Yūsuf V: Abū l-Ḥaŷŷāŷ Yūsuf b. Aḥmad b. Yūsuf b. Muḥammad b. Yūsuf b. Ismācīl b. Faraŷ b. Ismācīl b. Yūsuf b. Muḥammad b. Aḥmad b. Muḥammad b. Jamīs b. Naṣr b. Qays al-Jazraŷī al-Anṣārī, al-Mu’ayyad bi-[A]llāh. El Cojo. Granada, u. t. s. XIV – Almería, V.851/VIII.1447 (emirato 849-849 H./1445-1446). Emir de al-Andalus, decimoséptimo sultán de la dinastía de los Nazaríes de Granada, precedido por Muḥammad IX y sucedido por Ismācīl III.
Conviene advertir antes de iniciar esta biografía que se trata del sultán que hasta hace pocos años se identificaba, de forma provisional, como Muḥammad X el Cojo, pero gracias a la edición de una nueva fuente árabe de época nazarí, la Ŷunnat al-riḍà de Ibn cĀṣim (m. 1453), se descubre que se trata realmente de Yūsuf b. Aḥmad, al que las crónicas castellanas denominan solo como “el infante Cojo”. Su correcta identificación supone, entre otras modificaciones, la rectificación de la antigua denominación de tres sultanes posteriores: Muḥammad XI al-Ṣagīr, el Chiquito, (pasa a ser Muḥammad X), Muḥammad XII, Boabdil (pasa a ser Muḥammad XI) y Muḥammad XIII al-Zagal (pasa a ser Muḥammad XII).
Se desconoce su fecha de nacimiento, pero a través de diversos datos de la vida de su padre —nació hacia 1380 o a la largo de esa década— y la suya propia —en 1431 ya dirigió el ejército andalusí en la importante batalla de la Higueruela— cabe situarla aproximadamente en el primer decenio del siglo XV.
Aunque su padre no fue sultán, Yūsuf fue nieto y sobrino de emires. En cuanto a su padre, fue el príncipe Abū l-cAbbās Aḥmad b. Naṣr, uno de los hijos de Yūsuf II (1391-1392) y, por tanto, hermano de Muḥammad VII (1392-1408) y Yūsuf III (1408-1417) al mismo tiempo que nieto del gran Muḥammad V (1354-1359 y 1362-1391). Por lo que respecta a su madre, Fāṭima al-Ḥurra (“la Noble”, literalmente: “la libre”), era hermana de Muḥammad IX al-Aysar (1419-1427, 1430-1431, 1432-1445 y 1447-1453), quien mantenía con ella una relación muy estrecha y la distinguía con un trato que no dispensaba a nadie; ambos se profesaban un particular afecto.
De su familia también se conoce que tuvo una hermana, a la que su tío Muḥammad IX al-Aysar (el Zurdo o el Izquierdo) se llevó cuando huyó de la Alhambra ante el avance de Yūsuf IV Ibn al-Mawl (1432) en diciembre de 1431.
Su primera actuación conocida se produjo muchos años antes de ocupar el trono, en 1431, y consistió en el mando del ejército nazarí en la famosa batalla de la Higueruela en las cercanías de Granada frente al poderoso ejército castellano de Juan II.
A finales de diciembre de 1431 acompañó a su tío Muḥammad IX al-Aysar (el Zurdo o el Izquierdo) cuando este abandonó la Alhambra huyendo del avance de Yūsuf IV Ibn al-Mawl. Por tanto, también se dirigió a Almería y de allí se trasladó a la cora de Rayya, donde fueron acogidos muy favorablemente en Vélez-Málaga.
Tras ello, participó activamente en la recuperación del poder de su tío, hasta el punto de que se puede considerar que fue el artífice de la misma ya que su contribución resultó fundamental: dirigió las tropas de al-Aysar desde Málaga a Granada, entró en la capital, sitió la Alhambra y se enfrentó en las afueras de la ciudad a las fuerzas castellanas del adelantado Diego Gómez de Ribera coligadas con las de Yūsuf IV Ibn al-Mawl en marzo de 1432. Consiguió así que la capital abriera las puertas y reconociera a al-Aysar y una vez que este entró en la ciudad, siguió dirigiendo el asedio al emir Yūsuf IV hasta conseguir entrar en el Generalife y desde allí abrir las puertas de la propia Alhambra, por su parte trasera, a finales de abril.
A las pocas semanas, el verano de ese mismo 1432 y ya con su tío al-Aysar en su tercer reinado, prosiguió su actividad militar. En junio salió de Granada al mando de un contingente para reforzar las tropas de Guadix, que intentaron rechazar la incursión de tala y saqueo de la comarca guadijeña que emprendió el maestre de Calatrava, aunque fueron derrotados por este.
Yūsuf, que vivía en Granada, mantenía buenas relaciones con su tío, pero, por alguna razón, estas relaciones se enturbiaron y decidió marcharse a vivir a las cercanías de Granada, a una alquería situada a dos parasangas de la capital, Huétor Santillán (Qaryat Wād). Sin embargo, la situación no mejoró pues este distanciamiento fue aprovechado por los conspiradores —entre los que se encontraban hombres muy influyentes como el visir cAlī b. cAllāq— para fomentar más el conflicto entre tío y sobrino.
Temiendo el peligro de un desenlace desgraciado, Fāṭima al-Ḥurra medió entre su hijo y su hermano para apaciguar a este último; propuso a al-Aysar que enviara a Yūsuf a la alcazaba de Almería con el nombramiento de alcaide para apartarlo de las intrigas de la capital. Aunque el sultán se resistió en un principio, al final aceptó pues con ello alejaba de la Alhambra a un pretendiente al trono peligroso por el prestigio y popularidad que las numerosas acciones militares de Yūsuf le habían proporcionado. Es posible que esto fuera un acicate para su ambición política y la causa de su distanciamiento con su tío al-Aysar.
Los años siguientes Yūsuf fue ejerciendo su cargo de forma cada vez más independiente hasta mostrar algunos indicios de rebeldía y exigir atribuciones políticas que no le correspondían, como la acuñación de moneda a su nombre, o económicas, como los impuestos de la región. Incluso, envió sus tropas contra el alcaide de Maršāna (Santa Cruz de Marchena), al que asedió, aunque pudo resistir hasta que el sultán mandó para liberarlo al alcaide de Guadix, Muḥammad b. Muḥammad b. Salama.
Lo mismo intentó Yūsuf contra Andaraš (Laujar de Andarax), ante lo cual Muḥammad IX no pudo ignorar más la abierta rebeldía de su sobrino y al frente de su ejército, se dirigió a Almería acompañado de cadíes y ulemas que respaldaran legalmente su autoridad. Pero lejos de amilanarse, Yūsuf se hizo fuerte en la alcazaba y se proclamó sultán. Los partidarios del emir se dividieron y tras un mes de asedio Yūsuf resistió e, incluso, se atrevió a enviar un pequeño contingente contra el campamento de los sitiadores, a los que llegaron a derrotar.
El emir se vio obligado a levantar el cerco y emprender el regreso a Granada, pero la capital y Guadix se habían sublevado en favor de Yūsuf, por lo que al-Aysar se dirigió a Málaga (cabe suponer que no consiguió entrar en la capital). Sin embargo, las poblaciones de la zona se fueron sublevando contra él y reconociendo a Yūsuf: Vélez-Málaga, Coín, Ronda, la Algarbía e, incluso, la propia Málaga. Aunque al-Aysar pudo refugiarse en Álora y Casarabonela, tuvo la gran sabiduría política de renunciar al trono y abdicar en favor de su sobrino Yūsuf, consiguiendo así detener la guerra civil y beneficios para sí mismo: Yūsuf le permitió instalarse en la misma Alhambra, en la residencia llamada al-Dār al-Kabīra, la Casa Grande, y le concedió Salobreña y Motril.
De esta manera y en un periodo de unos cuatro meses, entre abril y agosto de 849/1445, el príncipe alcaide de Almería se convirtió en Yūsuf V y comenzó a organizar su gobierno, antes incluso de que hubiera abdicado Muḥammad IX hacia el mes de julio de ese año.
Con la misma kunya (prenombre de paternidad honorífico) de Abū l-Ḥaŷŷāŷ que llevaron los demás sultanes naṣríes y otros miembros de la familia real llamados Yūsuf, adoptó el título honorífico de al-Mu’ayyad bi-[A]llāh (el Apoyado por Dios), que ya había ostentado su antecesor homónimo, Yūsuf I (1333-1354), uno de los mayores sultanes de la dinastía.
En los primeros meses de su gobierno, en el mismo verano de 1445, se dedicó a organizar la administración y repartir cargos, rentas y privilegios entre sus partidarios, como señalan las crónicas nazaríes y muestra el documento de nombramiento de alcaide de Almería que Yūsuf V emitió con su firma desde la Alhambra el 12 de ŷumādà I de 849/15 de agosto de 1445.
Inmediatamente después de su entronización, tuvo que enfrentarse ya a una sublevación que encabezó un nuevo pretendiente ese mismo verano de 1445, el príncipe Abū l-Walīd Ismācīl. Este aspirante al trono era un pariente de la familia real nazarí que estaba instalado en la corte castellana, donde Juan II mantenía un grupo permanente de refugiados y disidentes granadinos que solían integrarse en la guardia morisca, pagada por el rey castellano.
Ismācīl partió de la corte castellana y se dirigió a Granada para instalarse en Cambil, plaza avanzada de la frontera andalusí. Desde allí se dedicó a provocar nuevas disensiones en el estado nazarí y suscitar la agitación en la capital. Ante ello, Yūsuf V optó por una hábil solución política: la destitución del visir cAlī b. cAllāq al-cĀmirī, responsabilizándolo de la situación, y el nombramiento en su lugar de Abū l-Qāsim Muḥammad b. Yūsuf, de la poderosa familia de los Banū l-Sarrāŷ (los célebres Abencerrajes), lo que logró apaciguar a los sublevados y partidarios de la oposición.
El sublevado Ismācīl comprendió que ya no podría alcanzar sus objetivos por el momento y regresó a Castilla. Recuperada la estabilidad, Yūsuf V no dudó en tomar represalias y detener a los caídes Abū l-Qāsim b. al-Sarrāŷ y su compañero Yūsuf b. Faraŷ b. Kumāša, a los que encarceló y confiscó todos su bienes. Restableció en sus funciones a cAlī b. cAllāq y lo envió al mando del ejército a Guadix para asediar a su alcaide Ibrāhīm b. cAbd al-Barr, que pudo resistir con el apoyo de la población; no obstante, Yūsuf V envió de nuevo a Ibn cAllāq el 26 de ramaḍān de 849/26 de diciembre de 1445, aunque la resistencia del rebelde decidió al visir a negociar y lograr un acuerdo, que se fijó por escrito, el ejército del sultán regresó a Granada el 2 de šawwāl de 849/1 de enero de 1446.
Obtenida así una mínima estabilidad, Yūsuf V pudo recuperar numerosas plazas perdidas anteriormente ante los cristianos, como Ḥiṣn al-Naŷaš, Ḥiṣn al-Barīŷ (en el bajo Almanzora), al parecer los dos Vélez (por el visir y alcaide de Guadix, Ibn cAbd al-Barr, y el de Baza, Yūsuf b. Kumāša, reforzados por al-Aḥsan al-Šarīf), Kurtuš (Cortes de Baza), Galera, Qasṭalla (Castilléjar), Huéscar y Ḥiṣn al-Sikka, si bien existen discrepancias en la identificación y cronología de estas conquistas (aunque hay coincidencia en que fueron realizadas por Yūsuf V y en 1446 o 1447).
Sin embargo, la situación interna seguía siendo inestable. Los partidarios de Muḥammad IX intentaban restaurarlo, pero sus reticencias animaron al alcaide de Guadix, el citado IbrāhĪm b. cAbd al-Barr, a recurrir al arráez Ismācīl (el mencionado pretendiente de 1445), al que llamó a mediados [15] de ḏū l-qacda de 849/[12] de febrero de 1446. La llegada de Ismācīl a Guadix debió de desencadenar una sublevación generalizada pues a los tres días de ella Yūsuf V huyó de la Alhambra y se dirigió a Almería acompañado de dos príncipes primos suyos y de los dos alcaides encarcelados, Ibn al-Sarrāŷ e Ibn Kumāša. Por su parte, el depuesto Muḥammad IX se separó aquella misma noche de Yūsuf V y se trasladó a Salobreña con sus seguidores.
Mientras el nuevo sultán Ismācīl III ocupaba la Alhambra y era entronizado, el derrocado Yūsuf V junto con sus seguidores y su ministro Ibn cAllāq se hacía fuerte en Almería y desde allí lanzaba ataques contra el nuevo emir y contra la frontera castellana. Así, logró conquistar por combate en la primavera, hacia el mes de mayo, de 1446 las villas y castillos de Benamaurel y Benzalema, en poder de los castellanos. Para frenar estos ataques a su vasallo, Juan II ordenó que se le enviara apoyo el 6 de octubre de 1446 y, el 18 de diciembre, que se atacara a diversas plazas sublevadas en contra de Ismācīl III.
Esta ayuda castellana no detuvo a Yūsuf V el Cojo sino que, en una hábil maniobra, utilizó la misma estrategia que Juan II: aprovechar las discordias internas de Castilla aliándose con los nobles castellanos sublevados para atacar a Ismācīl III.
Pero, sobre todo, Yūsuf V sacó partido de las querellas dinásticas castellanas para reconquistar algunas fortalezas y plazas que los cristianos habían arrebatado a los Nazaríes un decenio antes. De esta manera y a pesar de estar destronado, continuó desde Almería sus campañas y logró, en el verano de 1447, hacia agosto, recuperar el castillo de Arenas (Campillo de Arenas), Huéscar, Vélez Blanco y Vélez Rubio —aunque la recuperación de estas tres últimas fue durante su emirato en 1446, según Ibn cĀṣim—, que el rey castellano no pudo socorrer.
Desgraciadamente, no pudo recoger los frutos de sus esfuerzos pues fue traicionado por su visir Ibn cAllāq, que lo asesinó en Almería a finales [30] de ŷumādà I de 851/[13] de agosto de 1447, cortando así la serie de campañas victoriosas que estaba realizando hasta ese momento. No obstante, su intensa labor de desgaste contra Ismācīōl III contribuyó considerablemente al derrocamiento de este, que tan solo un mes después de la muerte de Yūsuf V huía a Castilla mientras Muḥammad IX al-Aysar recuperaba el trono antes del final [29] de ŷumādà II de 851/[11] de septiembre de 1447.
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Francisco Vidal Castro