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Lope Díez de Aux y Armendáriz

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Biografía

Díez de Aux y Armendáriz, Lope. Marqués de Cadreita (I). Charcas (Bolivia), ú. t. s. XVI – Madrid, 9.II.1644. Virrey y capitán general de Nueva España, general de los galeones de la Guardia y Carrera de Indias, gentilhombre de boca y mayordomo del Rey, consejero de guerra, embajador extraordinario ante el emperador de Alemania y caballero de la Orden de Santiago.

Hijo de Lope Díez de Aux y Armendáriz y de Juana de Saavedra, señores de Cadreita. Su padre había sido Presidente y Capitán General en las Audiencias de Quito, Charcas y Nuevo Reino de Granada. Debido a ello, es muy probable que su alumbramiento se produjera durante el gobierno de Charcas (1573-1576), regresando a España en 1584 con su madre y sus siete hermanos, ante el acoso al que se vio sometido don Lope por parte del visitador Juan Bautista Monzón.

El 29 de abril de 1617 obtuvo el título del marquesado de Cadreita. Contrajo matrimonio con Antonia de Sandoval Afán de Rivera Enríquez, tercera condesa de la Torre e hija segunda de Pedro Suárez de Castilla y Rivera.

Fruto de este matrimonio vio la luz en Sevilla su hija única y heredera Juana Francisca Díez de Aux y Armendáriz, futura esposa de Francisco Fernández de la Cueva (1645), VIII duque de Alburquerque, reconocido hombre de armas y que con el tiempo también desempeñaría el virreinato de Nueva España.

El marqués de Cadreita había desarrollado gran parte de su carrera militar como general de la flota, cargo que mantuvo desde 1606 hasta 1634, y que revestía excepcional importancia jerárquica dentro del Ejército. Su fama y prestigio aumentaron cuando en 1625 logró burlar a los corsarios enemigos salvando el valioso tesoro puesto bajo su custodia.

Ejerció de embajador ante la corte alemana y en Roma, con misión particular de Urbano VIII.

Propuesto para el virreinato de Nueva España, tomó posesión de su cargo el 17 de septiembre de 1635. Según los diversos autores, desarrolló su labor en un ambiente sosegado y tranquilo que, en gran parte, él se supo ganar llevando a la práctica los consejos de su predecesor, manejándose con habilidad y prudencia, a la vez que hacía gala de una envidiable mano izquierda.

En su obra de gobierno cobra significativa importancia las medidas adoptadas para la limpieza, saneamiento y desagüe de la capital mexicana y las acequias reales. Cuidó así mismo de tener suficientemente abastecida a la provincia de los géneros necesarios, prestando particular atención al comercio y a la estabilidad de los precios, persiguiendo a reventas y regatones.

En el terreno militar, reforzó la fortaleza de San Juan de Ulúa ante los repetidos ataques corsarios y procuró potenciar la armada de Barlovento estacionada en Veracruz, obteniendo de la ciudad 200.000 pesos de renta al año para este fin. Con el mismo objetivo, pero con resultado bien distinto, remitió a Castilla la misma cantidad para la compra de algunos navíos y pertrechos, pero las urgencias reales aprovecharon ese dinero para otros fines. Trató de que se construyeran barcos en La Habana, ofreciendo la ayuda necesaria, y auxilió a Filipinas. Tuvo que intervenir para sofocar algunos altercados sufridos en Nueva Vizcaya y la Audiencia de Nueva Galicia y dio nuevo impulso a las exploraciones de California.

Parece que se preocupó de mitigar las penalidades de los indios, procurando no conceder más repartimientos que los permitidos, y en éstos, veló por su buen trato y atención, dando pronto cumplimiento a la Real Cédula de Felipe IV de poner en libertad a los que aún quedaban esclavos.

En lo concerniente al Patronato Real, trabajó en la reconstrucción de la iglesia de Tlaxcala y, muy particularmente, en la Catedral de México que se hallaba derruida hasta los cimientos, y que a su marcha dejó casi concluida. Reparó el Hospital de los Indios, mandando hacer un teatro en el patio de comedias. El mismo cuidado recibió el convento de Jesús María, con el refuerzo de sus pilares y haciéndole llegar el agua. Dotó al Colegio de las Niñas con 1.000 pesos de renta anual, y en el de la Sangre de Cristo, desplegó su actividad en la redacción de los estatutos, alcanzar un número adecuado de colegiales y elegir al rector que velara por el buen fin de la institución.

Durante su mandato la Real Haciendo incrementó el envío de remesas, pese a la sangría constante a la que se veía sometida la metrópoli por la guerra mantenida con Francia, Inglaterra y Suecia, tratando de conseguir recursos acudiendo al cobro de deudas atrasadas, estanco de naipes, etc.

Intervino en la administración de justicia con el fin de estimular su diligencia y celo. En recuerdo de su tierra, fundó la ciudad de Cadreita en lo que fue Nuevo Reino de León.

Su mandato fue tranquilo y se desarrolló con moderación. Brancroft afirma que “Ocurrió poco de significación durante su gobierno; los asuntos marcharon a satisfacción general”. Fue cesado el 28 de agosto de 1640, y sustituido por Juan de Palafox y Mendoza. Su residencia no planteó excesivos problemas, pese a los roces seculares que se venían produciendo entre la Audiencia y el arzobispo Francisco Manso y Zúñiga.

La víspera de su muerte testó en Madrid ante Francisco Suárez de Rivera, dejando por heredera universal de todos sus bienes y señoríos a su hija Juana Francisca Díez de Aux Armendáriz Afán de Rivera y Saavedra. Murió a las ocho de la tarde del día siguiente, 9 de febrero de 1644.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, leg. 6219, ff. 718-736; Archivo Casa Ducal de Alburquerque, leg. 456, nº 65; leg. 460, nº 15, 16, 17 y 18; leg. 3, nº 28.

A. Ballesteros y Beretta, Historia de España y su influencia en la historia universal, vol. IV, Barcelona, Salvat Editores, 1949; L. Hanke, Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria, t. IV, Madrid, Atlas, 1977, págs. 9-23; G. Bleiberg, Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; J. I. Rubio Mañé, El Virreinato I. Orígenes, jurisdicciones y dinámica social de los virreyes, México, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Fondo de Cultura Económica, 1983; R. Pérez Bustamante, El gobierno del imperio español. Los Austrias (1517-1700), Madrid, Comunidad Autónoma de Madrid, 2000; F. Fernández de Bethencourt, Historia genealógica y heráldica de la monarquía española. Grandes de España, t. X, Sevilla, Casa de la Cueva, 2001, págs. 286-291; J. C. Maestro Castañeda, “IX Congreso Internacional de Historia de América”, en Doña Juana de Saavedra, señora de Caderita. Semblanza de un desespero, t. II, Badajoz, Junta de Extremadura, 2002, págs. 219-224.

 

Juan Carlos Maestro Castañeda

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