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Luis Pimentel y Pacheco

Biografía

Pimentel y Pacheco, Luis. Marqués de Villafranca del Bierzo (I). ?, c. 1466 – Alcalá de Henares (Madrid), 27.XI.1497. Noble, consejero de los Reyes Católicos.

Primogénito —otros autores lo hacen segundogénito— de María Pacheco Portocarrero, llamada La Mayor para diferenciarla de otra hermana —La Menor— de su mismo nombre, y del IV conde de Benavente y II conde de Mayorga, Rodrigo Alfonso Pimentel, Luis era, por vía materna, nieto del hombre más poderoso de Castilla, Juan Pacheco, marqués de Villena. Su madre era la sexta hija de los doce hijos habidos en el matrimonio del marqués con su segunda esposa, Beatriz Portocarrero, señora de Moguer.

La infancia de Luis transcurrió en un contexto de guerras y enfrentamientos civiles en parte gracias a su abuelo que prendió la llama de la rebelión nobiliaria en mayo de 1464, sólo unas semanas después de firmar las capitulaciones matrimoniales con su padre, señor de un amplio dominio jurisdiccional que se extendía por Zamora y parte de Galicia. En efecto, Rodrigo Alonso Pimentel era un noble de primera categoría, pero se resistía a entrar en la liga nobiliaria que el marqués de Villena encabezaba para deponer a Enrique IV y alzar al príncipe Alfonso como nuevo Monarca. Es muy posible que el matrimonio de los padres de Luis y, sobre todo, la espectacular dote de su madre respondiera a las maquinaciones de Villena para atraerlo a su bando. Y no sólo lo consiguió, sino que, gracias al apoyo de Pimentel al rey Alfonso, sus desahogadas rentas se incrementaron. Más adelante, Pimentel apoyaría la opción de Juana, lo que le valió la entrega de Arévalo con título de duque, merced invalidada por la reina Isabel, con la que, finalmente, el padre del futuro marqués de Villafranca, se reconciliaría.

Tres fueron los hermanos de Luis: Alonso Pimentel, futuro V conde y II duque de Benavente, casado con Ana Fernández de Velasco, hija del condestable Bernardino Fernández de Frías, fiel servidor de los Reyes Católicos y, más adelante, de la reina Juana I y de su hijo el Emperador, que le nombró Grande de España. María Pacheco y Rodrigo Alfonso Pimentel tuvieron dos hijas más: María Pimentel, casada con Diego Hurtado de Mendoza, III duque del Infantado, y Beatriz Pimentel, matrimoniada con el II duque de Alba.

La vida de Luis Pimentel giró siempre alrededor de su poderoso padre y de las relaciones que éste sostenía con señoríos vecinos, caso del condado de Lemos.

Más concretamente, su corta existencia estuvo determinada por su matrimonio con la hija del titular de aquel condado, Juana Osorio, hija del segundo matrimonio de Pedro Álvarez Osorio. De su primer matrimonio con la heredera del condado de Trastámara y hermana del duque de Arjona, Beatriz de Castro, Osorio había tenido dos hijos fallecidos prematuramente, si bien el varón, Alonso —casado con Leonor hermana del conde de Benavente—, dejaba un heredero bastardo legitimado, Rodrigo. El conde de Lemos se casó, entonces, con María de Bazán, viuda de Juan de Zúñiga, vizconde de Monterrey, con la que tuvo cuatro hijas, todas ellas futuras marquesas: Juana nacida en 1470, María casada con el marqués de Villanueva del Fresno, Mencía, marquesa de Astorga, y Constanza, esposa del marqués de Tavala. Cuando se produjo la muerte de Álvarez Osorio, Rodrigo reclamó su herencia y comenzó un pleito sucesorio en donde hasta tomó prisioneras a las hijas de su abuelo.

Cercada en el castillo de Cornatel por las tropas del bastardo, la viuda recurrió a Rodrigo Alfonso de Pimentel, proponiéndole la capitulación del matrimonio entre su hija y Luis. La unión le pareció muy conveniente al conde de Benavente para aumentar sus ya poderosos estados, y aprovechó para solicitar la tutela de su nuera. Los jóvenes consiguieron la dispensa pontificia —eran parientes en tercero y cuarto grado— concedida por el papa Sixto IV el 8 de enero de 1481 y despachada por el obispo de Oviedo dos años después, aunque el matrimonio entre ambos no se había llevado a efecto a la muerte del conde de Lemos en 1482. La perspectiva de aquella magnífica herencia para su hijo logró que Pimentel armase un ejército que levantaría el asedio a Cornatel. A partir de ahí, junto con su consuegra, reclamó el patrimonio íntegro del conde de Lemos para el matrimonio de Luis y Juana. Una guerra entre el bastardo y los Pimentel- Osorio motivó la intervención de los Reyes Católicos —que estaban en Granada—, así como un pleito que comenzó en 1483, pleito en donde no faltó la falsificación que el conde de Benavente y María de Baztán realizaron de un segundo mayorazgo y que dejaba por heredera universal a Juana, entonces de dos años y supuestamente prometida a Luis Pimentel. Los Monarcas, que no querían enemistarse con los poderosos Pimentel aún cuando simpatizaban con la causa del bastardo, heredero legítimo de su abuelo, sentenciaron el 5 de junio de 1484 la división del patrimonio entre ambos herederos, de forma que las tierras leonesas que comprendían Villafranca —originalmente de realengo— y Ponferrada formarían el patrimonio de Luis Pimentel y Juana Osorio, pero el título de conde de Lemos quedaba para Rodrigo heredero de la fortuna de la abuelastra Beatriz de Castro. Pimentel y María Baztán se dieron por satisfechos, pero no el bastardo, que ocupó Ponferrada y fue finalmente derrotado tras una guerra de considerable duración.

Una vez pacificado el territorio, los Reyes Católicos decidieron comprar a Juana, el 5 de abril de 1486, la fortaleza de Ponferrada, venta con la que la mujer de Luis Pimentel pudo pagar deudas y compensar a sus hermanas. Por ello los Monarcas le hicieron merced el 2 de abril de 1486 a Juana y a su esposo del título de marqueses de Villafranca del Bierzo, que compensaría la pérdida del título de conde de Lemos. Luis y Juana, todavía bajo la tutoría del conde de Benavente, se comprometían a no ocupar renta o derecho alguno que no les correspondiera. A partir de ese momento, Luis Pimentel hubo de ocuparse de problemas legales relacionados con el señorío de Villafranca, como el de la tierra de Arganza, que provocaría un pleito de los herederos y que los marqueses perderían en 1493.

En 1490 nacía María, la única hija del matrimonio de Luis Pimentel y Juana Osorio. Sólo un año después —el 5 de agosto de 1491— la marquesa fallecía en Mayorga, cuando aun no había cumplido los veinte años, dejando en su testamento como heredera universal de su patrimonio a la niña, que quedó bajo la tutela de Luis hasta su mayoría de edad. La marquesa fue enterrada en el Monasterio de Villafranca, en donde había fundado una capellanía. Pero la pequeña María no tardó en quedar huérfana también de padre. El 27 de noviembre de 1497, cuando se hallaba en Alcalá de Henares, Luis Pimentel falleció a consecuencia de una caída desde una terraza, dejando como tutor de su hija de siete años a su padre, el conde de Benavente, y, en su defecto, a su hermano y heredero de este último título, Alonso. La herencia no consolidada de una niña menor de edad se complicó cuando, en 1499, murió su abuelo Rodrigo Alonso.

María se casó con el segundo hijo del duque de Alba, Pedro, y su tutoría pasaba a manos de su suegro. No tardó, influida por el duque, en reclamar a su tío el conde de Benavente, 5.000.000 de maravedís que sus padres habían recibido de la venta de Ponferrada y 6000 doblas de oro prometidas en arras a su madre cuando se casó con su padre, cantidades tan exageradas que los propios Monarcas no obligaron a los Benavente a saldar la deuda.

En 1500 y, según se deduce del segundo inventario de bienes, el marquesado del Bierzo gozaba de una base económica sólida que permitía a sus titulares formar parte de la nobleza cortesana y ostentar cargos políticos en Italia, caso del marido de María, Pedro, virrey de Nápoles, y de su hijo García. Los sucesores de Luis Pimentel y Pacheco, I marqués de Villafranca del Bierzo, se convirtieron, así, en personajes de primera fila en la España moderna.

 

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Dolores Carmen Morales Muñiz

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