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Ángel Amor Ruibal

Biografía

Amor Ruibal, Ángel. Cangrallo (Pontevedra), 11.III.1869 – Santiago de Compostela (La Coruña), 4.XI.1930. Sacerdote, filósofo y teólogo.

Nacido en el seno de una familia acomodada, su aldea natal pertenecía a la parroquia de San Verísimo de Barros (Pontevedra). En 1880 ingresó en el seminario conciliar de Santiago de Compostela, en el que permaneció hasta el final de los estudios eclesiásticos.

El 19 de mayo de 1894, en la iglesia de San Martín Pinario, recibió la ordenación sacerdotal de manos del cardenal José María Martín de Herrera. Después completó los estudios y obtuvo el doctorado en Teología y comenzó a estudiar Derecho Canónico y también Filosofía y Letras.

A pesar de su juventud se presentó a varias oposiciones a prebendas canonicales, aunque no consiguió ninguna. Ante su brillante expediente académico, el arzobispo de Santiago decidió enviarlo a Roma para que ampliara estudios, y el 1 de noviembre de 1895 fue el primer alumno compostelano que ingresó en el Pontificio Colegio Español, fundado apenas tres años antes en la Ciudad Eterna, más que para sacerdotes, para seminaristas que estudiaban en la Pontificia Universidad Gregoriana. Sin embargo, él no se matriculó en esta prestigiosa Universidad sino en el cercano Ateneo de San Apolinar para estudiar Derecho Canónico, si bien no pudo conseguir el doctorado porque le suspendieron en el examen final y, después del inesperado fracaso, regresó definitivamente a España el 7 de agosto de 1896, tras haber pasado por el mencionado centro durante un año escaso, más bien como huésped que como colegial.

Desde el curso 1896-1897, el cardenal Martín de Herrera lo destinó a la recién fundada Universidad Pontificia Compostelana y le encomendó la enseñanza de la Teología Fundamental así como la asignatura de Propedéutica Teológica, cátedra que desempeñó sólo por un curso, ya que, con toda probabilidad, la novedad de sus ideas movieron al cardenal Martín de Herrera a trasladarlo a la facultad de Derecho, donde explicó Derecho Canónico hasta su muerte. Pronunció el discurso de apertura del curso 1896-1897 sobre la “Influencia del platonismo y aristotelismo en los dogmas de las religiones”; éste fue su primer escrito de cierta altura que se conoce, aunque se ha perdido el texto. Formó parte del Colegio de Doctores de la facultad de Teología. Nunca dio clases de Filosofía sino de Teología y también de lengua griega y hebrea, de sirio, persa y copto, materias incorporadas a dicha universidad pontificia por iniciativa suya. Elaboró sus estatutos académicos, que fueron aprobados por la Santa Sede el 15 de febrero de 1897.

Su vida profesional transcurrió, pues, casi sin excepción en el ambiente recoleto de Santiago, sin salir nunca de Galicia, a no ser unos cuantos días a Madrid.

Estuvo siempre entregado de lleno al estudio y a los quehaceres universitarios y diocesanos —desde 1905 perteneció al cabildo catedralicio en calidad de canónigo doctoral—, pero, sobre todo, a una fecunda labor de investigación que habría de cristalizar en múltiples y voluminosas obras, algunas de las cuales quedaron inéditas. Entre 1914 y 1920 sostuvo correspondencia con la casa editorial Herder de Friburgo, que pretendía encargarle la dirección de la edición castellana del Kirchlichen Handlexikon; sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo y la obra quedó en simple proyecto. Durante los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando la opinión pública española estaba dividida entre los dos bandos contendientes, se declaró favorable al bando alemán, frente al bando anglo-franco-ruso. En 1917 fue nombrado miembro del Consejo diocesano de vigilancia contra el modernismo para impedir la difusión de errores teológicos y, poco después, fue nombrado juez adjunto del tribunal eclesiástico.

El 2 de febrero de 1921 fue nombrado examinador prosinodal durante un decenio. En 1922, a raíz del fallecimiento del obispo auxiliar de Santiago, Ramiro Fernández Valbuena, el cardenal Martín de Herrera lo reclamó como obispo auxiliar, pero el nuncio Tedeschini no secundó esta petición por dos razones: primera, porque el mismo Amor Ruibal no estaba dispuesto a aceptar el nombramiento y así lo había manifestado por escrito al propio nuncio, y, en segundo lugar, porque no habría podido cumplir con sus obligaciones episcopales debido a una enfermedad grave e incurable que padecía desde hacía tiempo. En 1923 se hizo socio de la Unión Misional del Clero, a la que estaba inscrita la casi totalidad del clero de la archidiócesis compostelana. En 1924 fue llamado a formar parte de la Comisión española encargada por el papa Pío XI de elaborar un estudio sobre la viabilidad de la definición dogmática de la “Mediación Universal de María”. De esta comisión formaban parte también el jesuita José María Bover y el futuro cardenal Isidro Gomá. Amor Ruibal elaboró la argumentación propiamente teológica y los primitivos himnos cristianos.

Al tomar posesión de la sede compostelana el nuevo arzobispo, Julián de Diego García y Alcolea, cuyo pontificado fue muy breve (1925-1927), lo primero que hizo fue nombrarle vicario general y provisor eclesiástico el día 19 de diciembre de 1925. Al fallecer dicho arzobispo, el cabildo catedralicio, en sesión de 20 de enero de 1927, lo eligió vicario capitular de la sede vacante. Durante el breve período de su gobierno diocesano organizó la Asociación de la Buena Prensa allí donde todavía no había sido establecida y preparó el Día de la Prensa Católica, pidiendo al clero que le enviara relación de sus actividades con respecto a este asunto. También se ocupó de la enseñanza catequística y de la formación de los seminaristas.

Su intensa actividad pastoral quedó expresada a través de dieciséis edictos, ocho de los cuales trataron cuestiones matrimoniales, seis para convocar oposiciones y cubrir algún beneficio en la basílica compostelana, uno para anunciar la solicitud de becas para el seminario y otro comunicando a los sacerdotes las fechas en las que se llevaría a cabo el concurso para la asignación de parroquias. También promulgó dos decretos, uno el 2 de abril de 1927, para excomulgar al juez municipal de Cambre y a su representante porque había ordenado, por medio de un intermediario, que un homicida fuese enterrado en cementerio católico contra el parecer del párroco y de la curia arzobispal; y otro el 31 de mayo del mismo año, con el que levantó dicha excomunión.

El nuevo arzobispo, Zacarías Martínez Núñez, le nombró oficial o provisor de la curia y sustituto del vicario general cuando aquél faltase, actividad que tuvo que desempeñar durante el mes de agosto de 1930, en ausencia del titular de este cargo. En 1928 el nuncio Tedeschini lo había presentado como candidato para auditor-asesor de la nunciatura porque era un sacerdote muy conocido y estimado en toda España por sus dotes intelectuales, por sus numerosas publicaciones y experiencia en el gobierno de Santiago de Compostela. Pero su candidatura fue excluida por motivos de salud, agravada por un accidente de carretera, ya que fue atropellado por un ciclista el 20 de septiembre de 1929; sufrió una grave caída que le ocasionó la fractura de varias costillas y una fuerte conmoción cerebral, por lo que tuvo que abandonar sus clases y otras tareas, ya que el accidente llegó a afectarle a la vista.

Espíritu introvertido, bien dotado para la reflexión, lúcido y penetrante, su figura presenta los perfiles del auténtico hombre de ciencia, ajeno a los intereses políticos de su tiempo y aun a cualquier género de notoriedad o halago social que lo inclinaron de ordinario a rehusar su participación en actos académicos y a colaborar en diarios y revistas, pese a lo cual el prestigio que le proporcionaron sus libros atrajeron sobre sí diversos honores, como los de miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la de Ciencias Morales y Políticas; académico de honor de la Real Academia de Galicia; miembro de la Reale Societá degl’Intellettuali (Roma-Catania) y de la Altorientalische Gesellschaft, de Berlín, entre otros.

Atendiendo a la naturaleza y cronología de sus escritos, cabe distinguir cuatro fases o etapas en su producción —la filológica, la canónica, la teológica y la filosófica—, que presentan profundas dependencias entre sí, subordinadas todas ellas a la permanente búsqueda de Dios y al esclarecimiento racional de su obra: el cosmos. Como filólogo estudió los problemas fundamentales de la filología comparada en un relevante y novedoso escrito en la bibliografía española de su género, posteriormente traducido al holandés, al italiano y al húngaro, en el que, tras estudiar la evolución histórica de la problemática lingüística, expuso las clasificaciones lingüísticas —glotología psíquica— y el desarrollo histórico de la lengua —glotología histórica—, sobre cuya doble base asentó el antropologismo espiritualista. Idéntica actitud especulativa se advierte en sus estudios canónicos, de entre los que merece destacarse por la resonancia que obtuvo en su momento su monografía sobre el derecho penal de la Iglesia católica, en el que, dejando de lado la pura casuística, llevó a cabo un análisis del recién renovado Derecho Canónico, tratando de encuadrarlo dentro de un marco jurídico orgánico y riguroso, a cuyo efecto lo examinó comparativamente con el derecho penal civil, estableciendo las discrepancias y paralelismos existentes entre ambas legislaciones en pro de una máxima inteligibilidad de la eclesiástica. Pero donde mostró su auténtica vocación intelectual fue en el ámbito filosoficoteologico, al que dedicó una imponente obra sobre los problemas fundamentales de la Filosofía y del dogma, y desde cuya perspectiva adquirió unidad la totalidad de su labor científica, incluidos los aspectos filológico y jurídico.

 

Obras de ~: Suma Teológica y el Pange lingua o sea la teología y la filosofía en sus relaciones con la poesía, Santiago, 1897; “Statuta Facultatum Sacrae Theologiae, Juris Canonici et Philosophiae Scholasticae pro Seminario Compostellano”, en Erectio canonica Facultatum Sacrae Theologiae [...], Santiago, 1897; Programma praelectionum theologicarum pro his qui primo huius Sacrae Facultatis operam navant concinnatum, Santiago, Seminario Conciliar, 1898; Programa de lenguas bíblicas con principios de Gramática comparada. Estudios Superiores, Santiago, 1898; Programma praelectionum Iuris Publici Ecclesiastici necnon Institutionum Juris Canonici pro his qui utroque Iuris et Theologiae Facultate horum studio operam navant concinnatam, Santiago, 1899; Examen crítico de las nuevas escuelas de Derecho Penal, Madrid, 1899; P. Regnaud, Principios generales de lingüística indoeuropea por P. Regnaud. Versión española precedida de un estudio sobre la Ciencia del lenguaje por ~, Santiago, Tipografía Galaica, 1900; J. Pecci, Doctrina de Santo Tomás acerca del influjo de Dios sobre las criaturas racionales y sobre la ciencia media, por su Ema. el Cardenal J. Pecci. Traduccción del italiano con exposición crítica y comentarios y un estudio de los puntos fundamentales de la presciencia y cooperación divina por el Dr. ~, Santiago, Tipografía Galaica, 1901; Los problemas fundamentales de la filología comparada: su historia, su naturaleza y sus diversas relaciones científicas, Santiago, Tipografía Galaica, 1904-1905, 2 vols.; Esponsales y matrimonio. Análisis teológico canónico del “Ne Temere”, Santiago, Seminario Conciliar, 1908 (3.ª ed. aumentada en 2 vols., Santiago, Seminario Central, 1912); La amoción administrativa de los párrocos, exposición y comentarios al “Maxima cura”, precedido de un estudio sobre los principios fundamentales del Derecho penal Canónico, Santiago, Seminario Conciliar, 1912; Los problemas fundamentales de la filosofía y el dogma, Madrid, V. Suárez, 1914, 10 vols.; La Bula española y sus privilegios según la reforma de Benedicto XV. Exposición y comentarios, Santiago, Tipografía de El Diario de Galicia, 1915; La guerre, la culture et la religion. Le militarisme et la science allemande. La lutte des puissances centrales, Bruselas, Publicité Litteraire et Artistique, 1915; Esponsales y matrimonio según el Código Canónico. Doctrina novísima sobre impedimentos, dispensas de los mismos y forma canónica matrimonial y esponsalicia (Suplemento al “Ne temere” del mismo autor), Santiago, Tipografía Seminario, 1917; Derecho penal de la Iglesia Católica, Santiago, Imprenta “Eco de Seminario”, 1918-1924, 3 vols.; “Maria Mater et universalis hominum Mediatrix”, intr.

y notas de M. Rey Martínez, en Compostellanum, 1 (1956), págs. 611-711; 2 (1957), págs. 89-168; 3 (1958), págs. 274- 344; 4 (1959), págs. 371-395; “Naturaleza y sobrenaturalaza”, en Compostellanum, 1 (1957), págs. 171-302; Cuatro manuscritos inéditos: Los principios de donde recibe el ente la existencia; Naturaleza y sobrenaturaleza; Existencia de Dios; Existencia de Dios según mi exposición, ed. y est. prel. de S. Casas Blanco, Madrid, Gredos, 1964.

 

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Vicente Cárcel Ortí