Díaz de Vivar y Mendoza, Rodrigo. Marqués del Zenete (o Cenete) (I). ¿Manzanares el Real? (Madrid), 1462- 1466 – Valencia, 22.II.1523. Militar, protector de las Bellas Artes.
Nacido de la unión no legítima de Pedro González de Mendoza, arzobispo de Toledo, cardenal de España y canciller de los Reyes Católicos, y de Mencía de Castro, o de Meneses. El padre era a la sazón obispo de Calahorra y ya jefe de la casa de Mendoza tras la muerte de su padre el primer marqués de Santillana.
El pontífice Inocencio VIII legitimó la paternidad de este hijo del cardenal y de sus otros dos hermanos. Al igual que ellos, gozó de fama de buena presencia, de tal modo que a los hijos de Pedro González de Mendoza los propios Reyes Católicos los llamaban “los bellos pecados del Cardenal”. En las Genealogías de la casa de Mendoza se dice que fue “uno de los de maior valor y mas hermosa disposicion corporal [...]”, y en una nota al margen se añade lo que Fernan Mexia, veinticuatro de Jaén, dice del marqués: “Fue mui hermoso cavallero asaz grande de cuerpo, bien compasado y de fuertes miembros, el rostro feroz, de hartas carnes, valiente y esforzado, diestro en toda manera de armas; presciábase de tener mucha comparsa y de que fuesen los suios valientes y esforzados; partia con ellos francamente y galardonaba bien los servicios que le façian. Fue rico y gran señor, tenia fama de mucha moneda, despendíala sin dolerse de ella, era muy quisto y amado de la gente comun de Valencia donde él mas acostumbraba estar y adonde acabó sus dias [...]”. En sus Batallas y Quinquágenas, Fernández de Oviedo plantea la primera biografía, aunque muy sucinta, del marqués del Zenete, describiéndolo físicamente y alabándole como gran humanista y hombre de armas. En ella dice que don Rodrigo “fue uno de los mas gentiles hombres de disposicion de su persona que en su tiempo obo en España y de mejor graçia en qualquiera cosa que competiese de pié o de cavallo y que mejor y mas agraçiadamente se vestia, excelente latino y de fino, sotil y presto ingenio. Afable y muy enseñado en todas armas, muy animoso y valiente cavallero”.
Se educó en la Corte del infante Juan, aprendiendo allí sus primeras letras y dando muestras de ser aficionado y perito en música. También desde muy joven manifestó su carácter violento, agresivo, hiriendo a algunos artesanos o comerciantes proveedores, o incluso mandando asesinar a Jerónimo de Deza. Aunque dado lo violento de los tiempos en que vivía, él mismo tuvo que defenderse del intento de asesinato en Coca que los familiares de su segunda mujer le prepararon.
Legitimado, junto con sus otros dos hermanos, por su padre en 1476, éste instituyó para él un mayorazgo en 1488. Durante unos años tuvo el cargo de canciller mayor del sello de la poridad. Finalmente, en 1492, tras ser legitimado por los Reyes Católicos y el propio Pontífice, los Monarcas le conceden los títulos de marqués del Zenete y conde del Cid. Con el primero, se añaden en señorío las villas que forman el estado granadino: La Calahorra, Jerez del Marquesado, Alquite, Lanteira, Aldeira, Ferreira, Dólar, Huéneja y los palacios de Don Nuño, en Granada. Y con el segundo, la villa y castillo de Jadraque, junto al río Henares, más todo su territorio en torno, formado por numerosas villas, así como las casas mayores del cardenal en la ciudad de Guadalajara.
Realizó un primer viaje a Italia, entre 1499 y 1500, poco después de haber muerto su padre y estar en posesión de la gran fortuna legada. En ese viaje, que partiendo de Valencia le llevó primeramente a Nápoles, visitando posteriormente Roma, Milán y Génova, para desde allí regresar a España, tomó contacto con la cultura del Renacimiento italiano, declarándose ferviente admirador y ejecutor de su estilo y formas de vida. Admiró el arte y la arquitectura que se realizaban a la sazón en la península itálica, y allí contrató proyectos, materiales, arquitectos, plateros y todo lo que se necesitaba para dar vida al proyecto del gran palacio que deseaba tener en el centro de su estado del Zenete, en La Calahorra (Granada).
Tras su regreso, viajó por España, yendo primero a su castillo de Jadraque, donde inició también las obras necesarias para transformarlo en un distinguido palacio, y luego pasó a Valencia, y más tarde a Andalucía, donde se le encuentra en Jerez [del Marquesado], Guadix, La Calahorra y Écija, pasando luego a Valencia, a visitar sus estados, Jadraque, para lo mismo, Medina del Campo y Coca, donde ocurre todo lo concerniente a su segundo matrimonio. Gracias al Memorial de Cuentas del marqués, publicado por Falomir Faus, puede concretarse el itinerario de Rodrigo de Mendoza por España en los años de su más activa creatividad, y por Italia, tanto en 1499- 1500, como en su segundo viaje entre 1504 y 1506.
Al mismo tiempo, en ese documento se demuestra, con gran minuciosidad, la suntuosidad del modo de vida que llevaba Rodrigo. En sus continuos viajes, en sus estancias en Jadraque, Valencia y La Calahorra, estuvo siempre rodeado de tapices, muebles, vajillas, reposteros, cuadros y joyas. Fue un señor del Renacimiento, que formó una gran biblioteca, aunque heredada de su padre el cardenal Mendoza. Los caudales del marqués fueron administrados durante largos años por su procurador y al mismo tiempo banquero Matino Centurione.
Casó el 8 de abril de 1493 con la hija (única) del duque de Medinaceli, que murió muy joven, en 1497, al igual que el hijo único que con ella tuvo. Formado exclusivamente para el ejercicio militar, desde muy joven participó en batallas de la guerra de Granada, y tras quedar viudo, y en su periplo italiano, participó en acciones guerreras, apoyando las campañas de los Reyes Católicos en el norte de la península latina.
Aunque el pontífice Alejandro Borgia trató de casarle con su hija Lucrecia, viuda entonces del duque de Bisceglia, no cuajó el intento al quedar Rodrigo enamorado de María de Fonseca y Toledo, sobrinanieta del que fuera arzobispo de Sevilla, y señor de Coca y Alaejos, consumando su casorio el 30 de junio de 1502, aun en contra de la voluntad de la familia de la novia. Tras diversos lances casi novelescos, los esposos consiguieron tranquilidad y estabilidad, residiendo varios años mientras gobernaban su estado del condado del Cid, en tierras del Henares, en Guadalajara, desde su castillo-palacio de Jadraque.
De este matrimonio tuvo cuatro hijos. Las mayores, mujeres, que por este orden fueron Mencía de Mendoza, heredera y segunda marquesa del Zenete, quien casó primero con el conde de Nassau y luego con Fernando de Aragón, conde duque de Calabria, llegando a ser tenida por la mujer más rica de Castilla. Catalina de Mendoza, muerta en 1526 sin descendencia. María de Mendoza, que sería tercera marquesa del Zenete.
El cuarto fue un varón, que recibió el nombre de Pedro González de Mendoza, pero que murió a los tres años de edad.
Con su mujer María de Fonseca se trasladó a vivir, en 1509, al nuevo castillo-palacio que había mandado construir para servir de sede de su marquesado granadino, en La Calahorra, donde desplegó a través de sus arquitectos y artistas traídos de Italia, lo más elegante del nuevo Renacimiento hispano. Este grandioso edificio fue un proyecto que nació en la mente del cardenal Mendoza, pero que fue realizado por mano de su hijo, que lo dirigió y habitó. Se puso en marcha en 1491, y en principio lo dirigió, con sus planos, Lorenzo Vázquez de Segovia, hasta 1509, en que cae en desgracia del marqués, quien lo encarcela, y es sustituido por Michele Carlone. De la construcción y ornamentación de este castillo-palacio, de lo que existen precisas monografías, debe destacarse la utilización masiva de los motivos gráficos que se tomaron de un manuscrito adquirido por Rodrigo de Mendoza en su segundo viaje a Italia. Es el llamado en los inventarios “Llibre debuxos quadernats en posts amb les cubertes de cuyro tenat”, que luego fue y hoy todavía es conocido como “Codex Escurialensis” porque pasó a la Real Biblioteca de El Escorial, cedido por Diego Hurtado de Mendoza a Felipe II.
En los años 1500 y 1501, el marqués tuvo que emplearse militarmente para contener la revuelta de los mudéjares de su territorio marquesal. Tras vencer a los insurrectos, les impuso severas penas y utilizó a muchos moriscos como esclavos en las obras de La Calahorra, a pesar de que los Reyes Católicos se lo contradijeron documentalmente.
Posteriormente, y dado que allí tenía numerosas baronías y posesiones abundantes, Rodrigo y su familia pasaron a vivir a Valencia, donde le sorprendió el levantamiento de las llamadas Germanías. Como en la ocasión era virrey de Valencia su hermano menor Diego de Mendoza, conde de Mélito, y siendo sus tropas acorraladas por los revoltosos en Játiva, Rodrigo acudió a resolver la situación, destacando nuevamente por su valor y táctica militar, consiguiendo reducir la revuelta tras la derrota de los sublevados, con su cabecilla Vicente Peris al frente. Poco después de estos sucesos, y quizás del disgusto y susto pasados por ellos, falleció su esposa María de Fonseca, el 16 de agosto de 1521. Don Rodrigo murió en Valencia alrededor de los cincuenta años de su edad; sus restos se depositaron en el mausoleo de mármol de Carrara, labrado en Génova, que ellos encargaron previamente y que hoy se ve en la capilla llamada “de los Reyes” en el antiguo convento de Santo Domingo de la ciudad de Valencia.
Bibl.: J. Catalina García, “El segundo matrimonio del primer marqués del Cenete”, en VV. AA., Homenaje a Menéndez y Pelayo, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1899; C. de Arteaga y Falguera, La Casa del Infantado, cabeza de los Mendoza, vol. I, Madrid, edic. Duque del Infantado, 1940, págs. 251 y ss.; F. J. Sánchez Cantón, La biblioteca del marqués de Cenete, Madrid, Instituto Nicolás Antonio, 1948; J. M. March, SJ, “El primer marqués del Cenete. Su vida suntuosa”, en Archivo Español de Arte, vol. XXIV (1951), págs. 47-65; F. Marías Franco, “Sobre el castillo de La Calahorra y el Codex Escurialensis”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, n.º 2 (1990), págs. 117- 130; M. Falomir Faus y F. Marías Franco, “El primer viaje a Italia del marqués de Zenete”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, n.º 6 (1994), págs. 101-120; F. Layna Serrano, Historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos xv y xvi, vol. II, Guadalajara, Aache Ediciones, 1995; F. López Becerra de Sol y de Vargas, conde de Cabra, Los primeros Cenete y su marquesado (conferencia dictada), Guadix, 2003 (inéd.).
Antonio Herrera Casado