testamento en Sevilla, cuya apertura se produjo el 12 de julio siguiente.

 

Obras de ~: Virgen de la Paz (procede del retablo de Almonacid de Zorita, Guadalajara), Colegiata, Torrelaguna (Madrid), 1554; Sepulcro de Don Fernando de Córdoba, Clavero de Calatrava (atrib.), 1555, Madrid, Museo Arqueológico Nacional; con N. de Vergara el Viejo, Retablo, Iglesia de Santa María la Blanca, Toledo, 1556; con N. de Vergara el Viejo y Martín de Vandoma, Retablo, Iglesia parroquial, Fuentelaencina (Guadalajara), 1556; Piedad, Catedral, capilla de Nuestra Señora la Blanca o de la Piedad (antes de la Trasfixión) Ávila, c. 1558 (atrib.); Relieve y escudos de la Portada (el Dibujo de la traza en la Institución), Colegio de Doncellas Nobles, Toledo, 1558; Relieves en las alas del Retablo Mayor- Creación de Eva-, etc., Catedral, Sevilla, 1562; Retablo, Iglesia de Santa María, Carmona (Sevilla), 1563; Sepulcro del Inquisidor D. Antonio Corro, Colegiata, San Vicente de la Barquera (Santander), 1564; Remate con las figuras de la Virgen con el Niño y otras, Facistol, Catedral, Sevilla, 1565; El Giraldillo o la Fe, La Giralda, Sevilla, 1565-1568 (atrib.); Grabados, en el ejemplar de la obra de Mal Lara In Aphtonii Progrym. Scholia, 1567, Biblioteca Nacional, Madrid; Lauda sepulcral de Perafán de Ribera, I Duque de Alcalá (fundido por Morel), Panteón de sevillanos ilustres, Universidad de Sevilla, antes de 1571; con J. Hernández, Retablo, Iglesia parroquial de San Mateo, Lucena (Córdoba), 1572; con Roque de Balduque (la traza) y con Melchor Turín (imaginería), Retablo, Iglesia de Santa María, Medina Sidonia (Cádiz), 1575; Calvario, Catedral, Tunja (Colombia) 1583; La Asunción (atrib.), Salas Capitulares, Catedral Sevilla, 1583.

 

Bibl.: F. Pacheco, Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables Varones, Sevilla, 1599 (ed. facs. del original conservado en el Museo Lázaro Galdiano, transcr. de M.ª de los S. García Felguera, pról. de D. Angulo, Madrid, Turner, 1983); Arte de la Pintura, Ms. 1638 (ed. de F. J. Sánchez Cantón, Madrid, Maestre, 1956, 2 vols.); J. A. Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres Profesores de las Bellas Artes, Madrid, Impr. Vda. de Ibarra, 1800, 6 vols.; P. Zani, Enciclopedia metódica crítico ragionata delle Belle Arti, Parma, 1820; J. Gestoso Pérez, Sevilla monumental artística y topográfica. Historia y descripción, Sevilla, El Conservador, 1889-1892, 3 vols.; Ensayo de un diccionario de los artistas que florecieron en Sevilla desde el siglo XIII hasta el XVIII inclusive, Sevilla, Oficina de la Andalucía Moderna, 1889-1908. 3 vols.; C. Muñoz y Manzano, Conde de la Viñaza, Adiciones al Diccionario de Ceán Bermúdez, Madrid, 1889-1894, 4 vols.; M. 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Margarita Estella Marcos

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