Leonor de Austria. Lovaina (Bélgica), 15.XI.1498 – Talavera la Real (Badajoz), 13.II.1558. Reina de Portugal y de Francia.
Leonor fue la primogénita de Felipe I el Hermoso, archiduque de Austria, y de Juana la Loca, reina de Castilla. Nació el 15 de noviembre de 1498 y fue bautizada en la catedral de Santa Gúdula en Bruselas (Bélgica). Sus padrinos fueron su abuelo, Maximiliano de Habsburgo, y Margarita de York, viuda de Carlos el Temerario, duque de Borgoña. Dieciocho meses después nació en Gante (Bélgica) su hermano, el futuro emperador Carlos V. Cuando Felipe el Hermoso murió en 1506, los dos niños se quedaron en Flandes con sus hermanas pequeñas, Isabel (nacida en 1501) y María (nacida en 1505). Fueron puestos al cuidado de su tía, Margarita de Austria. Todo parece indicar que Leonor tuvo una feliz infancia y recibió una buena educación, que incluía no sólo ejercicio físico sino también el estudio de las letras. Llegó a convertirse en toda una experta en el arte de la música.
Aunque no era hermosa —heredó el prominente mentón de los Habsburgo—, Leonor cosechó alabanzas por su gracia y elegancia. Su temperamento era gentil y sumiso. A la edad de dieciocho años, se enamoró de Federico, el cuarto hijo del conde palatino, Felipe de Baviera, enviado de Maximiliano a la Corte de Borgoña. Intercambiaron cartas, una de las cuales fue interceptada por el hermano de Leonor, Carlos, quien ejerció su autoridad forzando a los amantes a renunciar públicamente a cualquier compromiso entre ellos. Federico fue enviado de regreso a Alemania.
El duque de Lorena y los reyes de Dinamarca y Navarra pidieron la mano de Leonor, pero fueron rechazados. En 1517, sin embargo, fue entregada en matrimonio al rey de Portugal, Manuel I el Afortunado (1469-1521), a quien nunca había visto antes.
Era veintinueve años mayor que ella y ya había estado casado antes dos veces, con infantas españolas, que también le habían dado descendencia.
El 8 de septiembre de 1517 Leonor acompañó a su hermano Carlos, cuando abandonó Flandes para ocupar el trono de España, que había heredado de Fernando de Aragón. Tras un peligroso viaje por mar, llegaron a España y, en Tordesillas, se reunieron con su madre, Juana, y conocieron a su hermana Catalina y a su hermano Fernando, que habían crecido en España.
El 13 de julio de 1518 Leonor se casó con Manuel por poderes. Entonces viajó a Lisboa (Portugal), donde se celebró el matrimonio el 24 de noviembre.
Como reina de Portugal, mantuvo buenas relaciones con sus hijastros, que eran sólo algo más jóvenes que ella: Isabel, futura esposa de Carlos V, y Juan, futuro Juan III de Portugal, quien se casaría con la hermana pequeña de Leonor, Catalina. Leonor tuvo dos hijos con Manuel I: Carlos, que murió de niño, y María (1521-1577). Cuando Manuel murió en 1521, Leonor se reunió con su hermano Carlos en España, pero muy a su pesar fue obligada por el Gobierno portugués a dejar a su hija allí. Una vez más, Leonor se convirtió en un peón en el juego de la diplomacia internacional.
Carlos V la prometió a Carlos III, duque de Borbón, en 1523, en parte como recompensa por haber traicionado al rey Francisco I de Francia, pero la promesa de matrimonio nunca se cumplió.
Carlos V no tardó en aceptar una contraoferta de matrimonio de parte de Francisco, tras ser éste derrotado y capturado en la batalla de Pavía (Italia) el 25 de febrero de 1525. Las razones que podía tener Francisco son fruto de la especulación: puede que creyera que casarse con la hermana de su carcelero facilitaría su propia liberación. De lo que no cabe duda es de que el matrimonio fue un acuerdo político en el que el amor no desempeñó ningún papel; formaba parte de los términos del Tratado de Madrid, en función del cual Francisco recuperó la libertad del cautiverio vivido en España. El 19 de enero de 1526 Leonor y él se prometieron en matrimonio por poderes; un mes más tarde se conocieron en Illescas (Toledo) en medio de una celebración que duró diez días. A Leonor, no obstante, no se le permitió acompañar a Francisco cuando él regresó a Francia el 17 de marzo de 1526.
Su rechazo a acatar el Tratado de Madrid y entregar el ducado de Borgoña a Carlos V dio paso a una reanudación de las hostilidades, que continuaron hasta la Paz de Cambray, conocida como la “Paz de las Damas” (3 de agosto de 1529). Mientras tanto, Leonor se quedó en España tratando de mejorar la fortuna de los dos hijos de Francisco —Francisco, delfín de Francia, y Enrique, duque de Orleans—, que ocuparon el lugar de su padre en el momento de su liberación y que seguían retenidos como rehenes en España.
Entre tanto, Leonor asistió a importantes acontecimientos en la Corte española: el 5 de junio de 1527 fue la madrina en el bautizo del futuro Felipe II de España, celebrado en Valladolid. El 7 de marzo de 1530 Francisco designó a su hijo, el vizconde de Turenne, para que le representase en la celebración del matrimonio por poderes con Leonor, ceremonia que tuvo lugar el 20 de marzo de 1530 en la torre de Longone, cerca de Pedraza (Segovia). Al escribir al condestable de Francia, Anne de Montmorency, Turenne alabó la honradez de Leonor, su virtud y su sabiduría, pero no su belleza. Le permitieron reunirse con el rey de Francia, sólo tras haber pagado éste una cuantiosa cantidad de dinero como rescate. El 30 de junio de 1530 el cardenal Francisco de Tournon visitó a Leonor en Fuenterrabía (Guipúzcoa) para ultimar los preparativos de su viaje, mientras Montmorency organizaba el traslado en San Juan de Luz (Francia). Leonor pidió cuatrocientas mulas para uso propio y doscientas más para su acompañante, la marquesa de Zenete y condesa de Nassau. Tras cruzar el Bidasoa en dos barcos el 1 de julio de 1530, Leonor y los hijos del Rey continuaron viaje hasta Bayona (Francia), adonde llegaron al día siguiente en medio de una multitudinaria bienvenida. Francisco I salió de Burdeos (Francia) mientras tanto, y se encontró con su nueva Reina y sus hijos cerca de Roquefort-de-Marsan (Francia). El 7 de julio de 1530 casó a Francisco y a Leonor, sin mediar ceremonia oficial en una capilla anexa al convento de las clarisas de Beyries (Francia), Jean Le Veneur, obispo de Lisieux, quien como gran limosnero era el responsable de administrar los sacramentos a la Familia Real. De allí la pareja real viajó hacia el norte; en Podensac (Francia) les esperaban embarcaciones engalanadas para la ocasión que les condujeron río abajo por el Garona hasta llegar a Burdeos, donde les esperaba una espléndida recepción.
Leonor fue coronada reina de Francia en la abadía de San Denís el 5 de marzo de 1531 y dos días más tarde hizo su entrada en París. El gran maestro, Anne de Montmorency, que había supervisado los preparativos para la coronación, admiraba profundamente a la nueva Reina. Los franceses —decía— debían agradecer a Dios haberles premiado con “una dama tan hermosa y virtuosa”, pero Francisco I no era tan entusiasta al respecto. Tal y como el embajador inglés, sir Francis Bryan, le había contado a Enrique VIII de Inglaterra, algo no iba del todo bien en la pareja real.
No habían dormido juntos ni una sola vez en cuatro meses y al Rey no se le veía hablando con su mujer muy a menudo, si bien el idioma no tendría que haber sido una barrera entre ambos, dado que el francés era la lengua materna de Leonor. Francisco reservaba su amor para Ana de Pisseleu, futura duquesa de Étampes, su nueva amante oficial. Cuando Leonor llegó a París, los observadores se sorprendieron enormemente al ver al Rey sentado en una ventana con Ana a su lado. Dos años después, la hermana del Rey, Margarita de Navarra, le dijo al duque de Norfolk que no había hombre menos satisfecho con su mujer que su hermano: no había dormido con ella en siete meses. Cuando el duque le preguntó por qué, ella contestó que Leonor no era de su agrado: cuando yacía a su lado no podía dormir y cuando yacía lejos no podía dormir mejor. Pero, aunque Leonor no era capaz de competir con Ana de Pisseleu por el amor del Rey, sí que le fueron concedidos, no obstante, todos los honores de su rango. Contó con un gran séquito, del que se ha conservado una lista, con unos doce nombres españoles entre las cerca de cincuenta damas de la Reina y demoiselles d’honneur. La lista también incluye un número poco habitual de músicos.
Aunque la mayoría de los sirvientes de Leonor eran franceses, puede que ella introdujera algo más de formalidad en la Corte francesa; se mantuvo fiel a los horarios españoles tomando la cena más tarde que el resto de la Corte.
Se sabe relativamente poco sobre las relaciones entre Leonor y otros miembros de la Familia Real francesa.
Le tenía mucho cariño al delfín Francisco y lloró su repentina muerte el 10 de agosto de 1536. De sus otros dos hijastros, prefería a Carlos, el más joven de ellos, sobre Enrique, quien se había convertido en el heredero al trono. En cuestiones de política, Leonor tuvo muy poca influencia, si bien intentó de mil maneras restablecer la paz entre su marido y su hermano.
A la Paz de Cambray pronto le continuó una reanudación de las hostilidades entre ellos que culminaron en el fracaso de la invasión de Provenza en 1536.
Dos años más tarde, no obstante, Montmorency dio comienzo a un cambio radical en la política exterior francesa dirigido a la recuperación del ducado de Milán por medios pacíficos. Se dio un primer paso en mayo y junio de 1538, cuando Francisco y Carlos negociaron por separado con el papa Pablo III en Niza (Francia). Leonor aprovechó la oportunidad para ver a su hermano, que se alojaba en Villefranche (Francia).
Viajó con sus damas hasta allí en barco; cuando estaban desembarcando, un muelle de madera se vino abajo arrojándolas al mar, pero ocurrió a poca profundidad, por lo que el incidente no pasó de un chapuzón.
En el transcurso de una segunda visita a su hermano el 19 de junio de 1538, Leonor le instó a conocer a su marido de inmediato. El 14 de julio de 1538, tras la marcha del Papa, Francisco y Carlos se conocieron en Aigues-Mortes en Languedoc (Francia).
En octubre Leonor disfrutó mucho al ver a su hermana, María de Hungría, cuando ésta visitó Compiègne (Francia). El acercamiento de los Valois y los Habsburgo culminó con la visita de Carlos V a Francia en el invierno de 1539-1540.
Desde el momento de su llegada el 27 de noviembre de 1539, Carlos fue recibido calurosamente y Leonor figuró en un lugar destacado en los festejos con los que fue agasajado en Fontainebleau, en París y en el resto de los lugares. Durante la visita se evitó deliberadamente cualquier debate de tema político, pero Montmorency albergaba la esperanza de que, tras ella, se diera paso a conversaciones sobre el futuro de Milán. Sin embargo, al llegar a Bruselas Carlos V otorgó la investidura del ducado a su propio hijo, Felipe.
Madame de Étampes acusó a Montmorency de haber engañado al Rey sobre la voluntad por parte del Emperador de ceder Milán, y en 1541 el condestable cayó del poder. Al tiempo que abandonaba la Corte, los partidarios de la guerra, dirigidos por el almirante Chabot, se posicionaron favorablemente para la lucha. Las intenciones de Leonor fueron eclipsadas por los convulsos. Un enviado imperial describió a la duquesa de Étampes como “el verdadero presidente del consejo más privado e íntimo real”. Pero el agotamiento por ambas partes dio paso a un nuevo tratado de paz, firmado en Crépy (Francia) el 18 de septiembre de 1544. Esto favoreció al hijo menor de Francisco, Carlos, duque de Orleans, a costa de su hermano mayor, Enrique. Carlos se casaría con la hija del Emperador, María, o con su sobrina, Ana. En Francia la paz fue recibida de manera contradictoria. Leonor se regocijó: celebró el acuerdo visitando a su hermano y a su hermana en Bruselas, donde se le unió Carlos de Orleans. Fue con todo su séquito y sus damas, incluida, para sorpresa de todos, Madame de Étampes, que fue recibida de manera honorable por Carlos V.
Una grave enfermedad sufrida por Francisco en 1538 hizo que la duquesa reflexionara sobre la precariedad de su posición en la Corte francesa; tras ello, decidió acercarse más a la Reina y a Carlos de Orleans.
Las celebraciones en Bruselas fueron tan esplendorosas como requería la ocasión, pero la paz quedó anulada de hecho con la muerte de Carlos de Orleans el 9 de septiembre de 1545. Dos años más tarde, el 31 de marzo de 1547 Francisco I murió en Rambouillet (Francia). En su lecho de muerte se dice que pidió a su hijo y heredero, Enrique, que protegiera a Leonor, sabiendo que la había tratado mal, pero el nuevo Rey no hizo nada por obedecer ese mandato. A su ascensión al trono le sucedió una revolución en el palacio, que destronó de manera eficaz a Leonor. Su destino podría haber sido otro si hubiera concebido un heredero al trono. Enrique incluso confiscó su dote antes de entregársela en 1552 a Margarita, la hija ilegítima del Emperador y esposa de Orazio Farnese, quien se había adscrito él mismo a la Corte. A Leonor ni siquiera se le permitió despedirse formalmente de Enrique II cuando se marchó de Francia definitivamente hacia los Países Bajos en noviembre de 1548. Ni siquiera se le asignó escolta. Viajó con pocos acompañantes y tuvo que sufrir la humillación de que registraran su equipaje. Tras un alto de tres días en Hal (Bélgica) para recuperarse de unas fiebres, Leonor llegó a Bruselas el 5 de diciembre de 1548.
Allí y en el resto de ciudades que visitó, los ciudadanos le dispensaron una cálida bienvenida. Permaneció en la Corte en Bruselas durante los ocho años siguientes, asistiendo a las ceremonias, incluida la investidura del futuro Felipe II en los Países Bajos. Sin embargo, no asistió a la abdicación de Carlos V en Bruselas el 25 de octubre de 1555. Unos meses antes, María de Hungría escribió al Emperador contándole que Leonor había expresado reiteradamente su deseo de unirse a su hermana en España y que permanecía en los Países Bajos sólo por el afecto que le tenía.
El 15 de septiembre de 1556 Carlos V partió en barco de los Países Bajos hacia España acompañado de sus hermanas, Leonor y María. Se instaló en el monasterio de Yuste (Cáceres), donde recibía la visita de ellas. En 1558 Leonor se encontró en Badajoz con su hija María, que seguía soltera. Intentó persuadirla de que se fuera con ella a España y viviera con ella en Guadalajara, pero María, que casi no conocía a su madre, rehusó abandonar la Corte portuguesa, donde había crecido y había vivido durante tantos años. El 13 de febrero de 1558 Leonor sufrió un ataque de asma en Talavera la Real cuando volvía de Badajoz y murió. Fue enterrada, según fue su voluntad, sin mediar ceremonia. Muchos años después, Felipe II hizo trasladar sus restos a la necrópolis real en El Escorial (Madrid).
Bibl.: C. Moeller, Éléonore d’Autriche et de Bourgogne, Reine de France, Paris, 1895; K. Brandi, Kaiser Karl V. Werden und Schicksal einer Persönlichkeit und eines Welreiches, Munich, 1937; G. de Boom, Archiduchesse Éléonore, reine de France; soeur de Charles-Quint, Bruxelles, 1943 (reed., Bruxelles, 2003); R. J. Knecht, Renaissance Warrior and Patron: the reign of Francis I, Cambridge, University Press, 1994; M. J. Rodríguez- Salgado, “Charles V and the Dynasty”, en H. Soly (ed.), Charles V, 1500-1558 and his time, Antwerpen, 1999, págs. 27-77.
Robert J. Knecht