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Juan Velasco de Cueva y Pacheco

Biografía

Cueva y Pacheco, Juan Velasco de la. Conde de Siruela (VIII). Madrid, 1608 – 1652. Gobernador del Milanesado, embajador, escritor.

Nacido en Madrid en 1608 —aunque algunos textos indican una fecha más tardía, 1610—, cuando todavía era muy joven el Monarca le concedió el hábito de la Orden de Calatrava. Entró en la Corte de Felipe IV como partidario del conde-duque de Olivares.

Esta protección del valido fue determinante para la promoción del conde de Siruela a los altos cargos de la Monarquía durante los años siguientes. En 1637, Siruela fue nombrado embajador en Génova en sustitución de Felipe de Melo, promovido, entonces, a virrey de Sicilia. El propio Olivares apoyó dicho nombramiento, pues deseaba colocar a un cliente suyo en una embajada de gran relevancia para la política de la Monarquía hispánica en la península italiana, como era la de Génova. No hay que olvidar que, en aquel momento, el gobierno de Milán se encontraba en manos del marqués de Leganés, el reino de Nápoles había sido confiado al conde de Monterrey y el de Sicilia a Francisco de Melo, por lo que todos los cargos principales del Gobierno español en Italia habían recaído en hombres del conde-duque. Después de la declaración de guerra de Francia y la invasión del Milanesado por parte de las tropas galas y de sus aliados italianos, la amistad y colaboración con Génova eran de suma relevancia para la Monarquía hispánica que, así, podría enviar tropas y abastecimientos al Ejército de Lombardía. Para ello resultaba imprescindible enviar a la República a una persona de confianza que lograse mantener las buenas relaciones con los patricios genoveses.

A pesar de la oposición de parte de la nobleza genovesa, muy tibia en sus apoyos al Monarca católico y un tanto inclinada a Francia, el conde de Siruela consiguió, en 1638, renovar el tratado firmado algunos años antes por Francisco de Melo. En virtud de este acuerdo, la República garantizaba el respeto a pactos anteriores y permitía el paso de las tropas hispanas a través de su territorio. En estos años el embajador se encargó, asimismo, de iniciar las negociaciones con los príncipes de Saboya-Carignano, Maurizio y Tommaso, quienes, después de la muerte del duque Vittorio Amedeo I, se oponían a la política de la duquesa, regente durante la minoría de edad de su hijo. Así, Siruela se entrevistó con el cardenal Maurizio, hermano del más conocido príncipe Tommaso, general al servicio de la Monarquía en Flandes. Sin embargo, no logró que se firmase un tratado formal de alianza.

Las derrotas del Ejército de Lombardía en 1640 y la crisis de confianza entre el valido y el marqués de Leganés, favorecieron el nombramiento del conde de Siruela como gobernador y capitán general de Milán.

Siruela tomó posesión de su nuevo cargo en el mes de febrero de 1641. Pero debido a falta de conocimiento de los asuntos militares, en contraste con los altos mandos militares, in primis con el príncipe Tommaso, el cardenal Teodoro Trivulzio, gobernador de las armas de Milán, y el marqués de Caracena, capitán general de la Caballería ligera del Estado, la actividad del nuevo gobernador quedó prácticamente paralizada. La campaña de 1641 se caracterizó por su esterilidad y por el fallido intento de concluir una tregua local con la duquesa de Saboya y los franceses con el objetivo de poner fin a la guerra en Italia. Mucho peores, para la posición de la Monarquía hispánica en el norte de Italia, fueron las consecuencias de la campaña de 1642, cuando, gracias a la traición del príncipe Tommaso, los franceses lograron apoderarse de muchos de las plazas ganadas en Piamonte y Monferrato durante los años anteriores y conquistar la ciudad de Tortona (noviembre de 1642), amenazando directamente Milán.

Considerado el principal responsable de la crisis del Ejército de Lombardía y a pesar de la reconquista de la plaza de Tortona en mayo de 1643, a principios de 1643 el conde de Siruela fue reemplazado por el marqués de Velada y regresó a España. No obstante, su permanencia en la Corte fue breve. A finales de ese mismo año de 1643 era nombrado embajador en Roma para sustituir al marqués de Los Vélez. La muerte del papa Urbano VIII (1623-1644), cuya hispanofobia era por todos conocida, permitió al conde de Siruela desempeñar un papel fundamental en el cónclave y presionar los cardenales a fin de evitar que se eligiese a un nuevo pontífice profrancés. En este intento, Siruela contó con la ventaja de que el líder de la facción francesa, cardenal Mazarino, se encontraba en la lejana París, lo que le impedía la rápida comunicación con sus partidarios en Roma. Finalmente, Juan de Velasco consiguió que los cardenales se decantasen por el candidato español, Giambattista Pamfili, nuevo pontífice con el nombre de Inocencio X (1644-1655).

En 1645, poco antes de dejar Roma para regresar a Madrid, el conde de Siruela, consciente de la grave enfermedad que padecía el general de los jesuitas y dadas las dificultades que existían para nombrar a un nuevo general español, propuso a Felipe IV que se eligiese un comisario general para la Península, con vistas a evitar, de este modo, que el control de la Compañía de Jesús quedase, enteramente, en manos de un poder extranjero poco devoto a los intereses de España.

De regreso en Madrid, el conde de Siruela fue nombrado gentilhombre de Cámara del Rey, pero no volvió a desempeñar nunca más ningún otro cargo político al servicio de la Monarquía hispánica. Durante toda su vida tuvo aficiones literarias; fue poeta y dramaturgo bastante prolífico y de cierto valor, hasta el punto de merecer los elogios de otros poetas, como Lope de Vega y Montalbán. Hoy su producción dramática ha desaparecido completamente y, entre sus obras líricas, sólo se ha conservado un soneto. El conde de Siruela murió sin descendencia.

 

Bibl.: L. von Pastor, Storia dei Papi, XIII. Gregorio XV (1621-23) e Urbano VIII (1623-1644) y XIV/1. Dall’elezione di Innocenzo X sino alla morte di Alessandro VII (1644-1676), Roma, Desclée, 1961; A. Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas en el Antiguo Régimen, Madrid, Ediciones Istmo, 1973; T. J. Dandelet, La Roma española (1500-1700), Barcelona, Crítica, 2002; D. Maffi, Il baluardo della corona. Guerra, esercito, finanze e società nella Lombardia seicentesca (1630-1660), Firenze, Le Monnier, 2007.

 

Davide Maffi