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Juan de Cabriada y Borrás

Biografía

Cabriada y Borrás, Juan de. Vildé (Soria), 23.IX.1661 – Ágreda (Soria), 27.V.1743. Médico.

Juan de Cabriada y Borrás nació en Vildé, cerca de Burgo de Osma, el 23 de septiembre de 1661. Sus padres, hijosdalgos de Ágreda, tenían allí su casa solariega y estaban de paso en Vildé.

Su padre se llamaba también Juan de Cabriada y era catedrático de Medicina de la Universidad de Valencia además de amigo personal de un galenista ortodoxo, Matías García. Fue bautizado en la parroquia de San Juan del Mercado. Permaneció en Ágreda varios años y estudió en Valencia, donde obtuvo el grado de bachiller en artes. Cursó Medicina en la Universidad de Zaragoza y consiguió el grado de bachiller en Medicina el año 1681. Su padrino en el examen de grado fue José Lucas Casalete, una de las principales figuras del movimiento novator en Zaragoza. Inicialmente fue galenista y se trasladó a Madrid, antes de 1686, como médico del conde de Monterrey. Cabriada fue regidor perpetuo de Ágreda, título que compró y luego pasó a su hijo Antonio.

Su único libro es la famosa Carta filosófica, médico-chymica, que apareció en Madrid en 1687. Es un escrito contra el uso y abuso de las sangrías en el tratamiento de las fiebres tercianas, tal como eran practicadas por los galenistas. Cabriada excede el tema tratado, de relativo interés, y escribe un texto sobre el atraso de la medicina española y sobre la necesidad de incorporar las novedades procedentes del extranjero, como el descubrimiento de la circulación sanguínea, novedades que con dificultad se aceptaban en España, por aquel entonces un escenario dominado por los tradicionalistas y conservadores.

Cabriada se enfrenta a la autoridad e infalibilidad de los autores antiguos y opone a sus criterios los proporcionados por la experiencia: “Lo que es digno de grande reprehension y lástima es que algunos médicos estén tan bien hallados con la esclavitud de los antiguos que menosprecien los modernos y sus inventos, vituperándolos”. Entre los diferentes sistemas médicos de su tiempo se decantó por la yatroquímica, asociada por entonces a la renovación y la modernidad, mientras que los galenistas eran el grupo conservador. Su opción suponía enfrentarse a la doctrina fisiopatológica de los galenistas, que atribuían la enfermedad a un desequilibrio de las cualidades de calor, frialdad, sequedad y humedad. Los galenistas podían aceptar retoques doctrinales, pero no una crítica que invalidase el sistema que les daba razón de ser y que los diferenciaba de los empíricos, químicos y boticarios. El médico se convirtió en un profesional de alto nivel gracias precisamente al galenismo, que era estudiado en las escuelas de medicina y que exigía conocimientos de lógica, física y ética. Atacar el humoralismo era tanto como enfrentarse al poder de los médicos, y por ello polémicas aparentemente científicas son, en realidad, una disputa territorial entre los médicos con poder, los galenistas, y quienes aspiran a tenerlo: Paracelso, los yatroquímicos, el joven Cabriada.

En su obra, Cabriada cita a varios autores en apoyo de sus opiniones y algunos de los que cita con mayor reiteración son químicos o médicos orientados hacia la explicación química de las enfermedades: Paracelso, Thomas Willis, Sylvius, Robert Boyle. Cita también a Descartes y William Harwey.

El libro de Cabriada provocó una agria polémica y los galenistas españoles se le opusieron desde posturas ya superadas en las naciones más avanzadas de Europa.

Así, mientras que los yatroquímicos comenzaban a estar considerados anticuados en Europa y se les criticaba por teorizantes y especulativos, los galenistas españoles, en buena parte anclados en el pasado, criticaron a Cabriada desde la más rancia tradición, por excesivamente moderno, lo que ha contribuido a aumentar el valor y la significación de su obra. En otros países de Europa el texto de Cabriada hubiera tenido poco o ningún sentido, pues en 1687 el yatroquimismo tenía poco de moderno y mucho de especulativo, como lo evidencian las críticas que desde el neohipocratismo planteó Thomas Sydenham. Algunos autores eclécticos consideraban que la yatroquímica era tan rígida como el galenismo y que ambos eran en exceso sistemáticos.

Cabriada no publicó más obras sobre la yatroquímica ni sobre ningún otro tema, lo que hace pensar que su obra, como el resto de polémicas en torno al uso de los medicamentos químicos, estaba más suscitada por el afán de conseguir notoriedad y poder que por una clara y decidida opción científica. Cabriada era consciente de su juventud, de los recelos que ésta causaba entre los médicos de más edad e intentó abrirse camino mediante una entusiasta defensa de los remedios químicos y de la renovación, exagerando un tanto las dificultades encontradas por los remedios químicos para así aumentar su protagonismo y el dramatismo de la situación. La polémica no le favoreció, pues no consiguió aumentar su prestigio ni alcanzar cargos de relevancia y tampoco escribió más obras.

La crítica de Cabriada tuvo repercusión y generó una literatura abundante, de escasa relevancia científica, plagada de mutuas descalificaciones, como era habitual en la época. Uno de los pocos textos de cierta altura fue escrito por el médico catalán Cristóbal Tixedas, que hizo una razonada exposición de los motivos por los que el galenismo gozaba de aceptación en España y consideraba lógico que en un país donde predomina la “Ley divina, y Catholica, tambien ha sido constante, es, y será la Medicina Galénica, sin mezcla de otras sectas, opuestas a la racional y humana salud”. Tixedas refuta punto por punto a Cabriada a lo largo de más de cuatrocientas cincuenta páginas. Según Tixedas, las corrientes modernas no suponen negar la validez del galenismo y este sistema sigue siendo válido a pesar de las críticas que recibe.

Su tono con Cabriada es condescendiente, reprochándole su juventud e inexperiencia y haciéndole ver que los médicos ya saben lo que Cabriada expone como grandes novedades que obligarían a revisar el galenismo: “Excusemos a Cabriada, pues cuando asentó su conclusión estaba con el ánimo inquieto y alterado contra los viejos, porque éstos, según dice, no quieren saber y oír de la boca de un mozo la nueva anatomía.

Pero engáñose en esto, porque aquellos viejos quieren saber y saben ya dicha anatomía nueva [...] con que, vuesa merced, señor Cabriada, puede sosegar su ánimo y creer que los médicos de Madrid son anatómicos como un buen médico debe serlo, sin que necesiten de la enseñanza de vuesa merced”.

La polémica no benefició a Cabriada, que no consiguió avances significativos en su profesión. En cuanto a los remedios químicos, siguieron siendo utilizados discretamente por los médicos eclécticos. Entre los textos publicados en torno a la obra de Cabriada destaca Verdad triunfante, respuesta apologética escrita [...] en defensa de la carta filosófica Medico-chymica del doctor Juan de Cabriada (1687), que algunos historiadores le atribuyen, pero no está probado que fuera el autor de esta obra, claramente a favor de sus puntos de vista. Las opiniones de Cabriada estuvieron también en la base de dos polémicas entre innovadores y tradicionalistas, la que enfrentó a Giuseppe Gazola contra Diego Mateo Zapata y la que protagonizó José Colmenero contra Tomás Fernández y Juan Muñoz y Peralta. En 1693 escribió una breve “aprobación” de la obra de Isidro Fernández Matienzo Discurso médico y físico [...] contra el medicamento Caphe.

En 1698 llegó a Madrid Roque García de la Torre para elaborar un remedio secreto que prolongase la vida de Carlos II, enfermo de gravedad. El objetivo era que viviera lo suficiente para tener descendencia.

El boticario Juan del Bayle fue el supervisor del experimento alquímico de Roque García de la Torre, que se situó en una casa situada en las cercanías del Alcázar. Se construyó un horno y se dotó a Roque de los instrumentos y materias primas necesarias para elaborar su remedio, que prometió terminar en abril de 1699. Bayle, al observar el retraso, abandonó la supervisión.

Dos meses más tarde le pidió explicaciones y Roque se excusó diciendo que estaba enfermo. Por los síntomas que describe, de ser ciertos, parece que Roque padecía azoguismo, una enfermedad común a los mineros que trabajaban con mercurio y a los alquimistas.

Solicitó permiso para retirarse y abandonar el experimento por problemas de salud, alegando que si se restablecía volvería a ponerse manos a la obra y entregó a Bayle cuanto tenía escrito para que fuera él quien elaborase el remedio secreto.

Juan de Cabriada reaparece, después de varios años en el anonimato, atendiendo a Roque junto con Juan del Bayle. Por aquel entonces, Cabriada había conseguido el cargo de médico de cámara, después de presentar numerosos memoriales. Ocupó el cargo en 1699. En su Carta, Cabriada denunció el atraso científico español pero renunció a averiguar sus causas, probablemente para no herir más susceptibilidades de las que ya provocó su escrito: “Qué sea la causa, yo no la sé, ni la quiero averiguar”. En uno de sus memoriales dirigidos para solicitar los honores de médico de cámara de Carlos II, se lamenta de que sus méritos no hayan tenido otra consecuencia que el odio de los colegas que procuraban impedir que fuera nombrado médico de cámara. Cabriada sigue mostrándose combativo y se lamenta de que su libertad filosófica le hace tener enemigos en la corte: “No es nuevo en esta corte tener el riesgo de ser envidiados los que así se desvelan en beneficio de la salud publica”.

Después de la partida del alquimista Roque, Cabriada y Bayle quedaron encargados de finalizar el experimento a partir de unas piedras azules encontradas en el laboratorio de Roque. Bayle se propuso elaborar el remedio o al menos afirmó que intentaría hacerlo para contentar a quienes seguían buscando un medicamento capaz de curar al monarca. En un escrito, Bayle reconoce la ayuda de Cabriada: “Sólo me ha ayudado el Dr. Cabriada, que no quiero quitar a nadie lo que merece”. Carlos II falleció poco después. El episodio no favoreció a Cabriada, que por aquel entonces estaba lejos de las expectativas creadas por su Carta y que como médico de cámara no consiguió desempeñar un papel relevante. Su discreta actuación como ayudante de Bayle, prosiguiendo el experimento alquímico del embaucador Roque parece un indicador de que no podía permitirse rechazar ciertos trabajos, aunque fueran, por ser alquímicos, sospechosos, y carecieran de posibilidades de éxito.

A partir de su intervención en el episodio del medicamento alquímico de Roque, no hay apenas noticias sobre Cabriada, pero los datos disponibles evidencian que seguía vinculado al movimiento novator y que continuaba defendiendo los medicamentos químicos.

En 1692 escribió un prólogo a un tratado de Buenaventura Angeleres, partidario de unos arcanos basados en la astrología. En 1705 redactó una de las “aprobaciones” de un texto de Salvador Leonardo Flores, un médico relevante vinculado a la Regia Sociedad Sevillana, que inicialmente fue partidaria de la yatroquímica.

Cabriada fue además uno de los diez socios fundadores de la Regia Sociedad sevillana.

Se sabe que ejercía la medicina en Bilbao en 1730, con casi setenta años y que su cargo era “ventajoso y perdurable”. Es la última fecha en que se tienen noticias del médico valenciano, que ha sido considerado por José María López Piñero y sus colaboradores el autor más relevante del movimiento novator, que se habría propuesto la introducción de la ciencia moderna en España. La Carta filosófica médico-chymica, exhaustivamente estudiada y resaltada por López Piñero, ha sido considerada por éste el texto fundacional de la actitud favorable a la modernización de la ciencia española. Falleció en Ágreda el 27 de mayo de 1743. Fue enterrado en la parroquia de San Juan, en la capilla del Santo Cristo.

 

Obras de ~: Carta filosófica, médico-chymica. En que se demuestra que de los tiempos y experiencias se han aprendido los mejores remedios contra las enfermedades, Madrid, L. A. de Bedmar y Valdivia, 1686.

 

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Juan Esteva de Sagrera

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