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Salvador José Muro y Salazar

Biografía

Muro y Salazar, Salvador José. Marqués de Someruelos (II). Madrid, 6.X.1755 – 13.XII.1813. Teniente general de Infantería, capitán general de la isla de Cuba, consejero del Tribunal especial de Guerra y Marina.

Era hijo de Pedro Salvador de Muro y Alonso y de Teresa de Salazar y Morales, naturales ambos de La Rioja. Recibió el hábito interior de la Orden Tercera de Penitencia de San Francisco en el Convento de la Regular Observancia de Madrid, el 19 de enero de 1772 y habiendo cumplido su año de noviciado, profesó el 25 de marzo de 1774. Tercer hijo varón entre ocho hermanos, al consagrar los dos mayores su vida a la Iglesia, accedió al título de marqués de Someruelos en 1777, tras la muerte de su padre en 1774. Su madre, Teresa de Salazar, contrajo segundas nupcias en 1777 con Juan Antonio de los Heros, conde de Montarco, persona de gran relevancia política durante los reinados de Carlos IV y José Bonaparte.

Finalmente siguió la carrera de las armas y para el 23 de septiembre de 1783 era capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa, cuando fue ascendido a teniente coronel del Regimiento Provincial de Toro, con un sueldo de 300 reales al mes. Era coronel de milicias desde el 22 de septiembre de 1788.

El Rey le concedió licencia de matrimonio el 18 de agosto de 1791, para casarse con María de la Concepción de Vidaurreta y Llano, natural de Logroño. El matrimonio estableció su residencia en el palacio familiar de esta ciudad, conocido como casa de los Chapiteles, que pertenecía a la familia de la esposa. Muro y Salazar habitaba en ella cuando no se lo impedían sus obligaciones militares.

Participó en la guerra contra la Convención Francesa (1793-1795), donde fue asignado para este conflicto al frente de Guipúzcoa. Se le destinó inicialmente a la fábrica de municiones de Orbaiceta, cerca del paso de Roncesvalles, como coronel de la división de los granaderos y cazadores provinciales de Castilla la Vieja. Con el primer batallón permaneció de comandante de armas tres meses en aquel lugar. Destacó en diferentes acciones por su valor, decisión y dotes de mando. El 10 de octubre de 1793 obtuvo el grado de coronel de Infantería, siendo propuesto para brigadier en agosto de este mismo año, por el capitán general de Guipúzcoa Ventura Caro. Al frente de mil trescientos granaderos fue uno de los jefes encargados de las acciones de descubierta durante la campaña de 1794, cuando mandó las tropas que quedaban avanzadas en la zona francesa, participando en numerosas acciones de fuego, junto a Francisco Javier Castaños, el marqués de La Romana y Gonzalo O’Farrill. Para abril de 1795 ya había obtenido el rango de brigadier y en agosto del mismo año fue propuesto por el virrey de Navarra, príncipe de Castelfranco, para mariscal de campo.

Una vez firmada la Paz de Basilea el 22 julio de 1795, fue promovido, siendo coronel de milicias con la graduación de brigadier, a mariscal de campo sin sueldo, como todos los de su clase que obtuvieron este ascenso, pero posteriormente obtuvo la gracia del sueldo en cuartel y fue destinado al Estado Mayor de Ejército de Navarra, permitiéndosele su residencia en Logroño. Al finalizar el conflicto participó como vocal en el Consejo de Guerra formado por la rendición de las plazas de San Sebastián y Fuenterrabía, que tuvo lugar entre 1795 y 1797.

El 27 de octubre de 1797 nació su hijo Joaquín José, que habría de ser el III marqués de Someruelos, ministro de la Gobernación (1838) y alcalde de Madrid (1844-1847).

En 1798 fue destinado a la formación de los llamados campos volantes de Galicia, que debían ser unos campamentos siempre dispuestos para actuar contra el enemigo según dictasen las circunstancias. El mando de los mismos era dependencia directa del Ministerio de Guerra y no del capitán general. El 3 de diciembre de 1798 llegó a La Coruña para dirigirse luego a Ferrol, aunque apenas llegó a tomar posesión del mando cuando se previno que lo entregase al marqués de Casa Cagigal, compañero de armas en el frente de Guipúzcoa, para encargarse él de otra comisión desde el mismo mes de diciembre de 1798.

Por la Real Orden muy reservada de 2 de marzo de 1799, el teniente general Gonzalo O’Farrill quedaba al cargo de mando que había tenido hasta entonces Someruelos, el cual debía pasar a la isla de Cuba a tomar posesión de la capitanía general de La Habana. Al partir para la capital cubana en 1799, su esposa estaba a punto de dar a luz una niña, Petra, a la que Muro no conoció hasta que tuvo diez años de edad.

El nombramiento como capitán general de la isla de Cuba comprendía en su mando los gobiernos de La Luisiana y las dos Floridas, en América del Norte, y los gobiernos en la isla de Santiago de Cuba y La Habana (adscrito este último al mismo capitán general).

Desarrolló su labor de gobierno al frente de Cuba entre los años 1799 y 1812, lo que significó el gobierno más largo en la historia colonial de la isla. La principal razón de su elección para sustituir al marqués de Santa Clara, fue la reputación que tenía como militar capaz de defender la isla contra cualquier enemigo.

Su período de gobierno condicionado por situaciones tan relevantes históricamente como fueron las revueltas de esclavos en Saint Domingue, con la independencia de Haití en 1804; la guerra contra Gran Bretaña, con el episodio de Trafalgar en 1805; la Guerra de la Independencia contra la invasión francesa en 1808; el inicio de la causa emancipadora en la América española en 1810, y el primer proceso constitucional español en 1812, entre otros muchos acontecimientos.

Entre sus obligaciones estuvo el traslado a Cuba de la Real Audiencia de Santo Domingo en 1799, por la entrega de la parte española de dicha isla a Francia, acordado en 1795 por la Paz de Basilea. Preparó la defensa contra el plan de invasión de la isla no concretado, por parte de Gran Bretaña, en 1800. Hizo la entrega de La Luisiana a Francia y apoyó al ejército expedicionario napoleónico de Leclerc contra los sublevados en Saint Domingue en 1802.

Hubo de hacer frente a los problemas comerciales causados por la guerra contra Gran Bretaña, primero, y Francia después, por lo que apoyó el comercio con neutrales, principalmente con los puertos en los Estados Unidos, en contra de las indicaciones metropolitanas. Por esta razón mantuvo enfrentamientos con los diferentes intendentes que defendían los privilegios de los comerciantes peninsulares. Hubo de encarar la mayor crisis comercial vivida en la isla, producida por el embargo decretado por el presidente de los Estados Unidos Thomas Jefferson entre 1807 y 1809.

Entre las obligaciones de su mando estaba el incentivar las mejoras sociales y culturales de la isla, dentro de la tradición ilustrada del siglo XVIII español. Aprovechó los resultados de la Real Comisión de Guantánamo (1796-1802); recibió la visita en 1800 y 1804 de los eminentes científicos Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland; apoyó la introducción de la vacuna contra la viruela de manos del doctor cubano Tomás Romay en 1803, antes de la llegada de la “Expedición Filantrópica de la Vacuna”, dirigida por Francisco Javier de Balmis.

A partir de 1805 hubo de enfrentarse a un aislamiento en las comunicaciones con la Península, que le llevó a desarrollar una política casi autónoma.

El suceso trascendental dentro de su gobierno ocurrió en 1808 cuando, ante las noticias de invasión francesa de la Península Ibérica, llegó a plantearse en La Habana la creación de una Junta Superior de Gobierno presentada de manera oficial el 26 de julio de 1808 y rechazada al día siguiente. A partir de este momento dedicó todos sus esfuerzos a mantener los territorios encargados a su mando bajo soberanía española y apoyar a las autoridades que se enfrentaban a las fuerzas francesas, enviando fondos para sustentar la defensa.

En 1809 se produjeron las elecciones de vocal para la Junta Central, en las que fue elegido por La Habana Luis de Peñalver y Cárdenas, arzobispo de Guatemala, y por Santiago de Cuba José María de Escobar. Con la convocatoria a Cortes Generales hubo una nueva elección en 1810 y fueron designados como diputados Andrés Álvarez de Jáuregui, por La Habana, y Juan Bernardo O’Gaban por Santiago de Cuba.

Desde la Capitanía general se auxilió a las tropas que iniciaron la reconquista del Santo Domingo español en 1808. Hubo de encargarse de contener las ansias expansionistas de los Estados Unidos, concretadas en la expedición del general James Wilkinson que llegó a La Habana el 22 de marzo de 1809, con la intención de negociar la cesión de la Florida, lo cual fue rechazado por el gobernador. Los norteamericanos pasaron a la acción y apoyaron las revueltas en Baton Rouge y Mobila, en la Florida Occidental, que a pesar de la resistencia inicial, cayó bajo dominio estadounidense en diciembre de 1810.

El 15 de julio de 1810 llegó a La Habana la Real Orden de 16 de abril del mismo año que confería al teniente general José de Heredia, comandante general de las Baleares, la capitanía general de la isla de Cuba, la presidencia de la Audiencia y el gobierno de La Habana. Muro permaneció en su cargo, mientras llegaba su sustituto, y el 6 de septiembre de 1810 volvió a recibir la Real Orden. Finalmente el Consejo de Regencia examinó los antecedentes del gobernador considerando su conducta “loable y digna”, y queriendo satisfacer las peticiones hechas desde Cuba, por las representaciones en su favor por el Real Consulado y el Ayuntamiento, que pedían la continuación del capitán general en el cargo, lo confirmó por otros cinco años. El 30 de enero de 1811 dio cuenta de haber recibido la prórroga de su gobierno.

Desde la Península se tuvo en cuenta su actuación a partir de 1809, cuando hubo algunos movimientos insurgentes en la isla, todos ellos controlados gracias el servicio de información instaurado en la isla por el capitán general. En 1809 hubo algaradas en Santiago y La Habana, principalmente contra los intereses franceses. También se iniciaron las primeras propuestas autonomistas. El 27 de octubre 1809 aparecieron panfletos injuriosos contra las autoridades españolas en Puerto Príncipe, por los que fue detenido Diego Antonio del Castillo Betancourt. El 30 de julio de 1810 fue ajusticiado en La Habana el agente bonapartista Manuel Rodríguez Alemán. El 4 de octubre de 1810, mientras Muro velaba el cadáver de su única hija, fue abortada la conocida como “Conspiración de 1810”, protagonizada por Román de la Luz y Joaquín Infante, que tenía connotaciones masónicas.

Todos los cabecillas de estos movimientos pidieron al capitán general una entrevista para exponer sus planteamientos. El 19 de marzo de 1812 frustró el movimiento antiesclavista, incitado por el abolicionismo preconizado desde las Cortes de Cádiz, dirigido por José Antonio Aponte, el cual fue ajusticiado junto a ocho compañeros. Cuando fue relevado del mando el 14 de abril de 1812 por el teniente general del Ejército y la Armada Juan Ruiz de Apodaca, la isla se encontraba en la mayor tranquilidad.

Estando aún en La Habana llegó su nombramiento, de 2 de julio de 1812, como consejero del Tribunal especial de Guerra y Marina. Salió de la isla el 13 de abril de 1813 y llegó a Cádiz el 18 de mayo, donde juró la plaza en el Tribunal el 26 de mayo. En octubre de 1813 se había trasladado a Madrid junto a su esposa y su único hijo. Quedó alojado en casa de su madre, desde donde trataba de reorganizar sus negocios en la Península, maltrechos tras la guerra. El 13 de diciembre, cuando se hallaba en tertulia con antiguos compañeros de armas y personas de distinción, se sintió mortalmente indispuesto, habiendo cumplido tan sólo 58 años.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Papeles de Cuba, 1578, 1595, 1621, 1623, 1627, 1628, 1660, 1694, 1708B, 1739A, 1739B, 1740, 1741, 1742, 1743, 1744, 1745, 1746, 1747, 1748, 1749, 1751, 1752, 1753, 1754, 1782B; Santo Domingo, 1042, 1096, 1122, 1145, 1146, 1328, 1330, 1335, 1689, 1690, 1860, 2078, 2104A, 2110, 2119, 2122, 2660; Estado, 2, 5, 12, 13,17, 57; Ultramar, 92, 113, 126; Indiferente General, 1558, 1885; Archivo General de Simancas (Valladolid), Guerra Moderna, 5911, 6493, 6496, 6675, 6671, 6878; Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza (Toledo), Someruelos, C.1-25, Almodóvar, C.4, 14, 36, 44; Archivo del Museo del palacio de los capitanes generales (La Habana), Actas de Cabildo, 1798-1812; Archivo Nacional de Cuba (La Habana), Asuntos políticos, 142, 209; Donativos y Remisiones, 210, 544; Archivo General Militar (Segovia), H-5079; National Library of Scotland (Edimburgo), M.S., 1075.

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Sigfrido Vázquez Cienfuegos