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Mateo de Toro-Zambrano y Ureta

Biografía

Toro Zambrano y Ureta, Mateo de. Conde de la Conquista (I). Santiago de Chile (Chile), 20.IX.1727 – 26.II.1811. Militar, presidente de la Junta de Gobierno de 1810.

Fue el tercer hijo de Carlos Toro Zambrano Escobar y de Jerónima de Ureta y Prado, ambos vinculados a la nobleza criolla chilena. Por el temprano fallecimiento de sus padres su tutela pasó a ser responsabilidad de su tío José de Toro y Zambrano, canónigo y maestre escuela de la Catedral de Santiago. Este alentó a su sobrino a seguir la carrera eclesiástica, pero Mateo al alcanzar la mayoría de edad prefirió dedicarse al comercio. Gracias a un préstamo de su tío estableció junto con su hermano José un pequeño negocio en la plaza principal de la capital chilena. Incursionó en la carrera militar al enrolarse en una milicia destinada a combatir en la llamada guerra del Arauco. Su actuación fue destacada y como resultado de ello en 1749 le fue conferido el grado de capitán del Regimiento Real de Caballería. El 3 de mayo de 1751 contrajo matrimonio con Nicolasa Valdés y Carrera, con quien tuvo ocho hijos. Su capacidad para los negocios así como la importante dote que le aportó su esposa proporcionaron a Mateo una fortuna personal que iba a incrementar con el paso de los años. Por herencia recayeron en Mateo antiguas posesiones de la familia Toro y Zambrano como los predios de Huechún y la hacienda de San Diego. En 1769 compró a los dominicos la hacienda de Perquín ubicada en el partido de Maule y en 1771 adquirió la chacra de Chuchunco y la estancia de Rancagua que había pertenecido a los jesuitas. En 1781 se hizo dueño de setecientas cuadras en el paraje Panilogo en la doctrina de Paredones. En Santiago hizo edificar para su residencia permanente una casona a la que denominó Casa Colorada, la misma que declarada en 1960 monumento histórico es en la actualidad sede del museo de esta ciudad. En 1750 le fue ofertada la máxima autoridad en Chiloé pero prefirió ejercer como jefe político de La Serena. En 1754 se incorporó al Cabildo de Santiago en calidad de regidor y alcalde de aguas. Ese mismo año fue por dos meses alcalde interino por ausencia del titular. Fue electo alcalde ordinario en 1760. Su nuevo cargo le permitió entablar amistad con el gobernador Manuel de Amat y Junient. En 1762 esta autoridad en vísperas de asumir como virrey del Perú nombró a Mateo corregidor y justicia mayor, lugarteniente del capitán general y teniente de alcalde mayor de minas. Tales funciones le fueron confirmadas por el nuevo gobernador Félix de Berroeta. En 1764 correspondió a Mateo organizar y costear los festejos del recibimiento del nuevo gobernador Antonio Guill y Gonzaga. Por un conflicto de intereses con el regidor propietario Luis Manuel Zañartu, Mateo optó por renunciar a todos sus cargos y retornó sus actividades agrícolas y comerciales. Su desvinculación de la actividad pública fue corta. En 1765 el gobernador Guill y Gonzaga le nombró capitán de una compañía integrada al Regimiento Real de Caballería de la capital. Tres años más tarde el oidor decano Juan de Balmaceda, quien gobernaba interinamente por el fallecimiento de Guill y Gonzaga, le volvió a conferir los puestos de corregidor, lugarteniente del capitán general y teniente de alcalde mayor de minas.

En 1769 se produjo la sublevación de los indios araucanos. Mateo Toro y Zambrano financió dos compañías, una española y otra de extranjeros, que se dirigieron a Rancagua a combatir el levantamiento indígena. Además, despachó desde Valparaíso un navío con víveres para el sostenimiento de las milicias en Concepción. Por último, organizó con sus medios económicos una compañía de Caballería de cincuenta hombres para resguardar el paso cordillerano próximo a la capital denominado Portillo de los Piuquenes. En lo que se refiere a sus funciones como corregidor destacan su labor de vigilancia en la construcción de los tajamares del río Mapocho, la restauración de la iglesia de San Lázaro y el aumento de las rondas nocturnas en la capital con el despacho de nuevas patrullas.

Por sus servicios prestados en defensa de los bienes de la Corona en la guerra del Arauco, Carlos III le concedió en 1769 el título de vizconde de la Descubierta y por Real Cédula expedida en Aranjuez el 6 de marzo de 1770 el título de conde de la Conquista. El 3 de mayo de 1772 hizo dimisión de sus tres cargos para asumir en exclusiva el puesto de superintendente de la Casa de la Moneda. En 1774 el gremio de comerciantes de Santiago le nombró juez diputado del comercio y dos años después le reeligieron en el mismo puesto. El 2 de septiembre de 1776 el ministro José de Gálvez le trasladó la noticia de que había sido ascendido a teniente coronel de Caballería de los Reales Ejércitos. Al año siguiente el gobernador Agustín de Jáuregui le nombró coronel de milicias del Regimiento La Princesa. Por Real Cédula de 25 de mayo de 1779 se exoneró perpetuamente al conde de la Conquista y a todos sus descendientes de la contribución militar denominada de lanzas. En 1792 hizo una contribución para la publicación de la flora peruana y chilena de los naturalistas Hipólito Ruiz y José Pavón. En 1794 la Corte le concedió el ascenso a coronel de los Reales Ejércitos. Sus gestiones para ascender a brigadier comenzaron en 1801 pero tuvo que aguardar a que la Junta Central se lo concediera por resolución de 13 de septiembre de 1809.

A pesar de su avanzada edad el conde de la Conquista adquirió nuevamente notoriedad pública con ocasión de la crisis de la Monarquía Hispánica que estalló en 1808. La capitanía general de Chile mantuvo su fidelidad al monarca cautivo Fernando VII y declaró la guerra a los franceses. Pero los desaciertos políticos del flamante gobernador, el brigadier Francisco Antonio García Carrasco, allanaron el camino para que se constituyera un gobierno autonomista. La decisión tomada por el gobernador de enviar a Lima bajo partida de registro al procurador Juan Antonio de Ovalle, al catedrático universitario Bernardo de Vera Pintado y a José Antonio de Rojas por el delito de conspiración, fue el detonante de su enfrentamiento irreconciliable con el Cabildo y la aristocracia local. Los oidores quitaron su apoyo a García Carrasco y le obligaron a renunciar el 16 de julio de 1810. Una Real Orden de 23 de octubre de 1806 señalaba que en caso de faltar el gobernador debía sucederle el oficial de mayor graduación, por lo que tal privilegio debía recaer en el brigadier Mateo Toro- Zambrano. Acatando esa disposición García Carrasco entregó la vara de mando al conde de la Conquista, quien aceptó sucederle. El 18 de septiembre de 1810 en la sala del tribunal del Consulado alrededor de trescientos cincuenta vecinos acordaron conformar una junta que gobernaría la capitanía general chilena en nombre de Fernando VII. Sus miembros fueron los siguientes: presidente, Mateo de Toro-Zambrano; vicepresidente, el obispo José Antonio Martínez de Aldunate; vocales, Fernando de la Plata, Juan Martínez de Rosas, Ignacio de la Carrera, Francisco Javier de Reina y Juan Enrique Rosales. Poco pudo hacer el conde de la Conquista en materia de gobierno en los escasos meses que llegó a gobernar. En enero de 1811 falleció su esposa y él murió al mes siguiente a los ochenta y cuatro años de edad. Sus restos fueron sepultados en la iglesia de la Merced.

 

Bibl.: D. Barros Arana, Historia general de Chile, t. VIII, Santiago, Rafael Jover editor, 1884; M. L. Amunátegui, La crónica de 1810, Santiago, Imprenta nacional, 1895; J. Eyzaguirre, Ideario y ruta de la emancipación chilena, Santiago, Editorial Universitaria, 1957; N. Meza Villalobos, La actividad política del reino de Chile entre 1806 y 1810, Santiago, Facultad de Filosofía y Educación, Universidad de Chile, 1958; J. Eyzaguirre, El conde de la Conquista, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1966.

 

Víctor Peralta Ruiz