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Hernando Girón

Biografía

Girón, Hernando. Piedrahita (Ávila), ú. t. s. xv – ?, 9.IX.1546. Oidor de la Chancillería de Granada, miembro del Consejo Real y de la Cámara.

Ingresó en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid en 1494, donde obtuvo el grado de licenciado y la formación legal apropiada para las plazas que en adelante desempeñaría. Pese a que se ha afirmado su presencia entre los jueces de la Audiencia de Ciudad Real, parece ser que su primera ocupación en la Administración judicial castellana fue la de oidor de la Chancillería de Granada en torno a 1513, tarea a la que pronto se unió la de consultor del Tribunal inquisitorial de la ciudad. Eran ocupaciones de las que Girón se serviría en la junta sobre los moriscos granadinos celebrada en Toledo en 1539, y a las que había llegado por impulso del partido “fernandino”. La inclinación de este grupo a procurar el nombramiento de oidores proclives en el Tribunal granadino se debía a su interés por obstaculizar la política contraria a la audiencia desarrollada por Íñigo López de Mendoza, II conde de Tendilla y primer marqués de Mondéjar, capitán general, de origen faccional “filipino”, como señaló el envío de su hijo Luis Hurtado de Mendoza para dar la bienvenida a Felipe y Juana. De tal manera que la actitud de López de Mendoza no tardó en personalizarse contra Girón y su compañero Illescas, incitada además por la protección que el marqués de Cenete dispensaba a ambos oidores. Todo ello traslució en la reconvención hecha a Girón tras la visita de Francisco de Herrera a la Audiencia, sentenciada en 1525: “Ansymismo porque por la dicha vesytaçión pareçe quel liçenciado Girón, oydor desa Avdiençia, dezilde de mi parte que no pareçe bien e reprehendelde dello, pues vee quán agena cosa es, espeçial para oydor, tener afiçion en cavsa alguna, que no lo aga de aquí adelante porque me desplaze dello, y demás desto por ser cosa que podrían dar cavsa a que administrase la justicia con pasyón, lo qual yo no creo dél, que mandaría probeer sobre ello lo que más cumpla a mi seruicio e bien desa Avdiençia”.

El oidor tuvo que compatibilizar estos envites con las comisiones derivadas de su plaza, caso de la fiscalización del receptor Pedro de Villacís, como se contiene en el inventario realizado por Julián Paz de la sección Diversos de Castilla, del Archivo de Simancas: “Memoriales de D. Juan de Guzmán, Procurador Mayor de Sevilla, y autos hechos en la misma sobre la provisión para que el Licenciado Girón, oidor de la Audiencia de Granada, hiciese información de los maravedís que el receptor Pedro de Villacís había repartido y cobrado en Sevilla y su tierra”. Peter Rassow, en su prólogo a la crónica de Girón, atribuyó esta comisión al licenciado Pedro Girón, que, al parecer, no formó parte de la Chancillería de Granada.

La consolidación de su grupo político en la Corte no tardó en traducirse en el paso del licenciado Girón al Consejo Real de Castilla, con título de 8 de marzo de 1529, tomando posesión en la vacante del doctor Cabrero el 29 de mayo, en Toledo. Su intervención en la gestión de los asuntos propios de este organismo fue desde un principio amplia e intensa.

Ejemplo fue el desplazamiento a Béjar para mediar en el pleito entre la duquesa y Pedro de Zúñiga, tras enfermedad del licenciado Medina. Esta actividad originó la atención de Carlos V, quien recompensó con mercedes tanto a Girón como a la prole que tuvo con su mujer Francisca Deza: desde el 4 de abril de 1530, su hijo Francisco Girón sirvió como capellán en la casa del Emperador, lo que hizo hasta tres años después. Por su parte, su hijo Diego de Deza ejerció como contino entre 1530 y 1531. Asimismo, el 15 de octubre de 1531, Carlos V escribió a su esposa, la emperatriz Isabel, desde Bruselas en abono de un hijo eclesiástico de Girón, “para le mandar proueer en lo que vacare de la yglesia en el Reyno de Granada”.

Habitual de las ceremonias cortesanas (asistió en representación del Consejo Real al entierro del obispo de Palencia, Francisco de Mendoza, fallecido el 29 de marzo de 1536, con los licenciados Ibáñez de Aguirre, Velázquez de Acuña, el doctor Montoya, el licenciado Leguizamo, el doctor Escudero y el licenciado Pedro Girón), su proximidad a la gracia regia culminó con la entrada en la Cámara el 12 de febrero de 1538, en lugar de Polanco, en los prolegómenos de la partida de Carlos V hacia las vistas de Niza. Con esta ocasión, el Emperador concertó instrucción sobre el Gobierno para Isabel, que estipulaba: “Para lo de la expedición de la Cámara queda el doctor Guevara y licenciado Hernando Girón, del nuestro Consejo, los quales comunicarán con el muy reverendo cardenal de Toledo, lo que paresciere que hay de calidad [...]”. De la Secretaría de la Cámara se encargaría Juan Vázquez, puesto que Cobos había partido en compañía del Emperador.

De regreso, la acucia económica obligó a Carlos V a celebrar Cortes en Toledo, entre noviembre de 1538 y mayo de 1539, a las que se añadieron los prelados y la nobleza. Como resulta conocido, la asamblea significó la ruptura de Carlos V con el estamento nobiliario de Castilla, a los que expulsó de la sede de las deliberaciones por Orden de 1 de febrero de 1539. Los transmisores del deseo imperial fueron el cardenal Tavera, el doctor Guevara y el licenciado Girón, como integrantes de la Junta de Asistentes. La intervención de ambos letrados en tan delicada coyuntura no estuvo relegada al presidente, pues el todopoderoso Tavera les preguntó si habían olvidado algo del mandato imperial, para agrado de los expulsados.

Asimismo, la presencia de distintos ministros que gozaban de su confianza, como Girón, y la asistencia extraordinaria de numerosos prelados, fue ocasión propicia para que el Emperador y el secretario Cobos convocaran junta para abordar las demandas de los moriscos granadinos en el transcurso de las Cortes; conferencia asentada el 27 de enero de 1539, por el secretario del Consejo de Inquisición, Juan Martínez de Lasao. Formada por el arzobispo de Granada, Gaspar Dávalos, que presidía; fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo y electo de Guadix; fray Diego de Villalar, obispo de Almería; Antonio del Águila, obispo de Guadix; García de Padilla, el doctor Hernando de Guevara y los licenciados Hernando Girón y Fortún Ibáñez de Aguirre, del Consejo Real; y Jerónimo Suárez, obispo de Badajoz, el licenciado Hernando Niño y Francisco de Navarra, de la Suprema, la presencia de Girón en la comisión se debió, junto a su tendencia política, al aprendizaje previo sobre la materia en Granada. La comisión testimonió el ascendiente de la intransigencia de matriz “fernandina” —como expresión del dominio cortesano del grupo— al desoír las propuestas de la minoría.

Las sucesivas ausencias del Emperador dieron fe de la posición gozada por Girón. Durante la permanencia en sus territorios patrimoniales en 1540-1541, ordenó al gobernador Tavera que “los de la Cámara entenderán en los negocios della, como se acostumbra, consultando con vos las cosas que suelen consultar conmigo [...]”, según las instrucciones de 10 de noviembre de 1539, en Madrid. Asimismo, con la jornada iniciada por el Emperador en mayo de 1543 —durante la cual las decisiones correspondieron a un privilegiado trío formado por el cardenal Tavera, el presidente Valdés y el secretario Cobos—, la gestión de la gracia junto al príncipe Felipe se organizó en dos cauces superpuestos. En la expedición regular de los asuntos entendería el comendador mayor Cobos, el doctor Hernando de Guevara y el licenciado Hernando Girón como hasta entonces lo hacían. Paralelamente, los asuntos de la Cámara con sensibilidad política serían consultados con el príncipe en presencia de Tavera, remitiéndose consulta al Emperador en aquellas materias que a su juicio lo requirieran. Según decía literalmente las denominadas Instrucciones públicas de Carlos V al príncipe Felipe, del 1 de mayo de 1543: “En lo de la expedición de la Cámara entenderán el comendador mayor de León y el doctor Guevara y el licenciado Girón, como agora lo hacen, y de la misma manera despacharán los negocios, y las cosas que conviniese consultarán con el dicho Príncipe, estando presente el dicho muy Reverendo Cardenal de Toledo; y las otras de substancia que pareciese que conviene, me las enviarán a consultar, y servirá de secretario en este Consejo la persona que el dicho Comendador Mayor señalare”. Los despachos y demás trámites burocráticos terminarían siendo refrendados por el secretario Francisco de Ledesma, asistente de Cobos, y, en poco tiempo señalados tan solo por Guevara.

Ello se debió al pronto retiro y muerte del licenciado Hernando Girón. Desde el verano de 1543 andaba renqueante de una grave enfermedad, que le imposibilitaba acudir al Consejo sin ayuda, por lo que solicitó el retiro a su casa. Tan penoso estado de salud queda patente en el siguiente fragmento de la carta del presidente Valdés al Emperador, de 5 de enero de 1544, en Valladolid: “El licenciado Hernando Girón quedó muy cascado y casi caduco de una enfermedad que tuvo este verano pasado, de manera que no está para entender en negocios ni votar pleitos, y ansí ya no viene a consejo si no le traen. Él se querría retraer a su casa, haciendole V. Md. merced de algunas cosas que pide. V. Md. sabe lo mucho que ha servido y lo que se ha hecho con otros. Toda la merced que se le hiciese parescerá bien y será bien empleada”. Su situación, unida a la afección padecida por Ibáñez de Aguirre, condujo al presidente a pedir inmediata provisión de las vacantes, no sólo por desinteresada preocupación por el ritmo del despacho. Al tiempo que su enfermedad, Girón tuvo que soportar, junto al licenciado Ibáñez de Aguirre, la adaptación del Consejo Real a la paulatina conformación de Fernando de Valdés como patrón cortesano. Éste aprovechó las faltas de ambos y la sospecha de violación del secreto en el pleito entre los vecinos de Mula y el marqués de Los Vélez, para propiciar su salida del organismo. Aunque Ibáñez de Aguirre todavía permaneció algún tiempo, no aconteció lo mismo con Girón, quien terminó retirándose en julio de 1544. Una cédula real del día 6 estipuló, entre otras mercedes, el cobro en su casa de los 250.000 maravedís que le correspondían por ser del Consejo y la Cámara, siéndole concedido además a su mujer, Francisca de Deza, el cobro anual de 100.000 maravedís de pensión si su marido fallecía antes que ella, tal como había obtenido María de Cepeda, mujer del licenciado González de Polanco. El mismo día 6 de julio se expidió título del consejo para el licenciado Juan Sánchez del Corral, “[...] en lugar del L[icencia]do Hernando Girón del n[uest]ro consejo por quanto por su vejez e yndispusyciones se va con n[uest]ra lic[enci]a a estar en su casa...”. Pese a su retiro, conservó gran prestigio, pues el obispo de Badajoz escribió a Pedro Ponce de León desde Trento que “todavía hará mucho al caso su buen consejo”, poco antes de su muerte. Ésta se produjo el 9 de septiembre de 1546, haciendo efectiva su viuda la merced que tenía concedida. Fue enterrado en el convento de San Pablo de Valladolid.

 

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Ignacio Javier Ezquerra Revilla

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