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Juan Hipólito Vieytes

Biografía

Vieytes, Juan Hipólito. San Antonio de Areco (Argentina), 12.VIII.1762 – San Fernando (Argentina), 5.X.1815. Prócer de la independencia, comerciante, militar y periodista.

Era hijo de Juan Vieytes, natural del Reino de Galicia, que llegó a Buenos Aires en 1749 en el navío Ámsterdam, y de Petrona Mora Fernández de Agüero, porteña, que contrajeron enlace en Buenos Aires en 1754. Su casa familiar estaba ubicada en el 133 de la calle Real (hoy calle Ruiz de Arellano), frente a la plaza central.

Se casó con Josefa Torres y tuvo dos hijos: Carlota Joaquina y José Benjamín, quien estudió en la Universidad de Buenos Aires, graduándose de doctor en medicina en el año 1827 y fallecería a los 40 años de edad en San Miguel de Tucumán, el 25 de febrero de 1839.

Juan Hipólito cursó estudios de filosofía en el jesuítico Real Colegio San Carlos de Buenos Aires y más tarde jurisprudencia, sin terminarlos. Se inició en el comercio y en 1790 se hallaba en La Paz (Bolivia). Fue secretario del Consulado.

De regreso en Buenos Aires, el 1 de septiembre de 1802, precedido de un Prospecto, inició la publicación del periódico Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, desde cuyas columnas se bregó insistentemente por el desarrollo de la agricultura y la industria, criticando la ignorancia y desidia de los hombres del campo. Se suspendió el 11 de febrero de 1807, por la invasión inglesa en Montevideo. Este periódico fue un importante difusor de las nuevas ideas económicas y políticas, no pocas adquiridas en sus contactos bélicos contra los ingleses, quienes defendían el libre comercio en el Río de la Plata reforzando las que Vieytes y Belgrano ya habían expresado. En 1806 y 1807 luchó valientemente contra los ingleses en la reconquista de la ciudad de Buenos Aires con el grado de capitán de Patricios. Recibió el grado de teniente coronel en dicho regimiento.

Miembro destacado de la Logia Lautaro, comerciante e industrial, poco después instaló en Buenos Aires y comenzó a actuar en política en reuniones una jabonería en sociedad con su amigo Nicolás Rodríguez Peña, en la actual esquina de las calles Venezuela y Tacuarí. Esta jabonería, llamada “Jabonería de Vieytes” servía de centro para las reuniones clandestinas de los patriotas. La casa de Vieytes servía frecuentemente de punto de reunión de los iniciados en el pensamiento de formar un gobierno independiente de la antigua metrópoli. Los patriotas desde 1809 debatían las ideas que luego darían inicio a la futura revolución.

Por otro lado, acompañó a Belgrano en la redacción del periódico Correo del Comercio.

Fue de los precursores de la revolución de Mayo de 1810, y asistió al Cabildo abierto del 22 de dicho mes, adhiriéndose al voto de Ruiz Huidobro, y se manifestó con entusiasmo a favor de la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y la delegación de su autoridad en el Cabildo. El 6 de julio de ese año se le confiaron funciones de auditor de guerra representante de la junta en el Ejército del Norte, enviado al Alto Perú al mando del coronel Ortiz de Ocampo, pero se le separó por no haber cumplido la orden de la Junta de fusilar a Liniers y los demás conspiradores en Córdoba. Fue reemplazado por Juan José Castelli quien ordenó la ejecución de inmediato.

A su regreso, fue designado secretario de gobierno y guerra, en reemplazo de Mariano Moreno (1778- 1811). En ese cargo lo sorprendió la asonada o revolución de los saavedristas de 5 y 6 abril de 1811. Se le destituyo y fue confinado en Luján. Permaneció hasta la creación del primer Triunvirato (septiembre de 1811), que le permitió regresar a Buenos Aires, por haber sido declarado inocente de las imputaciones formuladas y reintegrarse a su hogar.

En marzo de 1811 había sido comisionado para recorrer la costa del río Paraná con el objeto de estudiar el punto más conveniente para emplazar baterías para la defensa, aconsejando el campo de Obligado, donde fueron colocadas, como también dirigir la instalación de pararrayos en las casas y almacenes de pólvora de la ciudad, en setiembre de 1812.

A partir de 1812 ocupó diversos cargos públicos: fue miembro de la Cámara de Apelaciones e Intendente General de Policía de Buenos Aires, y formó parte del tribunal que condenó a Martín de Alzaga y otros líderes de la conspiración de julio de 1812. Este mismo año (1812) se le encomendaba conjuntamente con Juan Larrea y el coronel Moldes la confección del Reglamento provisional de policía, que aprobó el Triunvirato el 22 de diciembre de 1812. En este mismo año había resultado electo diputado, en representación de Buenos Aires, a la Asamblea General Constituyente, de la que al instalarse fue su secretario, participando en el comité que presentó un “proyecto de constitución” a la Asamblea.

Al retirarse Clemente Díez de Medina de la Intendencia General de policía, el Gobierno designó para reemplazarlo, el 1 de diciembre de 1813, a Vieytes.

Desempeñó el cargo conjuntamente con el secretario de la Asamblea. Durante sus gestiones hizo un arreglo completo de la tesorería y contaduría, propuso el establecimiento de una lotería de suertes en 1814, y por su propuesta fue suprimida la Casa de Corrigendas el 17 de febrero de 1815. Junto con Juan Larrea, redactó el reglamento de policía. Su salud quebrantada y la atención de los dos importantes cargos, determinaron que en varias oportunidades se viera en la obligación de delegar la Intendencia de Policía, para ir al campo a reponerse.

Al estallar la revolución de abril de 1815, que provocó la caída de Alvear, Vieytes fue víctima de la crisis política resultante y junto con Rodríguez Peña, Monteagudo, Valentín Gómez y otros que habían apoyado a Alvear, fue preso, procesado y sentenciado a salir expatriado a Europa, el 8 de julio del mismo año. Pero Álvarez Thomas, pocos días más tarde, suspendió esta última orden por el mal estado de salud en que se encontraba. Por resolución de mayo de ese año se le había mandado embargar sus bienes. Trasladado a San Fernando, falleció el 7 de octubre de 1815, apesadumbrado por las persecuciones.

Estaba casado con Josefa Torres. Tomás Guido, en Memorias y autobiografías, publicadas por el Museo Histórico Nacional, hace un elogio de Vieytes. En 1911 se le erigió un monumento en Buenos Aires, en la plazoleta de la calle homónima, esquina Suárez, y otra estatua en su ciudad natal en homenaje a su memoria. La localidad bonearense de Vieytes homenajea a este precursor de la Independencia con su nombre.

Periodista, líder y funcionario de la independencia, Vieytes fue junto a Belgrano y Labarden uno de los primeros economistas argentinos, y como tal advirtió los peligros que generaría para esta región el dedicarse exclusivamente a la ganadería, descuidando la agricultura y la industria, “que hace fuerte y autónomas a las naciones”. A través de sus lecturas se convirtió en una autoridad en las ciencias agrarias y políticas.

Más allá de la innegable influencia de Adam Smith en el pensamiento económico y social de Vieytes, existe también una profunda influencia de la economía civil italiana. Ciertamente, la noción de felicidad pública, como fin último de la economía, y el concepto de “incivilmento”, como el medio para alcanzar el crecimiento económico y social para toda la sociedad, son claves en toda su obra destinada a promover el desarrollo de sus compatriotas.

Vieytes, uno de los próceres de la “Revolución de Mayo” en Argentina fue uno de los primeros divulgadores de la economía en el Río de la Plata, a partir del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, editado por Vieytes entre 1802 y 1807. En él se plantean las líneas centrales del pensamiento reformista ilustrado y las nuevas ideas del discurso económico, con la gradual incorporación del liberalismo a partir de la fisiocracia y el discurso clásico de Adam Smith. Específicamente contiene propuestas para mejorar y aumentar la producción agropecuaria surgidas de ese pensamiento reformista, poniendo énfasis en los saberes prácticos y la transmisión de ideas de origen europeo.

Tanto Francisco Cabello y Mesa en el Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata, como Vieytes en su Semanario de Agricultura, Industria y Comercio abordaron la emergencia de un nuevo tiempo que los diferenciaba de un pasado signado por la “barbarie”. La moda y el lujo fueron dos de los ejes que marcaron distancias en la conformación del público ideal al que apelaba la prensa. Las costumbres y las prácticas del pasado necesitaban ser identificadas para extirparlas porque estaban en disonancia en tiempos de la “felicidad pública” y la utilidad racionalista como norma.

 

Obras de ~: Semanario de agricultura, industria y comercio, Buenos Aires, Junta de Historia y Numismática Americana, 1928-1937 (ed. facs.); Antecedentes económicos de la revolución de mayo, Buenos Aires, Editorial Raigal, 1956.

 

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Antonio Astorgano Abajo

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