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Lupercio Latrás

Biografía

Latrás, Lupercio. Valle de Hecho (Huesca), 1550- 1560 – Segovia, 1590. Capitán, bandolero, caudillo, espía.

Tercer hijo de Juan Sanz de Latrás y María de Mur Rebolledo y Entenza, fue muy probablemente dado a conocer como el Rodamonte aragonés en el romance “Por las montañas de Jaca”, atribuido al poeta Lupercio Leonardo de Argensola. Las primeras noticias registradas de Lupercio hablan de un mozo muy joven, que acompañado de su cuadrilla protagonizó varios altercados graves contra la ciudad de Jaca. Las actividades de este grupo que obtenía su sustento del robo y el bandidaje, alcanzaron tal magnitud que motivaron la intervención de Felipe II que en dos cartas, fechadas en Elna el 23 de abril de 1580 y en Tomar el 22 de mayo del año siguiente, instaba a los diputados de Aragón a que adoptasen las medidas necesarias.

Burlando a sus perseguidores, escapó al principado de Bearne en el que protagonizó otra serie de actividades militares al servicio de Enrique de Borbón, que por su enemistad con la Corona española le ofreció protección a cambio de sus servicios. Sin embargo, Latrás consiguió de nuevo el favor real: fue nombrado capitán de la Infantería española y se le encomendó la formación de una compañía para viajar a Italia con sueldo a cargo de Su Majestad, aunque Lupercio argumentó que nunca recibió dinero por lo que él mismo tuvo que acarrear con todos los costes. Una vez en Sicilia, logró la patente de capitán de armas de Melaco, en 1584, pero poco después hay constancia de otro nombramiento para el cargo, pues Lupercio, dejando sus responsabilidades, viajó a Roma para lograr el perdón del pontífice Sixto V por todos sus crímenes pasados, según su propia explicación.

El 7 de marzo de 1587 presentó un memorial al virrey de Sicilia, Diego Enríquez de Guzmán, con objeto de lograr el permiso para viajar a España y servir más cerca del Rey. Su destino fue la isla Tercera de las Azores en la que debía esperar con su compañía a las naves que llegarían de las Indias de Portugal, mientras el marqués de Santa Cruz, Álvaro de Bazán, se dirigía a España con su flota. Pero en el trayecto de vuelta a España, la nave capitana, en la que viajaba Juan Martínez de Recalde, tuvo problemas y el capitán de la nave que sí logró llegar, la dio por perdida y ordenó el regreso a Portugal. De nada le sirvió a Latrás argumentar que su nave, la Mari-Juana, fue la única que esperó para intentar auxiliarla, ni enviar aviso, antes de desembarcar, al gobernador de Portugal y al marqués de Santa Cruz ofreciéndose a regresar para buscar a la capitana, pese a encontrarse gravemente enfermo, recibió órdenes de desembarcar en Lisboa y fue apresado durante tres meses y condenado por desamparo y huida en sentencia firme a pagar 100 ducados. Luperció escribió desde allí un Memorial [...], dirigido a Felipe II en el que argumentaba que su voluntad siempre fue de servicio y lealtad al Rey.

En 1588, la duquesa de Villahermosa, Juana de Pernestan, reclamó su ayuda en la comarca de Ribagorza, pues los habitantes del condado se negaban a acatar la recién recuperada jurisdicción sobre el mismo por parte de Fernando de Aragón y Gurrea, V duque de Villahermosa y VI conde de Ribagorza. Una vez allí, volvió a practicar el bandidaje, aprovechando la crispación y rivalidad entre montañeses y moriscos en favor propio y, presentándose como si cumpliera órdenes del Rey, obtenía la confianza de las autoridades locales. Llevó a cabo, junto a su cuadrilla, todo tipo de asaltos, saqueos, como ocurrió en Aínsa o en Codo, e incluso acciones más graves, como la matanza de Pina de Ebro.

El declive de Lupercio se produjo paulatinamente al mermar su popularidad y credibilidad, para lo que fueron decisivos dos factores: por un lado, el nombramiento de Juan de Gurrea como virrey y, por otro, la intervención de su hermano Pedro Sanz de Latrás, señor de Latrás, en favor de las autoridades.

A partir de los sucesos de Sangüesa, se inició la colaboración de las autoridades de las ciudades con el nuevo virrey, que pudo iniciar una larga persecución por Sos, Uncastillo, Tauste y Egea, en la que Lupercio se encontraba cada vez más aislado. Juan de Gurrea, enterado de sus actividades, partió de Zaragoza y le siguió por Luna y Candasnos hasta acorralarlo con su mermada cuadrilla en el castillo de Benabarre, reducto de las tropas del conde de Ribagorza, y allí consiguieron por fin acabar con casi todos sus hombres aunque él logró escapar a Lisboa, donde se encontraba a principios del año siguiente. Tras un breve intento de volver a instalarse en Aragón que fue motivo de nuevos pregones contra él, huyó a Francia. Gracias a la intervención de su hermano Pedro, que trató de ofrecer una solución al Rey intentando redimir a su hermano, trabajó como espía de Felipe II, tanto en Francia como en Inglaterra.

Sin embargo, su deseo de volver a Aragón le hizo abandonar las comisiones del Rey y embarcarse en un navío de piratas ingleses rumbo a España. Finalmente, en Santander el barco fue apresado y la tripulación llevada al Alcázar de Segovia, donde fueron ajusticiados.

 

Bibl.: L. Mur, “Los Sanz de Latrás”, en Linajes de Aragón, III (1912), págs. 364-371; G. M. Amando Melón y Ruiz de Gordejuela, Lupercio Latrás y la guerra de moriscos y montañeses en Aragón a fines del siglo xvi, Zaragoza, Tipografía y Encuadernación del Heraldo, 1917; J. Gascón Pérez, Alzar Banderas contra su Rey. La rebelión aragonesa contra Felipe II, Zaragoza, PUZ-Intitución Fernando el Catolico, 2003; J. Gascón Pérez, La rebelión de las palabras: sátira y oposición política en Aragón, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2003; A. López Lanaspa, “Sanz de Latrás: Condes de Atarés y Señores de Latrás”, en Revista Serrablo, vol. 35, n.º 135 (2005); S. Broto Aparicio, “El lugar de Latrás y sus señores”, en El Diario del Alto Aragón, Cuadernos Dominicales, 8 de mayo de 2011.

 

Icíar Gómez Hidalgo