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Valentín Tadeo de Foronda y González de Echavarri

Biografía

Foronda y González de Echávarri, Valentín Tadeo de. Vitoria (Álava), 14.II.1751 – Pamplona (Navarra), 23.XII.1821. Reformador ilustrado, publicista, escritor y diplomático.

Nacido en una familia de seis hermanos perteneciente a la pequeña nobleza alavesa, quedó huérfano a la temprana edad de nueve años, heredando una fortuna considerable que, además de propiedades inmobiliarias, incluía una importante participación en la Compañía Guipuzcoana de Caracas, la mayor compañía colonial de ámbito vasco. A los dieciocho años de edad contrajo matrimonio en Pamplona con Fermina de Vidarte y Solchaga, hija de un rico comerciante de origen vasco-francés que tendría un gran influjo en el movimiento liberal impulsó las reformas de la legislación comercial del reino de Navarra en las Cortes de 1780.

Siguiendo la tradición familiar de intervención en los negocios públicos, en 1777 se estrenó como concejal y juez de policía en el Ayuntamiento de Vitoria, en donde comenzó a ensayar algunas políticas urbanísticas reformadoras que inmediatamente encontraron la oposición de los grupos de poder más tradicionales, lo que le obligaría a abandonar temporalmente la política local. Pero, lejos de decaer su activismo reformador, pronto emprendió la fundación de la Sociedad Caritativa —y posterior Hospicio— de Vitoria, y el establecimiento de una fábrica de paños para dar ocupación a la mano de obra de las gentes ociosas y menores acogidos en dicho centro.

Como era de esperar en un miembro de la nobleza local, Foronda se involucró activamente en las actividades de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, el órgano ilustrado y reformista más importante surgido en el seno de la sociedad vasca en el siglo xviii. Como socio de la misma, participó en los trabajos de las comisiones de Vitoria, compuso varios ensayos destinados a leerse en sus juntas generales y se ofreció para financiar la publicación de La Recreación política de Nicolás de Arriquíbar, obra que formalizaba el modelo de desarrollo económico adoptado por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País.

En 1782 abandonó Vitoria para fijar su residencia en una casa que el conde de Peñaflorida poseía en Bergara, localidad en la que la Sociedad Bascongada había establecido su célebre Seminario Patriótico, inspirándose en las experiencias pedagógicas de las Academias fundadas por Catalina II de Rusia. Aquel centro cultural le dio la oportunidad de vivir de cerca los frutos conseguidos por algunos de los profesores del Seminario en sus laboratorios —como el nuevo método de elaboración del acero por Zavalo, la obtención química del wolframio por los hermanos Elhuyar y el aislamiento del platino logrado por Chabaneau— y le permitió relacionarse con intelectuales de primer orden —como Proust, Thunborg, Jovellanos, Mas, Ciscar, Asso, Fernández de Navarrete, Samaniego, Santiváñez, Lardizábal, el abate Marchena o Erro— en el mundo de las ciencias y de las letras. De la misma forma, la surtida biblioteca que encontró en Bergara le facilitó la lectura de las obras extranjeras que estaban marcando las pautas culturales de la Ilustración europea, familiarizándole con algunos de los que serían sus autores preferidos: los fisiócratas, Montesquieu, Mably, Brissot de Warville, Filangieri, Beccaria, Rousseau, Helvecio, Condillac, Bielfeld y, sobre todo, cuantos participaron en la Enciclopedia metódica editada por Panckoucke.

Los artículos periodísticos —en la prensa de tendencia liberal, como El Espíritu de los mejores diarios, El Diario de Madrid, El Semanario de Salamanca o El Diario de Zaragoza—, a través de los que fue poniendo en manos del público la literatura ilustrada extranjera, hicieron de él un personaje bien conocido en el mundo de las letras, y su labor divulgativa le fue reconocida por varias sociedades y academias españolas y extranjeras que quisieron contarle entre sus miembros, como la Academia Real de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona, la Real Academia de Ciencias y Bellas Artes de Burdeos y las Sociedades Económicas de Valladolid y Zaragoza.

A mediados de 1788, todavía en Bergara, Foronda decidió publicar el fruto de cuanto le habían “enseñado los viajes, la meditación, la experiencia, la conversación con gentes instruidas y la lectura”, especialmente de obras de economía y jurisprudencia, y dio a la luz en El Espíritu de los mejores diarios, el periódico que dirigía el liberal Cristóbal Cladera, una serie de cartas que posteriormente serían editadas en dos volúmenes.

Inspiradas en la obra de la escuela fisiocrática francesa, dirigieron su crítica hacia las instituciones económicas y jurídicas fundamentales del Antiguo Régimen, como los gremios, las compañías privilegiadas, la prohibición del interés del dinero, la intervención en los mercados, los sistemas fiscal y aduanero, etc.

La animadversión producida por su carácter intrépido y atrevido entre los defensores del Antiguo Régimen y la política de control político y cultural establecida por Floridablanca a raíz de la revolución francesa le acarrearon a Foronda no pocos sinsabores y denuncias, y le obligaron a desviar su producción literaria hacia otros campos menos comprometidos, como la Química, la Lógica y la Literatura, abandonando temporalmente la edición de obras de contenido socio-político; pero nada de esto impidió que durante la guerra contra la convención francesa su nombre apareciera en los tribunales de la Inquisición como “protector de las máximas francesas y apasionado a su gobierno”.

Al finalizar el siglo, el ascenso de las fuerzas ultramontanas y el fortalecimiento político e ideológico del pensamiento conservador debieron de producir un cierto desencanto en Foronda, quien, a la vista de los caminos que se le iban cerrando al movimiento ilustrado, pidió que se le confiara una misión diplomática en el extranjero. En 1801, una vez logrado que se atendieran sus insistentes peticiones, fue nombrado cónsul general en Filadelfia, permaneciendo en Estados Unidos hasta finales de 1809 y llegando a ocupar el puesto de encargado de negocios cuando las relaciones del marqués de Casa de Irujo, responsable de la legación española en aquel país, con el Gobierno norteamericano alcanzaron un deterioro irreparable.

Durante su residencia en América no sólo desempeñó un trabajo consular eficiente, sino que recogió abundante información política y militar concerniente a las amenazadas posesiones españolas, siguió publicando breves panfletos de índole política y participó en los movimientos ilustrados locales, mereciendo el nombramiento de miembro de la American Philosophical Society de Filadelfia.

En vísperas de su regreso a España vieron la luz varios escritos de Foronda en los que el autor defendía la conveniencia de abandonar las colonias y establecía las bases sobre las que debía asentarse el nuevo orden constitucional: soberanía popular, separación de poderes, garantía de las libertades individuales frente al poder despótico, igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y eliminación de cualesquiera prerrogativas personales basadas en el nacimiento o en la sangre.

Tras permanecer durante un año en Lisboa, Foronda se asentó en La Coruña, en donde sus escritos económicos pasaron a un segundo plano para ser sustituidos por una intensa actividad propagandística en defensa del sistema constitucional en los medios de comunicación —El Patriota Compostelano, La Gaceta Marcial y Política de Santiago, y El Ciudadano por la Constitución—, las controversias públicas, las tertulias en los cafés liberales y la búsqueda de adeptos para la causa durante sus paseos por las áreas rurales gallegas.

Al amparo de la obra de Rousseau, Foronda dirigió sus diatribas más enérgicas contra “los horrores del sanguinario y tenebroso tribunal” de la Inquisición, la tortura, los privilegios de la iglesia gallega o los atropellos de que eran objeto los ciudadanos por parte de los caciques locales y en defensa del principio de igualdad y las libertades de prensa y expresión.

El acatamiento de la Constitución por Fernando VII el 9 de marzo de 1820 trajo consigo la rehabilitación política de Foronda, pues a la distinción de caballero de la Orden de Carlos III que ya ostentaba vino a añadírsele el título de ministro honorario del Tribunal Especial de Guerra y Marina, se le reconocieron sus años de prisión y confinamiento como de servicio activo en el cuerpo diplomático a efectos retributivos, se le llegó a ofrecer la representación de Álava en el Parlamento y, finalmente, las Cortes de 1821 elogiaron “las luces y talentos de este ciudadano benemérito, sus grandes trabajos en obsequio de la literatura y honor de la nación, su infatigable celo por ilustrarla, los riesgos que en todo tiempo ha corrido por esta causa, su larga prisión en Madrid y La Coruña, la ruidosa causa que se le siguió, su sentencia y destierro y los gastos y gravámenes que ha experimentado en sus bienes”.

Por su parte, Foronda no dejó pasar las nuevas oportunidades que le ofrecía el período constitucional y renovó su compromiso con la causa liberal, haciendo uso de las páginas que puso a su disposición Joaquín María Satrústegui, director de El Liberal Guipuzcoano, periódico político, filosófico, literario y mercantil, que editaba la Sociedad Patriótica de San Sebastián.

Sin embargo, apenas pudo disfrutar de las posibilidades abiertas por el recién estrenado trienio liberal, pues falleció en la capital navarra el 23 de diciembre de 1821, a punto de cumplir los setenta años de edad.

 

Obras de ~: Instituciones Políticas. Obra en que se trata de los Reynos de Portugal, y España, Burdeos, Casa de Francisco Mor, 1781; Cartas escritas por Mr. de Fer al Autor del Correo de Europa, en que le da noticias de lo que ha observado en España, Burdeos, Louis Boudrie, c. 1783; Miscelánea o Colección de varios Discursos, Madrid, Benito Cano, 1787; Cartas sobre los asuntos más exquisitos de la Economía Política, y sobre las Leyes Criminales, Madrid, Manuel González, 1789-1794, 2 vols.; Lecciones ligeras de chímica, puestas en diálogo, Madrid, González, 1791; Método inventado por Morbeau de desinfectar las iglesias, las cárceles, y todos los demás parajes empozoñados con la presencia de los miasmas pútridos, 1792; Memorias leídas en la Real Academia de las Ciencias de París sobre la edificación de hospitales, Madrid, González, 1793; Lógica de Condillac, puesta en diálogo, Madrid, Manuel González, 1794; Cartas sobre la policía, Madrid, Benito Cano, 1801; Colección de máximas, preceptos y consejos para los señores intendentes, corregidores y alcaldes, Madrid, Benito Cano, 1801; Carta en que se prueba que todos los entendimientos son iguales, Madrid, Benito Cano, 1801; Carta sobre algunas ideas equivocadas que tienen muchas personas en favor de la Inglaterra, Vitoria, Manteli, c. 1801; Reflexiones sobre la Memoria elemental, concerniente a los nuevos pesos y medidas decimales, fundados en la naturaleza, publicada por Don Gabriel de Císcar, Vitoria, Manteli, c. 1801; Carta sobre contribuciones, Filadelfia, 1803; Carta sobre lo que debe hacer un príncipe que tenga colonias a gran distancia, Filadelfia, 1803; Carta sobre los efectos productores de la educación, Filadelfia, 1803; Cartas presentadas a la Sociedad Filosófica de Philadelphia, Filadelfia, Bradford, 1807; Observaciones sobre algunos puntos de la obra de don Quixote por T. E., Londres, 1807; Cartas para los amigos, y enemigos de D. Valentín de Foronda, Encargado de Negocios, y Cónsul General de SMC Fernando VII, cerca de los Estados Unidos de la América Septentrional, Filadelfia, Bradford, 1808; Apuntes ligeros sobre la nueva Constitución, proyectada por la Majestad de la Junta Suprema Española, y reformas que intenta hacer en las leyes, Filadelfia, Palmer, 1809; Carta sobre el modo que tal vez convendría a las Cortes seguir en el examen de los objetos que conducen a su fin, y dictamen sobre ellos, Cádiz, Carreño, 1811; Libera opus meum a labiis iniquis et a lingua dolosa, Cádiz, Carreño, 1811; Cartas sobre varias materias políticas, Santiago, Manuel Antonio Rey, 1811; Contestación de D. Valentín de Foronda a las ideas llamadas instructivas sobre las tres cosas [...], Santiago, Manuel Antonio Rey, 1811; Ligeras observaciones sobre el proyecto de la Nueva Constitución, La Coruña, Antonio Rodríguez, 1811; Aviso a los Señores gallegos del Intendente Honorario de Ejército D. Valentín de Foronda, La Coruña, Antonio Rodríguez, 1811; Respuesta de gracias de D. Valentín de Foronda al Reverendo Padre Misionero sin máscara Fray Vicente de Santa María, La Coruña, Exacto Correo y Postillón, 1812; ¡Lo que puede un empleo! Comedia en dos actos, en prosa. Por D. Francisco Martínez de la Rosa, La Coruña, Antonio Rodríguez, 1813; Diálogo entre un Rmo. P. Provincial y un Doctor de la Universidad de Santiago de Galicia, La Coruña, Antonio Rodríguez, 1813; Continúa el diálogo [...], La Coruña, Antonio Rodríguez, 1813; Advertencias de un ciudadano a los Diputados a Cortes, La Coruña, Antonio Rodríguez, 1813; Continuación de las Advertencias [...], La Coruña, Antonio Rodríguez, 1813; Cartas sobre la obra de Rousseau titulada: Contrato Social. En las que se vacía todo lo interesante de ella, y se suprime lo que puede herir la Religión Católica Apostólica Romana, La Coruña, Antonio Rodríguez, 1814; Observaciones sobre la Octava Edición de la Ortografía Castellana [...], Pamplona, Ramón Domingo, 1818; Defensa de los diez y seis cargos hechos por el Señor Don Josef de Valdenebro, Corregidor de la Coruña, y Consejero de Castilla actualmente, sobre la causa que se formó [...] a Don Valentín de Foronda, Pamplona, Ramón Domingo, 1820; Cartas sobre la policía, Pamplona, Ramón Domingo, 1820 (ed. facs., con est. prelim. de J. M. Barrenechea, Vitoria-Gasteiz, Ararteko, 1998); Cartas sobre los asuntos más esquisitos de la economía política y sobre las leyes criminales, Pamplona, Ramón Domingo, 1821 (3.ª ed.) (ed. facs. con est. prelim. de J. M. Barrenechea, t. I, Vitoria-Gasteiz, Departamento de Economía y Hacienda, 1994, Col. Clásicos del pensamiento económico vasco).

 

Bibl.: J. R. Spell, “An Illustrious Spaniard in Philadelphia, Valentín de Foronda”, en Hispanic Review, IV, n.º 2 (abril de 1936), págs. 136-140; J. de Onís, “Valentín de Foronda’s Memoir on the United States of North America” y “Documentos: Apuntes ligeros sobre los Estados Unidos de América Septentrional”, en The Americas, vol. IV, n.º 3 (enero de 1948), págs. 351-362 y págs. 363-387, respect.; R. S. Smith, “Valentín de Foronda, diplomático y economista”, en Revista de Economía Política, X, n.º 2 (mayo-agosto de 1959), págs. 424- 464; “A Proposal for the Barter and Sale of Spanish America in 1800”, en The American Historical Review, XLI, n.º 2 (mayo de 1961), págs. 275-286; L. Jordana de Pozas, “Los cultivadores españoles de la ciencia de la policía”, en Estudios de Administración local y general, t. I, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, 1961, págs. 3-23; F. Venturi, “Economisti e reformatory spagnoli e italiani del 700”, en Rivista Storica Italiana, LXXIV, f. III (1962), págs. 552-561; M. Bitar Letayf, Economistas españoles del siglo xviii: Sus ideas sobre la libertad del comercio con Indias, Madrid, Editorial Cultura Hispánica, 1968, págs. 158-163; A. Elorza, La ideología liberal en la ilustración española, Madrid, Tecnos, 1970, págs. 119-138; J. Gárate, “El Caballero Valentín de Foronda ‘ilustrado’ alavés (I y II)”, “De nuevo con don Valentín de Foronda” y “Descripción de Vasconia por Foronda en sus ‘Cartas escritas por Mr. De Fer’ en 1783”, en Boletín de la Institución Sancho el Sabio, XVI (1972), págs. 325-351 y págs. 581-620, XVII (1973), págs. 453-485, y xix (1975), págs. 403-423; M. Zubillaga, La pensée de Valentín de Foronda et les lumières, 1751-1821, tesina, Bordeux, Université-III, 1979-1980; A. Odriozola, “Foronda”, R. Otero Pedrayo (dir.), en la Gran Enciclopedia Gallega, t. XIII, Santiago, Silverio Cañada, 1980, págs. 221- 225; X. R. Barreiro, Liberales y absolutistas en Galicia, Vigo, Ediciones Xerais de Galicia, 1982, especialmente la parte III; A. Freije, Modelos vascos de desarrollo en el siglo xviii, San Sebastián, Aranburu Editor, 1982, especialmente el vol. II; K. Larrañaga, “Foronda”, en VV. AA., Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco, Diccionario Enciclopédico Vasco, vol. XIII, San Sebastián, Editorial Auñamendi, 1982, págs. 584-588; J. M. Barrenechea, Valentín de Foronda, reformador y economista ilustrado, Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1984; V. de Foronda, Cartas sobre los asuntos más exquisitos de la Economía Política y sobre las Leyes Criminales, Cartas sobre la policía por D. Valentín de Foronda, op. cit.; D. Ozanam, Les diplomates espagnols du xviiie siècle. Introduction et rèpertoire biographique (1700-1808), Madrid, Casa de Velázquez-Maison des Pays Ibèriques, 1998; L. Perdices de Blas y J. Reeder, Diccionario de pensamiento económico en España (1500-2000), Madrid, Fundación ICO-Editorial Síntesis, 2003.

 

José Manuel Barrenechea González