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Baltasar Álvarez

Biografía

Álvarez, Baltasar. Cervera del Río Alhama (La Rioja), 26.IV.1533 – Belmonte (Cuenca), 25.VII.1580. Jesuita (SI) y maestro espiritual.

De familia de labradores acomodados, realizó sus estudios en la Universidad de Alcalá, donde se graduó como maestro en Artes. En la ciudad complutense conoció a la Compañía hacia 1552, en la que solicitó la admisión en 1555. Entró en el noviciado de Simancas, del que fue trasladado a Valladolid para proseguir sus estudios de teología. En 1558 es ordenado sacerdote y destinado a Ávila.

Pronto es requerido para que atienda espiritualmente a Teresa de Jesús. En su libro de la Vida la santa abulense recuerda con especial afecto a su confesor jesuita durante una de las etapas más difíciles de su experiencia mística. Baltasar Álvarez, hombre entonces joven, intentó encauzar la enorme fuerza espiritual de la carmelita con prudencia. Fue muy exigente con ella, sometiéndola a duras pruebas de obediencia.

Conviene no olvidar que por aquellos años el padre Jerónimo Nadal recorría la Península dando instrucciones sobre el modo de proceder del nuevo Instituto, destacando en sus Exhortaciones dadas en España en 1554 la importancia concedida a la obediencia y a las formas de orar propias de la Compañía.

En suma, Álvarez combinó el rigor con su dirigida con una defensa segura de ella ante las críticas y las suspicacias que la reformadora del Carmelo suscitaba.

Hacia 1562 dejó de confesar a santa Teresa habitualmente, pero recibió de ella una profunda huella que puede notarse en la elaboración de su doctrina sobre la “oración de silencio”.

Desde mediados de esta década hasta su muerte desempeñó numerosos cargos dentro de la Orden jesuita.

En 1566 es nombrado rector y maestro de novicios en Medina del Campo. El fruto de su labor apostólica se advierte en el crecimiento de las vocaciones y coincide con una intensa vida de oración más próxima a la contemplación pasiva que a la activa meditación ignaciana. Como consecuencia de la estimación que merecían sus dotes de virtud y gobierno, durante la Congregación General III (1573), en la que fue elegido Everardo Mercuriano nuevo general de la Compañía, Álvarez se hizo cargo de la Provincia de Castilla.

Ese mismo año se le encomendó el rectorado de Salamanca, ciudad en la que entró en contacto con la carmelita Ana de Jesús. Durante estos años comenzaron los problemas con sus superiores sobre su modo de orar. Aun así, en 1576 fue destinado como rector, maestro de novicios e instructor de tercera probación a Villagarcía.

En 1575, el provincial Juan Suárez pide a Álvarez una relación, al modo de cuenta de conciencia, sobre su postura ante la vida espiritual y religiosa. Una vez recibida, la envió a Roma para que el general estuviese al corriente. Mercuriano prohibió otro tipo de oración que la aprobada por los Ejercicios Espirituales.

Como en el ambiente de España se advertía cierta división, que había tenido que ser ya refrenada en 1574 con motivo de la oración afectiva propugnada por el provincial de Toledo Antonio Cordeses, Suárez insistió a Álvarez para que le contestase sobre aspectos de su modo de orar. Finalmente, en 1578, Mercuriano aprobó una instrucción que reducía a Álvarez al proceder de la Compañía, obligándole a seguir en sí y para los otros la oración de tipo meditativo, considerada la propiamente jesuítica. Álvarez obedeció completamente y continuó como rector de Villagarcía. A continuación fue nombrado Provincial de Perú, aunque no llegó a realizar el viaje y, finalmente, Provincial de Toledo en 1580, cargo del que no llegó a tomar posesión, pues falleció en el colegio de Belmonte.

La polémica interna que originó el modo de orar que Álvarez practicaba y enseñaba a otros, conocido como “oración de silencio”, está vinculada a dos aspectos de la política eclesiástica de la época. Por un lado, la Inquisición española vigilaba los nuevos focos de alumbrados que habían surgido en Extremadura, actuación que terminó con la condena de los conventículos de Llerena en 1575, mientras el dominico Alonso de la Fuente acusaba a los jesuitas de fomentar estas doctrinas y prácticas. Por otro, el general Mercuriano inició un proceso que culminaría su sucesor, Claudio Acquaviva, de uniformación de la Compañía para hacer frente a los retos de su crecimiento internacional. En estas circunstancias, el tipo de oración de Álvarez tanto se apartaba de la enseñanza de los Ejercicios cuanto parecía alentar tendencias contemplativas que podían causar un alejamiento del ideal apostólico jesuítico. De hecho, como fenómeno recurrente desde los sucesos del colegio de Gandía en 1548 en torno a Francisco de Borja, algunos jesuitas se sintieron atraídos por la vida cartujana en aquellos años.

En todo caso, Baltasar Álvarez sobresale por su templanza intelectual y la sobriedad de su estilo, así como por la serenidad de su experiencia espiritual en medio de una época que vivió con especial intensidad la controversia sobre la oración. Siendo confesor de santa Teresa, fue promulgado el Índice de 1559, en el que se incluyeron obras clásicas de la espiritualidad española de fray Luis de Granada, Juan de Ávila o Francisco de Borja. De aquel brillante mundo religioso Álvarez fue un intérprete aventajado, como supo destacar su discípulo el padre Luis La Puente en la biografía que dedicó en 1615 a reivindicar la figura del maestro.

 

Obras de ~: Plásticas y exposición de las reglas generales de la Compañía de Jesús, Madrid, E. Maestre, 1910; Escritos espirituales, ed. y est. prel. de C. M.ª Abad y F. Boado, Barcelona, Juan Flors, 1961.

 

Bibl.: L. La Puente, Vida del P. Baltasar Álvarez, Madrid, Luis Sánchez, 1615; P. Dudon, “Les leçons d’oraison du P. B. Álvarez”, en Revista de Archivos y Museos (RAM), 2 (1921), págs. 36-57; J. Tarragó, “La oración de silencio o quietud [...] y los Ejercicios”, en Manresa, 4 (1928), págs. 165-174 y 258- 270; F. de Ros, “Osuna et B. Álvarez”, en RAM, 17 (1936), págs. 243-251; F. Boado, “Baltasar Álvarez en la historia de la espiritualidad del siglo xvi”, en Miscelánea Comillas, 41 (1964), págs. 155-257; A. J. Moreno, “Un problema de oración en la Compañía de Jesús”, en Manresa, 42 (1970), págs. 223-242; E. Glotin, “¿Actividad en la oración?”, en Manresa, 9 (1985), págs. 163-180; M. Ruiz Jurado, “Álvarez, Baltasar”, en Ch. E. O’Neill y J. M.ª Domínguez (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, vol. I, Madrid- Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu-Universidad Pontificia Comillas, 2001, págs. 91-93.

 

Armando Pego Puigbó

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