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León Picardo

Biografía

Picardo, León. ?, c. 1485 – Burgos, 27.VII.1541. Pintor, dorador y policromador.

El pintor León Picardo constituye una figura singular por las grandes transformaciones que ha sufrido el conocimiento de su biografía y estilo a lo largo de los años. Es muy conocido por el hecho de ser el interlocutor de Diego de Sagredo (Tampeso) en su diálogo sobre la arquitectura renacentista Las medidas del Romano (Toledo, Ramón de Petras, 1526), pero, a decir de destacados especialistas, esa fama no se habría correspondido con la calidad e importancia de su obra, cosa que se ha venido últimamente a matizar. De hecho, la labor fundamental conocida de León Picardo en su ámbito profesional se centró en el trabajo de policromía de obras escultóricas realizadas por otros artistas, con los que estuvo vinculado con algún tipo de asociación comercial o compañía laboral, aunque se conocen también obras de pintura de imaginería de su mano. Además, la organización laboral de la Castilla del momento hizo que muchos de los encargos encomendados a Picardo los realizasen los ayudantes de su taller, por lo que en muchos casos se notan fuertes variaciones en la calidad de las obras, sobre todo en lo que se refiere a pinturas figurativas, tablas especialmente.

Desde luego, en su época y en su especialidad como policromador, estuvo al servicio de algunas de las personas más importantes de su tiempo en nuestro país, en compañía del escultor Felipe Bigarny. Su personalidad como pintor figurativo aún está por situar en su justo lugar.

No se tienen datos sobre la fecha ni lugar de su nacimiento, a pesar de que se le supuso originario de la localidad de Saint-Omer (Francia), debido a que se le confundió con el escultor vecino de Burgos que ejecutó un retablo en Llanes (Asturias) y que fue presentado a Carlos V a su paso por la villa en 1517.

Teniendo en cuenta su apellido, se le supone originario de la región francesa de la Picardía, fronteriza con Flandes. También se tiene muy poca información sobre las circunstancias en que llegó a Castilla, y sobre la fecha en que lo hizo. Pero León Picardo aparece en Burgos a principios del siglo XVI, constando que era vecino de la capital castellana en 1511 y que casi con seguridad ya residía allí en 1509. Es de suponer que su llegada y avecinamiento en Burgos tendrían que ver con una búsqueda de mercado de trabajo del que carecería en su tierra de origen, aunque es difícil saber si se produjo por iniciativa propia o por la llamada de algún comitente u otro artista, para trabajar en alguna obra. Como su madre se enterró en Burgos en una sepultura familiar, es de suponer que la traería consigo.

Dadas las fechas en las que ya trabajaba, y que falleció en 1541, pudo nacer alrededor de 1485.

Ya en sus primeros encargos aparece Picardo trabajando en colaboración con el escultor Felipe Bigarny, realizando la policromía y dorado de sus tallas, aunque también como pintor de imágenes de pincel. Fue feligrés de la parroquia burgalesa de San Gil entre, por lo menos, 1514 y 1530. Tuvo su casa cerca del taller donde Cristóbal de Andino realizó sus rejas para la Capilla del Condestable de la Catedral de Burgos.

En los primeros años de su llegada a la ciudad del Arlanzón, entró al servicio del conde de Salvatierra, Pedro de Ayala. Fray Prudencio de Sandoval, en su crónica de Carlos V, indica que tras las Comunidades de Castilla en las que participó en el bando comunero, el conde fue encarcelado y el pintor acudía a la prisión a visitarle. La misma fuente indica que después de la revuelta entró al servicio del condestable de Castilla (1523), para quien tuvo la ocasión de trabajar. Como puede suponerse, su estilo es de formación flamenca, muy influido por su trabajo junto a escultores, y con detalles de composición y en motivos decorativos de tipo renacentista, a pesar de que no estuvo en Italia — aunque le hubiera gustado—, según confiesa en Las medidas del Romano.

Como colaborador de Bigarny aparece León Picardo, en 1509, trabajando en la obra de los retablos escultóricos de la Magistral de Alcalá de Henares y del Convento franciscano de Torrelaguna que había fundado el cardenal Cisneros. El cardenal arzobispo de Toledo había encargado a Bigarny sendos retablos escultóricos que Picardo remataría procediendo a su policromado. Se sabe que las obras se hicieron en Burgos, y que fueron transportadas a su lugar de colocación posteriormente, con ciertos retrasos, donde se instalaron. Primero se concluyó el de Alcalá (1513) y posteriormente el de Torrelaguna (1514). Nada se puede decir sobre ellos, porque ambos retablos han desaparecido, pero sí sobre el artífice, quien ya en 1509 debía residir en Burgos, colaboraba con uno de los escultores más importantes del momento, y trabajaba para uno de los clientes de más relieve de la Castilla de comienzos del siglo xvi.

Parece que la labor como policromador y dorador de las obras del maestro Felipe fue la que más fama proporcionó a Picardo, y la que le facilitó más cantidad de trabajos conocidos. En 1513 repetía la experiencia en la obra de la capilla del camarero del condestable de Castilla, Gutierre de Mier, en la iglesia parroquial de Cervera de Pisuerga (Palencia). Al servicio del condestable realizó entre 1523 y 1526, para su capilla funeraria de la Catedral de Burgos, la policromía de los retablos, tal como el mismo Picardo señala en el contrato que firmó para la ejecución de otra obra, el retablo de la Catedral de Oviedo. El cometido del artista en este caso fue de la misma naturaleza que en los casos anteriores. Una máquina retablística de madera fue ejecutada por maestros escultores y, a la hora de pintarla, se había de contratar a un pintor dorador-policromador para concluirla. En el caso del retablo de la Catedral de Oviedo, fue contratado para esta última labor Alonso Berruguete, quien no cumplió con lo acordado, por lo que se firmaba contrato con Picardo, quien realizaría su trabajo entre 1529 y 1531. Su elección —en segunda opción— no fue casual, pues además de recordar el propio pintor que había dorado y policromado los tres retablos de la Capilla del Condestable de la Catedral de Burgos citados, los comitentes de Oviedo reconocían que habían elegido a Picardo porque habían tenido noticia de que éste era el más indicado, reconociendo así su fama en su tiempo, y la calidad de su trabajo.

A pesar de lo comentado, Picardo no fue únicamente un profesional que hoy se consideraría menor o dedicado a labores artesanales más que artísticas, centrado en policromías y dorados, aunque según criterios de su tiempo era un artífice destacado, sino que también fue maestro en la especialidad de imaginero, pintor figurativo. Sus obras de pincel, sobre tabla especialmente, constan realizadas paralelamente a las citadas arriba. En junio de 1511 contrató, junto con el entallador Antón de Castro, un retablo para la iglesia de la localidad de Galarde (Burgos). En enero de 1515 firmó el contrato para la realización del retablo de San Bartolomé de la iglesia de San Esteban de Burgos, colaborando con Felipe Bigarny. Fue mandado hacer por el clérigo Francisco de Gumiel, que estaba en la Corte papal en Roma. El del Convento de Santa Dorotea de la capital castellana, que pagaron los herederos del obispo de Almería Juan de Ortega, lo realizó con la colaboración de otro pintor llamado Orozco, y lo había comenzado ya en enero de 1517. En años posteriores constan el que se comprometió a hacer en septiembre de 1524 para la capilla mayor de la iglesia de San Vicente de los Lagos (Burgos), donde se veneraba el cuerpo de santa Casilda, así como otros que se citan en el testamento del pintor. Uno fue realizado junto con Bigarny, encargado por el deán de Burgos para la iglesia de Valpuesta (Burgos), otro fue el que hizo para Bañuelos (Burgos) y, finalmente, el de la Capilla de los Condestables de Castilla en el Convento de Santa Clara de Medina de Pomar (Burgos), aunque no se sabe si los citados en la última voluntad de Picardo eran de pintura de imaginería. Tenía uno pequeño sin policromar, que había tallado el maestre Luis y que éste tenía en su casa de Burgos, destinado a San Llorente de Pereda.

Lamentablemente, sólo se conservan hoy, de los documentados en los que trabajó a pincel, es decir, pintando figuras y escenas en tableros, escasos ejemplos.

El de la iglesia de San Vicente de los Lagos (hoy en la Catedral de Burgos) es obra conocida desde 1939, y ha servido durante mucho tiempo como base estilística sobre la que reconstruir el catálogo de pinturas de León Picardo. Afortunadamente, hoy se cuenta con algunas otras pinturas que han ayudado a matizar el conocimiento sobre el modo de hacer del artífice. Basándose en las obras del retablo de San Vicente de los Lagos, la obra figurativa del pintor parecía —con criterios contemporáneos— decepcionar a los especialistas, que veían en él un mediocre artista dentro de la predominante entonces tendencia hispano-flamenca.

Además, veían en las pinturas conservadas un estilo que en Flandes sería de hacia 1520 (van Orley o Gossaert), por lo que (dado que trabajaba en Burgos en 1509) su origen y formación quedaban sin explicar, o quizás desarrolló su estilo ya en Castilla según modelos nórdicos. Esa mediocre calidad no correspondería con su éxito como pintor en Burgos, al menos en lo relativo a pintura de imaginería.

Las últimas investigaciones han deparado algunas sorpresas al mostrar que en otras obras realizadas por él según los documentos, hoy conservadas e identificadas, su estilo sería muy diferente, de mucha mayor calidad. Se pueden explicar tales altibajos de calidad en su producción, como se señalaba arriba, debido a que probablemente la carga de trabajo del artista, la baja exigencia de los comitentes secundarios y la organización del trabajo a base de nutridos grupos de colaboradores al servicio del maestro —quien podía delegar en ellos toda una obra—, hicieron que en algunos casos se pusiera el máximo cuidado y en otros no, con la disparidad de resultados que cabe esperar. Algún especialista ha considerado el fenómeno como de “hispanización” de un artista de formación nórdica al adaptarse al sistema de trabajo que se seguía en Castilla. Ya se había señalado que eran de mucha mayor calidad las cinco tablas atribuidas al pintor de un retablo de la vida de Cristo con una tabla trasera de un Crucificado de escultura, dos de las cuales conserva el Museo del Prado, que proceden de Támara (Palencia). Es de suponer que serían encargadas por algún comitente que exigiría mayor calidad y menor intervención de los colaboradores de Picardo. Últimamente, se han identificado como las tablas que el artífice hizo para el retablo de San Bartolomé de la iglesia de San Esteban de Burgos (ya citado), realizado en colaboración con Bigarny en 1515, varias pinturas que están, formando un retablo, en la iglesia de San Lesmes de la capital castellana (antes atribuidas a Jan Joest). El estilo de estas tablas sería el del mejor Picardo, pinturas realizadas de su mano y sin la colaboración de pintores secundarios. Se adivina en esas pinturas un estilo a la flamenca de hacia 1500 que se puede poner en relación con artistas de la calidad, la belleza, monumentalidad de las figuras y amabilidad de estilo, de un Gérard David, seguidores de la tradición flamenca pero conocedores de las novedades italianas. No es necesariamente Picardo un pintor unido a la pintura de Brujas, pues el estilo que poseen las escenas hoy en San Lesmes tiene muchos contactos con otras zonas de Flandes, como el Amberes de Quintín Massys o Bruselas.

Otras obras de pintura figurativa que se atribuyen a León Picardo son las tablas de San Vicente que proceden de la capilla de Santa Casilda de la Catedral de Burgos y las de Bocos (Burgos) —todas en el Museo catedralicio—, el retablo de los Infantes de Lara, el tríptico con la Magdalena, San Pedro y San Pablo de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) y —más dudoso— el de Santa Catalina de Barbarín (Navarra).

León Picardo otorgó testamento en Burgos el 27 de julio de 1541, debiendo fallecer poco después, habida cuenta de la debilidad de su firma y de que el codicilo que otorgó el mismo día no fue rubricado por él debido a la gravedad de su enfermedad. Pedía ser enterrado en el Convento dominico de San Pablo extramuros de Burgos, en la sepultura que tenía junto al púlpito, al lado de su difunta esposa Catalina de Basurto, de su madre y de sus hijos difuntos. Su posición económica debía de ser desahogada, pues las mandas y legados que dejaba no eran despreciables, y se puede corroborar al comprobar los censos y las casas que poseía. Dejaba como heredera a la única hija que le sobrevivía, María de la Cruz de León, a quien en el codicilo encomendaba a la protección de los condestables de Castilla.

 

Obras de ~: Policromado, dorado: Retablo mayor de la iglesia Magistral, Alcalá de Henares (Madrid), c. 1509-1513; Retablo del Convento franciscano de la Madre de Dios, Torrelaguna (Madrid), c. 1509-1514; Retablo de la capilla de Gutierre de Mier, iglesia parroquial, Cervera de Pisuerga (Palencia), c. 1513; Retablo de Santa Ana de la Capilla del Condestable, Catedral, Burgos, 1523-1526; Retablo mayor de la Capilla del Condestable, Catedral, Burgos, 1523-1526; Retablo de San Pedro de la Capilla del Condestable, Catedral, Burgos, 1523-1526; Retablo mayor de la Catedral, Oviedo, 1529-1531; Retablo de la iglesia, Valpuesta (Burgos), c. 1540; Retablo, Bañuelos (Burgos), c. 1540; Retablo, San Llorente de Pereda o de la Vega (Burgos), c. 1540.

Pintura figurativa: Retablo, Galarde (Burgos), 1511; Retablo de San Bartolomé de la iglesia de San Esteban (hoy en San Lesmes), Burgos, 1514; Retablo del Convento de Santa Dorotea, Burgos, c. 1517; Retablo de la capilla mayor de la iglesia parroquial, San Vicente de los Lagos (Burgos), c. 1524; Tablas del retablo, Bocos (Burgos), c. 1525-1530; Tablas del retablo, Támara (Palencia); Retablo de la Capilla de los Condestables, Convento de Santa Clara, Medina de Pomar (Burgos); Tablas de San Vicente de la Capilla de Santa Casilda, Catedral, Burgos; Retablo de los Infantes de Lara; Tríptico con la Magdalena, San Pedro y San Pablo, Catedral, Santo Domingo de la Calzada (La Rioja); Retablo de Santa Catalina, Barbarín (Navarra); Bautismo de San Agustín; Las bodas de Caná; Tablas de la Historia de Santa Catalina, Santibañez Zarzaguda (Burgos); Tablas del retablo de Herrera de Valdecañas (Palencia).

 

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Roberto González Ramos