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Bartolomé Masó y Márquez

Biografía

Masó y Márquez, Bartolomé. Manzanillo (Cuba), 21.XII.1830 – 14.VI.1907. Militar y político.

Hijo de Bartolomé Masó, de ascendencia catalana, y de Josefa Benita Márquez, cursó las primeras letras en su ciudad natal y, ya adolescente, continuó los estudios en el colegio de Santo Domingo, en Bayamo.

Durante su juventud se dedicó al comercio, aunque no contara con una firme vocación mercantil. Sus inclinaciones políticas le llevaron a protestar por la ejecución de Narciso López, al cumplirse el primer aniversario de la muerte del líder insurrecto. Afiliado a la logia masónica Buena Fe, bajo el nombre simbólico de Baguano, de obediencia al Gran Oriente de Cuba y las Antillas, comenzó muy pronto a tomar parte en las actividades conspiratorias contra las autoridades españolas. En 1867 formó, junto con su hermano Isaías, Carlos Manuel de Céspedes y Carlos y Jaime Santiesteban, la Junta Revolucionaria de Manzanillo.

Este grupo fue preparando el levantamiento contra España que estallaría en “La Demajagua”, el 10 de octubre de 1868.

Nombrado segundo jefe de las fuerzas libertadoras, unos ciento veinte hombres, la mayoría desarmados, participó en la lucha por la independencia de Cuba desde los primeros momentos. Sin embargo, apenas iniciada la contienda, renunció a aquel cargo, para el cual reconocía no encontrarse preparado el 12 de octubre de 1868, a favor de Luis Marcano, cuya experiencia militar era muy superior. Si bien no por ello dejó de combatir, como soldado, interviniendo en la toma de Bayamo y en numerosas acciones posteriores.

Pero Masó desempeñaría, a medida que la revolución se iba extendiendo, otros puestos para los que se consideraba mejor capacitado, entre ellos los de intendente general del ejército revolucionario cubano; director de Hacienda, miembro de la corte marcial de Bayamo y nuevamente director de Hacienda de la zona de Oriente, hasta 1871.

En enero de 1872 fue nombrado por Céspedes subsecretario de la Guerra y, al mes siguiente, secretario del mismo departamento, hasta junio de aquel año.

En esa fecha fue ascendido a coronel quedando incorporado al Estado Mayor, si bien a los pocos días se le designó como segundo jefe del distrito militar de Holguín. Su nombre aparece entonces unido a combates como los de Cauto, el Paso, Llanadas del Buey, Puente Alegre y Buey Abajo. Un año después pasó a mandar la Brigada de Jiguaní. La relación de hechos de armas en los cuales intervino sería extensísima, destacando en Auras, Potrero Naranjo y, especialmente, en Las Guásimas.

A partir de la destitución de Céspedes, en octubre de 1873, la revolución acusaría una sería de graves tensiones bajo la presidencia de Cisneros Betancourt, Spotorno y Estrada Palma. En aquellas pugnas fratricidas Masó se mantuvo decididamente a favor de continuar la lucha hasta alcanzar la independencia de Cuba. En abril de 1877 fue llamado de nuevo a la Subsecretaría de Guerra, pero, en esta ocasión, rechazó el cargo y en octubre se le nombró jefe interino del Regimiento de Yara. Casi al final de la Guerra de los Diez Años, se le otorgó el grado de brigadier. Masó estuvo entre los que rechazaron el Pacto del Zanjón y no tardaría en volver a la batalla tras la sublevación de agosto de 1879 que abría la llamada Guerra Chiquita.

Esta nueva aventura concluiría con la detención de Masó, el 5 de octubre, junto con varios jefes insurrectos.

Fue trasladado a la fortaleza del Morro, y enviado, el 26 de octubre, a Puerto Rico y, unos días después, deportado para Cádiz, a bordo del Antonio López. Al llegar a la Península quedó en libertad vigilada, pero en marzo de 1880, ante los intentos de fuga de varios de sus compañeros fue ingresado en prisión.

Tras una breve estancia en la cárcel gaditana continuó su reclusión durante un tiempo, primero en Melilla y, más tarde, en Ceuta. Una vez liberado viajó por diversos países europeos, entre ellos Italia y Francia, antes de regresar a Cuba.

A la vuelta a la Gran Antilla, Masó se estableció en su Manzanillo natal soñando con una independencia de la Isla, imposible a aquellas alturas. Declinó el ofrecimiento para dirigir el partido autonomista y con Manuel Sanguily, Juan Gualberto Gómez y otros se mantuvo fiel a la causa independentista, siguiendo atentamente las tan numerosas como infructuosas tentativas independentistas que se sucedieron durante la década de 1880. Cuando en 1892 se fundó en Cayo Hueso (Florida) el Partido Revolucionario Cubano, las actividades contra la Administración española tomaron nuevo impulso y Masó, de acuerdo con el citado Juan Gualberto Gómez, subdelegado en la Gran Antilla del recién creado Partido Revolucionario, no tardó en convertirse en el jefe del movimiento insurreccional en Manzanillo. El propio Martí entró en contacto con Masó, a través de Manuel de la Cruz en 1894, buscando establecer el plan del levantamiento que había de seguirse. Así pues, en febrero de 1895, Masó se alzó en armas en “Bayate”, cerca de Calicito, en Manzanillo, al grito de “¡Viva Cuba libre!”, con el que se abría la guerra decisiva por la independencia cubana.

A las pocas semanas, extendida la revolución por la zona oriental de la Isla, compartía la jefatura de las fuerzas revolucionarias, en aquella región, con Guillermo Moncada, aunque al producirse el desembarco en la isla, junto a Baracoa, de Flor Crombet, José Maceo y Antonio Maceo sería este último quien, el 20 de abril de 1895, asumiría el mando de la revolución en Oriente.

Mientras, la llegada a Cuba de José Martí, jefe civil y alma de la lucha por la independencia, permitió, el 5 de mayo, en la Mejorana, una reunión en la cual fue reconocido como jefe supremo de la revolución, en tanto que sobre Máximo Gómez recaía el cargo de general en jefe. Allí se dispuso la marcha hacia Occidente de las tropas revolucionarias para liberar a Cuba cuanto antes.

El 17 de mayo de aquel año, Masó se reunió con Martí en Vuelta Grande, pero la muerte del “apóstol de la independencia”, dos días después, provocó la separación de las fuerzas cubanas. Máximo Gómez se dirigió a Camagüey y Maceo se estableció en Oriente, a la cabeza del Primer Cuerpo de Ejército, en tanto Bartolomé Masó volvió a instalar su cuartel general en Manzanillo como general en jefe del 2.º Cuerpo de Ejército. Gómez no dejaría de instarle para que formase un Gobierno que asumiera la dirección de las acciones revolucionarias, en sustitución del desaparecido Martí.

En el verano de 1895, la guerra continuó con éxitos notables para los rebeldes, como los de Peralejo y Sao del Indio. Paralelamente se procedió a la convocatoria de una Asamblea que debía dar a Cuba un nuevo texto constitucional. Reunida en Jimaguayú, entre el 13 y el 18 de septiembre de 1895, se aprobó en ella la Constitución de la República de Cuba, siendo elegido Salvador Cisneros Betancourt presidente del Consejo de Gobierno. Nombrado vicepresidente del mismo Consejo, cargo del que no llegaría a tomar posesión, Masó vivió en aquellas fechas uno de los momentos más duros de su vida, al verse acusado de entorpecer la marcha de la revolución. Algunos sectores trataron de sustituirle en el mando por el general Rabí. Todo por no ser partidario de que las tropas de Oriente fueran utilizadas en el modo previsto por el nuevo Gobierno para la invasión del occidente de la isla. La situación llegó al extremo de que Maceo trató de someterlo a un Consejo de Guerra y, finalmente, fue depuesto de la Jefatura del 2.º Cuerpo de Ejército, el 1 de diciembre de 1895. Sin embargo, pudo demostrarse su inocencia y mantenerse en la pugna por la independencia; y el 26 de marzo de 1896 se le reconoció el grado de mayor general del Ejército Libertador.

Superada la crisis tomó asiento en el Consejo de Gobierno, el 26 de mayo.

No obstante, desde la llegada del general Weyler a La Habana la guerra se había tornado extraordinariamente difícil para los “mambises”. La muerte de algunos caudillos de la revolución como Antonio Maceo y la presión de los soldados españoles provocaron no pocas dudas y desalientos. Masó se mantuvo firme como siempre y, por ausencia de Cisneros, hubo de presidir varias sesiones del Consejo de Gobierno hasta que la Asamblea reunida en La Yaya le eligió presidente del citado Consejo, el 29 de octubre de 1897, y, al día siguiente, tomó posesión de la presidencia de la República de Cuba. Desde la más alta magistratura rechazó la tardía oferta autonomista del gobierno español y con la intervención norteamericana acabaría logrando su viejo sueño: la derrota de las tropas españolas.

Más complicado y tardío sería el anhelo de conseguir la independencia.

Concluida la guerra en Cuba, Masó fue sustituido en su cargo por el que había sido su vicepresidente, Domingo Méndez Capote, según decidió la Asamblea reunida en Santa Cruz, el 7 de noviembre de 1898. Retirado a su finca de la “Jagüita” vio con preocupación las medidas adoptadas por el gobierno de Estados Unidos para dilatar su control sobre Cuba.

Desde su retiro siguió paso a paso la evolución política en la isla y su nombre figuró entre los candidatos a ocupar la presidencia de la República de Cuba, una vez lograda su independencia.

Tras este último episodio, Masó retornó a Manzanillo, pero aún habría de salir de su patria una última vez, en junio de 1905, rumbo a Jamaica, donde permaneció apenas un año, con la excusa de reponer su salud. No debió lograrlo suficientemente, puesto que fallecería unos meses después de su regreso a su tierra natal, asistido por Panchita Rosales, la que durante tanto tiempo había sido su compañera.

Militar por necesidad y político por la causa de la independencia de Cuba, fue Bartolomé Masó literato por afición y, en la más conocida de sus creaciones, el himno Resurrección, fundiría los tres rasgos de su existencia: “Cuba libre es la frase sonora”.

 

Obras de ~: Proclama A los Españoles, Bayarte, 24 de febrero de 1895; Himno Resurrección (o El 24 de Febrero), 1896; “Diario de la Guerra del General Masó”, en La Discusión, 18 de marzo de 1915.

 

Bibl.: Bartolomé Masó en Días Grandes, La Habana, 1916 (Biblioteca Cuba, t. XVI); J. E. Soler, R. González y R. Merchán Maso, Datos biográficos, Manzanillo, 1922; E. Santovenia, Bartolomé Masó, La Habana, Academia de la Historia de Cuba, Imprenta El Siglo XX, 1930; V. Morales, Iniciadores y primeros mártires de la Revolución Cubana, intr. de F. Ortiz y biografía por R. Montoso, La Habana, Cultural, 1931, 3 vols.; R. Pérez Landa, Bartolomé Masó y Márquez. Estudio biográfico documentado, La Habana, Academia de la Historia de Cuba, Imprenta El Siglo XX, 1947.

 

Emilio de Diego García

 

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