Tagüeña Lacorte, Manuel. Madrid, 1913 – México, 1.VI.1971. Político, militar.
Manuel Tagüeña Lacorte nació en el seno de una familia de clase media de ascendencia aragonesa. Su padre era topógrafo del Instituto Geográfico y su madre maestra. Cursó el bachillerato en Ciencias en el Colegio de los Maristas de la calle de los Madrazo y, al terminar (junio de 1929) ingresó en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid. En 1933 se licenció en Ciencias Físico-Matemáticas con Premio Extraordinario. Durante estos años perteneció a la Federación Universitaria Escolar (FUE), interviniendo en algaradas y enfrentamientos provocados por estudiantes de distinto signo. Afiliado al Partido Federal, tomó parte en Madrid en el pronunciamiento republicano de 1930, en los sucesos de San Carlos y en la propaganda electoral republicana de las elecciones del 12 de abril. En 1932 ingresó en las Juventudes Comunistas, al año siguiente en las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC) y colaboró en la publicación de Juventud Roja. De manera violenta, como él mismo reconoce en sus memorias, colaboró en las maniobras para expulsar de la FUE a todos los estudiantes falangistas. A comienzos de 1934, se inició el reclutamiento de las milicias socialistas en las cuales se enroló desde el primer momento marginándose de las Juventudes Comunistas.
Al mando de una compañía de Milicias socialistas en la zona madrileña de la Glorieta de Quevedo participó en la Revolución de Octubre de 1934, por lo que fue detenido, quedando en libertad al poco tiempo.
Por orden del 15 de octubre de 1934 se le nombró encargado de curso interino de Matemáticas del Instituto Elemental de Segunda Enseñanza de Molina de Aragón y, al salir de la cárcel, se incorporó a su destino. Para cumplir el servicio militar, en julio de 1935, pasó al Regimiento de Zapadores n.º 1 del Cuartel de la Montaña en Madrid y decidió hacerse oficial de complemento por lo que pidió los seis meses de servicio de una vez, hasta el final de año. Al estallar la guerra, estaba preparando su doctorado en Físicas y daba clases como profesor ayudante en la Universidad de Madrid.
Durante los primeros meses de 1936 participó en la reorganización de las Juventudes Socialistas y, en especial, de las Milicias, en contacto con militares como el capitán Faraudo y el teniente Castillo, ambos instructores de las milicias marxistas, que cayeron víctimas de los atentados que protagonizaban durante estos meses fuerzas de signo enfrentado. Cuando socialistas y comunistas se integraron en las Juventudes Socialistas Unificadas, Tagüeña volvió al entorno del Partido Comunista, en cuyas filas formaría desde ese momento. La noche del asesinato de Calvo Sotelo, la Dirección General de Seguridad había elaborado listados de nombres de falangistas y derechistas; los oficiales de la Guardia de Asalto añadieron nombres que extrajeron de otras listas políticas, en parte confeccionadas por Manuel Tagüeña.
Avanzada la tarde del 18 de julio se recibió en la Casa del Pueblo de Madrid la orden de recoger fusiles en el Círculo Socialista del Puente de Segovia.
Tagüeña transmitió la orden a tres Compañías y marcharon apresuradamente a dicho lugar, donde encontraron a paisanos, algunos sargentos y al teniente coronel Mangada. Poco después comenzaron a llegar los primeros detenidos y él se marchó para no ser testigo de los fusilamientos. Años después, él mismo justificaría su silencio ante el terror desencadenado en la retaguardia republicana en los siguientes términos: “Muchos miles de personas, poco o nada hicieron entonces para evitar este desarrollo sangriento de los acontecimientos. Unos por miedo comprensible ante el frenesí de las bandas armadas que no iban a tolerar ninguna oposición ni que se hablase de humanidad, de piedad y de compasión. Otros, que en ambos campos considerábamos con fatalismo este período como algo que no se podía impedir, como una etapa terrible pero necesaria, a través de la cual habría que pasar, para llegar al triunfo de los ideales que defendíamos, incluso como algo imprescindible para que la lucha en el frente no estuviera amenazada desde la retaguardia, por lo que luego se llamó Quinta Columna” (M. Tagüeña, Testimonio de dos guerras, Barcelona, Planeta, 1978: 76). Aunque Tagüeña data estos sucesos el día citado, el historiador Luis Romero apunta la posibilidad de que realmente ocurrieran el 19 de julio, fecha en que, por orden de Giral, el coronel Rodríguez Gil entregó los fusiles del Parque de Artillería.
Al frente de tres compañías de milicias, participó en la desarticulación de núcleos sublevados en Getafe y Carabanchel y, poco después se incorporó al frente de la sierra de Guadarrama, donde se hacía frente a las tropas enviadas sobre Madrid desde el Norte. Recibió el nombramiento de capitán ayudante del Batallón Octubre n.º II y el 1 de agosto se incorporó en El Escorial.
Al día siguiente salió hacia el frente de Peguerinos (Ávila). En un momento de confusión, se hizo con el mando del batallón en el que se encontraba y, poco después, se le confirmó en el grado de comandante (25 de septiembre). Aprovechando un permiso, el 31 de octubre contrajo matrimonio con Carmen Parga, nacida en La Coruña en 1916, licenciada en Filosofía y Letras, afiliada al Partido Comunista.
Cuando los “nacionales” llegaron a las inmediaciones de Madrid en noviembre de 1936, se puso al frente de un batallón improvisado por si era necesario intervenir en la Gran Vía, pero inmediatamente fue trasladado a la posición de Cuelgamuros, en la sierra madrileña. Desde enero de 1937 quedó al mando, como comandante de milicias, de la 30 Brigada Mixta de la 2.ª División a las órdenes del teniente coronel de Ingenieros Domingo Moriones Larraga. Dicha unidad formaba parte del Cuerpo de Ejército de Madrid dentro del Ejército de Operaciones del Centro de España (EOCE).
En mayo-junio de 1937, ya como mayor de Milicias de Artillería, intervino en la ofensiva sobre La Granja y, en el frente de Brunete, conoció al general Miaja que le comunicó su nombramiento como jefe de la Tercera División con Cuartel en El Escorial. El nombramiento fue anulado por el ministro de Defensa Indalecio Prieto, quien alegaba su poca edad, pero las presiones del Partido Comunista le mantuvieron en su puesto con mando provisional. Lo que ocurrió en realidad fue que, durante estos meses, el Gobierno presidido por Largo Caballero había llevado a cabo la liquidación definitiva de las milicias y del Ejército voluntario y la integración de todas las fuerzas combatientes en el Ejército regular de la República, que recibió el nombre de Ejército Popular, mientras que el Partido Comunista pugnaba, como lograría al fin, por hacerse con el control de dicho Ejército, algo decisivo a la hora de consolidar su predominio en la retaguardia.
Al llegar el invierno de 1937, la 3.ª División, a las órdenes del mayor de milicias Manuel Tagüeña, tenía como jefe de Estado Mayor con la misma graduación a Luz Martínez Sánchez Simarro e integraba a la XIV Brigada Internacional y a las 33 y 34 Brigadas Mixtas.
El 15 de diciembre se constituyó una nueva división a su mando denominada Táctica de Reserva, concebida como elemento de maniobra para el caso de producirse la ofensiva “nacional” por Guadalajara. Como jefe de Estado Mayor seguía teniendo a Martínez Sánchez Simarro y Pedro Orgaz figuraba como comisario.
La compusieron las brigadas 27, 31 y 33, al mando de Sebastián Pérez, Germán Paredes y Enrique Escudero, y el batallón de ametralladoras de Sosnoski. Disponía de un grupo de Artillería mixto formado por una batería de ciento cincuenta y cinco obuses y dos baterías de montaña de ciento cinco y setenta. En enero de 1938, Cipriano Mera recibió la orden de atacar por Alcolea del Pinar para descongestionar el frente de Teruel y, en esa ocasión, la división de Tagüeña fue la reserva del cuerpo de maniobra que mandó Mera. Pasado el peligro, Tagüeña reunió de nuevo su división integrada por las brigadas 31, 33 y 34.
En marzo de 1938, recibió la orden de trasladarse al frente aragonés, donde Franco había comenzado una potente ofensiva. Por la zona de Alcorisa (Teruel), las tropas del Ejército Popular cedieron terreno y la 34 división, muy castigada, tuvo que ser relevada por fuerzas de las divisiones 70 y 25 y marchó a Madrid para descanso y organización. De allí llegó la división de Tagüeña, que el día 18 alcanzó el frente, donde inició el relevo de las tropas de Pérez Quijano y quedó momentáneamente integrada en el XXII Cuerpo de Ejército. Al salir para Aragón, dejó la brigada 34 y la sustituyó la 37, antes de la 8.ª división. Aunque en un principio estos y otros refuerzos lograron frenar el ímpetu del avance inicial, las fuerzas del Ejército de maniobra fueron incapaces de ocupar los puestos del contrario. La contraofensiva en que Rojo ponía sus esperanzas para desviar a Yagüe de sus objetivos al norte del Ebro quedó frustrada. Establecidas a la defensiva en la línea del Guadalope, las tropas de Líster y Tagüeña fueron empujadas fuera de las cotas fortificadas de la línea derecha por el avance de las tropas de García Valiño. Poco después, la Agrupación Líster cubría el pasillo de Cherta (en la ruta hacia el Mediterráneo).
A su izquierda, tapando los difíciles pasos de la sierra de Caro y el puerto de Beceite, se situó una agrupación de montaña a las órdenes de Tagüeña, compuesta por la Tercera División y la División Levante con las brigadas 57 y 58. Pese a la resistencia que cerraba el camino de Tortosa, el 15 de abril las “tropas nacionales” llegaban al Mediterráneo por la ruta de Morella-Vinaroz cortando las comunicaciones entre Cataluña y Valencia y dividiendo en dos la zona republicana.
A partir de entonces, se constituyó una nueva agrupación autónoma del Ebro al mando de Modesto, cuyo frente sería todo el jalonado por la orilla del río, desde su confluencia con el Segre hasta su desembocadura.
Estaría formada por los Cuerpos de Ejército V y XV, éste también de nueva creación y del que se haría cargo Tagüeña. Lo componían las divisiones 3, 35 y 42; la 3 con las brigadas 31, 33 y 93; la 35 con las Internacionales XI, XIII y XV, y la 42 con las fuerzas recuperadas. La misión de la agrupación era impedir al enemigo alcanzar la orilla izquierda del río Ebro y se movió con habilidad en esos días para evitar pérdidas de material y personal, lo que consiguió en elevada medida. A su nueva unidad, el mayor Tagüeña se llevó a su antiguo jefe de Estado Mayor José Martínez y su comisario fue José Fusimaña. De esta manera coincidían en el frente del Ebro tres hombres clave del Partido Comunista: Tagüeña, Líster y Modesto. Durante estos meses, fue ascendido a teniente coronel de milicias (5 de mayo), llevó a cabo la instrucción y encuadramiento de sus tropas e intervino en la fracasada operación sobre el valle de Bielsa. Entre julio y noviembre de 1938, tuvo una intervención destacada en la batalla del Ebro, el último y más impresionante de los esfuerzos del Ejército Popular por invertir a su favor el balance militar de la guerra.
En los primeros días, las defensas “nacionales” se vieron arrolladas, pero lograron retirar a tiempo tropas de otros frentes y en agosto la situación quedó equilibrada. El enfrentamiento se convirtió en una batalla de desgaste que se prolongaría a lo largo de varios meses sin apenas movimientos, hasta que quedaba restablecida la situación de julio cuando el 15 de noviembre las últimas tropas de Modesto, conducidas por Tagüeña, lograban situarse en la orilla izquierda del Ebro. Las pérdidas fueron muy grandes por ambas partes, pero lo mejor del Ejército republicano había dejado de existir. Durante el avance de las “tropas nacionales” sobre Cataluña, Tagüeña se limitó a organizar la retirada, abandonando el terreno sin combatir, por lo que sería objeto de recriminaciones por parte de Modesto. Al amanecer del 10 de febrero de 1939 entraba en Francia con los restos de sus tropas. A través de Albacete volvió a Madrid.
El 3 de marzo, desconociendo la dimisión de Azaña y las gestiones diplomáticas de Gran Bretaña, Negrín hizo publicar los nombramientos de los nuevos jefes de Cuerpo de Ejército: Modesto, Líster, Jesús Hernández, Tagüeña, Valentín González, Cordón, Francisco Galán, Mendiola, todos comunistas. El 5 de marzo, Tagüeña recibió orden de Modesto para que se trasladase a la posición Yuste, no lejos de Elda (Alicante), donde se encontraba reunido el Gobierno. Al producirse la sublevación anticomunista del coronel Segismundo Casado, Negrín no logró alcanzar con él una solución de compromiso y, al comprobar que no era obedecido por sus subordinados militares, optó por buscar la seguridad en la huida. Con él, o pocas horas más tarde, marcharon los ministros, Modesto, Líster, Tagüeña y la casi totalidad de los miembros del Comité Central del Partido Comunista. Tagüeña y sus compañeros de expedición llegaban a Toulouse (Francia) el 7 de marzo, dando comienzo un exilio durante el cual sufrió una larga evolución ideológica que le llevó a abandonar la ideología comunista y a retomar su vocación científica.
De Francia pasó a la Unión Soviética, donde completó su formación militar en la Academia Frunze y trató de mantenerse neutral en la disputa de Jesús Hernández y la Pasionaria por el control del Partido Comunista. Cuando se inició la guerra con Alemania, pasó de alumno a profesor y, cuando la orientación de la guerra era ya favorable a las armas soviéticas, fue destinado a Vladimir, donde mandó una división a la que equipó e instruyó para mandarla al frente. Terminada la Segunda Guerra Mundial, los principales dirigentes comunistas se trasladaron a Francia pensando que la caída de Franco era inminente, pero él tuvo que permanecer en la Unión Soviética hasta que en febrero de 1946 recibió la orden de partida y un documento especial autorizándole a viajar a Yugoslavia. Evocando el momento en que despegó su avión de Moscú, confesaba que la causa del comunismo (a la que había consagrado su vida hasta entonces) aparecía ahora llena de manchas que a duras penas podía justificar.
Trabajó como consejero militar en una unidad del Ejército yugoslavo hasta que, sospechoso de ser partidario de Tito, el Partido lo trasladó a Checoslovaquia (septiembre de 1948). Aquí aceptó la sugerencia transmitida por Vicente Uribe de abandonar la vida militar y reintegrarse a su vida profesional.
Continuó sus estudios de Ciencias, trabajó en el Instituto de Biología de la Universidad de Brno y publicó diversos trabajos de investigación. Ese mismo año obtuvo el cargo de director del Instituto de Física Médica y en 1952 inició dos cursos de licenciatura en Medicina. En 1953 fue nombrado jefe de la Cátedra de Física y Química. Paralelamente tenía lugar la implantación del sistema comunista y las purgas, al tiempo que Tagüeña se iba alejando cada vez más de las actividades políticas y del Partido Comunista español. Aprovechando el respiro posterior a la muerte de Stalin, logró salir de Checoslovaquia, rompiendo definitivamente con el comunismo (que criticó desde el punto de vista filosófico y moral) y se estableció en México (octubre de 1955), donde trabajó como asesor médico en unos laboratorios. En 1960 estuvo en España para ver a su madre gravemente enferma, pero rechazó el ofrecimiento de permanecer en la Península y volvió a México, donde murió el 1 de junio de 1971.
Escribió una autobiografía, Testimonio de dos guerras, terminada en 1969 y publicada póstumamente en 1973. También son interesantes las memorias de su esposa, Carmen Parga (1914-2004), Antes que sea tarde, publicadas en 1996.
Obras de ~: H. E. White, Física moderna, revisión del texto por ~, México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, 1962 (1.ª ed. esp., Barcelona, Montaner y Simón, 1969); Testimonio de dos guerras, México, Oasis, 1973 (1.ª ed. esp., Barcelona, Planeta, 1978).
Bibl.: J. Modesto, Soy del Quinto Regimiento, París, Ebro, 1969; L. Romero, “Tagüeña, jefe republicano en la penumbra”, en Historia y Vida, 63 (1973); R. Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, Madrid, Editora Nacional, 1973, 4 vols.; C. Rojas, La guerra civil vista por los exiliados, Barcelona, Planeta, 1975, págs. 323-341; A. Cordón, Trayectoria. Recuerdos de un artillero, Barcelona, Crítica, 1977; C. Zaragoza, Ejército Popular y militares de la República (1936-1939), Planeta, Barcelona, 1983, págs. 190-217; M. Alpert, El Ejército republicano, Madrid, Siglo XXI, 1989; C. Parga, Antes que sea tarde, Madrid, Compañía Literaria, 1996; F. Ruiz Cortés y F. Sánchez Cobos, Diccionario biográfico de personajes históricos del siglo XX español, Madrid, Rubiños- 1860, 1998, págs. 457-458; M. Aznar Soler y J. R. López García (eds.), Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, vol. 4, Sevilla, Renacimiento, 2016, págs. 437-438.
Ángel David Martín Rubio