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Juan María Torcuato (llamado Juan Pío) Montúfar y Larrea

Biografía

Montúfar y Larrea, Juan María Torcuato (Juan Pío). Marqués de Selva Alegre (II). Quito (Ecuador), 29.V.1758 – Alcalá de Guadaira (Sevilla), 3.X.1819.

Hacendado y mercader, alcalde de Quito, presidente de la Junta Suprema de Quito.

Juan María Torcuato, llamado Juan Pío después de la muerte de su padre, nació como primero de los cuatro hijos del granadino Juan Pío Montúfar y Fraso, presidente de la Audiencia de Quito desde 1753, y de su segunda esposa, la quiteña Rosa María Rafaela de Larrea Zurbano y Santa Coloma. Con la repentina muerte de ambos progenitores en 1761, la vida de los huérfanos se transformó en una sucesión de situaciones angustiosas y problemas financieros. Heredaron los bienes raíces de su padre en Arequipa, pero también sus deudas, entre otras con mercaderes madrileños y, especialmente, con la Real Hacienda, puesto que el I marqués nunca había pagado las lanzas por su título recibido en 1747. Esta situación llevó a la suspensión del título hasta 1790.

Después de la venta de los bienes raíces en Arequipa, los abuelos maternos procuraron asegurar el futuro de los niños con la inversión en haciendas y la producción textil. En 1777 Juan Pío se hizo cargo de sus hermanos menores y de la administración de los bienes familiares.

A los pocos meses, en la sublevación de los indios del corregimiento de Otavalo, se destruyeron sus dos pequeños obrajes. Pocos años después, la acumulación de deudas le obligó a vender la propiedad. Con una parte del producto adquirió a la Junta de Temporalidades la hacienda y obraje de Chillo con sus anexas (1785). Los compromisos hipotecarios, al igual que en el caso de otras haciendas rematadas a la elite criolla, sobrepasaron los posibles ingresos del complejo productivo, que a los pocos meses fue afectado, además, por una epidemia entre los trabajadores del obraje. El matrimonio (1777 o 1778) con su prima segunda Teresa Larrea y Villavicencio, con quien procreó tres hijos y una hija, no mejoró la situación, ya que la huérfana no tenía dote alguna. A pesar de sus problemas económicos, adquirió, en 1798 en la región de Riobamba, dos haciendas y el obraje de Lito, ya que la guerra entre España e Inglaterra parecía abrir oportunidades para los textiles locales.

En 1802 amplió su propiedad con la compra de haciendas de Temporalidades situadas en Angamarca. En 1815 las propiedades de Chillo y de Angamarca fueron confiscadas por las autoridades por falta de pago de los intereses.

Al igual que otros nobles quiteños, combinó la administración de sus bienes raíces con actividades mercantiles.

Desde 1779 sus viajes le llevaron a Lima, Popayán y Santa Fe. Como contratista del Situado viajó, en la década de 1780, varias veces a Cartagena de Indias, donde por algún tiempo se radicó para dedicarse a la adquisición de mercancías europeas para el comercio quiteño.

El espacio público más importante para la elite criolla era el Cabildo, en cuyo seno se ventilaban los conflictos entre diferentes grupos. En 1777 Juan Pío adquirió un cargo de regidor, pero renunció a él en 1782, posiblemente por problemas financieros. Hasta finales de la época colonial los hermanos Montúfar ya no tuvieron una presencia permanente en el Cabildo, aunque algunas veces ocuparon las funciones de alcalde. Juan Pío nunca obtuvo un cargo municipal por elección.

Su primera función como alcalde de segundo voto en 1783, se debió a un nombramiento efectuado a mitad de año. En 1791 el presidente Muñoz y Guzmán le nombró intendente de policía; además ejerció en este año la función de juez de comercio. Sus gestiones ante la Corte para obtener un corregimiento fracasaron en 1793. En 1801 perdió la elección para la alcaldía de primer voto, pero el presidente Carondelet insistió en su nombramiento. Los años de la presidencia de Carondelet fueron probablemente los de su mayor influjo en la vida pública. Como juez de primera instancia se caracterizó por una notable rigidez, especialmente en los casos de robo. Más de una vez la Audiencia redujo las penas demasiado severas. Entre 1770 y 1815 el Cabildo parece haber sido dominado por los miembros de la familia Sánchez de Orellana, tanto los marqueses de Solanda como los de Villaorellana, y los Guerrero Ponce de León emparentados con ellos. Posiblemente las diferencias entre “montufaristas” y “sanchistas”, a partir de 1811, tuvieron su origen no solamente en divergencias ideológicas sino también en rivalidades relacionadas con el poder en el Cabildo y la competencia en un mercado regional muy limitado.

Como otros jóvenes de su grupo social, recibió una formación universitaria en Filosofía. Desde 1778 estaba en contacto con el médico ilustrado Eugenio Espejo, relación que se profundizó en 1783 durante una epidemia de viruelas. Sus viajes de negocios sirvieron también para establecer contactos con intelectuales y científicos. En 1789, en Santafé, apoyó a Espejo en la publicación de su “Discurso de la Escuela de la Concordia”.

Dos años más tarde se encontró en Santafé con Antonio Nariño y en Mariquita con José Celestino Mutis, con quien había estado ya en contacto en 1788.

A su regreso a Quito participó en la efímera Sociedad de Amigos del País (1791-1793), disuelta por orden superior sin haber logrado resultados prácticos. Al conocerse la noticia de la prisión de Nariño, en octubre de 1794 un exmiembro de la Sociedad fijó unas banderas de protesta en las cruces de las principales iglesias quiteñas.

Años después (1812) algunas personas acusaron a Juan Pío Montúfar de haber financiado esta acción.

En 1802 se convirtió en el generoso anfitrión e interlocutor del científico prusiano Alexander von Humboldt y le puso en contacto con su círculo de amigos, todos ellos posteriormente acusados por su participación en los eventos de 1809-1812.

Los sucesos de las luchas por la independencia son conocidos, pero subsisten las divergencias en la interpretación de los motivos de Juan Pío Montúfar. Al inicio tuvo lugar una reunión en su hacienda de Chillo, en Navidad de 1808, donde se acordó la formación de una junta de gobierno tan pronto las tropas napoleónicas hubieran ocupado todo el territorio español. Tras el juicio por intento de subversión en marzo de 1809 Juan Pío parece que se retiró del grupo. Tampoco estaba presente en la decisiva reunión del 9 de agosto y su intento de disuasión, transmitido por el clérigo Riofrío, pudo haber sido un primer elemento de división.

Al día siguiente Juan Pío se puso a la cabeza del movimiento como presidente de la Junta Suprema de Gobierno. De inmediato trató de obtener la adhesión de Popayán y Pasto, territorios que negaron su apoyo al igual que Cuenca y Guayaquil. Un mes más tarde, en cambio, informó al virrey del Perú de su voluntad de trabajar por la restauración del Gobierno legítimo.

En octubre, ante el avance de tropas desde Santafé y Lima renunció a su cargo y abogó por el retorno del conde Ruiz de Castilla, el depuesto presidente de la Audiencia, actitud que le significó el perdón de la vida en el juicio de abril de 1810. A raíz de la matanza de los patriotas el 2 de agosto de 1810 y del saqueo de la ciudad por parte de las tropas limeñas el movimiento independentista cobró fuerza. En septiembre se instaló una Junta Superior subordinada a la Regencia de Cádiz, dirigida por Ruiz de Castilla y posteriormente por el obispo Cuero y Caicedo como presidente y Montúfar como vicepresidente. Esta segunda Junta, aunque resquebrajada desde 1811, logró mantenerse hasta 1812 y sancionar, en febrero de este año, el Pacto Solemne, una de las primeras constituciones escritas de la América española. A la llegada a Quito de Toribio Montes, el nuevo presidente de la Audiencia, en noviembre de 1812, siguió el arresto y destierro de los integrantes del movimiento independentista. Después de dos años de destierro en Loja, Montes autorizó el retorno de Montúfar a Quito, donde fue arrestado nuevamente en junio de 1816. La orden de traslado a España se hizo efectiva en enero de 1818. En Quito quedaron su hija Rosa y un hijo natural, el capitán Francisco Montúfar. A su llegada a Cádiz fue encerrado en el castillo de Santa Catalina y luego llevado a Sevilla. Antes de poder viajar a Madrid con el permiso obtenido por su hijo menor Joaquín, el sucesor en el título y radicado en la capital española, falleció en las cercanías de Sevilla.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Nacional Quito, 6.a Notaría, Juicios, 1826-IV-22.

N. Zúñiga, Juan Pío Montúfar y Larrea o el primer presidente de América revolucionaria, Quito, Talleres Gráficos Nacionales, 1945; J. G. Navarro, La Revolución de Quito del 10 de Agosto de 1809, Quito, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1962; M. T. Hamerly, “Selva Alegre, President of the Quiteña Junta of 1809: Traitor or Patriot?”, en Hispanic American Historical Review, vol. 58, n.º 4, 1968, págs. 642-653; S. E. Moreno Yánez, Sublevaciones indígenas en la Audiencia de Quito desde comienzos del siglo XVIII hasta finales de la Colonia, Bonn, Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität, 1976; D. Ramos Pérez, Entre el Plata y Bogotá. Cuatro claves de la emancipación ecuatoriana, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1978; E. Beerman, “El Marqués de Selva Alegre, héroe de la Independencia ecuatoriana”, en Revista del Archivo Histórico del Guayas (Guayaquil), año 9, n.º 18 (1980), págs. 25-37; C. Büschges, Familie, Ehre und Macht. Konzept und soziale Wirklichkeit des Adels in der Stadt Quito (Ecuador) während der späten Kolonialzeit, Stuttgart, Franz Steiner Verlag, 1996; C. Borchart de Moreno, “Alexander von Humboldt y la familia Montúfar”, en F. Holl (ed.), El regreso de Humboldt, Quito, Imprenta Mariscal, 2001, págs. 139-147; E. Keeding, Surge la nación. La ilustración en la Audiencia de Quito (1725- 1812), Quito, Banco Central del Ecuador, 2005.

 

Christiana Borchart de Moreno