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Elisenda de Montcada

Biografía

Elisenda de Montcada. Señora de Montcada, Serós y Mequinenza. ?, 1292 – Pedralbes (Barcelona), 1364. Reina de Aragón y condesa de Barcelona, tercera esposa de Jaime II el Justo.

Elisenda, señora de la baronía de Aitona, era hija del senescal Pedro de Moncada, procedente de un importante linaje catalán documentado desde el siglo XI. Algunos de los parientes de Elisenda de Montcada gozaban de gran ascendiente en la Corte, caso de su hermano Alfonso, mayordomo del infante Jaime. La tercera esposa del rey Jaime II ha gozado de gran predicamento en la historiografía catalana y, no en vano, es también conocida como “la reina catalana”. Señora de las villas de Serós y Menquinenza, su matrimonio con el rey Jaime II de Aragón se plantea en un momento en que el Monarca, tras dos casamientos, el último fracasado con María de Lusignan, necesitaba un matrimonio sin razones de estado buscando simplemente compañía y afecto, cosa que halló.

De acuerdo con su amigo Berenguer Fredol, cardenal de Túsculo, el Monarca logró ante el papa Juan XXII la concesión de la dispensa de consanguinidad. Y es que la bisabuela de Elisenda, por línea paterna, era Constanza de Aragón, hermana de Jaime I, abuelo de Jaime II. El Rey, para evitar intrigas, ocultó el hecho de su nuevo matrimonio siendo su confesor Pere de Portell, el primero en enterarse cuando finalmente el Papa accedió a la petición del Monarca escribiendo, al tiempo, a Elisenda en una carta en la que le brindaba consejos para su futura vida como reina de Aragón.

La unión real representa un cambio en la política matrimonial de la Casa de Aragón, siempre orientada hacia el exterior, pero sin excesiva suerte. Los matrimonios con príncipes extranjeros no siempre habían tenido éxito, salvo en el caso de Jaime II con Blanca de Anjou, permaneciendo siempre en la memoria el recuerdo feliz de uniones de paisanaje caso de la del infante Alfonso con Teresa d’Entença. La boda de Elisenda con el Rey, no obstante, también era conveniente para las relaciones entre el Monarca y la rama menor del poderoso clan de los Moncada. Este matrimonio se ha interpretado como un refuerzo a esta catalanidad cada vez mayor de los monarcas de la Corona de Aragón que desde Jaime I se hacían enterrar en monasterios catalanes, caso de Poblet o Santes Creus.

Elisenda gozaba de una relativa juventud cuando se casó —treinta años—, era bella y honesta y, sobre todo, profundamente religiosa. Jaime II le entregó, por su matrimonio, el usufructo de por vida de las rentas de Burriana, Berga, Torroella de Montgrí, Pals y Tortosa así como la donación perpetua del monasterio de Pedralbes con sus pertenencias. Aquel sedante después de una vida de avatares en lo personal y en lo político era lo que necesitaba el Rey en vísperas de la empresa de Cerdeña. El matrimonio se celebró en la intimidad y en la catedral de Tarragona, el día de Navidad de 1322. Elisenda, profundamente catalana, eligió preferentemente para vivir el palacio real de Barcelona, para estar cerca de sus parientes. También actuó de mediadora en tensiones familiares, caso de la del infante Pedro, el conde de Ribargorza y el hijo del infante Alfonso, de su mismo nombre.

Pero quizás el rasgo más llamativo del carácter de Elisenda fuera su religiosidad, su profunda espiritualidad. Hasta en la elección de los regalos demostraba esa tendencia: siempre eran objetos para su capilla. Su marido, atendiendo a los deseos de su esposa de fundar un monasterio, le cedió un terreno en el término de Valldaura que ella rechazó, inclinándose por un lugar más abierto. En 1326 Elisenda fundó y dotó el monasterio de monjas clarisas de Pedralbes que, desde entonces, quedaron vinculadas a la historia de Barcelona por lazos más que circunstanciales. El 3 de mayo del año siguiente los Reyes asistían a la misa solemne que había de inaugurar el nuevo monasterio dedicado a Santa María. La Soberana había querido traer a la colina de las piedras blancas la rama contemplativa femenina de los franciscanos mendicantes, una Orden de carácter urbano que, al solicitar al Papa su ratificación, Elisenda de Moncada se comprometió a dotar al monasterio con sus propios bienes. La reina participó tanto en el funcionamiento de su fundación como en la selección de las obras de arte de su interior, caso de las pinturas de la celda de San Miguel, encargadas por la abadesa y sobrina de Elisenda, Francesca Saportella con la que tenía una sintonía absoluta

En vida de la Reina, Pedralbes se convirtió en centro espiritual y también político, pues es tradición que al monasterio acudían personajes a escuchar consejos de la prudente Elisenda. Para asegurar el futuro del monasterio, la Reina comprometió aquél bajo la protección de la ciudad, a través del Consejo del Ciento: la comunidad aceptaría a una joven sin dote en nombre de la ciudad y, a cambio, la ciudad se obligaba a proteger el monasterio en caso de peligro. Pedralbes, además, representaba un símbolo de la preclara nobleza catalana, al profesar no pocas jóvenes de la aristocracia.

Jaime II fallecía en 1327, el mismo que año que, en la primavera, había dictado su último testamento anulando los anteriores. En su última voluntad ratificaba las rentas hechas a Elisenda y a posibles hijos que pudieran nacer del matrimonio si bien dispuso enterrarse en Santes Creus junto a Blanca de Anjou, su anterior esposa y madre de sus diez hijos. Un año más tarde, ya viuda, Elisenda se retiró durante treinta y siete años a un palacio inmediato al monasterio en el que mantuvo a su pequeña Corte, lugar del que se ausentaba solamente para temas muy puntuales y de gran importancia, caso del traslado de las reliquias de Santa Eulalia a la catedral de Barcelona

En Pedralbes se enterraría la Reina catalana, la mujer que significó un bálsamo en los últimos años de la vida del rey Jaime II.

Elisenda había dictado testamento el 11 de abril de 1364 falleciendo casi cien días después, el 17 de julio de ese mismo año.

Su monumento funerario es una muestra perfecta del gótico catalán y refleja el proyecto vital y devocional de la Soberana. El sepulcro se sitúa junto la pared que separa la iglesia del claustro, de manera que parte del monumento está dentro de la iglesia y parte en el claustro. El lado de la iglesia muestra a Elisenda vestida de reina, mientras que por el lado del claustro, la reina está plasmada como una penitente.

 

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Dolores Carmen Morales Muñiz