Fajardo y Chacón, Pedro. Marqués de Los Vélez (I). ?, 1477-1478 – 1541 post. Adelantado, militar, Grande de España.
La familia procedía de un Juan Faxardo, de Galicia, y siguió a Enrique de Castilla en las guerras que mantuvo con don Pedro, llamado el Cruel, su Rey y hermano. Cuando éste fue asesinado en Montiel, se dirigió a Murcia, acompañado del conde de Carrión, para posesionarse de este reino en nombre de Enrique de Trastámara.
El que sería primer marqués de Los Vélez fue hijo de Juan Chacón, hijo a su vez de Gonzalo Chacón, de ilustre familia, señor de Casarrubios del Monte, Maestresala y contador mayor de Castilla, y de Luisa Fajardo. En las capitulaciones matrimoniales de los contrayentes, redactadas en 1477, se estipuló que el primogénito llevaría el apellido Fajardo. Pedro Fajardo fue educado, como paje, en la Corte de los Reyes Católicos, juntamente con otros jóvenes de familias ilustres, como el primer marqués de Mondéjar, con el que mantendría estrecha amistad durante toda su vida. Según el gran humanista milanés Pedro Mártir de Anglería, que fue su maestro y con el que se carteó posteriormente con cierta frecuencia, el marqués de Los Vélez era hombre bien dotado por la naturaleza, inquieto, inclinado a grandes empresas; estudió y conoció bien el latín, en el que compuso coplas y canciones, y pasaba la vida entre libros y el ejercicio de la caza. El mismo Mártir dice que era perpetuo acompañante de la reina Isabel, que le tenía gran aprecio.
Casó tres veces. La primera, en 1499, con Magdalena Manrique, hermana del conde de Paredes, matrimonio que se deshizo, en 1507, por divorcio, seguramente alegando esterilidad, que se concedía entonces con excesiva liberalidad por los tribunales eclesiásticos.
Al año siguiente, contrajo segundas nupcias, en Cuéllar, con Mencía de la Cueva, hija segunda de los duques de Alburquerque. Este matrimonio, que duró diez años, fue fecundo y terminó por la muerte de su esposa, que testó en 1517 y debió morir entonces, pues en 1518 se firmaban las capitulaciones de un tercer enlace con Catalina de Silva, hija de los condes de Cifuentes. Con Mencía de la Cueva tuvo al marqués Luis, su sucesor, y con Catalina de Silva, doce hijos, de los que destacaron Juan, maestre de campo en La Calahorra, y el padre Jesús Diego Fajardo Dávalos, de la Compañía de Jesús.
La Reina Católica, de acuerdo con sus ideas antifeudales, le reclamó la entrega del señorío de Cartagena, heredado de su madre, muy importante por su estratégico puerto, que fue incorporado a la Corona. A cambio, le concedió la posesión de las villas de Vélez Blanco y Vélez Rubio, que habían sido arrebatados a los moros en 1488, además de los lugares de Cuevas y Portilla, con sus fortalezas, tierras y rentas, que hasta entonces habían estado unidos a la ciudad de Vera, y otras cuantiosas rentas de las ciudades de Lorca y Murcia.
Al llegar a Murcia, en 1503, exhibiendo su título de señor de la misma, actuó con mala fortuna en las diferencias que mantenían de tiempo atrás el obispado de Cartagena y el cabildo de Orihuela, por lo que la reina Isabel hubo de nombrar un juez especial que, investigados los hechos, sentenció contra el marqués y fue desterrado de Murcia a la Corte, privándosele del título, heredado de su padre, de adelantado del reino de Murcia. Aquel mismo año falleció la Reina, y Juana la Loca y su padre, Fernando el Católico, le levantaron la pena, le restituyeron el título de adelantado y en 1507 lo nombraron marqués de Los Vélez.
Se inclinó a la carrera de las armas y ya en 1500, con apenas veinte años, acudió como capitán a reprimir la sublevación de los moriscos de Granada, que sería pronto aplacada. Años más tarde, durante la guerra llamada de las Comunidades, el adelantado de Murcia, en principio, vio con simpatía el movimiento comunero y no puso obstáculos a la proclamación de la “comunidad” en Murcia, pero, como ocurrió con otros nobles, al tomar la rebelión en las contiguas tierras valencianas un tono extremista, cambió de postura a favor de Carlos V. Levantó, en relación con Diego de Mendoza, conde de Mélito, virrey de Valencia, un ejército que venció a los agermanados en la batalla de Gandía, arrebatándoles las villas de Elche, Aspe, Crevillente, Orihuela, Alicante y otras muchas.
Después combatió a los agermanados que intentaron pasar a Andalucía para sublevarla, acabando con un buen número de ellos. En 1521, participó en el ejército que acudió a rechazar la invasión francesa que, aprovechando la rebelión de los comuneros y con el pretexto de apoyar las pretensiones de Enrique de Labrit, príncipe de Bearne, de recuperar su reino de Navarra, había llegado hasta Logroño; los invasores fueron vencidos en la batalla de Noáin (30 de junio de 1521). Ésta fue su última campaña, pues prefirió retirarse a la vida de descanso, que compartió entre su castillo de Murcia, que estaba fuera de las murallas, y el de Vélez Blanco, delegando en su hijo Luis las acciones bélicas. En 1541, cuando Carlos V retornaba a Cartagena al frente de su escuadra, derrotada en Argel, el marqués, cercano a los setenta años, acudió a recibirlo y hacerle el debido homenaje. El Emperador le concedió entonces la Grandeza de España, que llevarían los de su linaje. No se sabe exactamente la fecha de su muerte ni dónde fue enterrado, aunque probablemente, en la iglesia de la Magdalena de Vélez Blanco.
Pedro Fajardo acabó en 1507, en la catedral de Murcia, la fastuosa capilla gótica e isabelina llamada de Los Vélez, que había sido comenzada por su padre Juan Chacón. Antes de terminar la citada capilla, en 1506, inició la construcción del castillo de Vélez Blanco, finalizado en 1515, muestra, como en otros casos en estos años, del orgullo del linaje y de su poderío.
Como la citada ciudad se hallaba enclavada en tierras de frontera, la edificación acometida por el marqués fue a medias fortaleza y a medias mansión de placer, realizada con gusto exquisito, probablemente con la colaboración de artistas italianos. Asentada sobre un cerro que dominaba el poblado, tenía planta poligonal con varias torres, destacando su grandioso patio, con galería de arcos superpuestos y ventanas platerescas, y la gran escalera de acceso a ella, todo en mármol blanco de Filabres. Sin embargo, sus descendientes, aficionados más a la vida de Corte desde finales del siglo xvi, fueron ausentándose con mayor frecuencia del espléndido castillo-mansión, que se iría deteriorando hasta quedar prácticamente en estado de ruina. Vendido en 1904 por los herederos, su hermoso patio de honor, con la grandiosa escalera y las ventanas renacentistas, fue desmantelado piedra a piedra, trasladado a Nueva York y reconstruido por su comprador. Actualmente puede contemplarse en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York.
Bibl.: G. Marañón, Los tres Vélez (Una historia de todos los tiempos), Madrid, Espasa Calpe, 1960.
Valentín Vázquez de Prada