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Francisco Antonio Ruiz Gijón

Biografía

Ruiz Gijón, Francisco Antonio. Utrera (Sevilla), 1653 – Sevilla, 1720. Escultor.

Se trasladó muy tempranamente con su familia a Sevilla, donde se formó como artista y desarrolló la mayor parte de su obra, que se inscribe en la mejor tradición de la imaginería andaluza. Fue autor de barrocas y dinámicas composiciones, de hondo realismo, muy a tono con las preferencias populares, lo que le valió el reconocimiento de sus contemporáneos.

En Sevilla, fue discípulo de Roldán durante un tiempo, y más adelante entró en el taller de Andrés Cansino. En 1670, a la muerte de éste, se hizo cargo del taller y se casó con su viuda. Unos años más tarde, en 1677, muerta ella, contrajo segundas nupcias con Isabel de Ascensión.

Ruiz Gijón es un artista de personalidad peculiar, envuelta en un cierto halo de misterio, que ha propiciado todo tipo de leyendas. Se trata de un escultor prolífico, que en su evolución busca la renovación constante de tipos, inspirándose en numerosas ocasiones en la realidad más cercana. Entre las fuentes de su producción, la tradición local es uno de sus referentes principales; se inspira en la abundante y variada obra de los maestros del manierismo, Martínez Montañés y Juan de Mesa, especialmente en su primera producción artística, así como en la obra de su preceptor Pedro Roldán y otros contemporáneos. Se le ha considerado como el artista más extremo del arte escultórico sevillano, que supo recoger y asimilar la producción de los maestros anteriores y enriquecerla con una marcada personalidad propia.

La primera obra documentada del imaginero utrerano es la talla de Jesús Nazareno encargada en el año 1671 por la Hermandad de Pescadores de Alcalá del Río. La producción de estos años es todavía inmadura, llena de indecisiones estilísticas. También se le atribuye el conocido como Nazareno de Mairena, obra posiblemente realizada por el escultor en 1674, originariamente en el Convento de San Francisco de Carmona, hasta la destrucción del mismo en la década de 1930, cuando fue trasladada a Mairena. Son obras de rasgos muy marcados y de un sentimiento trágico y emotivo, exteriorizado en el semblante sin llegar a descomponerlo.

Otras obras de estos años son la talla de Santa Ana y la Virgen Niña, de la iglesia de la Magdalena en Sevilla (1675), en la que trata el tema de la educación de la Virgen. La figura de santa Ana, aparece sentada, en actitud solemne, concebida como una robusta matrona, de rasgos avejentados. La figura de la niña tiene un mayor dinamismo y un rostro más expresivo.

También el Cristo de los Vaqueros, obra de 1677, venerado en la Ermita de la Virgen de Escardiel de la localidad sevillana de Castilblanco del Arroyo. Otra bella composición es el San José de la iglesia de San Nicolás en Sevilla (1678). De 1680 datan las tallas de los cuatro evangelistas de la Hermandad del Museo en Sevilla.

En la años siguientes realiza las obras cumbres de su producción artística, magistrales muestras de un estilo realista y extremadamente expresivo que busca conmover al espectador. Su obra más importante es el Cristo de la Expiración, conocido con el nombre popular de El Cachorro, que se venera en la Capilla de la Virgen del Patrocinio de Sevilla, comenzada en 1682 y terminada siete años después. Se trata de una de las figuras más perfectas de la imaginería andaluza, por dibujo, modelado, talla, policromía, verismo anatómico y magnífica expresión del rigor mortis. La talla está hecha en pino de Flandes y mide 1,89 metros.

La impresionante imagen del Cristo de la Expiración representa el instante de su muerte, su rostro mira al cielo con la boca entreabierta. Ruiz Gijón ha conseguido en esta imagen eternizar el momento de la expiración, ese último suspiro de agonía. Toda la imagen es movimiento y ritmo ascensional, potenciándose el efecto barroco en el paño de pureza: el paño de tres fragmentos se sujeta con una cuerda, y parece agitarse sacudido por un intenso viento. Este Cristo es conocido por el nombre de El Cachorro, según cuenta la leyenda, por ser el nombre de un gitano de la familia Heredia, con dicho apodo, que, apuñalado, agonizó en presencia del escultor sirviendo de involuntario modelo para esta obra de arte.

En 1687 ejecutó la figura de Simón Cirineo, que posee la Cofradía de Jesús Nazareno de las Tres Caídas, de la parroquial sevillana de San Isidoro. Se presenta encorvada y con ropajes tallados al estilo del campesinado medieval. Es una representación extraordinariamente veraz de un hombre de pueblo, por lo que pudiera tratarse también de un retrato. Ruiz Gijón ha logrado expresar con un agudo naturalismo, el esfuerzo del hombre que ayuda a Jesús a cargar con el peso de la cruz. A la calidad del dibujo, composición, modelado y talla de la figura, se une una magnífica policromía. Esta figura aparece reproducida unos años más tarde en una cartela de las andas del Cristo del Gran Poder.

Será entre los años 1688 y 1692, cuando Ruiz Gijón realiza las andas procesionales de la imagen sevillana de Jesús del Gran Poder, cuyas dimensiones son 2,36 por 4 por 1,52 metros. De fuerte dinamismo compositivo, han servido de modelo de cuantas en madera tallada, dorada y policromada se han hecho con posterioridad. Ensamblados en la talla, se hallan varios relieves: la Destrucción del Templo por Sansón, Moisés tocando con su vara la peña, la entrada de los animales en el Arca de Noé, la vuelta del hijo pródigo, Jesús es ayudado a llevar la cruz por Simón de Cirene, el prendimiento de Jesús, Jesús atado a la columna y golpes que le dieron los soldados de Jesús en el Pretorio. El éxito de esta obra llevó al artista a contratar otras análogas para diversas cofradías, pero o bien no se conservan o han sido objeto de numerosas intervenciones posteriores.

Como ejemplo, en 1694 talla y diseña la canastilla para el paso del Santísimo Cristo del Amor, que aún conserva cuatro ángeles mancebos sobre repisas con lemas alegóricos, obras del autor.

En el 1705, realiza Ruiz Gijón la Divina Pastora para la Hermandad sevillana de Santa Marina. Está labrada en ciprés y mide 1,27 metros. Se trata de la primera representación escultórica de la Virgen María en tan evocador título de Pastora. El tema es profundamente sevillano ya que fue en esta ciudad donde empieza la devoción a esta advocación de la madre de Dios. El imaginero sigue con respeto la revelación mística de fray Isidoro de Sevilla. La Virgen aparece representada con ropaje de pastora, en actitud sedente, rodeada por algunas ovejas.

 

Obras de ~: Jesús Nazareno, 1671; Jesús Nazareno, 1674; Santa Ana y la Virgen Niña, 1675; Cristo de los Vaqueros, 1677; San José, 1678; Evangelistas, 1680; Cristo de la Expiración, 1682-1689; Simón de Cirene, 1687; Andas del Cristo de Jesús del Gran Poder, 1688-1692; Andas del Cristo del Amor, 1694; Divina Pastora, 1705.

 

Bibl.: J. M. Palomero Páramo, Las vírgenes de la Semana Santa de Sevilla, Sevilla, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, 1983; La imaginería procesional sevillana: misterios, nazarenos y cristos, Sevilla, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, 1987; Y. V. Olmedo Sánchez, “Las estéticas sevillana y granadina a través de la personalidad artística de dos imagineros: Francisco Ruiz Gijón y José de Mora”, en Boletín de las Cofradías de Sevilla, 419 (1994), págs. 34-38; F. Quiles Garcia, “Una posible obra de juventud de Ruiz Gijón”, en Laboratorio de Arte: Revista del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, 9 (1996), págs. 333-340; M. Marín Campos, “El Cristo de la Expiración de Ruiz Gijón; realismo y expresividad”, en Boletín de las Cofradías de Sevilla, 445 (1996), págs. 22-26; A. Torrejón Díaz y L. Pérez del Campo, “Procesos de restauración y hallazgos documentales: nuevos datos para la historiografía del patrimonio escultórico andaluz”, en Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 22 (1998), págs. 67-71; J. González Moreno, “Sobre la familia del imaginero Ruiz Gijón”, en Boletín de las Cofradías de Sevilla, 494 (2000), pág. 146; J. Roda Peña, Francisco Antonio Ruiz Gijón, escultor utrerano, Utrera, Siarum Editores, 2003.

 

Cristina Mur de Viu