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Carlos Montúfar Larrea

Biografía

Montúfar Larrea, Carlos. Quito (Ecuador), 1778 – Buga, Popayán (Colombia), 31.VII.1816. Coronel independentista y patriota ecuatoriano.

Criollo quiteño, nacido en el seno de una familia aristocrática y acomodada, como tercer hijo de los II marqueses de Selva Alegre. Montúfar pertenecía a lo más rancio y mejor instruido de la nobleza criolla, como hijo de Juan Pío Montúfar y Larrea, una figura clave en el movimiento independentista desarrollado en Quito entre 1809 y 1812 y precursor de la independencia del Ecuador, y de su prima Josefa Teresa de Larrea y Villavicencio. Siguió cursos de Filosofía y Humanidades en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, de su ciudad natal (graduándose como maestro en Artes en 1800), y poco después acompañó voluntariamente a Alexander von Humboldt y al médico francés Bonpland en diversas exploraciones que hicieron por las montañas y volcanes de los alrededores de Quito (enero-junio de 1802).

Gracias a la benevolencia de los Montúfar, el viajero alemán repartió los casi seis meses de su estadía en Quito entre la residencia solariega de la familia en la ciudad y su finca rústica del valle de los Chillos. Cuando en junio de 1802 emprendió el largo viaje hacia Europa acompañando a Humboldt, el sabio botánico novogranadino Francisco José de Caldas definió al joven Carlos Montúfar como un “adonis, ignorante, sin principios y disipado”. Los expedicionarios tomaron el camino de la sierra hacia el sur de Quito, por el callejón interandino, emprendiendo a su paso la ascensión del Chimborazo (considerado por entonces el punto montañoso más elevado del globo). El 1 de agosto de 1802 entraron en el territorio del virreinato de Perú por la sierra del actual departamento de Piura. Posteriormente residieron por un lapso de dos meses (octubre a diciembre de 1802) en la ciudad de Lima. Redactado por Montúfar, se conserva el original del diario del viaje de Quito a Lima, que contiene interesantes observaciones sobre los pueblos y lugares que la tríada de pasajeros (Montúfar, Humboldt y Bonpland) vio en los Andes septentrionales (ascensión al volcán Chimborazo, la vida social de las poblaciones andinas, las ruinas monumentales de la era de la dominación de los incas, el negocio y las virtudes curativas del árbol de la quina, etc.).

Montúfar acompañó a los ilustres europeos en sus posteriores navegaciones a Guayaquil y Acapulco, en sus intensos estudios del virreinato de Nueva España o México, en su escala en La Habana y en su visita a la joven democracia de los Estados Unidos de América, por entonces bajo el gobierno de Thomas Jefferson. Además, compartió con Humboldt y Bonpland la gloria de su celebrado retorno a París, y muy probablemente asistió, en diciembre de 1804, a la ceremonia de coronación de Napoleón. Tuvo oportunidad de trabar amistad por entonces con el prócer caraqueño Simón Bolívar.

Por fin llegó a Madrid a comienzos de 1805, donde Montúfar cursó estudios en el Colegio de Nobles de Madrid con notable aprovechamiento, ingresando después en el Ejército, en el que llegó a alcanzar el grado de teniente coronel. Al parecer, la probable motivación de Montúfar para trasladarse a Madrid en plenas guerras napoleónicas no sólo fue para efectuar una formación militar, tal como le correspondía por su rango y linaje, sino que el verdadero móvil de su estancia madrileña era conseguir una licencia especial para que su padre, Juan Pío Montúfar, alcanzara el privilegio de comercializar en exclusiva las quinas de los Andes ecuatoriales, medicina imprescindible para combatir las epidemias de paludismo que castigaron España en el primer quinquenio del siglo XIX.

Los cinco años de permanencia en España (1805- 1810) no estuvieron exentos de dificultades, a causa de las guerras napoléonicas y del embargo inglés que impedía la comunicación con América. Por una carta del aristócrata quiteño para Humboldt, fechada en Madrid el 8 de mayo de 1806, se sabe que el noble criollo en la Península Ibérica, lejos de las comodidades que solía brindarle la vida en el seno de su familia, pasaba por ciertas estrecheces económicas. Dado que no llegaban las tan ansiadas remesas que su padre y su tío Pedro Montúfar le habían prometido (5.000 pesos), el personaje debía resignarse a vivir modestamente a expensas del favor y del bolsillo de Alexander von Humboldt, a quien Carlos Montúfar calificaba de “mi padre, mi amigo y mi única esperanza”.

Los rumores que sobre la homosexualidad de Humboldt se han debatido desde el siglo XIX en Alemania, también salpicaron a Montúfar, en buena parte debido a las insinuaciones de Caldas. El prócer quiteño murió soltero, si bien se le atribuye un romance con la noble quiteña Antonia Vela Bustamante hacia 1811, cuando retornó a Quito, aunque esta vivía en la ciudad de Latacunga y él se encontraba en plena guerra contra España.

Al igual que varios otros líderes criollos de la independencia hispanoamericana, durante su permanencia en España, Montúfar se vio comprometido en la guerra contra la invasión de las fuerzas napoleónicas, a partir de 1808. Combatió en la batalla de Bailén, en el sitio de Zaragoza y en el encuentro de Somosierra, sobre la meseta castellana. No cabe duda de que entonces sentía un sincero ardor por la defensa de la “madre patria” y de su Monarca en el exilio, distinguiéndose a tal punto que fue nombrado teniente coronel de los Reales Ejércitos e integrado al Regimiento de Húsares de la Guardia.

Cuando en 1810 empezaron a notarse síntomas de descontento en los pueblos americanos, fue destinado a la Audiencia de Quito como enviado regio, para sostener la autoridad de la Junta de Sevilla contra Napoleón y en favor de Fernando VII, “con el fin de que conformase las opiniones de los colonos con las de los españoles”.

En marzo de 1810, se embarcó en Cádiz para su regreso definitivo a América, llevando del Consejo de la Regencia el encargo de promover la formación de una junta de gobierno provincial —adicta al Rey— en su ciudad natal de Quito. Pero al llegar a las costas del Caribe y tomar noticia de las revueltas y novedades que habían ocurrido con la primera junta tuitiva durante su ausencia, Montúfar decidió quebrar su compromiso de fidelidad con los Borbones, haciéndose un ardiente defensor de la causa emancipadora. El 8 de mayo de 1810 llegaron a Cartagena de Indias los comisionados regios Antonio de Villavicencio y Carlos Montúfar, que informaron sobre la constitución de un nuevo Gobierno en España (la Regencia), del que se ignoraba absolutamente todo en el reino de Nueva Granada.

Llegado a su patria (Ecuador), se puso de parte de la independencia, por la que también trabajaban su padre y otros miembros de su familia. Cooperó en la formación de la Junta del 19 de abril de 1810, en la cual se depuso al capitán general Vicente de Emparán y Orbe, regida por los principios de la Junta de Sevilla.

Lo mismo hizo con la Junta que se formó en Cartagena de Indias el 22 de mayo del mismo año. El 8 de septiembre de 1810, el comisionado regio de la Junta Central de España, Carlos Montúfar, llegó a Quito, y bajo su impulso se formó en esa capital la Junta Suprema de Gobierno, del 19 de septiembre de 1810, presidida por Ruiz de Castilla, siendo vicepresidentes el obispo F. José Cuero Caicedo y su padre el marqués de Selva Alegre. La Junta se instaló el 22 de septiembre con gran júbilo, “formada en todo según la de Cádiz” (carta del 22 de septiembre de 1810 de Montúfar a su colega, el comisionado Antonio de Villavicencio). En noviembre Montúfar tomó el mando de las tropas de la Junta.

Integrado en el bando militar de su familia (bajo la cabeza del marqués de Selva Alegre, su padre, que tomó la presidencia de la junta de Quito) luchó en varios campos de batalla y llegó a ocupar por las armas la ciudad de Cuenca, en abril de 1812. Al frente de esas tropas independentistas luchó con éxito en la campaña de 1811. A principios de ese año, las tropas quiteñas bajo Carlos Montúfar desplazaron en Guaranda a las tropas realistas del coronel Arredondo. El 3 de julio envió fuerzas contra Tacón y lucharon en el Cerro del Ángel.

El 22 de septiembre tomó Pasto. En diciembre de este año se reunió el Congreso de Quito que proclamaba la independencia absoluta del país, desconociendo la Regencia de Cádiz y las Cortes de España, pero sin relación con Bogotá, surgiendo rivalidades por la presidencia entre su padre y el marqués de Villa-Orellana, por lo que Montúfar se vio destituido del mando de las fuerzas. Los Montúfar, adversarios de los Checas en el Congreso, los persiguieron, pero, a su vez, fueron desterrados el 17 de marzo de 1812. El conde Ruiz de Castilla fue asesinado por los quiteños el 15 de junio de 1815, siendo sacado del Convento de la Merced, donde vivía retirado desde el otoño de 1811.

Nuevamente repuesto, Montúfar demostró repetidamente su arrojo y competencia en la campaña de 1812, teniendo que hacer frente, además, a las rencillas del interior que desmoralizaban a las tropas. Fue vencido en Cimbo (9 de marzo), en Atar y Verdeloma (25 de junio) por el brigadier realista Melchor Aymerich, en Moacha (2 de septiembre) por Toribio Montes y en Panecillo (3 de noviembre). La llegada del coronel español Juan Samano le obligó a evacuar Quito, siendo derrotado después en San Antonio de Ibarra.

En febrero de 1813 cayó en poder de los realistas, eventualmente delatado por el bando de los “sanchistas” (representantes de otro clan de la nobleza quiteña, los Sánchez de Orellana, que representaban el sector más radical dentro del patriciado criollo, al postular la inmediata separación política de España y la instauración de una república). Fue tomado prisionero y enviado al destierro a Panamá (1814). Carlos Montúfar logró escapar cuando era trasladado a España en compañía de Antonio Nariño (1765-1823).

Incorporado a las tropas de Bolívar, entró con él triunfante en Bogotá, en 1814. Siguió tomando parte en distintos hechos de armas. Estuvo en la batalla de Palo (1815), como cuartel maestre, en la cual Montúfar hizo fusilar a varios prisioneros quiteños, antiguos perseguidores suyos. Concurrió luego a la desgraciada batalla de la Cuchilla del Tambo (a seis leguas de Popayán), en la que cayó nuevamente prisionero. Fue condenado a muerte y fusilado por los realistas en Buga.

El 29 de junio de 1816 participó en la batalla de la Cuchilla del Tambo (a seis leguas de Popayán), donde los independentistas fueron derrotados por las fuerzas españolas. Debido a la derrota, cientos de independentistas fueron capturados y ejecutados en los días siguientes, entre ellos Francisco José de Caldas. Montúfar también fue capturado y condenado a muerte por el general español Juan de Sámano. Fue fusilado por la espalda, como traidor, en la ciudad de Buga el 31 de julio de 1816.

Montúfar, coronel y patriota ecuatoriano que luchó y murió por la independencia de su país, es una de las figuras más distinguidas, nobles y simpáticas de la emancipación política de Ecuador, por su agitada, heroica y corta existencia (treinta y seis años de edad).

 

Obras de ~: “Biaje de Quito a Lima de Carlos Montúfar [...] con el barón de Humboldt y don Alexandro Bompland”, en Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, vol. XXV (1889), págs. 1-19.

 

Bibl.: A. I. Chiriboga Navarro, “El coronel don Carlos Montúfar y Larrea: el héroe más auténtico y venerado de la patria ecuatoriana”, en Museo Histórico (Quito), n.os 35-36 (1960), págs. 71-72; E. Beerman, “El marqués de Selva Alegre, héroe de la Independencia ecuatoriana”, en Revista del Archivo Histórico del Guayas (Guayaquil), n.º 18 (diciembre de 1980), págs. 25-37; E. Keeding, Das Zeitalter der Aufläarung in der Prounz Quito, Köln - Wien, Böhlau, 1983; J. de la Villa, “Montúfar, Carlos”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, 1986, págs. 1066-1067; M. Faak (ed.), Alexander von Humboldt. Reise auf dem Río Magdalena, durch die Anden und Mexiko, Berlin, Akademie-Verlag, 1986- 1990 (Beiträge zur Alexander-von Humboldt-Forschung, 8/9); M. Vegas Vélez (ed.), Humboldt en el Perú. Diario de Alejandro de Humboldt durante su permanencia en el Perú (agosto a diciembre de 1802), Piura, Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, 1991, págs. 20-24; Ch. Büschges, Familie, Ehre und Macht. Konzept und soziale Wirklichkeit des Adels in der Stadt Quito uährend der späten Kolonialzeit (1765-1822), Stuttgart, Franz Steiner, 1996, págs. 228-235, 267-269 y 281-283; S. Díaz Piedrahita, Nueva aproximación a Francisco José de Caldas: episodios de su vida y de su actividad científica, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1997; J. Arias de Grfiff, “Encuentro de Humboldt con la ciencia en la España americana: diálogos inesperados”, en Diálogo Científico (Tubingen), vol. VIII-2 (1999), págs. 28-32; Ch. Borchart de Moreno, “Alexander von Humboldt y la familia Montúfar”, en E1 regreso de Humboldt (Exposición en el Museo de la Ciudad de Quito, junioagosto de 2001), ed. de F. Holl, Quito, Imprenta Mariscal, 2001, págs. 139-147; T. Hampe Martínez, “Carlos Montúfar y Larrea (1780-1816), el quiteño compañero de Humboldt”, en Revista de Indias (Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Historia, Departamento de Historia de América Fernández de Oviedo), 62, 226 (2002), págs. 711-720; A. Astorgano Abajo, “Las raíces de los Tolrá, guerreros antibolivarianos. El P. Tolrá y el humanismo en la Compañía de Jesús restaurada (1812-1830)”, en Montalbán, Revista de Humanidades y Educación, 54 (2019) (en prensa).

 

Antonio Astorgano Abajo