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Enrique Felípez de Guzmán

Biografía

Felípez de Guzmán, Enrique. Marqués de Mairena (I). Madrid, 14.IV.1613 – Loeches (Madrid), 13.VI.1646. Hijo del conde-duque de Olivares.

Figuró Enrique Felípez hasta los veintiocho años de edad como hijo de Gonzalo Guzmán de Salazar y de su esposa Juana de Ocampo, cuando en realidad era el fruto de los amores que el conde-duque de Olivares, Gaspar de Guzmán, había tenido con una joven de noble estirpe en 1612. Había sido encomendado por Gaspar Guzmán a unos parientes suyos que contaban con su máxima confianza y discreción.

Posteriormente se le asignó como tutor el alcalde de Casa y Corte Francisco de Valcárcel, de ahí que fuera conocido indistintamente como Julián de Guzmán o de Valcárcel. Viajó a Italia como paje formando parte del séquito del arzobispo de Sevilla, Diego de Guzmán, cuando el prelado acompañó a la infanta María, entonces reina de Hungría, hasta Viena. Posteriormente marchó a las Indias, en donde llevó una vida errabunda y peligrosa hasta el punto de casi acabar sirviendo en galeras. Regresó en 1636 para, según parece, servir en Italia y Flandes como soldado de fortuna. Tres años después retornó a Castilla. Ya entonces era conocido como hijo bastardo del valido de Felipe IV, aunque su celebridad se debiera a las múltiples pendencias y desafíos en los que se veía envuelto con demasiada frecuencia, por otra parte consustancial comportamiento de buena parte de la nobleza joven de la época.

Para disgusto de su padre contrajo matrimonio apresurado y secreto, sin su licencia, con Leonor de Unzueta y Gamboa, hija del fallecido secretario real, Leonardo de Unzueta, de la que se había enamorado perdidamente. Enojado el conde-duque por el desafío ordenó la reclusión de la esposa en el convento de la Piedad de Guadalajara, mientras el marido fue confinado en casa de Jerónimo de Legarda, un caballero al que Olivares había encomendado la guarda de su heredero mientras se procedía a su reconocimiento.

Obtuvo, gracias a sus incontables poderes, la nulidad matrimonial de Roma, asunto que resolvió el gobernador del arzobispado de Toledo, Diego de Castejón.

La desairada esposa pugnó en los tribunales por su justicia hasta que finalmente resignada volvió a contraer matrimonio, esta vez con el letrado Gaspar de Castro y Velasco.

Apremiado por la ausencia de descendencia, pues la condesa Inés no parecía predispuesta a darle más hijos de los tres que había parido, dos de los cuales, Alonso e Inés, habían fallecido niños, el conde-duque había resuelto convertir a Julián en su heredero. De su matrimonio con Inés de Zúñiga y Velasco, hija del V conde de Monterrey, Gaspar de Zúñiga y Acevedo, y de Inés de Velasco y Aragón, sólo había tenido una hija que llegó a edad adulta. María de Guzmán se casó con Ramiro Núñez de Guzmán, segundo marqués de Toral, y falleció de sobreparto junto a su hijo en 1626. Desde entonces el valido había buscado sin éxito un heredero hasta considerar la legitimación de su bastardo. Disuelto el vínculo matrimonial de éste, sin grandes dificultades merced a las numerosas irregularidades con que se había desarrollado, en 1641 pudo Olivares presentar a su hijo con el nombre de Enrique Felípez de Guzmán, apellido que buscaba honrar al Rey. En septiembre el conde-duque afirmó su deseo de que su hijo Enrique le sucediera en el ducado de Sanlúcar la Mayor. Acordó además su matrimonio con Juana de Velasco, una hija de Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías y condestable de Castilla. Como correspondía a un personaje de su calidad le fue asignado un ayo, el conde de Grajal, noble afecto al conde-duque su padre y magnate de indiscutibles cualidades intelectuales y morales. El 24 de enero de 1642, en un documento que dieron a conocer los secretarios de Estado Antonio Carnero y Andrés de Rozas, se anunció formalmente el reconocimiento de Enrique Felípez y su boda. Su legitimación enfrentó al conde-duque con sus hermanas, con su sobrino Luis de Haro y con su yerno, el ya duque de Medina de las Torres, que vieron perdida toda esperanza de suceder en los estados del valido.

Las capitulaciones matrimoniales se firmaron el 21 de enero de 1642, día de santa Inés, onomástica de la condesa de Olivares. Previa dispensa de Roma por el grado de parentesco de los contrayentes, la boda se celebró el 28 de mayo en la capilla del Alcázar, oficiándola el patriarca de las Indias y siendo padrinos la reina Isabel de Borbón y el príncipe Baltasar Carlos.

Presto llegaron los honores y oficios. Fue nombrado gentilhombre de la Cámara del Rey y alcalde del Real Sitio del Buen Retiro, embajador de la Casa de la Moneda (1643), alguacil y escribano mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla (1644), además de concedérsele el hábito de caballero de Calatrava y el disfrute de la encomienda mayor de Alcañiz. El 10 de octubre de 1642 recibió el título de marqués de la villa de Mairena. Se le otorgó también el mando de una de las compañías de la coronelía del Príncipe, creada para la guerra de Cataluña. Enrique de Guzmán que había reclutado a su gente pagando con generosidad, salió de Madrid el 26 de abril de 1642 siguiendo el cortejo regio. Llegada su dispensa retornó a la Corte para contraer matrimonio el 28 de mayo, retomando a los pocos días camino rumbo a Molina de Aragón.

La caída en desgracia de su padre en enero de 1643 dejó a Mairena en delicada posición. Felipe IV, siguiendo el consejo de sor María de Ágreda, ordenó su salida de la Corte. El 3 de noviembre, con destino a la villa de Loeches, partió la condesa de Olivares para acompañar a su marido, postrado en cama. Ese mismo día se anunció la marcha de Mairena, que se encontraba en Aragón, acompañando de su esposa.

Fallecido el conde-duque en su exilio final de Toro, en 1645, los marqueses de Mairena y la condesa viuda continuaron viviendo en Loeches en aparente buena armonía. Allí nació en 1646 Gaspar Félix Felípez de Guzmán y Velasco —cuando el marqués ya estaba gravemente enfermo, probablemente de tuberculosis—, niño que apenas sobrevivió a su padre dos años. En una postrera entrevista de Inés de Zúñiga con el Rey en el Buen Retiro, a comienzos de 1646, consiguió arrebatar al Monarca la promesa de alzarle el destierro y su nombramiento como general de la costa del reino de Granada. Desgraciadamente Mairena no pudo alcanzar la ansiada rehabilitación, pues su enfermedad se agravó en febrero, testando entonces y dejando como heredero a su único y legítimo hijo, y a su esposa y madre adoptiva como tutoras. La muerte le sorprendió el 13 de junio en Loeches.

Su viuda contrajo matrimonio en 1648 con un hijo del conde de la Puebla de Montalbán, aunque nuevamente enviudó apenas dos años más tarde. Por tercera vez contrajo matrimonio, con el marqués de Alcañices, Juan Enríquez de Almansa. Falleció Juana de Velasco a los sesenta y dos años de edad.

Cuando su hijo Gaspar, duque de Sanlúcar, contaba cinco meses de edad se concertó su matrimonio con Francisca de Zúñiga y Fonseca, de siete meses, hija del marqués de Tarazona. Ambos novios fallecieron, quiso el azar, el mismo día, el 27 de febrero de 1648, quedando definitivamente extinguida la descendencia directa del desaparecido valido. La voluntad de Olivares, según había dejado ordenado en su testamento, con respecto a la sucesión en sus estados era que su hijo le sucediera en el condado-ducado de Olivares, mientras que su yerno, el duque de Medina de las Torres y marqués de Toral, lo hiciera en el ducado de Sanlúcar la Mayor. Finalmente los títulos de conde-duque recayeron en su sobrino y sucesor en la privanza, Luis de Haro, tras un largo pleito sostenido con la viuda Inés de Zúñiga, mientras el ducado de Sanlúcar recayó en el marqués de Leganés.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza (Toledo), Osuna, C. 497, Doc. 18, Capitulaciones matrimoniales entre Enrique Felípez de Guzmán, hijo del duque de Sanlúcar, y Juana de Velasco, hija de Bernardino Fernández de Velasco y Tovar, condestable de Castilla, Madrid, 21 de enero de 1642; Archivo General de Indias (Sevilla), Contratación, 5785, L. 1, fols. 232-235, Nombramiento del marqués de Mairena como alguacil mayor de la Casa de la Contratación, 21 de junio de 1644.

J. H. Elliott, El conde-duque de Olivares. El político en una época de decadencia, Barcelona, Crítica, 1991, págs. 599-647; V. M.ª Márquez de la Plata y L. Valero de Bernabé, El Libro de Oro de los Duques, Madrid, Prensa y Ediciones Iberoamericanas, 1994, pág. 27; V. L leó Cañal, La Casa de Pilatos, Madrid, Electa, 1998, págs. 263-265 y 316-317; G. Marañón, El Conde-Duque de Olivares. La pasión de mandar, Madrid, Espasa Calpe (27.ª ed.), 1999, págs. 361-381.

 

Santiago Martínez Hernández

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