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Juan de Cervantes

Biografía

Cervantes, Juan de. Sevilla, 1382 – 25.XI.1453. Canónigo, arcediano de Sevilla, obispo de Ávila y de Segovia, arzobispo de Sevilla y cardenal de San Pedro ad Vincula y luego de Ostia.

Juan de Cervantes fue hijo de Gonzalo Gómez de Cervantes, veinticuatro de Sevilla, y de Beatriz Bocanegra. Su linaje, de ascendencia sanabresa pero instalado en Andalucía desde el siglo XIII, estaba muy vinculado a la Orden de San Juan de Jerusalén y poseía propiedades e intereses en Lora del Río, señorío de dicha orden militar, lo que a veces ha hecho suponer el nacimiento del futuro cardenal en esa localidad sevillana.

El joven Cervantes estudió Artes y Derecho en la Universidad de Salamanca, siendo bachiller en leyes y maestro en Teología. Comenzó su carrera eclesiástica como abad de Hermida (prebenda palentina), y luego arcediano de Calatrava (1415, prebenda toledana). Actuó como embajador de la reina Catalina de Lancaster ante Benedicto XIII en 1417, cuando la embajada regia estaba ya en Constanza. En 1419 fue enviado por Juan II ante Martín V, logrando la absolución por la anterior embajada a un papa cismático.

Desde entonces pasó al servicio pontificio en la Curia, no regresando a Castilla hasta al menos 1438. Allí recibió diversos títulos, prebendas y sedes episcopales. En 1423 era arcediano de Sevilla y familiar pontificio, sirviendo en Curia y recibiendo otras prebendas (como abad de Sales, prebenda burgalesa). En esa situación participó en el Concilio de Pavía-Siena, actuando como presidente de la natio hispana hasta la incorporación de Juan Martínez Contreras en junio de 1423.

En 1426 fue nombrado por Martín V cardenal con el título de San Pedro ad Vincula, junto a otra prebenda toledana. En noviembre de 1430 recibió la administración de la sede tudense, donde nunca llegó a incorporarse, al rechazarla su primo Pedro de Bocanegra (deán de Cuenca).

En 1432 se incorporó al Concilio de Basilea, donde, como cardenal, pasó a tener un importante papel examinando las bulas pontificias como iudex fidei. En julio de 1434 fue nombrado legado conciliar ante el papa, junto al también cardenal Albergati, y marchó a Florencia donde estaba Eugenio IV refugiado ante el cariz de la situación en Roma. Cervantes permaneció junto al Papa y en marzo de 1436 se reincorporó al Concilio como legado ad latere, junto con el cardenal Albergati, recibiendo plenos poderes para designar la sede del futuro concilio. En 1437 recibió la administración de la sede abulense. En los meses siguientes Juan de Cervantes se vio envuelto en las turbulencias conciliares, cuando un nuevo cisma amenazó con producirse y los padres conciliares se dividían en dos grupos enfrentados, uno en Ferrara y otro en Basilea, excomulgándose recíprocamente. El cardenal sevillano, “un español austero y santo”, como lo denomina en sus memorias su secretario, Eneas Silvio Piccolomini, intentó mantener su imparcialidad en todos estos conflictos, pero es posible que esas circunstancias le animasen a regresar a España, lo que ya había intentado en otras ocasiones sin conseguir la autorización del Papa.

No se sabe la fecha de su regreso, pero en 25 de noviembre de 1437 fue nombrado obispo de Ávila, sede de la que tomó posesión en 1438. Desde entonces permaneció en Castilla, donde volvió a ser colaborador regio.

En 1440 consta ya como miembro del Consejo Real, siendo el oficiante de la boda del príncipe Enrique con la princesa navarra Blanca, en Valladolid, el 15 de septiembre de 1440. En julio de 1441 permutó este obispado por el de Segovia con fray Lope de Barrientos. El 7 de marzo de 1446 fue nombrado obispo cardenal de Ostia, dejando el título de San Pedro ad Vincula, y tres años después, el mismo día y mes de 1449, fue nombrado administrador perpetuo del arzobispado de Sevilla por el cabildo catedralicio, aunque no pudo tomar posesión hasta el 7 de abril del año siguiente a causa de la oposición del condestable Álvaro de Luna, que pretendía la mitra para su primo Rodrigo de Luna. El papa Nicolás V le concedió también el poder vestir de pontifical y utilizar el palio, aunque fuese obispo ostiense.

En los pocos años en que ocupó el arzobispado de Sevilla dio muestras de su gran celo y de su sabiduría, así como de sus virtudes y espíritu caritativo. Prueba de esto último es la fundación que realizó del hospital de San Hermenegildo, llamado del Cardenal, destinado a la curación de heridos y durante siglos uno de los más importantes de los existentes en Sevilla. Fue instalado en unas casas de su propiedad, herencia de sus antepasados, que se encontraba en la collación de San Ildefonso, en la calle que hoy lleva el nombre del fundador.

El hospital fue instituido por una de las cláusulas de su testamento otorgado en Sevilla el 16 de noviembre de 1453 ante Pedro Martín de Palma, notario apostólico.

En él, tras dejar importantes legados a parientes y obras pías, declaró heredera universal de sus bienes a la fábrica de la Iglesia sevillana, entonces empeñada en la construcción del templo catedralicio. Esta disposición, sin embargo, fue causa de litigio posterior entre el cabildo y su sucesor en el arzobispado, Alonso de Fonseca, por entender éste que había dispuesto de bienes pertenecientes a la mesa arzobispal de los que no podía desprenderse. Hubo acuerdo entre las partes, que se cerró en marzo de 1455 y que consistió en la entrega al nuevo prelado de todos los libros de la excelente biblioteca de Juan de Cervantes, renunciando Alonso de Fonseca a cualquier otra pretensión.

El cardenal Cervantes murió el 25 de noviembre de 1453 en medio del general sentimiento. Fue enterrado en la capilla que dedicó a san Hermenegildo, por el que sintió gran devoción, en la catedral sevillana, que él mismo había dotado. En ella yace todavía en un magnífico sepulcro de alabastro, obra de Lorenzo Mercadante de Bretaña, fechado en 1458, en el que junto con su bulto y armas se labró un epitafio latino, traducido así por Ortiz de Zúñiga: “Después que el Reverendísimo Señor Don Juan de Cervantes, con eximio resplandor de virtudes mereció muy bien el Capelo, con título de San Pedro Advincula, y dio por el mundo dignísimos frutos, porque fue juzgado puerta de toda Eclesiástica honestidad, obtuvo la Iglesia de Ostia, y administrando al fin, ya en la edad más anciana la Metrópoli de Sevilla, dexó heredera a su Iglesia (como a Prelado conviene) y entre obras de gran aprobación, edificó primeramente un Hospital famoso y muy dotado en la ciudad de Sevilla: falleció a 25 de Noviembre, año del señor de 1453”.

Todo el conjunto del mausoleo es de un virtuosismo magistral en el tratamiento escultórico. La figura del cardenal está revestida de pontifical, con mitra, casulla, túnica, guantes y báculo, pero lo mejor es el rostro, de extraordinaria expresividad, probablemente tomado del natural o de la mascarilla cadavérica.

El prestigio del cardenal Cervantes se pone de manifiesto no sólo en el general respeto con que su figura ha sido siempre tratada por la historiografía sevillana y el feliz recuerdo dejado en la Iglesia hispalense, sino de forma elocuente en el hecho de que, tras su muerte, y al menos durante tres generaciones, se sucedieron los canónigos, arcedianos y otras dignidades de su apellido en el Cabildo catedralicio sevillano, perpetuándose, también de ese modo, su memoria.

 

Bibl.: D. Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla metrópoli de la Andalucía, Madrid, Imprenta Real, 1795 (ed. facs. con índices de J. Sánchez Herrero et al., Sevilla, Guadalquivir, 1988, vol. II); M. Méndez Bejarano, Diccionario de Escritores, Maestros y Oradores naturales de Sevilla y su actual provincia, vol. I, Sevilla, Tipografía Gironés, 1922-1925, 3 vols. (ed. facs., Sevilla, Padilla Libros, 1989); C. Eubel, Hierarchia Catholica Medii Aevi Sive Sumnorum Pontificum, S. R. E. Cardinalium, Ecclesiarum Antistitum Series, Monasterii, Libraria Pegensbergiana, 1910-1914, 3 vols. (reimp., 7 vols., Padua, Il Messaggero di San Antonio, 1960, vols. I y II); M. C. Miller, “Participation at the Council of Pavia Siena”, en Archivum Historiae Pontificae, 22 (1984), págs. 389-406; C. Ros, Los arzobispos de Sevilla: luces y sombras en la sede hispalense, Sevilla, 1986; R. Sánchez Saus, Linajes medievales de Jerez de la Frontera, pról. de L. de Mora-Figueroa, Sevilla, Guadalquivir, 1996, 2 vols.; M.ª C. Álvarez Márquez, Manuscritos localizados de Pedro Gómez Barroso y Juan de Cervantes, arzobispos de Sevilla, Alcalá de Henares-Sevilla, Universidad de Alcalá de Henares-Diputación Provincial de Sevilla, 1999; Ó. Villarroel González, El rey y la Iglesia castellana. Relaciones de poder en época de Juan II (1406-1454), Madrid, Fundación Ramón Areces, 2011, págs. 592-594.

 

Rafael Sánchez Saus