Chirino (o Chirinos) de la Cueva, Fernando. Úbeda (Jaén), c. 1597 – Malta, c. 1652. Militar y caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Citado a menudo como Chirinos, fue hijo único de Rodrigo Chirino de Narváez y de su segunda esposa, la baezana Mayor de la Cueva, viuda dos veces antes de contraer su tercer y último matrimonio; ambos progenitores, así como el hijo, aparecen inscritos en el padrón de hijosdalgo de Úbeda del año 1641 (Ginés de la Jara, 1990). Se recibió en la Orden jerosolimitana el 2 de febrero de 1616, con dieciocho años de edad, y tras cumplir el trieno obligatorio en las galeras de la Orden pasó a servir al Rey en sus ejércitos de Lombardía, donde era capitán en el tercio de Fernando de Rivera, hijo del duque de Alcalá, en agosto de 1630 (expediente de Diego de Contreras). El 12 de abril de 1634, el cardenal infante le concedió patente para levar una de las cinco compañías de caballos que ordenó formar para reforzar el ejército con el que pasaría a Flandes (Van der Essen, 1944); hecho que, sin datar, confirma también Aedo y Gallart. Con ella combatió en la batalla de Nordlingen (6 de septiembre de 1634), sirviendo después en la defensa de los Países Bajos frente al ataque combinado franco-holandés de 1635; en la invasión de Francia de 1636 y en la campaña siguiente (expediente de C. de Bedmar). Es probable que obtuviera una licencia para España a la conclusión de la campaña de 1638, porque reaparece sirviendo en Cataluña, en julio de 1639, como sargento mayor de un “trozo” de caballería formado por soldados andaluces y extremeños para la recuperación de Salces.
Tras la conquista de la plaza (6 de enero de 1640), dicho trozo pasó a alojarse entre Salt y Vidreres (Gerona), hasta que recibió órdenes del virrey Santa Coloma de marchar a Blanes para embarcar desde allí con destino al Rosellón.
En Sant Celoní, donde se reunió con el tercio de infantería modenesa de Leonardo Moles, ambas fuerzas fueron atacadas por un contingente de montañeses armados que venían tras los italianos, acusados del incendio de la iglesia de Riudarenes (3 de mayo de 1640). Los insurgentes atacaron y tomaron la villa (21 de mayo), causando gran mortandad entre los modeneses, pero la caballería pudo abrirse paso y salir del lugar, y buscó su salvación dirigiéndose hacia Barcelona. Numerosas partidas armadas les hostigarían en su huida, por lo que tuvieron que refugiarse aquella noche en un convento de jerónimos, de donde Chirinos pudo huir disfrazado, al abrigo de la oscuridad, abandonando a sus hombres. Los supervivientes lograron, no obstante, llegar la mañana siguiente a Barcelona, donde fueron desarmados, desmontados e internados en las Atarazanas (22 de mayo). Envalentonados, los sediciosos liberaron enseguida al diputado militar Tamarit, encarcelado por orden del Rey.
Chirino, en cambio, pudo llegar a Blanes y, desde allí, a Perpiñán, donde el gobernador Geri della Rena pretendía acuartelar diversas compañías sueltas de caballería que habían permanecido alojadas en Argelés y Collioure. Con dichas compañías y en virtud de la patente que tenía del Rey, fechada el 11 de marzo de 1640, se le formó el día 15 de junio un contingente o “trozo” de caballería, llamado Rosellón, que permaneció en la plantilla del Ejército hasta su disolución por la Segunda República en 1931, tras cambiar en 1718 su primitivo nombre por el de Borbón. Aunque la villa de Perpiñán intentó oponerse, el 21 de junio hubo de avenirse a dicho acuartelamiento, quedando el recién creado trozo alojado intramuros, en “unas casas yermas”. En otoño, el “Trozo de Rosellón” pasó a Aragón, formando parte del ejército que, al mando del marqués de los Vélez, partió de Zaragoza el 22 de octubre de 1640 con la intención de someter a la sublevada Cataluña. Tras asegurar Tortosa, que dejaron guarnecida, desalojaron a los defensores del Col de Balaguer (10 de diciembre) y tomaron Cambrils, que resistió tres días, Salou y Vilaseca, presentándose el 19 de diciembre ante Tarragona, que capituló el 25.
Aquella victoriosa marcha fue detenida ante los muros del fuerte de Montjuic, el 26 de enero de 1641, en un combate donde algunos cronistas —por ejemplo, la relación publicada por Nogués y el Pontifical de Baños— dieron a Chirino por muerto, hecho que, entre otros, aceptaron Victor Balaguer en su Historia de Cataluña (1860) y Pascual de Gayangos, en el tomo XVI del Memorial Histórico [...] (1862, pág. 121).
Quizá alimentara la confusión el que, en abril del mismo año, le sucediera al mando del “Trozo de Rosellón” el capitán Andrés de Haro, pero Chirino había sido promovido al gobierno de Jaca, que aparejaba la castellanía de San Pedro, la tenencia de la capitanía general de Aragón y el mando sobre las fortificaciones subordinadas de Berdún, Canfranc, las torres de Espelunca y Santa Elena y los castillos de Ainsa y Benasque.
En la primavera de 1641 alertó al Rey sobre las intenciones del príncipe de Condé de apoderarse de Jaca para asegurar la comunicación entre Francia y Cataluña, aunque finalmente los franceses optaron por atacar el Rosellón (Osset, 1971: 84). Felipe IV le envió dinero y al ingeniero Francisco de Ruesta para atender los reparos más urgentes, procediendo Chirino a “recrecer un lienzo de muralla, abrir 24 pies del foso y hacer parte de la contraescarpa” (Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, 1454).
Posteriormente, en octubre, tras visitar y reconocer su jurisdicción, remitió un completo informe sobre el estado y necesidades de cada plaza, ordenándole el virrey marqués de Tavara pasar a la Corte, en febrero de 1642, para exponer personalmente su proyecto.
Sin embargo, fue preferido otro informe elaborado por Simón Cornacciolo, hecho que le contrarió profundamente, como también el que se le negara el empleo de teniente general de la Caballería para servir en “guerra viva”. Paralelamente, los desórdenes de unas guarniciones mal pagadas se multiplicaban por el país sin que pudiera frenarlos. Las quejas al Rey y las crecientes reclamaciones de los diputados oscenses dibujaban un panorama tan desolador —de hecho dieron lugar a la aprobación de un fuero específico en las Cortes de Zaragoza de 1645—, que Chirino no entrevió otra salida que la de solicitar al Rey licencia para irse a Malta. En 1644 ya le había sucedido en Jaca el maestre de campo Luis Carrillo de Toledo, muerto en 1651, pero en la Orden sanjuanista encadenó Chirino una rápida sucesión de promociones que le llevaron desde la sargentía mayor de las galeras (10 de agosto de 1645) hasta consejero del Cumplido o Consejo de Estado reducido (10 de agosto de 1647), empleo que le fue conferido tras desempeñar durante seis meses la receptoría del Priorato de Castilla y León, con sede en Valladolid, que le permitió regresar temporalmente a España revestido de la máxima autoridad financiera de su Orden. Su muerte, sobrevenida tempranamente hacia 1652, le impidió acceder a una encomienda o baliazgo y al plenario del Consejo de Estado maltés.
Aunque su carrera militar quede empañada por dos abandonos (el del servicio real y el de sus hombres en un convento catalán), merece consideración por dos hechos relevantes. El primero, que fue protagonista del primer enfrentamiento importante entre paisanos armados y soldados en Cataluña, lo que precipitó la rebelión del principado; el segundo, que fue el primer jefe de la unidad militar que, durante casi tres siglos, ostentó el decanato del Arma de Caballería española, aunque por privilegios reales le precedieran, desde el siglo xviii, los Regimientos del Rey, la Reina y el Príncipe.
Fuentes y bibl.: Archivo de La Corona de Aragón, secc. Generalidad, Correspondencia del virrey Santa Coloma, Carta de Fernando Chirinos de la Cueva al comisario general Alvaro de Quiñones, fechada en Sant Celoní el 20 de mayo de 1640, n.º 10407; Archivo Histórico Nacional, secc. Estado, Relación de servicios de Cristóbal de Bedmar y Raya, año 1637, leg. 1285, apd. 1; Archivo General de Indias, secc.
Indiferente, Relación de servicios de Diego de Contreras, año 1648, leg. 113, n.º 88; Archivo General de Simancas, secc. Guerra Antigua, leg. 1454, Relación hecha por el comissº General Don Ferdo Chirino de la Cueva, Cavº del avito de S. Juan, del Castº de Jaca que de presente le tiene a su cargo, 21 de octubre de 1641 y Carta del marqués de Tavara al rey, Zaragoza, 13 de febrero de 1642.
D. de Aedo y Gallart, Viage, sucessos y guerras del infante cardenal Don Fernando de Austria desde doze de Abril de 1632 que salio de Madrid con su Magestad Don Felipe IV su hermano para la ciudad de Barcelona hasta 21 de septiembre de 1636, Madrid, Imprenta del Reyno, 1637, págs. 66-67; Breve y verdadera relación de la entrada del marqués de los Velez en Cataluña y la retirada de su ejército de Barcelona. También se da cuenta de todo lo contenido en el monte de Montjuy y llano de Vallduncella, Barcelona, Gabriel Nogués, 1641; F. M. de Melo, Historia de los movimientos, separación y guerra de Cataluña en tiempo de Felipe IV, Madrid, 1645 (citado como Cherinos); J. A. Samaniego, Disertación sobre la antigüedad de los Regimientos, s. l., 1738 (Madrid, Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, 1992, pág. 139); V. Balaguer, Historia de Cataluña y de la Corona de Aragón, t. III, Barcelona, Salvador Manero, 1860, pág. 434; A. Pardo Manuel de Villena y A. Suárez de Tangil, Índice de pruebas de los caballeros que han vestido el hábito de San Juan de Jerusalén (Orden de Malta) en el Gran Priorato de Castilla y León, desde el año 1514 hasta la fecha, Madrid, F. Beltrán, 1911, pág. 47; A. Van der Essen, Le cardinalinfant et la politique européenne de l’Espagne, 1609-1641, t. I, Bruxelles, Editions Universitaires, 1944, págs. 338 (nota), 440 y 464; E. Zudaire Huarte, El Conde Duque y Cataluña, Madrid, Escuela de Historia Moderna, 1964, págs. 275-278, 286, 326 y 347; E. Osset Moreno, El Castillo de San Pedro de Jaca, Jaca, Publicaciones de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y La Rioja, 1971, págs. 79-88, 91, 231, 233, 239, 243 y 257; G. de la Jara Torres Navarrete, Historia de Úbeda en sus documentos, t. II, Úbeda, Junta de Andalucía, 1990, pág. 687.
Juan Luis Sánchez Martín