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Martín García

Biografía

García, Martín. ?, s. XV – Isla de Martín García (Argentina), 1516. Expedicionario, despensero.

Martín García participó en la expedición de Juan de Díaz de Solís, iniciada en 1515 en busca de un paso para la India, y en la que se descubrió la desembocadura del Río de la Plata, a la que Díaz de Solís dio el nombre de Mar Dulce. Remontaron el río y desembarcaron en la isla que tiene su mismo nombre de Martín García, por haber sido enterrado allí el “despensero” de la escuadra de Díaz de Solís, que falleció durante la travesía por aguas del Mar Dulce, en 1516.

La expedición siguió hasta llegar a territorio del actual Uruguay, donde Díaz de Solís fue sorprendido y asesinado por un grupo de indígenas charrúas, ese mismo año de 1516.

El 24 de noviembre de 1515, Fernando el Católico y el piloto mayor Juan Díaz de Solís habían firmado las capitulares para el viaje de exploración que Solís comandó por el Mar del Sur (Atlántico) “a espaldas de Castilla de Oro, e de allí en adelante” (cfr. Alfonsín), debía buscar lo desconocido, hasta dar con un paso en el océano del Atlántico al Pacífico (lo que descubrió, posteriormente Fernando de Magallanes (1470-1521), en 1520, dando nombre de Magallanes al estrecho). El 8 de de diciembre de 1515, partió de Sanlúcar de Barrameda una escuadra compuesta por tres naves, Portuguesa, Latina y Menor, y unos sesenta marinos. Acompañaban a Solís su hermano Francisco de Coto, su cuñado Francisco de Torres, Juan de Lisboa, el piloto Rodrigo de Álvarez y el despensero Martín García. El despensero de la cuadra, era el ejecutor de los planes alimenticios de la expedición de Díaz de Solís, seleccionando y realizando compras para las naves antes de partir, y ordenando el avituallamiento en el transcurso del viaje. Su función permitía mantener en buenas condiciones físicas, a veces durante largos meses de navegación, a los hombres a bordo. Luego durante la extensa travesía por mar abierto, lejos de la costa y por lugares desconocidos por los exploradores, el despensero cuidaba fundamentalmente del agua potable y los alimentos frescos. Martín García era el ecónomo, jefe de cocineros y el distribuidor de los bienes durante la travesía. La escuadra llevaba provisiones de alimento para unos dos años: veinte vacas en sal, garbanzos, habas, pescado seco, queso, aceite, miel. Además del correspondiente armamento: lombardas, pasavolantes, arcabuces, barriles de pólvora, ballestas, hachas, espadas y sesenta coseletes con sus armaduras de cabeza. Pero, la ausencia de estos alimentos frescos creaban grandes males, como el escorbuto, dolencia clásica de los navegantes de la época, y que fue precisamente la causa de la muerte de Martín García y de otros marinos en la expedición de Díaz de Solís.

En América, llegaron en primer lugar a Yucatán, seguidamente continuaron viaje rumbo al sur, entrando en el estuario que Solís denominó Mar Dulce (febrero de 1516), aunque posteriormente en España le llamaron Río de Solís, y terminó con el nombre de Río de la Plata. Bordeando la costa uruguaya, descubrió y designó con sus actuales nombres el cabo Santa María, las islas de Torres (en honor de su cuñado) y la isla San Gabriel. Posteriormente, Solís encabezó un contingente, compuesto por los botes de La Portuguesa, con los que navegó hasta la costa para tomarla en nombre de la Corona de Castilla, mientras que permanecieron a bordo del resto de las naves Francisco de Torres, Juan de Lisboa y Martín García (enfermo de escorbuto), entre otros. El descubrimiento del Río de la Plata lo realizó Juan Díaz de Solís, en 1516, y “de este modo, Solís resulta el artífice de que estas tierras hayan sido españolas, y no seguramente portuguesas” (según Alfonsín). Después de regresar a las naves, La Latina comandada por Rodrigo de Álvarez, seguida de La Menor, al mando de Francisco de Torres y cerrando la comitiva La Portuguesa con Solís al mando, partieron de tierras uruguayas y navegaron hasta la desembocadura de Santa Lucía, desde donde prosiguieron camino hacia el interior costeando las barrancas de San Gregorio. Pero al acabarse los víveres y continuar enfermo Martín García, el capitán ordenó detener el convoy, para recorrer la costa y tomar algún tipo de víveres y agua fresca, mientras los indígenas siguieron de lejos los movimientos de los barcos españoles sin acercarse. Al morir Martín García, Solís hizo que se inhumara el cuerpo del despensero en la pequeña isla de Roca (la isla más pequeña argentina, de 6 kilómetros cuadrados), que, desde entonces, lleva su nombre, y “al tomar esa designación, la isla marca el topónimo en uso más antiguo del país y, su tumba, fue ‘la primera cristina de estas tierras’” (Alfonsín).

Jorge Alfonsín indica que no existe evidencia de que Martín García haya sido inhumado en dicha isla. Incluso existen autores que lo niegan, alegando que al morir debieron tirarlo por la borda al mar, como era costumbre en la época, cuando no había tierra donde enterrarle. Esta cuestión podían haberla resuelto los libros de navegación de Solís, que se perdieron, y según el cronista de Indias Antonio de Herrera —atendiendo el criterio expresado por algunos testimonios, como apunta Alfonsín—, tras leer los diarios de la escuadra, dio información de este viaje, y de él parece que ha adquirido información Alfonsín. También quedó el relato que hiciera Francisco del Puerto, que sobrevivió a la expedición de Sebastián Caboto, de 1515, que unas décadas después llegó a Río de la Plata, remontando el Paraná, y fundando en su orilla el fuerte Sancti Spiritu, en 1527, primer asentamiento en tierra argentina. La historia perduró siendo defendida por los historiadores Jorge Alfonsín y Antonio Emilio Castello que, en Martín García. La gloriosa historia de la Isla Prisión, afirma que “se enterró el despensero Martín García, muerto a bordo de la nao capitana. Desde entonces la isla lleva su nombre”.

 

Bibl.: G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; A. E. Castello, Martín García. La gloriosa historia de la Isla Prisión, Buenos Aires, Universidad de Morón, 1994; J. Alfonsín, Historia de Martín García. Cementerios, calles, cárceles, Buenos Aires, Colin Sharp, 2002.

 

Miguel Héctor Fernández-Carrión

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