Ayuda

Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo

Biografía

Santa Cruz y Espejo, Francisco Javier Eugenio de. Eugenio Espejo. Quito (Ecuador), 1747 – 27.XII.1795. Ilustrado, médico, polígrafo, periodista, precursor de la Independencia.

Hijo de Luis Espejo, mestizo acriollado nacido en Cajamarca (Perú), y de Catalina Aldaz, criolla de familia venida a menos. Su padre ejercía la cirugía en el Hospital de San Juan de Dios en Quito, y allí nació la inclinación de Espejo a la ciencia y al análisis de los problemas del Reino de Quito. Estudió las primeras letras en la escuela regentada por los frailes dominicos, de la que pasó al Colegio de San Luis de la Compañía de Jesús. Era éste un lugar en que los profesores trataban de estar a la altura de las ciencias europeas con las limitaciones propias de una colonia secundaria y pobre, pero cuyos habitantes, paradójicamente, mostraron un vivo interés por la cultura. En San Luis se graduó de licenciado en Filosofía en 1762. Luego ingresó a la Universidad de Santo Tomás, de los dominicos, allí se doctoró en Medicina en 1767 y realizó estudios completos de Teología y Derecho, recibió la licenciatura en esta disciplina en 1770. Antes, en 1764, se había declarado en Quito una epidemia de “mal de manchas” o “peste de los indios”, enfermedad que describió, siendo ésta tal vez su primera obra, aunque perdida. Desde 1770 a 1772 realizó las prácticas obligatorias en el hospital para poder ejercer la medicina. El 17 de noviembre del último año dio el examen y fue aprobado, pero por haber sido descortés con los examinadores, a los que trató disimuladamente de ignorantes, fue obligado a practicar un año más. En 1779 escribió El Nuevo Luciano de Quito o Despertador de los Ingenios Quiteños, obra que se divulgó manuscrita (la primera edición data de 1912), dura crítica a la pomposa y falsa educación de los reputados por sabios en ese tiempo. Se burlaba de algunos eclesiásticos apegados a una oratoria anticuada y poco eficaz. La principal víctima del ataque fue Sancho de Escobar y Mendoza. Éste, para quitar peso a las acusaciones de Espejo, lo tildó de “indio”, hijo de “indio” y de “mulata”. Éste era un recurso muy común en esa sociedad de castas y estamentos y que se usaría contra Espejo a lo largo de su vida. Además, le puso un juicio por asesinato de uno de sus pacientes, protegido del querellante. En los años siguientes escribió varios sermones para ser pronunciados o por su hermano Juan Pablo o por sacerdotes de la clase alta criolla, en los que siempre lanzaba sus dardos contra los ignorantes y los inmorales. También escribió la Carta Teológica sobre las Indulgencias. En 1780 escribió dos obras que vienen a ser la continuación del Nuevo Luciano: Marco Porcio Catón y La Ciencia Blancardina, en las que utilizó el subterfugio de fingir que eran escritas por otro, para responder a las críticas que se le hacían. Con estas obras adquirió la fama de inquieto e irrespetuoso, a la que poco a poco se añadirá la de subversivo. Corrieron las voces de que era autor de El retrato de Golilla, tremenda sátira contra el ministro José de Gálvez. Por esta razón el presidente de la Audiencia, José García de León y Pizarro, decidió enviarlo como médico y cirujano de la expedición que Francisco de Requena organizó para fijar los límites entre las colonias españolas y las portuguesas en la región amazónica. Espejo desobedeció la orden por considerar que lesionaba su honor y salió de Quito con la intención de llegar a Lima, pero se detuvo en Riobamba, donde tenía buenos amigos.

El presidente le acusó de “grave atentado” y ordenó su captura. Llegado a Quito fue puesto en libertad sin más trámite. En 1785 el Cabildo Secular de Quito solicitó a los médicos que dieran su opinión sobre un método para curar las viruelas propuesto por el médico real Francisco Gil, con posterioridad pidió a Espejo que redactase un informe sobre el tema. El médico quiteño pidió a sus colegas que le dieran a conocer la situación de los barrios en cuanto a salubridad. No le respondió ninguno. Por eso recorrió él mismo la ciudad en compañía de un regidor.

Como resultado escribió Reflexiones acerca de las viruelas, obra que también causó agrias reacciones porque su autor puso el dedo en la llaga al hablar del origen de las enfermedades: la mala alimentación, la falta de higiene, el sistema educativo infame, la pésima administración del hospital público, los malos médicos.... Pero también escribió sobre la necesidad de aislar a los enfermos de peste y sobre el contagio por medio de diminutos corpúsculos. Las autoridades recibieron muchas quejas de los agraviados, al final el mismo presidente pidió a Espejo que retirase su obra de la circulación, pero éste, en lugar de hacerlo, decidió otra vez marchar a Lima, en busca de mejores horizontes para su talento, pero otra vez se quedó en Riobamba. En esta ciudad el administrador de Tributos había acusado a los curas de empobrecer a los indios con la imposición de numerosas fiestas, los curas encargaron a Espejo su defensa. Éste escribió en 1786 una extensa Representación de los Curas del Distrito de Riobamba hecha a la Real Audiencia de Quito, para impedir la Fe que se había dado a un informe que contra ellos produjo Don Ignacio Barreto, conocida como Defensa de los Curas de Riobamba. Espejo sostuvo que Barreto había explotado a los indios y perjudicado al Real Erario (lo que se comprueba porque, habiendo sido muy pobre, llegó a comprar tres extensas haciendas y varias casas, que fueron rematadas después de su fallecimiento), demostró que las fiestas no eran la causa de la pobreza. Pero aprovechó la oportunidad para hacer un análisis exhaustivo de la calamitosa situación económica del Reino de Quito: agricultura, comercio, industria, minería, debida tanto a la ignorancia como a los abusos. De paso aprovechó para atacar de manera personal a Barreto y su grupo. A los pocos días escribió sus burlescas Cartas Riobambenses, pretendidas cartas de María Chiriboga y Villavicencio, aristocrática señora amante de Barreto, a uno de sus amigos. En pluma de María puso Espejo conceptos bastante avanzados sobre la situación de la mujer en el Quito del siglo xviii. La señora le puso juicio a Espejo por difamación. Esta oportunidad fue aprovechada por los enemigos del médico para tratar de hundirlo con el baldón de “indio, zambaigo, de bajísima y oscura extracción”. También le acusaron de haber intentado violar a una niña de diez años. En agosto de 1787 el presidente Villalengua le escribió a Riobamba pidiéndole que regresase a Quito “para darle ocupación honesta”, pero al mismo tiempo comisionó al corregidor de Latacunga para que hiciera averiguaciones sobre el pasquín de La Golilla. Nada quedó en claro, pero Espejo fue llevado a Quito en calidad de preso. Desde la cárcel escribió sendas Representaciones al presidente de la Audiencia y al fiscal en defensa de su inocencia. También escribió al virrey de Santafé pidiéndole licencia para viajar a España a defenderse. Espejo viajó luego a Santafé en compañía de su hermano Juan Pablo y de su cercano amigo Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, futuro primer presidente de la Junta Soberana de Quito de agosto de 1809. Tanto el virrey Ezpeleta como el fiscal determinaron que Espejo era inocente de todos los cargos que se le hacían y le dieron el permiso de retornar a Quito con el consejo de dejar de escribir sátiras contra sus conciudadanos. En su estadía en Santafé aprovechó para escribir un Discurso sobre la necesidad de establecer en Quito una Sociedad Patriótica y trabó amistad con dos jóvenes inquietos: Nariño y Zea, futuros combatientes por la libertad.

En 1791 regresó a Quito. Escribió una Probanza de Limpieza de Sangre para acceder al cargo de bibliotecario de la primera Biblioteca Pública del Reino de Quito formada con los libros (cerca de veinte mil) de los jesuitas expulsos, obra que permanece inédita. El presidente Muñoz de Guzmán le nombró verbalmente bibliotecario, pero el nombramiento se le despachó tan sólo el 24 de enero de 1794 y nunca se le pagó el sueldo. El 30 de noviembre de 1791 se fundó la Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito, cuyo motor fueron Espejo, secretario y autor de los estatutos, y el obispo José Pérez Calama, director.

Una de las primeras iniciativas fue la publicación del periódico Primicias de la Cultura de Quito, el primero aparecido en el Reino de Quito. Allí publicó Espejo el Discurso mencionado y otros artículos pequeños.

Lamentablemente el rey Carlos III dispuso la clausura de la sociedad y del periódico por no haber solicitado el permiso previo y no haber calcado los estatutos de aquellos de la sociedad matritense. Los socios de la sociedad quiteña fueron personas empeñadas en el progreso del Reino, pero también figurones de compromiso. En 1792 escribió dos tratados sobre un tema de mucho interés en la época: la quina o cascarilla, en peligro de extinción, por lo cual se había lanzado el proyecto de convertirla en monopolio real. Estos tratados fueron: Memoria sobre el corte de Quina y Voto de un Ministro Togado de la Real Audiencia de Quito, éste redactado para que lo leyera el oidor Fernando Cuadrado. El mismo año hubo un escándalo en Quito cuando los dominicos, dentro de las habituales solemnidades universitarias, propusieron varias cuestiones sobre el pecado original en las que no establecían la “piadosa doctrina” de la excepción de la Madre de Dios. El comisario del Santo Oficio denunció el asunto al Tribunal de Lima, por lo cual los dominicos protestaron. El comisario pidió a Espejo que aclarase el asunto, lo que hizo con conocimientos sobrados en su Carta Teológica sobre la Inmaculada Concepción. En 1793 escribió otro sermón para que su hermano Juan Pablo lo pronunciase en la Catedral en la fiesta de santa Rosa de Lima. Al año siguiente preparó el segundo sermón sobre el mismo tema también para su hermano. A pesar de todas estas señales de éxito y de aprecio en la sociedad parece que no se sentía a gusto en Quito, pues pidió a su apoderado en Madrid que le consiguiera un cargo “de toga” en alguna de las Audiencias de América. No hay constancia de que se hubiese incorporado como abogado, en Quito con seguridad no lo hizo, tal vez sí en Popayán o en Santafé, pero hizo más de diez años de práctica en el estudio del doctor Ramón Yépez y escribió varios alegatos jurídicos. El 21 de octubre de 1794 al amanecer aparecieron en las cruces de Quito unas banderas de tafetán colorado con la siguiente leyenda: “Liberi Sto felicitatem et gloriam consecuunto Salva Cruce” (“Libres seremos bajo la cruz salvadora después de haber alcanzado el propósito santo de gloria y felicidad”). Las autoridades quiteñas atribuyeron el hecho a Espejo y a su hermano Juan Pablo, sindicando como cómplices a Mariano Villalobos y a Juan Pío Montúfar. Los Espejo fueron encarcelados. Casi al mismo tiempo una vecina de Quito denunció a Juan Pablo por haber pronunciado sentencias sediciosas. La causa contra Espejo se agravó y salieron a la luz asuntos y acusaciones del pasado. Se elevó el problema a conocimiento del virrey de Santafé, quien dictaminó la inocencia de Espejo y dispuso que fuera sacado de la cárcel, mas la orden se extravió. La reiteración llegó a Quito en noviembre de 1795, al mes fue liberado Espejo pero salió de la cárcel para morir. Redactó su testamento en el que reiteraba su profunda fe católica y dejaba sus bienes a su hermana Manuela. Falleció el 27 de diciembre de ese año y fue sepultado en el Convento de la Merced. Al entierro asistieron tres personas: su hermana Manuela con su esposo José Mejía y el doctor Joaquín Lagraña. Espejo no se casó nunca, pero tuvo dos hijos naturales cuyas trazas se han perdido. Aunque sus críticas e iniciativas no tuvieron éxito inmediato, sin embargo su huella se vio tanto en la reforma de la Universidad quiteña como en la lucha por la independencia. A raíz de los acontecimientos de 1808 y 1809 una autoridad española declaraba que los insurgentes que habían fundado la primera Junta Soberana de Quito “eran herederos de las ideas de un antiguo vecino llamado Espejo”.

 

Obras de ~: Primicias de la Cultura de Quito, Quito, 1792; F. González Suárez (ed.), Obras de Eugenio Espejo, t. I, Quito, Imprenta Municipal, 1912 (incluye: El Nuevo Luciano, 1779; Carta sobre las Indulgencias, 1780; Cartas Riobambenses, 1787; Representaciones con motivo de su prisión, 1787; Memoria sobre el corte de quinas, 1792; Carta sobre la Inmaculada Concepción, 1792); Obras de Eugenio Espejo, t. II, Quito, Imprenta Municipal, 1912 (incluye: Sermón del Apóstol San Pedro, 1780; La Ciencia Blancardina, 1781; Reflexiones sobre las viruelas, 1785; Primer sermón de Santa Rosa, 1793; Segundo sermón de Santa Rosa, 1794); J. Jijón y H. Viteri (eds.), Obras de Eugenio Espejo, t. III, Quito, Imprenta Municipal, 1923 (incluye: Marco Porcio Catón, 1780; Defensa de los Curas de Riobamba, 1786); Obra Educativa, ed., pról., notas y cronología de Ph. L. Astuto, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1981 (ed. crít., incluye: Nuevo Luciano, Marco Porcio Catón, Ciencia Blancardina); Defensa de los Curas de Riobamba, vol XL, ed., introd. y notas de C. Freile, con la colaboración de C. Paladines, Quito, Publicaciones del Archivo Municipal de Historia, 1997; “Sermón Moral predicado por el Dr. Dn. Domingo Larrea, cura de Cayambe, en el año 778, en el Carmen de la Nueva Fundación de Quito, en la Profesión Religiosa de las primas de dicho cura”, en C. Paladines (est. prelim. y selecc.), Pensamiento Ilustrado Ecuatoriano, Quito, CEN, 1981; “Sermón de los Dolores de la Santísima Virgen pronunciado por el cura de Cicalpa Dr. Dn. Pedro Dávalos”, en Revista del Instituto de Historia Eclesiástica Ecuatoriana (ed. de C. Freile), n.º 19 (1999).

 

Bibl.: L. Astuto, Eugenio Espejo (1747-1795), México, FCE, 1969; C. Freile et al., Espejo Conciencia Crítica de su Epoca, Quito, Educ, 1978; A. A. Roig, Humanismo en la segunda mitad del siglo XVIII, Segunda parte, Quito, CEN, 1984; J. Villalba (SJ), Las Prisiones del Doctor Eugenio Espejo 1783- 1787-1795, Quito, Edipuce, 1992; C. Freile, Eugenio Espejo Filósofo, Quito, USFQ-Abya Yala, 1997; Eugenio Espejo y su tiempo, Quito, Abya Yala, 1997; E. Beerman, Sociedad Económica de Amigos del País de Quito y Eugenio Espejo, su Secretario, Madrid, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1998; C. Freile, Eugenio Espejo Precursor (Documentos), Quito, Abya Yala, 2001.

 

Carlos Freile