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Juan de Aragón

Biografía

Aragón, Juan de. Marqués de Randazzo y duque de Atenas y Neopatria. Sicilia, 1317 – Mascale (Sicilia), 1348. Infante real y vicario de Sicilia.

Era el cuarto hijo del rey Federico III de Sicilia (o de Trinacria, nombre oficial después de la paz con Nápoles) y de Leonor de Anjou. Su padre constituyó para él un rico patrimonio, formado por el condado de Mineo y los feudos de Alcamo, Francavilla, Troina, Aci y Castiglione y las islas de Malta y Pantelleria. A la muerte del monarca, en 1337, y en virtud de su testamento, le fue concedido el título de marqués de Randazzo, uno de sus señoríos. Ese título estaba destinado a situarle por encima de toda la nobleza de la isla, donde el título de marqués no existía. Al morir su hermano Guillermo en 1338, le fue otorgado el feudo de Calatamauro, en el valle de Mazara, y el título de duque de Atenas y Neopatria, el señorío que la Compañía catalana, después de la muerte de Roger de Flor, había conseguido constituir en Grecia y que finalmente había sido puesto bajo la protección del rey Federico III de Sicilia en 1312. No visitó el ducado y lo gobernó, como lo habían hecho sus hermanos Manfredo y Guillermo, a través de un vicario.

En la Sicilia de su tiempo se registraron graves enfrentamientos entre dos facciones de la nobleza, la latina, de los nobles indígenas, y la catalana, de los nobles forasteros, tanto de origen catalán como aragonés.

Mientras que el hermano mayor de Juan, el rey Pedro II, se inclinaba por la facción latina y quedaba bajo la influencia de la familia Palizzi, Juan encabezaba la facción catalana. En 1340, los Palizzi intentaron enfrentar a ambos hermanos acusando a Juan de querer atentar contra el rey para ocupar el trono, pero la acusación provocó su exilio porque el infante marchó hacia Palermo con sus tropas y ambos hermanos se reconciliaron.

El infante Juan fue nombrado entonces vicario del rey; procuró reducir las tensiones entre las dos facciones nobiliarias y unir todas las fuerzas para afrontar la ofensiva de los Anjou de Nápoles, que en 1338 habían establecido una cabeza de puente en el condado de Golisano y habían asediado Termini, en 1339 habían derrotado a los sicilianos en la batalla naval de Lipari y en 1341 habían desembado cerca de Milazzo, iniciando el asedio de esa localidad. Poco después moría el rey Pedro II, dejando como sucesor a un niño de corta edad, Luis I (1342-1355); la minoría del nuevo rey podía haber resultado muy perjudicial para la estabilidad del reino y para su defensa, pero la continuidad de Juan de Randazzo como vicario y regente permitió seguir una política enérgica, tanto en el interior como en el exterior. Frenó la anarquía nobiliaria, reprimió la revuelta de Messina (1342), alentada por los Palizzi, en connivencia con los Anjou, y pudo resistir el ataque angevino a esta ciudad en 1345. Con el fin de preparar al país para la guerra, si era necesaria, reorganizó las finanzas del estado siciliano y el ejército, especialmente la flota, que era básica para la defensa de la isla.

A pesar de prepararse para la guerra, su objetivo era lograr la paz para Sicilia; por ello negoció tanto con la curia papal como con la corte napolitana a fin de conseguir una tregua estable o la paz. Dada la escasa predisposición a negociar de Nápoles, inició conversaciones con Luis I de Hungría, que preparaba una expedición contra Juana I para vengar el asesinato del esposo de ésta, Andrés de Hungría, y además, en dos campañas militares, en 1346-1347, recuperó Milazzo y la isla de Lipari y llevó la flota hasta el golfo de Nápoles. Tales presiones surgieron efecto y consiguió firmar la paz, en 1347, con la reina Juana I de Nápoles, en la que ésta renunciaba a sus derechos sobre la isla de Sicilia y reconocía la existencia de ambos reinos, aunque Sicilia tenía que pagar un censo de 3.000 onzas anuales a la Iglesia, a pagar a la reina de Nápoles, a la que había que pagar, además, en dos años, 9.000 onzas por los atrasos en el censo. Sicilia debía dar también ayuda militar a Nápoles en caso de agresión exterior: quince galeras y ciento cincuenta hombres a caballo; el mismo año, el papa levantaba el interdicto que pesaba sobre la isla. Con el tratado, Sicilia había asumido un pesante compromiso financiero, considerado menos oneroso que la guerra, pero el fallecimiento del infante Juan, que murió de peste en 1348, y la negativa del papa Clemente VI a aprobarlo, lo convirtieron en inoperante. Mantuvo buenas relaciones con la Corona de Aragón, que quería permanecer neutral, desde el tratado de Anagni, en la guerra entre la rama de su dinastía asentada en Sicilia y los angevinos de Nápoles. Pactó el matrimonio del rey Luis con la infanta Constanza, hija de Pedro el Ceremonioso, que finalmente fue sustituido por su hermano Federico IV, por fallecimiento de Luis, realizándose la boda en 1360. También se pactó una expedición conjunta a Oriente, dentro de la cruzada que el papa Clemente VI quería organizar contra los turcos, que finalmente no se llevó a cabo.

Se había casado con Cesarea, hija de Pietro (I) Lancia.

Cuando murió, sus hijos eran menores de edad y quedaron bajo la tutela de Blasco de Alagón, conde de Mistretta; Federico de Randazzo, conocido también como Federico I de Atenas, sucedió a su padre en el marquesado y en el ducado; Leonor de Randazzo se casó con Guillermo de Peralta, conde de Caltabellotta, al que aportó en dote el condado de Caltanisetta, y Constanza de Randazzo fue candidata a casarse con Gualter (III) de Enghien, titular del ducado de Atenas, en un intento de reconciliar francos y catalanes en el ducado, finalmente murió soltera.

Juan de Aragón o de Randazzo ha sido considerado por la historiografía un estadista de gran visión política y capacidad de gobierno, que logró encauzar los problemas de Sicilia con soluciones acertadas. Su impronta, sin embargo, se desvaneció pronto a causa de su muerte prematura, que impidió que se consolidara cuanto había logrado, por lo que Sicilia volvió a conocer un período de anarquía después de su muerte.

 

Bibl.: I. La Lumia, Storie Siciliane, Palermo, 1882 (reed. con intr. de F. Giunta, Palermo, Edizioni della Regione Siciliana, 1969-1970, II, págs. 34-54 y 58-59); A. Rubió i Lluch, Diplomatari de l’Orient Català (1301-1409). Col·lecció de documents per a la història de l’expedició catalana a Orient i dels ducats d’Atenes i Neopàtria, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1947 (reed. fac. con pról. de M. T. Ferrer i Mallol, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2001 [Memòries de la Secció Històrico Arqueològica, LVI]), págs. 209, 255 y 300; F. Giunta, Aragonesi e Catalani nel Mediterraneo, Palermo, U. Manfredi, 1959, págs. 24-29, 39-44 y 52-57 (trad. castellana: Aragoneses y catalanes en el Mediterráneo, Barcelona, Ariel, 1989, págs. 131-134, 137-142 y 146-148); V. D’Alessandro, Politica e Società nella Sicilia Aragonese, Palermo, Manfredi, 1963, pags. 76-78 y 186-187.

 

María Teresa Ferrer Mallol

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