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Juan Bautista de Erro y Azpiroz

Biografía

Erro y Azpiroz, Juan Bautista de. Andoain (Guipúzcoa), 12.VII.1773 – Bayona (Francia), 5.I.1854.

Filólogo, ministro de Fernando VII y de don Carlos. Hijo de Martín de Erro y Larrea y de Rafaela Azpiroz, su padre fue profesor del seminario de Vergara, donde realizó sus primeros estudios, dominando a la perfección la lengua castellana y latina. Sentó plaza por breve tiempo en la guardia de Corps, pasando el 17 de abril de 1791 a ser “académico de Minería y Geometría subterránea” en la villa de Almadén. Siete años después fue designado contador de Rentas Reales, Propios y Arbitrios de la provincia de Soria. En este tiempo preparó y publicó el Alfabeto de la lengua primitiva de España, obra donde mantiene que la lengua vascongada era la que “floreció universalmente en España antes de la venida de las naciones extranjeras”, considerando asimismo que: “Una de las circunstancias que hacen más recomendable la memoria de nuestros progenitores es la de su religión, que conservaron pura y sin la mezcla de los errores del politeísmo, en que incurrieron las demás naciones, conforme a los principios de la revelación que habían recibido y aprendido bajo de la conducta y ejemplo del Patriarca Noé y de sus hijos”. En cualquier caso, y aunque plenamente convencido de sus aseveraciones, Erro se justifica en el prólogo de los errores que pudiera tener su obra recordando una frase de Plinio al emperador Vespasiano: “Soy hombre, en que es herencia el error, y las graves ocupaciones del servicio de Su Majestad a que está afecto mi empleo la mayor parte del día, me dejan pocas horas libres que poder destinar a la literatura”.

El 20 de mayo de 1807 fue nombrado para servir la Contaduría General de Propios y Arbitrios y Rentas Reales de la provincia de La Mancha, cargo inmediatamente inferior al del intendente. Empezada la guerra contra los franceses, formó parte de la Junta Superior de La Mancha, con sede inicial en Ciudad Real, y que debido a las vicisitudes de la contienda no tardó en ser itinerante. En diciembre de 1809 fue nombrado intendente de la provincia, por lo que asumió automáticamente la presidencia de la Junta. Poco más tarde se trasladó a Cádiz para conseguir la renovación de la Junta y la autorización para crear un cuerpo militar que dependiera de la misma, lo que consiguió por Real Orden de 13 de marzo de 1810. El nuevo cuerpo tendría de 1.000 a 15.000 infantes y un escuadrón de caballería, sacados del ejército de Extremadura, que fueron colocados bajo las órdenes del coronel José Martínez de San Martín, como comandante general de La Mancha, cuerpo que acompañó casi siempre a la Junta en su deambular por la provincia y que participó en varias operaciones militares, por lo general con escasa fortuna. En cuanto a la Junta fue reorganizada por Real Orden de 21 de marzo de 1810, incorporándose a la misma un representante de cada uno de los partidos de la provincia, forma diplomática de acabar con las juntas en ellos existentes.

Fue durante estos turbulentos años cuando Erro debió de sacar tiempo para escribir El mundo primitivo o examen filosófico de las antigüedades y cultura de la nación vascongada, obra cuyo prólogo aparece fechado en Elche de la Sierra el 30 de enero de 1811. Su objeto no era otro que “probar la primacía y antigüedad de la lengua Euscara sobre los demás idiomas de la tierra”, y en ella se hacen constantes referencias a un pasado idílico, anterior al diluvio, en que los hombres vivían de forma pacífica y habían alcanzado un nivel de conocimientos muy superior al después conseguido. Dado que el libro es anterior a las teorías evolucionistas, Erro considera que el idioma vascongado, propio de la sociedad primitiva y antecedente de todos los demás, fue creado directamente por Dios al tiempo que el hombre. De su estudio era posible deducir cuáles eran las instituciones políticas vigentes en la época dorada de los patriarcas.

No fue Erro ajeno a las disputas entre liberales y absolutistas surgidas a raíz de la reunión de Cortes, distinguiéndose como protector del periódico realista La Gaceta de La Mancha, lo que a punto estuvo de costarle el puesto de intendente. A la vuelta de Fernando VII fue nombrado intendente de Madrid y su provincia (1814) y más tarde intendente del Ejército y Principado de Cataluña, cargo en el que sirvió hasta el Trienio Liberal, en que se trasladó primero a Guipúzcoa y luego a Francia, colaborando primero con la Junta de Bayona y luego con la Regencia de Urgel. En 1823, tras la invasión francesa, permaneció algunos meses al frente del Ministerio de Hacienda, y este mismo año las juntas de Guipúzcoa, reunidas en Villafranca, le nombraron “Benemérito de la Patria” por sus obras a favor del vascuence. Nombrado consejero de Estado en 1823, fue desterrado en varias ocasiones durante la década absolutista en episodios que no están del todo claros pero que muestran su vinculación al ultrarrealismo. Ello no impidió que fuera rehabilitado en varias ocasiones, y así aparece en 1829 como testigo de las capitulaciones matrimoniales entre el Rey y María Cristina, lo que no es óbice para que pocos meses más tarde sea de nuevo preso y desterrado.

La muerte de Fernando VII le sorprendió en Sevilla, y se sabe que el 18 de diciembre de 1833 se autorizó al subdelegado de policía para trasladarle a Cartagena en unión de otros varios sospechosos de conspirar a favor de don Carlos. Erro logró fugarse, y vía Gibraltar pasó a Inglaterra, donde se mantuvo en contacto con los representantes de don Carlos, quien le confió la misión de conseguir un empréstito y no tardó en invitarle a pasar a España, lo que verificó a principios de 1836. El 20 de abril de 1835 era nombrado ministro universal. De él pasaron a depender las cuatro secretarías generales de los negociados de Estado, Guerra, Gracia y Justicia y Hacienda, para las que designó a Wenceslao María Sierra, José de Morejón, José Arias Teijeiro y Ramón Antrán. El mismo día de su nombramiento creó un Consejo General de Negocios del Reino “compuesto de personas conocidas acreditadas en las diferentes carreras de la administración, con cuyas luces pueda consultar el ministerio sus dudas e ilustrar y asegurar la resolución de los negocios”, a cuyo frente puso al consejero de Estado José Aznarez. También creó una Junta Consultiva de Guerra, para cuya presidencia eligió al teniente general conde de Villemur. Coincidiendo con su toma de posesión don Carlos publicó una proclama a los vasconavarros donde explicitaba su propósito de convocar Cortes y juntas generales para discurrir sobre las formas de fomentar su industria, comprometiéndose a ser “el apoyo y fiel conservador de vuestros fueros y exenciones”.

El 27 de julio de 1836 se promulgó una disposición estableciendo comisarios regios en todas las provincias, lo que dio lugar a la oportuna reclamación de contrafuero, obteniéndose el pase foral al quedar aclarado que era una medida extraordinaria que sólo estaría en vigor mientras durase la guerra. Llevado de la necesidad de conseguir fondos, Erro apoyó la idea de un nuevo sitio de Bilbao, tras cuyo fracaso, en diciembre de 1836, presentó su dimisión.

Finalizado el conflicto se exilió a Francia, residiendo primero en Montpellier y luego en Bayona, donde estuvo entregado hasta su muerte a estudios filológicos, arqueológicos y económicos. Había contraído nupcias con María del Carmen Constantin y La Croix, de la que tuvo, al menos, dos hijos: Mateo y Juan Evangelista.

Entre otras distinciones, fue alcalde y juez honorario de Andoain (1818), académico correspondiente de la Real Academia de la Historia (1819), miembro de la Academia de Buenas Letras de Barcelona (1820), socio numerario de la Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona (1820), académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1824) y condecorado con la Legión de Honor francesa (1824). Sus obras filológicas, aunque pronto superadas, fueron traducidas a diversas lenguas. Como dato curioso cabe señalar que pese a sus conocidos principios religiosos y monárquicos, su interés por el conocimiento le llevó a solicitar permiso para leer libros prohibidos, que le fue concedido por el inquisidor general el 20 de agosto de 1819.

 

Obras de ~: Alfabeto de la lengua primitiva de España, y explicación de sus más antiguos monumentos de inscripciones y medallas, Madrid, Imprenta de Repullés, 1806; Observaciones filosóficas a favor del alfabeto primitivo o respuesta apologética a la censura crítica del cura de Montuenga, Pamplona, 1807; El mundo primitivo o examen filosófico de la antigüedad y cultura de la nación bascongada, Madrid, Imprenta que fue de Fuentenebro, 1815.

 

Bibl.: Juan Bautista de Erro y Azpiroz 1773-1854, San Sebastián, Diputación Provincial de Guipúzcoa, 1954; J. A. García Noblejas, “Don Juan Bautista de Erro y Azpiroz, erudito, político y presidente de la Junta de Gobierno de la Mancha durante la guerra de la Independencia”, en Cuadernos de Estudios Manchegos, 13 (1982), págs. 57-68; A. Bullón de Mendoza, “Memoria de Juan Bautista Erro”, en Aportes, 19 (1992), págs. 82-89; J. A. Casquero Fernández y M. A. Jaramillo Guerreira, “Nuevas aportaciones documentales para la biografía de Juan Bautista Erro. El archivo del marquesado de Gros”, en Sancho el Sabio, 5 (1995), págs. 339-358; J. L. Sampedro y F. Alos Merry Val, Ministros de Hacienda y de Economía, de 1700 a 2005. Tres siglos de historia, Madrid, Ministerio de Economía y Hacienda, 2005.

 

Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera