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Lope Díaz de Haro

Biografía

Díaz de Haro, Lope. Señor de Vizcaya y conde de Haro. ?, p. m. s. XIII – Alfaro (Logroño), 8.VI.1288. Noble, privado real.

Fue uno de los miembros de la alta nobleza castellana políticamente más activos e influyentes del reinado de Alfonso X, y llegó a ser el principal privado de Sancho IV. Fue hijo del señor de Vizcaya Diego López de Haro, al que sucedió en el señorío de Vizcaya en 1254, y de su mujer, Constanza de Bearne, hija del conde de Bearne, Guillermo de Moncada.

A la muerte de su padre, Diego López de Haro, en 1254, Lope obtuvo el cargo de alférez mayor de Castilla; sin embargo, ya en los meses inmediatos a la muerte del anterior señor de Vizcaya se pusieron en evidencia sus diferencias con el Rey por defender opciones políticas más tradicionales que las que parecía apuntar el Monarca con el inicio de sus reformas legislativas, y su recelo hacia él por el respaldo que le había dado a Nuño González de Lara con relación a reivindicaciones territoriales que también eran de su interés. Es en este contexto de distancia respecto al Rey y de casi estallido de una primera revuelta nobiliaria de la que formaba parte su padre Lope, como señor de Vizcaya, en el que entra plenamente a la vida política castellana. Incorporado al movimiento nobiliario contra Alfonso que encabezaba el infante Enrique, participó en la entrevista que en enero o febrero de 1255 mantuvo Don Enrique con el rey de Aragón Jaime I para promover la oposición a Alfonso, así es como se produjo la sublevación nobiliaria en Vizcaya y Andalucía, y desde Aragón se penetró hacia Ágreda.

El propio Alfonso encabezó las tropas que mandadas por Lope en Vizcaya, vencido éste en Orduña en fecha no precisa entre noviembre y diciembre de 1255.

Una vez derrotado este movimiento nobiliario, tras acatar Lope al Monarca, se reintegró a su servicio y se mantuvo estrechamente vinculado a la Corte.

Con motivo de la ceremonia de esponsales entre el primogénito del Rey, Fernando de la Cerda, y Blanca, hija de Luis IX de Francia, tuvieron lugar en Burgos, a fines de 1269, fiestas caballerescas extraordinarias, con amplísima presencia de nobles y príncipes de diversas procedencias, incluso de fuera de la Península.

Con esta ocasión, el Rey armó caballeros al príncipe Fernando, al también príncipe Eduardo de Inglaterra y a los infantes Juan y Pedro, así como al propio Lope Díaz, lo que demuestra su posición prominente en la Corte castellana, ya que se le sitúa en acto tan simbólico y relevante entre príncipes e infantes.

Resulta bastante dudosa la fecha de su boda con Juana de Molina, hija del infante Alfonso de Molina, hermano de Fernando III y hermana, por tanto, de la futura reina María de Molina, mujer de Sancho IV; se duda entre 1269, que señala la crónica del reinado de Alfonso X, y, el más probable 1272, lo que situaría el acontecimiento en los momentos inmediatos a otro nuevo movimiento nobiliario contra Alfonso con el que se podría relacionar la propia boda. Esta iniciativa de matrimonio debió de tomarse con acuerdo de algunos de los nobles más opuestos al Rey, planteándola como una especie de provocación, ya que se hizo a espaldas de Alfonso, cabeza del linaje al que pertenecía Juana, y sin conocimiento de su propio padre, lo que convertía el acontecimiento en una especie de anuncio de la nueva revuelta nobiliaria que encabezaría con otros nobles el propio Lope Díaz. Además, el Rey debía de conocer las cartas intercambiadas entre Lope Díaz y el sultán de los benimerines Aben Yuzaf, por las que los nobles sublevados querían hacerse con la ayuda musulmana para su movimiento. Abiertas las negociaciones por el Rey con los principales nobles, ofreció a Díaz de Haro la devolución de Orduña y Balmaceda, pero no pudo con ello evitar que, tras protagonizar los nobles sublevados todo tipo de tropelías, proclamasen su desnaturamiento del rey castellano, lo que venía a significar que no le reconocían vasallaje, de modo que podían dárselo con libertad a cualquier otro soberano.

Regresado a la obediencia real, Lope Díaz de Haro participó en algunos de los encuentros bélicos producidos en 1275 con motivo de la invasión meriní, en los que perdió la vida el infante Fernando de la Cerda. En una de estas escaramuzas, mientras las tropas castellanas iban encabezadas por el arzobispo de Toledo, Sancho, hijo de Jaime I y hermano de la reina Violante, a pesar de estar avisado de la llegada desde Jaén de refuerzos con Lope Díaz al frente, decidió no esperar y entabló la batalla en la que perdió la vida.

Fue Lope el que, tras nueva lid, recuperó el cuerpo del prelado, aunque sin cabeza y sin una mano, así como la cruz arzobispal perdida.

Sin que se conozcan con seguridad los motivos, en 1277 Lope Díaz se desnaturó de nuevo del Rey y se exilió del reino para prestar homenaje al rey de Francia.

El levantamiento de Sancho en 1282 situó a Lope Díaz entre los nobles que más favorecían su causa.

Por ello, tras la victoria de la sublevación sanchista en 1284, Lope Díaz no encajó bien la entrada en escena de un nuevo privado real, posición a la que aspiraba, en la persona del abad de Valladolid Gómez García, contra el que conspiró, hasta conseguir su defenestración política en 1286, lo que supuso su decisivo ascenso político, junto con el del infante Juan, bajo la sombra del señor de Vizcaya, que se casó con una hija de Lope Díaz. Sin embargo, su situación política no era fácil como consecuencia del matrimonio de Sancho IV con María de Molina, pues si, por un lado, se convertía en pariente del Rey por estar éste casado con una hermana de su mujer, por otro, esta boda real había supuesto el abandono del compromiso con Guillerma de Moncada, perteneciente a la familia materna de Lope, encrucijada ésta que hipotecó mucho sus iniciativas políticas como privado regio.

El primer día de enero de 1287 recibía Lope Díaz el título de conde, así como el cargo de alférez mayor de Castilla, nombramiento con el que le distinguía el Rey, tratándose de un honor que ya habían ostentado algunos de sus predecesores en el señorío de Vizcaya, entre ellos, su propio padre. Además, se le nombraba a la vez mayordomo mayor del Rey, lo que suponía una reunión de cargos en una misma persona extraordinariamente excepcional, y además el Rey otorgaba la continuidad de tales distinciones en su primogénito, en caso de ser servido lealmente. También se le nombraba tenente de todos los castillos del Rey, con derecho a acceder a los sellos reales, lo que ponía en manos del nuevo conde un poder verdaderamente inmenso, casi una cierta forma de delegación del poder regio.

El ascenso de Lope Díaz ocasionó rápidamente fuertes reticencias entre algunos de los principales linajes nobles, como el de los Lara, especialmente, lo que se vio potenciado tras algunas de sus primeras decisiones de gobierno, como la referida a un arrendamiento de impuestos reales a favor de un conocido recaudador judío, Abraham el Barchilón. El enfrentamiento de Lope con los Lara y con algunos consejeros reales, determinados excesos en el ejercicio de su autoridad y la inclinación del conde por una alianza con Aragón, contraria a la opción regia, que abogaba por la alianza con Francia, decidieron al Rey a acabar con su influencia. Tal decisión se hizo aún más firme según avanzaba el año 1288, en que los principales colaboradores del conde de Haro, el infante Juan y Diego López de Campos hicieron repetidos saqueos en tierras salmantinas, y fueron justificados por Lope en presencia del Rey, ante los reproches de éste. Habiéndose convocado Cortes en Haro, el 8 de junio de 1288 tuvo lugar en Alfaro una reunión de los consejeros regios con el Monarca, quien ya tenía decidido acabar con la influencia de Lope Díaz, tomando las cautelas necesarias para apresarlo al término del Consejo; pero al resistirse a su apresamiento, echando mano de las armas y viendo los caballeros que se abalanzaba con un cuchillo sobre el Monarca, uno de ellos le amputó la mano con un golpe de espada, mientras que otro acababa con su vida de un mazazo, mientras que el propio Rey mataba a Diego López de Campos y se apresaba por su mandato al infante Juan.

De su matrimonio con Juana de Molina tuvo dos hijos, Diego López de Haro, que murió joven, y María Díaz de Haro, casada con el infante Juan, que tras perder los derechos al señorío de Vizcaya, los recuperará en 1310.

 

Bibl.: M. Gaibrois de Ballesteros, Historia del reinado de Sancho IV de Castilla, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1922-1928, 3 vols.; A. Marcos Pous, “Los dos matrimonios de Sancho IV de Castilla”, en Cuadernos de Trabajos de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, VIII (1956), págs. 1-108; A. Ballesteros, Alfonso X el Sabio, Murcia-Barcelona, Academia Alfonso X, 1963; S. de Moxó, La expansión peninsular y mediterránea (c. 1212-c. 1350), en J. M. Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, vols. XIII-I, Madrid, Espasa Calpe, 1990; M. González Jiménez, Alfonso X (1252-1284), Palencia, Diputación Provincial-Editorial La Olmeda, 1993; J. M. Nieto Soria, Sancho IV, Palencia, Diputación Provincial- Editorial La Olmeda, 1994; H. S. Martínez, Alfonso X el Sabio: una biografía, Madrid, Polifemo, 2003.

 

José Manuel Nieto Soria